Apócrifo

La historia de siempre, para tantos infausta: al norte el imperio, poderoso y atrabiliario; al sur, empequeñecido, un país débil que vive al arrimo del vecino imperial. Mis valedores: ¿les suena conocida la historia.?

Y ocurrió que el imperio del norte planeó invadir al que tenía por «su patrio trasero», y para asegurar el saqueo de los tesoros públicos compró a funcionarios de aquel país, colaboracionistas de vocación entreguista que nunca faltan y siempre salen sobrando, para que desde dentro facilitasen tal saqueo. Y de repente, la invasión. Trágico.

Pues sí, pero más allá de los vendepatrias en el pueblo invadido existían ciudadanos de patriotismo cabal, que se aprestaron a la defensa de su territorio, éstos a mano armada y aquéllos organizados en hermandades, que iban a oponer fiera resistencia a las tropas de un invasor que de todas formas arrasó el territorio y se alzó con oros y joyas y todo el tesoro del país en derrota El depredador supo entonces que en su deseo de justicia el pueblo vencido sería una amenaza constante. Y qué hacer…

El soberano convocó a sus consejeros, que le aprontaron la solución para destruir en sus mismas raíces la amenaza reciente y borrar en los vencidos todo vestigio de país y de patria, desde su historia cultura lenguaje, identidad, todo; la propuesta fue ejercer en los vencidos una «conquista espiritual», que de inmediato se puso en práctica El soberano mandó tomar entre los vencidos de estirpe real o de familia noble algunos jóvenes «sin defecto corporal, de buen parecer y enseñados en toda sabiduría y sabios en ciencia, y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey, y que se les enseñase las letras y la lengua del vencedor». Maquiavélico.

¿El imperio del norte? Siria, con Antíoco IV (175-164 aC), que la Biblia llama Nacubodonosor, rey de Babilonia. El país vencido: Judá.

Y ocurrió, mis valedores, que entre los jóvenes elegidos se encontraba alguno que era judío enterizo y de una pasta muy diferente a la de los colaboracionistas vendidos, comprados o simplemente alquilados que ayudaron a masacrar su país, uno que evitó ser absorbido por la ajena cultura y que desde un principio «puso Dios a Daniel en gracia y buena voluntad con el príncipe de los eunucos», de modo tal que el profeta siguió fiel a sus raíces y conservó su identidad de judío. Daniel, como siglos antes su paisano José, era versado en la interpretación de los sueños, y con ello se ganó la voluntad de Antíoco-Nabucodonosor, la del sucesor Baltasar y la del siguiente, Darlo, lo que provocó la envidia el odio y el resentimiento de los ministros y gobernadores, que se propusieron destruirlo, y buscaban un pretexto para malquistarlo con Darío el rey, pero nada encontraron, hasta que, de repente, la solucióN Fueron ante el monarca «Manda por edicto real que quien sea sorprendido adorando a algún dios extranjero sea condenado a muerte».

El edicto fue proclamado, y los descontentos espiaron a Daniel, y lo sorprendieron de rodillas, su vista en el rumbo de Jerusalén, orando delante de su Dios. Y la delación ante el rey. «El cual mandó, y trajeron a Daniel, y echáronle en el foso de los leones. Y hablando el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre. Y fue traída una piedra y puesta sobre la puerta del foso, la cual selló el rey con su anillo, y con el anillo de sus príncipes, porque el acuerdo acerca de Daniel no se mudase.

Fuese luego el rey a su palacio, y acostóse, pero con los ruidos de la noche se le fue el sueño. Muy de mañana se levantó y fue al foso de los leones, y así llamaba «Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú sirves, ¿te ha podido librar de los leones?»

Dios es grande. Habló Daniel: «Oh rey, el Dios mío envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, porque halló en mí justicia y no he hecho cosa que no debiese». Lean, si no, la Biblia.

Eso, según la de Casiodoro de Reina, porque de creerle a mi Biblia apócrifa, el milagro fue aún más portentoso: «Habló Daniel: El ángel convirtió a los leones rugientes en viles perracos, que me han estado ladrando toda la noche: ¡loco fanático, don Contreras, dictador tropical, populista, hijo putativo de Hugo Chávez; tú, de plano, no tienes madre!» Así todavía hoy, ¿los oyes?.

El monarca, entonces: «Fueron sus ladridos los que no me dejaron dormir. Pero Daniel, tranquilízate. Chuchos de izquierda y mastines de derecha te ladran, pero no te logran morder. Tú a lo tuyo, y que esos sigan desgañitándose en vano. (Laus Deo.)

Memento mori

(Aquí, para ustedes, mi recordación anual de la Descarnada.)

Me gustarla vivir siempre, siempre (…) -Porque como iba diciendo y lo repito: – ¡Tanta vida y jamás! – Tantos años, ¡y siempre, muchos siempre, siempre, siempre..!

Porque, a querer o no, mis valedores: se impone hablar de la muerte; tenerla presente siempre, y esto por una razón vital: vivos estamos, y por esta sola condición es la muerte nuestra segunda naturaleza y desembocadura natural. La edad no importa. No importa el estado de salud. Nada importa nada frente a la muerte que, dice el filósofo, siempre es posible, aunque no probable; esa que nos será siempre espantable, y prematura siempre, no importa a qué edad sobrevenga; y lo provechoso: si tenemos presente que nuestro destino es morir, más habremos de apreciar este nuestro tiempo de vida Porque mientras nosotros somos, ella no es, y cuando ella es, nosotros ya no somos. Y qué tiempo mejor para recordar a la muerte, la propia y particular, que estos días cenicientos de noviembre. Memento homo…

Cuando yaces agonizante no mueres sólo de la enfermedad. Mueres de toda tu vida. Aprende a morir y vivirás, porque nadie aprenderá a vivir si no ha aprendido a morir. Si no sabes, no te preocupes: la naturaleza te dará todas las instrucciones a la hora precisa. Ella tomará por su cuenta el asunto…

A todos ustedes invito a recordar a nuestros difuntos; los invito a detener el tanto de un suspirillo nuestra desaforada carrera rumbo a ninguna parte, y meditar en la única certidumbre que tenemos en esta vida: la muerte. Porque en verdad les digo: para morir sólo se necesita estar vivo, y sólo está vivo quien sabe que habrá de morir, y créanme: es más tarde de lo que suponemos; de lo que desearíamos tantos…

Y no quiero morir. No quisiera morir: -amo la vida porque está colmada de poesía – y de crímenes, y de odio, y rabia y lágrimas…

No; ni el poeta, ni nosotros, sobre todo quienes ya andamos doblando el Cabo de Buena Esperanza. Pues no, pero habrá que morir. Hay que morirse: – hay que irse muriendo a piedra y lodo. -A soledad, a gritos, a poemas: – hay que morirse. Nada más. A secas…

Miguel Guardia. Sabines: Mi madre me contó que yo lloré en su vientre. – A ella le dijeron: tendrá suerte. – Alguien me habló todos ros días de mi vida – al oído, despacio, lentamente. – Me dijo: ¡vive, vive, vive! – Era la muerte.

Y la figura de la muerte, a decir de Cervantes, en cualquier traje que venga es espantosa, y Octavio Paz: «Para el mexicano moderno la muerte carece de significación. Ha dejado de ser tránsito, acceso a la otra vida más vida que la nuestra. Pero la intrascendencia de la indiferencia ante la muerte es la otra cara de nuestra indiferencia ante la vida», y Sabater el filósofo: «Tan obsesionados viven los hombres por la presencia pavorosa de la muerte, que apenas tienen tiempo para fijarse en la vida (…) Pasan el tiempo -lo matan- tratando de alejar de sí la muerte, previniéndola, combatiéndola o viendo morir a los suyos, compadeciéndolos, envidiándoles, calculando el tiempo que les falta para quedarse del todo sin tiempo…»

La melancólica voz de Nezahualcóyotl: ¿Acaso se vive con la raíz en la tierra? – No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí. – Aunque sea de jade se quiebra, aunque sea de oro se quiebra – aunque sea plumaje de quetzal se desgarra. – No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí…»

Pues sí, pero algo que desde los tiempos sin memoria obsesionan al hombre: ¿qué es la muerte? ¿Cuál es el misterio sin fondo de la muerte? ¿Cuál? Sabiduría quintaesenciada, la literatura oriental:

«Desearíais saber el secreto de la muerte, pero, ¿cómo saberlo si no buscáis en el corazón de la vida? Si en realidad queréis conocer el espíritu de la muerte, abrid bien vuestro corazón al cuerpo de la vida. Porque la vida y la muerte son uno, como lo son el río y el mar…»

Pero fuera tristuras, arriba corazones, estos que anidan vivos dentro del pecho, que lo jura el Popol Vuh: Nosotros somos los vengadores de la muerte. Nuestra estirpe no se extinguirá mientras haya luz en el lucero de la mañana.

Porque muerte y lucero están ahí no-más, tras lomita, vivir; pero vivir a cabalidad, con todos los sentidos vivos todavía; vivir hasta atragantarnos, cada día y en el cogollo de cada minuto. Hoy nada más. Por siempre hoy, por más que el «siempre» sea un invento del humano para sus dioses, no para simples humanos. Vivir la vida. Porque habrá que morir. (Memento mori.)

He de morir…

(Aquí, para ustedes, mi recordación anual de la Descarnada.)

Organillo callejero que en el barrio – y en tu vieja melodía – vas llorando una tristeza – Tu tristeza por tan vieja – se asemeja con la mía…

La voz del cilindro, sí, por supuesto, que es decir la voz lamentosa del barrio bajo, la del corazón arrabalero cuando la hora de las tristuras. Esa, la del organillo callejero, fue la voz que hace rato oí errar por mi calleja, desparramando nostalgias en las notas de un vals (Olímpica) desmolado, destartalado, que en tono menor convocaba memorias añejas y remembranzas. Yo, el ánima contristada por los fieles difuntos, aquel suspirar. Mi padre Juan, Dolores, Remedios, y ahora pronto aquella que cubrió de platónico amor imposible mi niñez y primera juventud. Memento homo…

Será que noviembre ha invadido mi sangre, será que me hace guiños la Inexorable; el caso es que desde que abrí los ojos esta mañana percibí que el ánimo me amanecía anochecido, y asordinada mi mañanera alegría ¿O será que es noviembre? El caso es que la mañana pasé encerrado en el cuarto de los trebejos, y contemplaba aquellas fotografías que, de tan añejas, se visten de daguerrotipos, y me puse entonces a practicar el ejercicio onanista de la remembranza, la evocación,la tristura. Y aquel suspirar…

Examiné las agendas en desuso con su fecha de hace qué años, cuántos, y sus señas telefónicas de 6,7 dígitos, y tantos nombres allí asentados que hoy son sombras nada más, y fantasmones familiares de amores que se esfumaron para nunca más, y de súbito: entre las hojas de la agenda que se deshojaba la deshojada flor, casi polvo descolorido: un nomeolvides. ¿Quién sería la de la flor? Ah, la de nomeolvides que los amores marchitos han terminado por marchitar; la de mujeres que en el río de la vida yo con su flor de nomeolvides en un libro de poemas, he olvidado a estas horas, como tantas mi nombre habrán olvidado. Quedo, suspirando apenas (a penas), Bach…

Sólo vinimos a dormir, – sólo vinimos a soñar; – no es cierto, no es cierto – que vinimos a vivir en la tierra…

Así, ceniciento el ánimo, a media tarde me di a levantar, con Aída (tú, la de todos los días), el altar de mis fieles difuntos: la mesa del comedor, un taburete encima, la cubierta de lienzo y el reguero dé crisantemos y cempazúchiles, grecas de papel morado, pan de muerto, cigarros, mezcal, el incienso y la calabaza en tacha Pastoreando la ofrenda la vera efigie de nuestros ausentes, la parcelilla de cartulinas desde donde los descarnados me miran con ese modo turbador, recordándome (¡como si lo pudiese olvidar!) que polvo soy, y que tenemos una cita para anudar esa plática que interrumpieron para morirse; que mientras viva mi vida a todo vivir; que estoy vivo todavía, y a pesar de las carretadas de tiempo con que he edificado mi biografía personal, soy joven por el solo hecho de que no me he muerto. «Esto, tenlo presente, porque es más tarde de lo que te imaginas». Noviembre.

Con mis muertos redivivos, viviendo entre ceras y cruces su vida efímera, terminé la ofrenda, y las manos se me vinieron olorosas a noviembre, a oficio de tiniebla a huesa y camposanto. Las almas de los fieles difuntos. Y la tristura Por librarme de la presión (prisión, opresión) que me enrarecía el aliento, me escapé a la calle y la anduve unas cuadras y por si algo faltase a mi espíritu macilento, aquel pausado doblar de esquilas en La Porciúncula, en tanto a la distancia se venía, largo gemir de La Llorona, el carrito camotero. La oscurana, que ennegrece el caserío mientras la tarde, por no morir del todo, hace el último esfuerzo y cae en el estertor. Y achaques de día de muertos: a las primeras sombras, las primeras luciérnagas: unas cajas de cartón, como de muerto, su ánima de parafina, y el pregón infantil: «¿Me da mi calaverita?»

Y ahí: ante la reja del caserón, el repicar de la campanilla, y a la luz del farol la joven ya avejentada ¿oficinista, del servicio doméstico? Un nuevo repique, una ventruda que acude a reclamo, y: «Seño, ¿me da mi calaverita?»

¿Que qué? ¿A su edad, y enganchada en la tradición de los niños? Vi venir a la ventruda de blanco uniforme trayendo en brazos a la criatura Guardería A la vista de la mamá tiende los brazos y suelta el llanto. «Su calaverita, María Anda con diarrea, cúrela». Ella tomó su criatura, la cobijó, se la acunó en el pecho y se fue alejando por esa calle. Con su calaverita..

Y en la dulce mansedumbre de tu queja – que las sombras diluyeron – y en perfumes evapora la distancia – mi alma aspira la fragancia – de las cosas que se fueron… (Requiem…)

Cristo nos odia

Los dañados de su mente, los quebrantados del ánimo, del sistema nervioso, de sus ganas de vivir, trémulos sacudidos por la neurosis, la depresión, la esquizofrenia Los suicidas en potencia (en impotencia total), carne de manicomio que mal sobrevive apenas, a penas, hartos ya de su vida..

Lo conté aquí alguna vez, y que me ocurrió hace unos años: por cuestión de escribir un reportaje fui comisionado por el semanario para presenciar cierta terapia de grupo donde se aplicaba la técnica de psicosíntesis, y miré al par de doctores que, por provocarles la catarsis, intoxicaron al grupo de pacientes con varias clases de droga según. Yo, con bata blanca de enfermero, con los pacientes me encerré aquella noche en el salón de terapia recinto estrecho con el piso tapizado de colchones que, ciego de ventanas, exhibía en uno de sus muros un óleo de un Cristo sufridor, como enfermo él también Y no más. Yo, el de la bata blanca cuidaba que los pacientes entrasen al salón descalzos ellas y ellos, sin cintos, colguijes ni alhajas. La veintena de angustiados recibía su ración de droga y al rato…

Conforme la droga iba haciendo efecto, los desdichados (peyote, datura, LSD) penetraban en la región del delirio y comenzaban a alucinar, a estallar en rezos, a tronar en quejumbres y canturreos mal acordados. Los médicos, a la expectativa tomaban nota

Y el poder de la sugestión: el enfermero de pega encarrujado en un rincón, me tensaba al parejo del que había enceguecido con la datura, y miré a Dios cara a cara con el que ingirió peyote. Yo, que nunca he sabido de drogas de ningún tipo, comenzando con cigarrito y licor, me sacudí ante aquel tentalear en el muro, el lloriquear sin lágrimas, el jadear, y el súbito desplomarse del pálido aquel, y el desnudarse de la que monologa como entre sueños, y el que invoca y convoca hato de alucinados, a junta de sombras, de fantasmones, de engendros de mentes descoyuntadas. Lóbrego.

Recuerdo a la anciana que deambula de muro a muro, sin parar, y de pronto: «¡Mamá!» El alto, flaco, que azota los muros, los rasca «¡Campo Militar Número Uno!». Y el prieto aquel que de pronto aparece con una foto en la mano, y la mira y se arrodilla y se culimpina «¡Mi niño, criatura quién dice que te me moriste!’Y las convulsiones, las soterradas quejumbres, las imprecaciones, la bronca agresividad: «¡Puta que he de dar contigo..!»

Y así el que implora la vida y así el que pide la muerte, y el que solloza sin voz, el que llora sin lágrimas y el que, en brama besa el muro, lo soba jadea un nombre de varón. Y esa la de la mezclilla, que invoca a la dueña de sus amores mientras que ese otro, de rodillas, pronuncia un nombre y suplica y se acalambra «¡Paulenka, regresa.!» Y la que se tiende y muerde el colchón: «¡Opérenme, sáquenme el mal, voy a morirme..!» Frases que en madrugada de terapia intensiva se engrifan de humano sentido. (Los médicos, tomando nota Yo, sumido en un rincón, escarmentando en angustia ajena «Que tú y yo nunca nunca mujer. Que siempre, siempre, tú y yo». Mi única)

Uno de aquellos me impresionó en la vivo: que al hervor de la droga se detenía frente al rostro del Cristo sufridor, aferraba aquella fotografía y, acercándosela a unos ojos de pupila dilatada pistojeaba mirando la cartulina La vista de lo ahí retratado lo derribaba a hachazos, y frente al Cristo del sufridero se arrodillaba arañándose, y se culimpinaba, rechinando los dientes, apocalíptico: «Jesús Nazareno, Jesucristo, ¿por qué nos odias? ¡Ira de Dios..!

Me espanté. ¿Cristo, odiar? El invocado se ensombrecía se plegaba de ojeras, párpados abatidos, cuajados de sombras. El enfermo remolía las palabras con muelas que rechinaban: «¿Esto nomás merecemos, Nazareno? ¡Jesucristo, aplaca tu ira tu justicia y tu rigor! ¡Dónde te hallas, Dios..!»

¿Por qué tuve que fisgonear, por qué miré la cartulina? La vi, y no me contuve: al enfermo le di el manotazo, el rasguñón, el mordisco en la mano. Se la arrebaté, me arrojé de rodillas, y culimpinado empecé a aullan «¡Cristo Jesús, ya ni tiznas, por qué odias tanto la tierra que tiene a tu madre!» Una y otra vez, entre calambres y convulsiones. «Cristo, por qué ese odio mortal.»

Sentí la sacudida en los hombros. Uno de los doctores:

– ¿Qué hace ahí culimpinado, por qué esos desfiguras? Levántese.

Yo, aprontándole la cartulina «Vea a todo el congreso aprobando el documento, doctor. Con los pripanistas, la cáfila de colaboracionistas del PRD, puro chucho de Nueva Izquierda, han aprobado la reforma energética ¡Sin las 12 palabras, doctor..!» Y azotaba el muro. Me sacaron a empellones.

Esto, repito, ocurrió hace años. (¿Sí..?)

Capones

Ocurrió el domingo anterior en mis derrumbaderos zacatecanos, a esa hora de entre dos luces, ya al pardear, en que el poniente estalla en llamaradas mientras mezquites y venadillas se engrifan de alboroteros aleteos que se acomodan para dormir. Rumbo a la plaza me dirigía cuando aquel diálogo me intrigó. Pian pianito me acerqué, y fue entonces: en el viejo reconocí a don Tereso, ranchero de por los rumbos de Las Güilotas, Zac. Cascorvo él, traje de gamuza untado a las zancas de jinete viejo que nació, creció y estoy por decir que se reprodujo a lomos de cuaco cerrero. El charrito viejo caminaba a lo dificultoso, apalancándose en el antebrazo del mozo garrido. Oí el diálogo:

– Usted y sus fanatismos, apa. ¿Tan poco le interesa su salud? ¿Prefiere andar todo achacoso, con el riesgo de la vida?

– Prefiero ese riesgo, m’hijo.

– De no creerse ¿Pues qué su remedio no está ahí nomás, en la botica? Pero usted, que prefiere el sufridero…

– Porque quiero morirme virgencito, m’hijo. Porque lo que me queda de vida quiero poder seguir mirando a su madre a la cara, y a usted, y a todo cristiano de bien. Que nadie diga que su padre fue capaz de una cochinada. La dignidad y la cabal varonía tienen su precio, m’hijo.

– ¿Y qué tiene de indigno calmarse el dolor?

– Ah, ¿entonces lo que usted quiere es que su padre renuncie a la calidad de varón, del hombre completo que ha sido el tanto de ochenta y tantos años? ¿Quiere ver a su padre de alcahuete, baquetón y poca vergüenza, poniéndole alfombra colorada y tapizando de flores el paso de esas intrusas? ¿Qué diría si me viera en el intento desvergonzado de justificar, justificaciones embusteras, tan indigna vejación a su patria, m’hijo?

Pero una medicina qué tiene qué ver con esas tales intrusas, pensé. En la parroquia, la primera llamada al rosario. Por el callejón de Ánimas, el cencerro de la vaquilla caponera, con el hato detrás, rumbo a la querencia del establo. En la arrugada pelleja del viejo, crispaciones. Voz impaciente, el gañán: ‘Le duele mucho, ¿verdad? Déme usted su licencia y ahora mismo me arriendo hasta la botica. Para qué padecer, qué le cuesta curarse».

– La honra, la dignidad, ¿le parece poco? Si yo ahora me rajueleo con la medicina, créame: como si renunciara a la varonía Lo doy a torcer, m’hijo, y a sombrerearle yo también a las intrusas esas, a culimpinármeles, a servirles de petate y sonreírles mientras ésas me forran de estiércol y me dejan como trepadera de mapaches. Orita acepto esa medicina y al rato mire: que cualquiera humille a su padre, que lo bocabajée, y su padre le responda a sonrisas, pelándole la mazorca de dientes, qué indignidad. ‘Pasen ustedes, tomen posesión del negocio». ¿Se imagina? Caracho, digo. Eso nunca de los nuncas lo verán sus ojos. Ahí será voluntad del Altísimo que me cure, o él verá si con este tercio no me levanto.

Yo, válgame, por venir pendiente de don Tereso y sus razones, el resbalón, el trompicón, la plasta en el zapato. El perraco oreja mocha me olisquea como queriendo completar la faena Lo apreté, el paso, y entonces:

– Por vida suya apá, hágalo por nosotros. ¿O no quiere a su familia?

– Porque la quiero no me dejo curar. ¿Yo, terminar hecho un redrojo de varón, como esa recua de indecorosos castrados que se han prestado para comité de recepción de las intrusas, para sus chambelanes y alcahuetes, migajeros de miércoles que no fueran..?

(Era domingo.) Chuequeando llegó al portón de la casa aquella donde aguardaba la anciana ventruda «¿Ya vienes curado, viejito?»

– Ande, apá, contéstele, a ver si no le da pena. ¿Creerá, madre, que no quiso curarse? Que porque el supositorio que le recetaron es gringo, y que en sus asuntos internos ningún gringo va a entrar, que él no es legislador pri-panista-nueva-izquierdoso como los culiprontos de supositorios gringos marca Shell, Petrobras, Exxon, Mobil y congéneres, ¿qué le parece?

– Ay, viejo, genio y figura, pero en fin, allá tú con tus cólicos misereres. Mira nomás qué horas son, y tú todavía sin comer; entra con cuidado, no te lastimes. Te voy a preparar unos huevos.

– ¿A mí? No, ¡huevos a diputados y senadores de este país, que eso es lo que a todos ellos les falta huevos!

En la penumbra miré a don Tereso, inflé el pecho, me cuadré ante uno que no nació para culipronto de petroleras grin
gas. (Vale.)

Cosas y casas de locos…

Los centros de reclusión forzosa, esos campos de concentración a la medida de genocidios y de holocaustos: muros y rejas, torretas de vigilancia, celdas, agonía. El manicomio, la cárcel, las casas de retiro para enfermos desahuciados, ¿los conocen ustedes? ¿Los han visitado? Yo sí, por aquello de ejercitarme en el oficio de la amarga esencia humana, y entonces sentirme vivo y valorar la vida, y percibirme, en lo que cabe, sano, y conocer el goce de la libertad. (Fue en el manicomio donde conocí al profeta. No lo reconocí…)

En plan de visita conozco los hospitales. Por apreciar la fortuna que significa cargar la existencia libre de grilletes (droga, tabaco, licor) acompaño a los grupos de alcohólicos en abstinencia que, trémulos, se congregan para mutuamente darse valor y sobrellevar entre todos la maldición, y sobreviviría. Después de cada visita a las magulladuras del humano dolor salgo a vivir a todo pulmón; en salud, libertad, esperanza En vida Fue entonces cuando oí el clamor del profeta..

Esto ocurrió a mediados del sexenio anterior, desdichado sexenio, con la pareja presidencial cachondeándose frente a la de San Pedro, la basílica y de rodillas besándoselo al Pontífice, el anillo. La Sahagún proclamaba su intención de seguir en Los Pinos, aunque fuese de «presidenta». Fue cuando me topé al agorero en el lugar de reclusión para los desdichados de razón trastornada, y qué lóbrega construcción: en su aspecto sombrío, deprimente, parece haber absorbido el alma y la razón de los enfermos que ahí avientan a volar, papalotes de la demencia sus fantasías y descoyuntadas quimeras. Ahí conocí al profeta cuyos vaticinios no fueron escuchados por la gente de razón. Qué razón tenía el loco, desdichado Casandra

Esa tarde, mi guía el propio director, erré con las ánimas que erran en su mundo propio y particular, fantasmagoría y embelecos. Observé al silencioso que se atejona en un rincón, al que predica incoherencias (como incoherencias se tomaron las advertencias del profeta), al que habla con Dios, al que, Dios como es, se niega a hablar con los mortales. Ah, desdichados…

Y entonces, lo escalofriante: así como la cárcel tiene adentro su propia cárcel (el apando), así el manicomio cuenta con su propio manicomio, y en él me vine a encontrar al profeta en su celda enrejada, pobrín. «Por qué mantenerlo en aislamiento, pregunté al doctor. ¿No es una locura.?»

Mi Virgilio en el descenso por los nueve círculos del infierno: «Locura sería no protegerlo. Por su seguridad lo trasladamos a este refugio. Para que no siga siendo víctima de vejaciones: golpes, insultos, escupitajos, baños de agua helada alimentos echados a perder. Por su seguridad está en este sitio».

Lo vi, me vio, se irguió, alzó el brazo, entiesó el índice, y entendí entonces la razón que a los privados de razón llevaron a atacarlo:

– Tú, quienquiera que seas, anda y proclama ante los mexicanos que deben elegir a Marta como su mandataria Todavía están a tiempo. Que salven a México, diles. Que esta vez no comentan una insensatez, que elijan a Marta.

¿Que qué? ¿Elegir a esa frivola arribista bandida? Chinche loco.

– ¡Entiende, es la única salida que resta a los mexicanos! Anda predica en la plaza pública Difunde el mensaje: de no elegir a Marta después será el llanto y el rechinar de dientes, pero para entonces ya va a ser tarde. Eso diles.

(Fétido su aliento, casi tanto como el de su celda) Así que decir al que va pasando que se duela del país, que eche su voto a semejante basura ladrona del dinero público. «¡Anda ve, que salven a México..!»

Loco de miércoles. ¿Que esa loca llegue a la presidencia? írmele a las patadas, mi primer impulso. Reprimido. «Qué bueno que aislaron a ese loco peligroso, no fuera a contagiar de su locura a los demás locos. Qué razón tienen en agredirlo. Bien que merece los ataques de los enfermos».

– Cuáles enfermos, no se equivoque Los ataques no vienen de ellos. A ese, por exigir la presidencia para Sahagún Basura de Fox, quienes lo agreden no son los enfermos, sino el personal de médicos, enfermeros, administrativos, los de la limpieza, el velador…

«Espléndido», dije, porque entendí o creí entender. Muy tarde, mis valedores, reconozco el don profético del émulo de Isaías, Jeremías y Ezequiel El visionario quería prevenir a los mexicanos. Ya que cualquiera menos AMLO, ¿con Marte estaríamos peor que con «uno chaparrito, jetoncito, peloncito, de lentes», como a su hora lo definió Manuel Espino, ex-dirigente de Acción Nacional? ¿Ustedes qué dicen? (México.)

¿Crisis en Estados Unidos?

¿Cuál crisis?, se preguntarán muchos cuando se enteren de que el Partido Republicano gastó tan sólo en septiembre la friolera de 150 mil dólares en la imagen de Sarah Palin. De ellos, 75 mil y 41,850 dólares se han invertido en trajes, faldas y blusas de marca. Sarah Palin se está gastando una fortuna del cofre republicano tan sólo para maquillado y peinado…

A propósito, señor John McCain, candidato del Partido Republicano a la presidencia de EU: antes de tomar la decisión de incorporar a Sarah Palin a su campaña presidencial, ¿calculó los riesgos que de llegar a La Casa Blanca va a enfrentar con la gobernadora de Alaska en su gabinete? Yo, mexicano de mí, con conocimiento de causa le puedo señalar algunos de los más virulentos:

Ya en La Casa Blanca, señor, la Palin va a comenzar a arrimársele lo más cerca posible, y va a tornarse su vocera oficial y a cautivarlo con sus artes de hembra complaciente, y a terminar como su pareja sentimental. Ya lo oigo, irónico: «Ándale, tú, ¿no sabes que yo tengo hijos y que Sarah es casada?» Lo sé, señor, pero habrá divorcio a tiempo, y aun si hubiese matrimonio por la iglesia de Roma, la Palin va a mover sus influencias para que los Norbertos Rivera y Onésimos gringos echen a andar influencia y dineros con Ratzinger, y rápido: nulos «fast track» ambos matrimonios, y a formalizar la pareja ¿Los hijos? Por que no estorben, a vivir con su respectiva madre Señor McCain:

Cuidado: señoras del calibre de la Sarah, vidas oscuras de amas de casa hasta que un ramalazo de la fortuna las eleva hasta el poder, maniobreras se tornan para trepar hasta emparejarse al presidente en turno y enloquecerlo con sus minifalditas, y sollamarle sangre y redaños, y tomarle la medida y entonces… ¡piedra de escándalo el Salón Oval..! La presidencia se tornará «la pareja presidencial», y a la desmesura Tal como ocurre con todo mediocre, si hoy ya saqueó 150 mil dólares de las arcas partidarias tan solo para calzones, corpiños, refajos y colorete, imagínesela ya en una recámara de La Casa Blanca (Algo hay que abonar a su favor: en naguas no gastó tanto, que apenas le llegan abajito del calzón.) Lo que la Palin va a costarle al contribuyente: un hovo de la cara, y con la crisis económica que badajea a su país, imagínese. (Un hovo, sí, no me equivoqué.)

Ya en su despacho del Salón Oval es previsible que Sarah Palin, como todo arribista logrero y aprovechado de la ocasión, pierda las proporciones y se atragante de poder, y se engolosine con las candilejas, y tome por asalto cámaras y micrófonos, y se ponga a pontificar de todo los temas que no conoce. ¿Cree usted que los gringos soportarán el tener que tragarse en la tele, la radio y la prensa escrita, la facha de la Palin cuatro, ocho años seguidos? ¿Quiere dar a sus compatriotas semejante flagelo..?

De llegar a Los Pinos de Washington, mucho cuidado con que a la Palin se le ocurra tramar un «Vamos, Estados Unidos«, que le permita enriquecerse hasta la indignidad. ¿Tienen ustedes una lotería nacional según esto para la asistencia pública? Cuidado, señor, que la Palin no se le acerque. Ella ahora mismo, piojo resucitado, ya ha mostrado su tendencia al lujo, a los derroches, al protagonismo y a aparentar. Ya con el poder en sus manos, ¿se imagina?

¿La familia de Sarah? En la Zamora de Alaska, si es que allá exista semejante ciudad, debe tener padre, madre, tíos, primos y demás parentela Tiene, al menos, un marido y una hija que va para mamacita soltera Ah, pues entonces cuídense, que ya instalada en el poder, la Palin pudiera arrojarse sobre los dineros públicos. En una brama de codicia rapaz, la arribista va a atragantarse de lujos, joyas, viajes, perfumes, pantaletas de marca y cuentas personales en bancos diversos. Para atascar a su parentela de dólares va a recurrir al tráfico de influencias; en un par de años, INFONAVIT y PEMEX gringo mediante, van a hincharse de dineros mal habidos, bienes raíces y avión particular, y páguenlo los contribuyentes. Señor McCain:

Ya veo a la Sarah en La Casa Blanca, acaparando las revistas del corazón, desde donde escandalice a los puritanos y a los onanistas deleite con la relación de sus intimidades de catre con el ex-marido, al que habrá de acusar de garañón insaciable, un macho que la maltrataba a lo sádico hasta ponerla así, mire, detrás del mostrador de una farmacia veterinaria a vender preservativos para burros y sementales. El pobre ex-marido, ruñendo su frustración, se habría quedado por allá en la Zamora de Alaska, rumiando rencores y resentimientos. Cuidado, señor, con la Palin, yo sé lo que le digo. Si lo sabré yo, mexicano de mí. (Vale.)

Partidarios de Obama…

Felicidades. Su candidato marcha adelante en las preferencias de los votantes con una ventaja que parece definitiva, y esto se explica por el carisma de Obama, su arrastre popular y ese proyecto de gobierno que las mayorías esperaban después de la gestión de un personaje nefasto como ha sido Bush. Barack Obama les promete el cambio y expone con claridad y contundencia su programa de gobierno. Felicidades.

Pues sí, pero mucho cuidado, no celebrar por anticipado ese triunfo, no confiar en eso obvio, contundente: que el contrincante es un individuo plano, zafio, vulgar, falto de ideas y de brillantez, torpe en su discurso político y tan ayuno de carisma y atractivo personal que su poder de convocatoria es nula. Cuidado. Si advierten ustedes que McCain es errático e inseguro, que ya desde ahora desbarra y que como candidato ya ha cometido todo un catálogo de desaciertos que lo descalifican para la Casa Blanca, cuidado, porque mediocre, torpe y vulgar, puede terminar en Los Pinos, así tenga que protegerse de la iracundia popular por haber sido impuesto a la viva fuerza, y no sea dueño de cruzar una calle sin que lo protejan miles de guardias contra los gritos acusadores de ¡espuriooo..! Mucho cuidado, partidarios de Obama. (¿Dije Los Pinos? La Casa Blanca, quise decir.)

Por acá tenemos un dicharajo que a la letra dice: del plato a la urna se cae la presidencia Muy cierto, señores, y si no, mírense en este espejo: cuando aquí todo estaba dispuesto para que el candidato popular fuese declarado gobernante de los mexicanos, de repente tíznale, se desbozaló una campaña innoble, de albañal y lodo biológico, que manipuló a los pobres de espíritu y aniquiló al seguro triunfador, para imponer al McCain cimarrón en Los Pinos. Y qué clase de McCain impusieron a los mexicanos, Dios, qué versión de McCain, señores partidarios de Obama..

Que ustedes no vayan a experimentar el choque traumático que aquí padecieron y padecen hoy todavía los partidarios del Obama perdedor, puntero en las preferencias de este país porque él también proyectaba liderazgo y carisma y prometía un discreto cambio en las horrorosas condiciones en que el Bush con tufo a El Tamarindillo dejó al país. Pues sí, pero tomen nota..

Con el candidato de las mayorías no estuvieron de acuerdo Washington, los empresarios y los grandes capitales de allá y de por acá, el alto clero católico, mafias ultra-derechistas como El Yunque, Los Legionarios de Cristo y, voceros y parte medular del Sistema, los medios de condicionamiento de masas, el duopolió de televisión como punto de lanza Sí, en mi país los monopolios están prohibidos por ley, ¿y.? Es México.

¿Que quién fue tal individuo que esos cuantos del poder impusieron a la ley del hovo, «haiga sido como haiga sido»? De no creerse, señores. Seguro estoy de que llegan a su país, así sea en páginas interiores o de relleno en sus programas de noticias, retumbos del tiempo calamitoso que vive el nuestro. Ah, pues todo se debe a que una vez allá arriba, el hombre impuesto a la pura ley de los compañones no supo qué hacer, que no nació ni estaba educados para estadista y los ventajistas y ocasionados que a la ley de las criadillas impusieron al que parece no tener las suyas le han estado cobrando carísima la factura mientras él se vive y desvive en plena verborrea (¡esa vocecita!) atragantándose de cámaras y micrófonos, y los mexicanos padeciendo un terrible vacío de poder, donde cada quién hace lo que sus hovos le dictan. Ustedes mucho cuidado, partidarios de Obama Ya desde ahora cuídense de elementos como el filibustero Sola, experto en campañas fecales. Ah, pero lo más importante…

Cuídense, sobre todo, del partido Demócrata Cuídense de él. Con lupa examinen a los políticos del partido de Obama, ¿y saben por qué? Ahora mismo puede ocurrir que ahí, agazapados y con disfraz de aliados, los colaboracionistas de Bush estén perpetrando su labor de zapa contra Barack Obama ¿No han descubierto en el Demócrata a alguna mafia que se firme New Left, o como se diga? Cuidado, que ahí puede acechar un Mr. Ortega, que con su cáfila de chuchos, a cual más de colaboracionista y migajero, todos ellos expertos en salir gananciosos de las derrotas partidarias (que ellos mismos tramaron), esté ya fraguando la entrega de casillas en obsequio de McCain y provecho propio. Mucho cuidado, señores partidarios de Obama. Si lo sabré yo, mexicano de mí. Por lo demás… (Es cuanto.)

Una proposición deshonesta

Este es un mensaje para los señores justicias de mi país. Ir tomando nota.

En mundos y tiempos de la fábula existió un avaro que en buen escondite atesoraba alteros de monedas de oro y en la cocina tres cachos de queso y uno de pan, provisiones que, magras y despreciables, mal podrían sobrevivir, siempre expuestas a la acción predadora de un hervidero de ratas que infestaban el tugurio del avaro aquel. A la vista del poco queso y el magro pan siempre ruñidos, mordisqueados siempre, se la jalaba no por urgencias de desbozalada libido, sino de la desesperación (la pelambre).

-¡Mal rayo parta a los roedores agentes de mi perdición..!

Y qué hacer, pensaba el avaro, porque vamos a ven ¿trampas en las que tuviese que malgastar rajuelas de queso? ¡Nunca dispendio tal! ¿Un gato? ¡Menos! ¿Los resecos trozos de pan y los míseros cachos de queso exponerlos también al gato? ¡Nunca! ¿Custodiar en persona las provisiones a costillas (a pupilas) del sueño y las horas dedicadas al deleite onanista de cachondear, flor de tacto, las amarillas rodelas? ¡Jamás! Pues sí, pero entonces qué hacer…

El avaro se devana los sesos, y los esos también, piensa que te piensa, trama que te planea, pero nada, que no encontraba la solución, y así se pasaba los días de claro en claro y de turbio en turbio las noches, y de congoja en congoja su vida entera, penduleando del insomnio a la depresión y de ahí a la angustia Pero helas! De repente aquel amanecer de miércoles:

– ¡A la miércoles el problema! ¡Di con la solución! (Tomar nota.)

Y ocurrió que con paciencia y salivita, como es fama se logra todo en el salivera mundo de ratas, avaros y señores justicias, el codicioso ejecutó la primera parte del plan, que fue armarse de mucha paciencia y de una escoba de este tamaño, miren, y apostarse cerca del agujero que daba al bajo mundo de los roedores. Y a esperar, vigilar, contener el aliento, hasta que de repente, el escobazo. «¡Atrapé una rata! Gracias, mi Dios. (Mira, quezque mentar a Dios.)

El avaro pepenó de la cola a dientona que se había acercado al tufo del queso, y venga la segunda parte del plan: una vez con la peluda en la mano, el arpagón fue y la encerró en una jaula de alambre, y ándenle, que la dejó sin comer (No perder detalle, señores justicias.)
Y ocurrió que al paso y peso del tiempo, ese que todo lo cura, y lo enferma, y lo graba, agrava y agravia, la dientona bufaba de hambre, brincoteaba y se acalambraba a espeluznos. El avaro, entonces, le fue echando cachos de carne fresca, con la que aplacó el hambre del roedor. Pero a ver: ¿un avaro derrochando en filetes? Carne, sí, pero carne de alguna rata pequeña que acababa de asesinar a escobazos. Carne de congénere, ya sea congénere de la hambrienta o del hambreador. ¿Captan ustedes la idea?

Y así al día siguiente, y al tercer día, lo mismo: dos, tres rajuelas de carne de rata le amansaron el hambre, pero (entrañas de avaro) de repente a cerrar la despensa, y hasta el otro día ¿La van pescando, señores justicias? Así, día con día a carne de rata sobrevivió la cautiva y le fue tomando sabor y le agarró el gusto, pero entonces a retirarle la carne, y la rata a bufar por falta de proteína ratonil. ¿Adivinan ustedes el final?

Exacto. Tal fue la etapa tercera del plan: con la roedora en delirio por un ayuno de varios días, el avaro aprontó la jaula a la boca del agujero que hervía de congéneres, y abrió la reja y dejó escapar aquella hambrienta orejona ¿Se imaginan ustedes? Diablo de avaro tan ingenioso, ¿no les parece?

Ingenioso, sí, porque de ahí en adelante la hambrienta inició una terrible devastación y una mortandad espantosa entre la ratuna población, que devolvió la calma al avaro después de que aquel su ingenio le hubo ahorrado el gasto del gato y el queso en la ratonera y aquí mi mensaje: señores de la justicia..

Ya ustedes enchiqueraron a Jesús Zambada, «rey» del cartel del Pacifico, y a los narcos policías Guillermo Báez, de la PFP, y Gerardo Castillo, de la AFI. Estos conocen los dos mundos: el del narco y el policial. ¿Y si toman al «rey» o, aún mejor, a Báez o a Castillo, y en la cárcel clandestina lo hacen rabiar con el tratamiento que acostumbran, y luego de colocarle a la rata elegida su argolla de control la dejan ir contra La Familia, los Zetas, los del Golfo o de los Carrillo Fuentes, con la amenaza de hundirlo en El Altiplano si no logra arrasar con sus ratas colegas? ¿Qué opinan, señores Medina Mora, García Luna y el Peón que les encajaron como nuevo mandón? (¿Qué?)

Libre y profundo, México…

Y me dicen: Tu pueblo, – tu pueblo desdichado, – entre el monte y el rio, – con hambre y con dolores, – no quiere luchar solo – te está esperando, amigo».

(Pablo Neruda, sí, hoy que el centro histórico se nos torna poético: Enrique González Rojo, José Emilio Pacheco, el monje poeta Ernesto Cardenal)

Media mañana de octubre en la Universidad Autónoma de Chapingo, hasta donde me llevó el intento de demostrar ante maestros y alumnos que el Dos de Octubre sí se olvida, porque (ignorancia o mala fe) se analiza como un hecho aislado y no como el proceso histórico que fue y es el movimiento social de 1968. De repente, en el aire de fiesta por la celebración de la Feria del Libro, la nación chilena como invitada especial, a la convocación de doña Mariel Bravo Pemjean, agregada cultural de la embajada de Chile en México, ahí el espíritu de dos poetas chilenos cercanos a nuestro país: Gabriela Mistral y Pablo Neruda. Tomo conceptos vertidos en la conferencia de la Sra. Bravo Pemjean:

Que de visita en México Pablo Neruda miró el mundo prehispánico y se maravilló, se deslumbró. «Se empapaba del espíritu y la creatividad de las manos indígenas. Decía que los mercados populares I son la esencia del país…»

Que durante su permanencia en la ciudad de México Neruda habitó en la misma casa donde había vivido Ramón López Velardle, y que ahí congregó a poetas como Carlos Pellicer, Octavio Paz y el republicano español León Felipe. Que visitaba a Alfonso Reyes. Muy hondo iba a calar en su imaginario aquel mundo poético y literario del México de aquel entonces. Fue en México, coinciden los estudiosos, donde Neruda comenzó su Canto General. Andrés Henestrosa recientemente fallecido, contaba que Neruda hacía regalos especiales a sus amigos de una edición especial. Recordaba especialmente los cien ejemplares numerados de su Canto General. Doña Mariel:

– Al poeta le gustaba divertirse y polemizar con sus amigos, apadrinarlos en su casamiento y en el bautizo de los hijos. En su casa bautizaron a Cibeles, hija de Andrés Henestrosa. Ese día su arrendador echó al poeta inquilino porque una buena parte de sus más de 500 invitados se subieron a los árboles para mirar el montaje de teatro primitivo en que actuaron el escritor José Revueltas y el propio Neruda. Qué tiempos…

Y de visita en Chile lo señaló a su hora Guadalupe Rivera, hija de Diego el pintor: «Neruda estuvo en México y trabó una soberbia relación de amistad con mi padre. Por cuestión de afinidad ideológica se veían frecuentemente. En las fiestas que se organizaban en mi casa era normal recitar las poesías de Neruda, con él presente. El poeta tenía una personalidad impactante, tanto como la de mi padre. Ambos eran dos fuerzas telúricas. Incluso se les advertía un parecido físico: altos los dos, y los dos de volumen prominente…»

Doña Mariel: Diego Rivera, uno de los pintores más importantes de la historia de México, y Pablo Neruda, uno de los poetas más trascendentes, se admiraban uno al otro. Rivera ilustró la edición de Canto General que lanzó Neruda en México para recaudar fondos por la paz mundial. En esa época la Alemania Nazi invadió la URSS y Neruda se adhirió al Comité de Ayuda a Rusia en Guerra, encabezado por el intelectual mexicano Antonio Castro Leal. En México tuvo su primer desencuentro con Octavio Paz y con el escritor español José Benjamín, quienes publicaron Laurel en 1940, una antología de poesía hispanoamericana con cuya selección discrepó. Posteriormente, las discrepancias con Paz iban a distanciarlos. La polémica literaria y política, cuando no filosófica, que anima los círculos poéticos en esos años de los grandes conflictos internacionales, ocupaba parte importante de la vida de Neruda, cuyo compromiso político era explícito, y en aquellos años influyó en su obra de una manera más vital que en otros tiempos.

En México se enteró de la muerte de su hija Malva Marina, ocurrida en 1942 en Holanda. Conmovido, decide volver a Chile. El 27 de agosto de 1943 los mexicanos despiden a Neruda con un festejo al que asistieron más de dos mil asistentes que, suceso inusual, decían adiós a un poeta extranjero. El primero de septiembre de 1943, el aeropuerto de esta capital recibió una muchedumbre que con cantos de mariachis decían adiós al poeta, algunas de cuyas letras se hicieron canción. Neruda, en el Canto General:

Aquí termino, México, aquí te dejo esta caligrafía sobre las sienes para que la edad vaya borrando este nuevo discurso de quien te amó por libre y por profundo. Adiós te digo, pero no me voy. Me voy, pero no puedo decirte adiós.

(Gabriela Mistral, más tarde.)

El policía y el delito

No, por supuesto, no hay que generalizar, pero qué coincidencia: detrás de una extorsión, un policía; detrás de un asalto, de un secuestro, de un asesinato, de alguna masacre: un policía. Policías delincuentes y delincuentes policías. ¿Quiénes infiltraron a quiénes, el narco a los de uniforme, o los de uniforme a los narcos? ¿Cómo distinguir unos de otros? ¿Hay algo que los distinga? Yo, con el recurso de la historia, he delineado aquí mismo el retrato hablado, escrito, de Miguel Nazar Haro, director que fue de la difunta Dirección Federal de Seguridad y uno de los policías más relevantes de cuando la guerra sucia en nuestro país. Aquí lo mostré a ustedes como asesino, torturador y traficante de autos de lujo. Me faltaba su ángulo de soplón; en este caso de la CÍA norteamericana. El San Diego Union:

«El 25 de agosto un grupo de hombres se hallaba reunido en una oficina de la embajada de los Estados Unidos en la ciudad de México. Su plática se refería aparentemente a dos personas: una de ellas, un policía que circulaba abiertamente en un flamante vehículo amarillo, robado meses antes en territorio estadunidense;la otra persona, la fuente de información más valiosa para la CÍA y el FBI en México y América Central. Todos charlaban acerca del mismo hombre: el atlético jefe de la poderosa y temida Dirección Federal de Seguridad de México, Miguel Nazar Haro».

¿Por qué no se hizo efectiva la orden de arresto que levantaron contra él? «Max, representante de la CÍA, estaba molesto. La gente del procurador James Lorenz, de la oficina del FBI, lo escuchó describir a Nazar en términos tales como nuestra fuente de información más importante para México y América Central, y persona indispensable, al punto de que si lo perdemos, sería un desastre para nosotros…»

El proceso contra Nazar Haro y contra el resto de los mexicanos involucrados en el contrabando de vehículos fue frenado a instancias de la CÍA y del FBI. Aunque la impresión que aportaron Lorenz y sus ayudantes fue en el sentido de que Nazar era controlado y utilizado ampliamente por la CIA, su conclusión en realidad era mucho más amplia: recogieron elementos para sospechar que la CÍA canalizaba decenas de miles de dólares hacia la DFS cada año y que, inclusive, funcionaba como una rama más del servicio de inteligencia estadunidense». ¿Qué les parece..?

Pero no sólo Nazar. otro policía se dio a notar como brazo ejecutor de Arturo Durazo, «general» del entonces López Portillo: Francisco Sahagún Baca, que fue titular de Dirección de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia, DIPD, y aquí el detalle lombrosiano, surrealista, del torturador y asesino que supo aunar crueldad y sadismo con una cursilería sentimentaloide que se manifiesta en la nota de prensa de aquel entonces:

«El reportero: «En referencia a su inscripción en el Festival OTI con la canción titulada Por ser así, Francisco Sahagún Baca, director de la DIPDT, declara: Ignoro la o por lo redondo sobre arte musical. No soy de los que miran las estrellas y la luna para inspirarse. No sé de pentagramas o párrafos medidos, Yo simplemente escribo y canto mis vivencias. Yo simplemente rindo tributo a la mujer. A la mujer malaya, a la mujer europea, a la americana, a la hindú (sic), a la mujer que me sentó en sus rodillas y me contó cuentos infantiles; a mi maestra, a la amiga, a mi esposa, a mi hija querida, a la mujer en sí, y perdónenme esta emoción…

– ¿Al cantar usted a la mujer se inspira en sus ojos, sus canas o qué..?

– Simplemente canto a la mujer; mi padre, ah, mi padre, ese noble viejo a quien Dios guarde en su seno, me decía: mira, hijo, los ojos de una mujer, soñadores, azules, verdes, cafés, son sólo expresión, y nada más; ama a la mujer por el simple hecho de ser mujer; porque fue una mujer la que te dio el ser; porque fue una mujer la madre de Dios. Ama a la mujer porque es la inspiración del universo. Ahora, señores, yo hago lo que mi padre me aconsejó. Recuerdo que un día discrepamos. Me atreví, ¡qué horror!, a juzgar a mi santo padre. Hice cosas que hoy reconozco tuvo razón en hacérmelo ver.

«La voz de Sahagún Baca se vuelve entrecortada, sus ojos, sus ojos, los de Sahagún Baca se han llenado de lágrimas…»

Lágrimas del autor de los ochenta y tantos cadáveres mutilados. Ayer Nazar Haro y Sahagún Baca; hoy, los herederos de su placa, su uniforme, el arma reglamentaria, la droga, los métodos de tortura. Mis valedores: es México. (Qué país.)

La calle de mis amores

A media tarde del pasado viernes regresé a la calle que habitara hace años: seis, siete cuadras de casonas porfirianas con recios portones que recordaba siempre cerrados, pero lo que ahora me vine a encontrar setos parduzcos, banquetas destartaladas, cacarizos muros con tatuajes de grafitos, tandadas de perracos, cinco deyecciones por cada animal. Frente a mí, brazos abiertos, la sombra apenas de aquel José de los años viejos. En silencio nos abrazamos. Alguno suspiró. En el viento otoñal, tufarada de mal aliento, me cachetearon tres voces tipludas, amelcochadas: Eres la gema que Dios convirtiera en mujer. «Raro lugar donde me citaste, ¿es una cafetería?»

En el zaguán de la casa habitación una mesa con su mantel, cuatro sillas, una cafetera doméstica cucharas, azúcar, y una mesera que resultó ser… «Oye, ¿no es ella doña Nilda, de la aristocrática familia Montalbán

Ella sí, que a pasitos contados llegó, llenó las tazas, y a pasitos contados se alejó por el corredor. «Aristócratas víctimas de la crisis. Ahora verás lo que queda de la calleja». Y allá vamos, rumbo a su casa «Ando en agencias de poner mi propio changarro. Quiero pedirte una orientación».

Dejé unas monedas sobre el mantel y allá vamos rumbo a la casa del amigo, al final de la calle, y según caminábamos: Dios, que en la zona de casonas porfirianas, afrancesadas, cortadas a la medida de las añejas familias cortadas a la medida de la aristocracia de principios del XX, contemplé el espejo de mi México actual. Vejez, incuria, abandono. Y al avanzar:

– ¿No es esta la residencia de los Aréchiga, caballeros de Colón?

El ánimo contristado leí en la ventana, detrás de unas rejas de mucho primor, el letrerito pudoroso: «Clases de piano. Ropajes de niños dios. Se preparan niños para la primera comunión». A poco andar, en otra casona un nuevo letrero «Se renta pieza a dama de buenas costumbres», y allá, enfrente:

¿Qué utilidades puede reportar a los Gálvez de Céspedes la venta de cochera? Observé la ringlera de «jeans» y chamarras de medio uso, tenis todavía de buen ver, camisetas. Para atraer clientela un radiecito con música a medio volumen. Boleros. Y a esperar marchantes.

– No, y los apretados Orendáin, ¿ves? Ellos, que habilitaron uno de los cuartos que dan a la calle, y en la ventana han colocado ringleras de yerbas de olor; sin letrero ninguno, que el pudor mantiene la vendimia en una discreta exhibición. ¿Te acuerdas de la señorita Gracia, la solterona que fue sobrina de diversos curas? La vas a ver.

La vi. Una puerta que nunca se había abierto, cierta mañana se entreabrió, y ahora así vive, entreabierta -entrecerrada más bien-, y la Gracia solterona tras una mesita con mantelito de mucho primor, y encima envoltorios diversos con su leyenda moles, pipián, estofado, tamarindo, jamaica, guajillo y cuaresmeño. Y camarones secos y hojas de infusión Como a lo furtivo en una silla de bejuco, la solterona

José me hizo señas para cambiar de banqueta «La narcotiendita de la Nena Durán. Pocas ganancias, que todas se la llevan los de la patrulla». Y después de un nuevo negocio familiar (antojitos mexicanos, comidas corridas): «Aquí es. En el cuarto piso».

¿Un departamento? Un huevito de departamento. «¿Y tu casona porfiriana?» «Vino el remolino y me la arrebató. Cartera vencida».

Atardecía Desde un cuarto piso contemplé la ciudad; sentí su pulso, su arritmia su taquicardia Marchas, asaltos, plantones, levantones, atorones, el aullar de unas ambulancias como mujeres en parto. Nuestra calle..

– Un catálogo de la política neoliberal, ese Frankenstein que ahora ataca a su creador. Hoy que la pobreza se llevó a mi Paula y los hijos a vivir con sus papas a la provincia yo necesitó sobrevivir, y qué mejor que atender el consejo de Ernesto, el Cordero del Desarrollo Social: «No se necesita ser rico para invertir. Familias de zonas muy marginadas, muy olvidadas, tienen una vocación empresarial- engordar gallinas o puercos es una opción para que las familias en condiciones de pobreza hagan frente a la crisis económica Ahí está la oportunidad». Tú que sabes de asuntos políticos, ¿conoces, tal vez, al Cordero ese? ¿Podrías decirle que venga y me traiga unos puercos de engorda? Cuinos, talachones, capados o enteros. Quiero demostrarle a los pobres de mi país que en un departamentito se puede engordarlos, y así no hacer quedar como estúpido al Cordero ese que engordan en la SEDESOL…

Afuera aulló una ambulancia ¿O fue patrulla de afis, pfps? ¿Fueron los pelotones del general Galván? Fue México. (El de la SEDESOL.)

Señores autoridades…

Si en algo he excedido, merezco perdones -¡Dolor tan del alma no afecta razones! (Del Memorial de Quevedo.)

Este es un mensaje con estampilla de urgente, que la situación del país ha llegado a límites intolerables y no admite tardanzas ni dilaciones. Con el respeto que se merecen, señores autoridades de mi país:

¿Cuándo se van a decidir? ¿Cuándo van a enfrentar el catálogo de problemas que tanto y en tantas formas lastiman a la comunidad? Si no lo hacen ustedes, ¿quién, quiénes lo van a hacer? Ustedes controlan el país y tienen en sus manos el poder político, el poder financiero y las riendas de la economía. Tienen, asimismo, todo el poderío de las armas, y la logística, y la movilidad dentro del territorio. ¿Entonces? ¿Pues qué clase de autoridades controlan esta nación?

En los problemas económicos, para empezar, ¿se han preocupado por enfrentarlos, pero en serio, pero de veras? ¿No se han dado cuenta de que una crisis financiera mundial chicotea los lomos de las masas sociales? ¿Se dan cuenta de que empresas medianas y micro-empresas cierran sus puertas, y que se han agudizado aún más los niveles del desempleo, lo que va a acarrear la arribazón de más,
delincuencia, más crímenes y sangre derramada, y sangre inocente? Los índices de pobreza, altos ya de por sí, ¿a dónde se van a trepar con la reducción de las remesas que envían esos desdichados a los que el Sistema mexicano arrojó del país? ¿No se dan cuenta, acaso..?
Señores autoridades: ¿no ha llegado a conocimiento de ustedes que en la mesa familiar disminuyen cada día los productos de la canasta básica? ¿Por qué declaran, entonces, que tanto les importa la suerte de los mexicanos..?

La inseguridad pública, señores de la autoridad. ¿No se percatan de que la nuestra es una sociedad enferma de miedo, de angustia, de neurosis? De la psicosis colectiva de temor, ¿no se enteran o fingen que les pasa inadvertida? La cuota de robos, asaltos, secuestros y violaciones de gente pacífica, ¿a ustedes los deja indiferentes, o nos librarán algún día del temor, de esa tensión (que los gringos de segunda llaman «estrés») que nos provoca el tsunami de violencia y hechos de sangre que a los ciudadanos nos mantiene presos tras las rejas de nuestras casas? ¿Cuándo las calles y la plaza pública volverán a ser de nosotros, señores autoridades? La cuota de robos, asaltos, secuestros y violaciones que gente pacífica tiene que soportar, ¿a ustedes los deja indiferentes? ¿Tan duras entrañas, tan mal corazón..?

El problema del campo mexicano, otra remora del país. Su política, señores autoridades, no ha descuidado las zonas de cultivo, y las hacen producir, y aplican técnicas modernas de riego y fertilización, sí, pero el flujo constante de labriegos y campesinos a tierras de Texas y California evidencian que su política agraria, señores autoridades, es todavía insuficiente. Sin más.

No, y el problemón requemante en el terreno de la política: ustedes, que controlan los tres niveles de gobierno, ¿así, tan a lo desaseado, manejan el municipio? ¿Tan sólo cobrarles cuotas, alcabalas y demás cargas gravosas para entidades carentes de esos recursos pecuniarios que a ustedes les sobran? ¿Qué, todo se reduce a cobrar y volver a cobrar, sin aportar a cambió beneficio alguno? Y en el control de las gubernativas ocurre lo mismo, lástima…

Si controlan los partidos políticos; a sus cúpulas, tan a la medida para la cooptación y la venta de conciencias. Controlan también las instancias justicieras y todos los órganos del Estado, ¿pero esa situación ha beneficiado a las masas? ¿En qué las ha beneficiado? ¿En qué, señores autoridades..?

Y pensar en los caudales de dinero que pasa por manos de ustedes.

Señores autoridades: la crisis global nos ha desnaturalizado. Vivimos enajenados, y esto es una situación intolerable. Por vida suya, dejen ya de pelear entre ustedes por cotos y cuotas de poder. ¿No pudiesen renunciar a la rebatinga y repartirse el botín sin violencia? Porque, reitero y arrojo mi llamada de auxilio urgente: si no ponen remedio ustedes que tienen el poder y son en este país la suprema autoridad, ¿quién vendrá a hacer esa tarea? Esta es una llamada de auxilio, señores autoridades de mi país, llámense ustedes La Familia, el Cartel del Golfo, los Zetas o los Kaibiles guatemaltecos. Si sean Los Valencia o los Carrillo Fuentes, si los Arellano Félix o El Chapo Guzmán los Beltrán Leyva. Esparragoza, «El Azul» o de algún otro color. Si en este país ya son, de facto, la autoridad, sean positivos para los mexicanos. Qué les cuesta. Vale, y firmo para constancia (México.)

Ya nos saquearon…

Y que no nos volverían a saquear, nos juró en su sexenio López Portillo. ¿Y? Ahora pronto un saqueo de miércoles al que tres días le bastaron, de ese al viernes siguiente de la semana anterior, para arrancarle a las reservas del país más del 10 por ciento, que así de dañero es el delito «legal» de la especulación financiera Yo, dolido ante la venta de cochera que ofreció a «La Comer» y similares el Banco de México, aclaré a ustedes ayer: otros hablen del robo tolerado en las alturas de la macroeconomía, que yo voy a referirme al robo-hormiga que se perpetra con los derroches de los funcionarios públicos, y que a tantos de ustedes dejan indiferentes. Desmesuras de los magistrados de la Suprema Cort(a), para empezar…

El Comité de Acceso a la Información de la Suprema Corte de Justicia de la Nación acordó no dar a conocer los recibos de nómina de los ministros del alto tribunal que fueron solicitados por un particular, por considerar que contienen información o datos que pueden confundir a la población.

A propósito de los magistrados: «quienes se han jubilado gozan de tales privilegios que su pensión ha generado una fuerte polémica entre el gremio de abogados y colegios de juristas, que tachan de discrecionales y ostentosas las percepciones que se han «autoasignado». Y va de ejemplos:

Que en julio de este año el ministro Mariano Azuela, por entonces presidente de la Corte, logró que el sueldo de los ministros en activo se incrementara… nada más en un 80 por ciento. Por cuanto a los ministros jubilados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN): ellos reciben, cada uno, una pensión anual neta cercana a 2 millones de pesos. Todos los ministros en retiro o jubilados gozan además de un chofer y un auxiliar vitalicio, con cargo a la SCJN, además de un aguinaldo de 40 días, un seguro de gastos médicos mayores e incluso, el pago de comidas en restaurantes…

Y que la pensión de los ministros jubilados pasó ya de 65 mil pesos a alrededor de 160 mil pesos mensuales netos. «En la lista de quienes gozan de la pensión y del resto de beneficios están al menos siete abogados que no tenían ni dos años como ministros. Este dispendio es ofensivo en un país que se aprieta el cinturón en todas las áreas y tiene entre sus agravios principales la impunidad y la insuficiencia notoria de un verdadero sistema de impartición de justicia, urgido de mayor transparencia en todas sus áreas».

Pachuca, Hgo. «Francisco Díaz Amaga no cumplió ni dos años como presidente del Tribunal Superior de Justicia del estado, pero el día que decidió dejar el cargo se asignó un bono de más de dos millones 610 mil pesos.

Este abogado hidalguense aprovechó su cargo para autorizarse también seis «autopréstamos» tres meses antes de dejar el puesto, en septiembre del 2006, por una cifra de tres millones 50 mil pesos. Entrevistado por el matutino, el magistrado Díaz Arriaga lo aclara:

– Mi decisión fue una manera de solidarizarme con la política de austeridad del gobierno del estado…

Reforma: «Resulta edificio un cochinero. El proyecto para el nuevo edificio de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCA) estuvo plagada de irregularidades y cuadruplicó el costo planeado originalmente. De forma inicial, la obra se estimó en 79 millones de pesos; el costo final registrado, sin embargo, es de 337 millones, 4000 por ciento más de lo estimado. No obstante, se observa que el inmueble no sufrió cambios de incrementos de superficies, ni modificaciones arquitectónicas o estructurales en su concepto».

Mientras tanto, la inflación de los alimentos y los combustibles continuará en el país, junto con los gasolinazos, afirmó el Banco de México. «Los costos de los alimentos se han incrementado, pero todavía no se reflejan por completo en los productos finales». Ante tal situación, José Luis Calva, experto en el área de la economía: «Sí es posible aumentar los salarios por arriba de la inflación para compensar parte de la pérdida del poder adquisitivo de la población Esta pérdida es desigual e inequitativa, y ya alcanzó a la mitad de los hogares mexicanos».

¿Que qué? No, que tal posibilidad es refutada por la Comisión Nac. de los Salarios Mínimos: «El aumento de precios sería totalmente inoportuno. Lo único que provocaría sería una carrera de salarios contra precios. No, imposible». Mis valedores: es México, sociedad anónima de capital variable, siempre a favor de los especuladores. (Lástima.)

Perros en brama

Ya nos saquearon. No nos volverán a saquear…

Y entonces fue; mi cerebro procesó el dato y experimenté la primera iracundia frente a un delito que las leyes no castigaban: la especulación, con todo y la fuga de capitales. Pero no nos volverán a saquear, clamó el entonces presidente José López Portillo. «Defenderé el peso como perro», y rápido, a nacionalizar la banca. Las masas de un salario mínimo de repente disminuido le aplaudimos…

Pues sí, no, que en eso llegó el primer proyanki de las cejas alacranadas y rápido, a devolver la banca a los dañeros, con todo e  indemnizaciones, y a privatizar los ahorros de la nación concretados en las paraestatales, que si algunas operaban con números rojos no es porque fueran un mal negocio, sino porque eran operadas desde la corrupción. TELMEX, sin ir más lejos…

Y más tarde el horror: los que llegaron detrás del mediocre iban a entregar a manos extranjeras un recurso estratégico de toda nación como es la banca, y así hasta hoy, cuando Calderón y la bancada parlamentaria de los tres grandes y la chiquillada se aplican a entregar PEMEX. Sí, pero a lo disimulado, que así de taimados son los logreros políticos de este país…

En fin, que ahora, mis valedores, nos vuelven a saquear. Dos, tres días, han bastado para que los especuladores se engulleron más del 10 por ciento de las reservas del país. ¿Y? ¿Castigo a Cemex, Alfa, Comercial Mexicana y congéneres, que por cuestión de medro personal y de grupo derrumbaron el peso? Castigo por qué o de qué, si la especulación, lo señalan las leyes, no es delito ninguno. (Esas leyes las crearon los propios especuladores, integrantes del Sistema de poder. Es México, sociedad anónima de capital variable. Las masas sociales, mientras tanto…)

De semejante saqueo de las arcas públicas, que corresponde a la macroeconomía, se habla, escribe y analiza en todos los tonos y en todas partes. Yo, mientras tanto, de manera tangencial me propongo aludir a la micro-economía y asentar aquí algunas evidencias del robo-hormiga que, cobijado también por sus leyes alcahuetas en perjuicio de todos nosotros, perpetran algunos encargados de las instituciones públicas. La Secretarla del Medio Ambiente y Recursos Naturales, para empezar.

A ver: Juan Elvira Quezada, titular de la SEMARNAT, realizó entre febrero y junio de este año seis viajes internacionales. Costo para los mexicanos: 326 mil pesos tan sólo en pasajes aéreos. Se agregan gastos por hospedaje, alimentación y transportación terrestre. Tales datos, ¿los conocían ustedes? De conocerlos, ¿cuál fue su reacción? Y sigo.

Por cuanto a la partidocracia: los consejeros del IFE, por unanimidad, aprobaron el proyecto de presupuesto para el 2009:12 mil millones de pesos, un promedio de mil millones al mes. Eso es una verdadera grosería, opina el politólogo Edgar Hernández M.. Pues sí, pero no, que «la democracia es cara», justifica el derroche de los dineros públicos un Onésimo Cepeda, empresario taurino, golfista, buen gourmet y obispo de Ecatepec. («Todo sea por la democracia: Leonardo Valdés y demás consejeros electorales han desempolvado un proyecto de la entonces consejera y hoy presidenta del TRIFE María del Carmen Alante, en el sentido de remodelar las oficinas de los consejeros electorales, que incluye despachos de lujo en el segundo piso del inmueble principal. En entredicho los sueldos de los consejeros: que cobran más que el presidente del país…»)

El que no pueda que renuncie. Vamos a vigilar que no se violen los derechos humanos…

Lástima que los alharaquientos mensajes de José Luis Soberanes, presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, no estén apoyados por las acciones. En esa cueva de derroches que es la CNDH sigue el robo-hormiga, robo legal aunque no legítimo, de los dineros públicos:

El presupuesto para la CNDH representa una erogación de 800 millones 964 mil pesos. En el 2006 se adquirió en más de 100 millones de pesos un inmueble para las oficinas con acabados de lujo donde despacha Soberanes desde el año anterior, y en el que se invirtieron otros 81 millones 389 mil 817 pesos. Para completar las necesidades de estacionamiento se contrataron «cajones» en dos inmuebles cercanos. ¿El monto de la renta el año anterior? Cuarenta mil mensuales más IVA. Y hay algo más. (Pero sigo mañana.)

¿Yo catastrofista..?

¿No que no, mis valedores? ¿No que no se dejaba convencer? Agustín Carstens terminó por rendirse y doblar las manos, aunque no fue a mi poder de convencimiento ni a los argumentos con que intenté testerearle las fibrillas más sensibles de su voluminosa humanidad. Yo, dolido por los achaques físicos de algunos vecinos, desde septiembre le fui a reclamar:

– Créame, don Agustín: las medicinas están cada día más caras. Si no me cree salga a preguntar en cualquier farmacia. ¿O usted nunca ha necesitado un digestivo, un auxiliar contra el estreñimiento?

El Sec de Hacienda, mansurrón: «Bájale, que sea menos. Si subieran de precio las medicinas automáticamente se elevaría el salario remunerador».

Días más tarde, ya con él en la mano: «¿Vio el reporte de la Org. para la Cooperación y el Desarrollo Económico? El precio de las medicinas en México es tan alto que muchos mexicanos no las pueden adquirir».

– La OCDE exagera, bigotón. Tú, además, ¿de qué te quejas? Te veo gozando de cabal salud. Que tus vecinos se curen con tisanas y chiqueadores, total. Caramba con los alarmistas. ¿Acaso no sabes que gracias a tu presidente Calderón (¿Mi qué? La frase me pegó en los tompiates) en este sexenio las y los mexicanos ya alcanzan más años de vida?

– Creen vivir más. Es que cada año, por sufrido, se nos hacen tres.

Nada logré con la entrevista, pero, necio, días después: «¿Se convenció? La carestía de las medicinas ha incrementado los productos de la canasta básica. ¿No lo percibe, don Agustín? Allá afuera el ambiente se siente electrizado. Se palpa la tensión de las masas sociales. La sociedad está enferma Problemas como la pobreza y la inseguridad pública han terminado por enfermarla».

– Modera tu catastrofismo, bigotón. En qué te basas para venir con el chisme ese de que.la sociedad está enferma.

– ¿No detecta los síntomas? Violencia intrafamiliar, ruptura de la pareja, embarazos prematuros, niños de la calle, incremento en el consumo de droga y alcohol, suicidios entre adolescentes. La sociedad está enferma, señor; muy enferma por cuestión de la crisis.

– ¡Crisis! ¿Cuál crisis? ¿A un catarrito le llamas crisis? ¿Nada te dice la promesa de tu presidente Calderón, formulada el 28 de septiembre del año anterior? Aquí tengo a la mano la nota de prensa «Después del gasolinazo nunca mas habrá crisis en el país». Y tú sabes: promesa que formula tu presidente Calderón, promesa que tu presidente Calderón cumple religiosamente Yo, mira, en esa promesa me baso para redactar este plan ranchero que estoy tramitando para que el próximo gasolinazo no le caiga de peso a los mexicanos. Tú, mientras tanto, ve a curar a tus enfermitos, no vaya a ser que el gasolinazo les pegue cursera

– Pero es que aumentar de precio la gasolina significa encarecer todavía más las medicinas…

– Tantito nomás. El supositorio unos centavitos más largo, para que sienta el cuerpo lo que recibe. Anda, y cierra la puerta por fuera
Lo dejé empericado en su torre de marfil. Pero a ustedes les consta acá afuera se agrava la situación día con día, y así se lo dije días después: «¡Los focos rojos, don Agustín! ¡El alza de cápsulas y pastillas encareció los productos de consumo popular! La señora del tianguis, ¿sabe cuánto me cobró esta mañana por el mamey? ¿Sabe que de ahí me regresé sin huevos..?

– ¿Y huevos para qué necesitas en este país? Nomás te la hacen de fumarola con el colesterol. Vive sin huevos y vivirás mejor, yo sé lo que te digo; y si no quieres pensar en huevos, ponte a ver la tele. De otra manera ahí te lo haya, que como los malos toreros, te vas a perder La Oreja. Ayer, ya desalentado, visité a Carstens. «¿Sigue usted necio con aquello de que las medicinas no han encarecido?»

– ¡Claro que han encarecido, recua de bandidos los de la farmacia de aquí a la vuelta! ¿Cuánto crees que me sacaron por estos frasquitos?
Pálido. Jadeante. Halitosis. La frente perlada en sudor. Alineados sobre una hoja de periódico con encabezados aspaventeros: «Negro despertar». «¡Nos sorprendió la crisis!» «¡La devaluación del peso brincó por donde menos esperábamos!, declara el Secretario de Hacienda.

En las etiquetas de los frascos: Tafil, Valium, Prozac, Valeriana. Carstens. Me dio una lástima (Me salí.)

De la sabiduría

Sabio serás, caminante, si descifras el significado oculto en la fábula. Escucha: es un acantilado altísimo y solitario, que visitan sólo las aves marinas. Es una tarde otoñal, con un cielo anubarrado y un cierzo que riza las olas de un mar como encanecido. Es el zumbar del viento y el rispido reclamo de las aves marinas. Y no más. ¿Vas recibiendo el mensaje? Aguarda a escuchar el resto, pues.

Dije antes: y no más; pero mentía; en aquella saliente de la roca permanece, solitario, un hombre. ¿Lo observas? Al cuello lleva un dogal, y en las manos sostiene una piedra atada al otro extremo de la cuerda. ¿Adivinas el aspecto del presunto suicida? Flaco, pálido y demacrado, todo ojeras y espinazo gacho, con evidencias de anemia galopante y profundísima depresión. Ya irás entendiendo el sentido de la fábula

El hombre, vencido de mala vida, se encorva un poco más en dirección del abismo marino; lo contempla con ojos donde anida toda la desolación de este mundo; lo mira sin parpadear, parece experimentar la atracción del abismo y la muerte inminente en el vientre helado del mar. Un paso más y… Pero el Gran Todo reservaba para la criatura un diferente destino. Verás.

De una caverna cercana acaba de surgir la figura de un tigre que se acerca, sigiloso, al hombre Con suavidad, para no sobresaltarlo, comienza a hablarle:

– Dice el arcano que el hombre no puede escoger su vida, pero sí su muerte. Te saludo.

El hombre vuelve el rostro; mira esas fauces salivosas, esos ojos como brasas. (Espero, caminante, que vayas captando el mensaje.)

– ¿Quién eres, que así turbas mi postrer bocado de vida.?

– Yo soy el tigre que habita estas soledades. Te ruego que me honres visitando mi cueva y agasajándome con la carne de tu cuerpo, para alimentarme.

El cierzo eriza la piel del presunto suicida

– Te lo ruego, varón. No sé cómo fue que llegaste hasta estas lobregueces, ni qué riguroso destino te lleve a la decisión de quitarte la vida Sólo sé que tu muerte en las aguas no habrá de reportar a nadie beneficio alguno, si no es a algún pez de las marinas profundidades, y que ése despreciará el convite de tu carne porque se encuentra harto y satisfecho con los buenos peces que se allega en los arrecifes. Yo, en cambio, padezco de agruras, con mi panza asqueada de cornejas, gaviotas distraídas y una que otra caza menor. ¿Te das cuenta?
El hombre, con su piedra a cuestas, nada dice; parece ausente.

– Si estás decidido a morir, ¿por qué no regalarme el banquete de tu carne? Piénsalo, que yo no he de forzar tu decisión. Pero si allá abajo nadie agradecerá tu muerte, mi barriga, en cambio, te bendecirá y habrá de encomendar tu ánima a la misericordia del Gran Todo.

(A estas alturas, caminante, ya habrás entrevisto el oculto sentido de la fábula Prosigo.)

Oyendo las razones del tigre, el hombre piensa, medita «No tengo escapatoria O el tigre o el mar». Entonces, filósofo del infortunio, recula hasta percibir el aliento fétido de la bestia Dice:

– Resuelto está. Devórame. Algún consuelo pudiese ser el que a alguno beneficie mi muerte.

En diciéndolo se desata el dogal y con paso cansino camina detrás de la bestia Ambos entran en la caverna ¿Has comprendido, viajero, el oculto mensaje de la fábula? ¿No? Entonces permite que te haga escuchar las palabras que hombre y bestia se entrecruzaron en la oscuridad de la cueva

– Bueno, ¿y cuál es tu nombre?

– México
. ¿Y el tuyo?

– Llámame tigre, sin más. O Wall Street, como mejor te acomode

Y no más. Esperemos del Gran Todo, caminante, que no sea el tigre como lo pinta la fábula, porque entonces…

Calderón!)

¡Tierra a la vista!

Y de repente, mis valedores amanecimos descubiertos. No precisamente nosotros, sino nuestra matriz indígena, que nuestra raíz española vino a descubrir, por más que este verbo encierra un engaño: ni la una se había perdido, ni la otra descubrió lo que no andaba buscando, que era ella la que se había extraviado al olor de una entelequia las especias. Pero en el errabundaje se les atravesó el «nuevo mundo», y entonces… en fin

Doce de octubre, fecha en que el mundo se miró completo, tal cual, de los pies a la cabeza Y a festejar. Pues sí, pero no, que lo advirtieron a tiempo los articulistas Guillermo Bonfil y Magdalena Gómez:

Los que tal vez no encuentren motivo de celebración son los indios, que no entenderán que se hable del descubrimiento cuando sus antepasados llevaban milenios en estas tierras. Si hubo descubrimiento fue el indio el que descubrió que sus tierras originales no eran suyas, sino de un señor que se llamaba la Corona; que sus dioses no eran ciertos; que su piel cobriza era signo de inferioridad y motivo de discriminación; que él y todos sus ancestros hablan vivido en el pecado; que de entonces en adelante debía llevar otro nombre, uno cristiano; de gente, pues; que era indio. Entró a otra historia por la media puerta de abajo, como los perros. Y aquello lleva ya siglos…»

O en la justa y concisa versión de los nativos mapuches, de Chile: «Cuando ellos llegaron nosotros teníamos las tierras y ellos la Biblia Nos dijeron: cierren los ojos, y los cerramos. Cuando los abrimos, nosotros teníamos la Biblia, y ellos las tierras…» Ilustrativo.

¿Quién fue ese hazañoso que «descubrió» el mundo nuevo? Mírenlo ahí, que ahí viene. Véanlo de pie, insomne, sus dos manos aferradas al tablón de la proa y los ojos arañando horizontes de lejas tierras. Observen cómo viene soñando despierto, en la nariz el aroma de las especias. El Almirante, ni más ni menos. Mírenlo. ¿En sus sueños de insomne alcanzará a columbrar los tesoros que de manos a asombro se va a encontrar y los que (cruel paradoja de la codicia) terminarán por empobrecerlo? Sí, oro y esclavos. La alucinación del Almirante:

«Cansado me adormecí gimiendo: una voz muy piadosa oí (…) Dios (…) maravillosamente hizo sonar tu nombre en la tierra. Las Indias, que son parte del mundo, tan ricas, te las dio por tuyas (…) De los atomientos de la mar Océana, que estaban cerrados con cadenas tan fuertes, te dio las llaves, y fuiste obedescido en tantas tierras (…) Y es que yo vide en esta tierra de Veragua mayor señal de oro en dos días primeros que en la Española en cuatro años (…) De allí sacarán oro (…) El oro es excelentísimo (…) y con él, quien lo tiene, hace cuanto quiere en el mundo, y llega a que echa las ánimas al paraíso. No puedo errar en el ayuda de nuestro Señor que yo no le falle adonde nace (ese oro)».
Y el Colón esclavista:

«Diréis a Sus Altezas qu’ el provecho de las almas de los dichos Caníbales que quantos más allá se llevasen sería mejores (…) que otros ningunos esclavos…»

¿Y cómo fue se vino a consumar, un 12 de octubre del año del Señor de 1492, el encontronazo de los dos mundos que a sangre y dolor no acaban de fundirse en sólo uno? Helos, helos, por do vienen, y adviertan cómo la epopeya quedó consignada en las crónicas: «Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra e hizo las señas quel Almirante había mandado. Esta tierra vido primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana…»

Y así fue, mis valedores. Fue así como este mundo nuevo quedó al descubierto. ¿Y descubierto para qué, para quién, para quiénes? Lo certifican Marx y Engels: «El descubrimiento de América y la circunnavegación de África ofrecieron a la burguesía en ascenso un nuevo campo de actividad. Los mercados de las Indias y de China, la colonización de América, el intercambio con las colonias, la multiplicación de los medios de cambio y de las mercancías en general imprimieron al comercio, a la navegación y a la industria un impulso hasta entonces desconocido, y aceleraron, con ello, el desarrollo del elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición». Pues sí, pero en lo que toca a nosotros, mal pese a imperios y a pésimos gobernantes…

«Mientras el mundo permanezca no acabarán la gloria y la fama de México-Tenochtitlan…»

Es México. (Nuestro país.)

Peor, imposible…

La inseguridad pública, mis valedores, situación requemante que la conciencia colectiva considera su problema capital hoy día: robos y violaciones, secuestros y levantones, asaltos, asesinatos, cabezas sin cuerpo, cuerpos descabezados. Escalofriante

– Escalofriante, sí (en la tertulia de anoche, el maestro. Lo vi abrir su libreta de pastas negras. Leyó:) «La sociedad capitalina se encuentra presa del pánico por la delincuencia». ¿Qué les parece?

– Que es ora sí que muy cierto (El Síquiri). Yo, más allá de la puerta, ni asomarlas, o sea las narices.

– Sólo que tal afirmación la formuló el articulista en 1997, año en que el entonces presidente Zedillo, porque lo rebasaba el crimen organizado, hizo lo que todo «mandatario» débil: soltó de su mano la ley y echó mano del ejército: «Al general Salgado se le dio mando, se le dejó militarizar la policía y entrenarla militarmente. Se le proporcionó equipo moderno, se le dejó crear cuerpos de élite e instrumentar operativos anticonstitucionales para arrestar masivamente a delincuentes. Se le dio tiempo, y nada de nada. La militarización tenia que ser un soberano fracaso». Fox, en cambio, ya en Los Pinos, intentó remediar pidiendo ayuda a funcionarios extranjeros, como un William Bratton. ex-comisario de la policía neoyorkina Y las medidas que recomendó a Fox? Io.- «Se requiere un líder al frente del gobierno».

– Mal empezamos (don Tintoreto), que Fox no era líder ni de la segunda esposa. Marta, creo que se llamaba

– «Un líder en el gobierno y otro en la policía 2.- Mejorar los sistemas educativos. 3.- Atacar los sitios en donde se venden drogas. 4.- Mejorar la calidad de vida 5.- Evitar los grafitos. 6o.- Mejorar la imagen de las calles.- 7o. Resolver el problema del tráfico vehicular. 8o. Erradicar la corrupción de los cuerpos policíacos». Facilísimo, ¿no les parece? (Los contertulios, silencio.)

– ¿Y si para moralizar la policía mexicana se aplicase una estrategia no anglosajona, sino mexicana como esa que responde a nuestra idiosincrasia mentalidad y modo de ser? Su ejecución está en manos de Genaro García, titular de Seguridad Pública Las autoridades de Martínez de la Torre, Ver., ya la aplicaron. Óiganla tal cual, en la escalofriante redacción del reportero:

«Con el fin de espantar los malos espíritus de las camionetas utilizadas de patrullas policíacas al servicio de la municipalidad, fueron adornadas con flores al frente del cofre y llevadas a un costado de la iglesia de San Juan Bautista donde el sacerdote rezó unas oraciones y después le roció de agua bendita, para que el maleficio huyera de la camioneta cero uno y cero dos ya que constantemente era chocada por los patrulleros borrachos que constantemente circulan en sentido contrario sintiéndose los intocables porque son representantes de la ley.

Ante la serie de quejas que se han venido registrando sobre la policía uniformada de que viene utilizando camionetas para detener gente y bajarle sus centavos, las autoridades municipales optaron porque la camioneta blanca que estaba al servicio del Ayuntamiento y que la traía la policía municipal, fuera pintada con los olores oficiales de seguridad pública con el logotipo del ayuntamiento actual. Para borrar las maldiciones de la gente que ha sido transportada en estas unidades en calidad de detenidas y los malos espíritus de los patrulleros como de los elementos uniformados el comandante de la municipalidad después de haber recibido la cero uno y la cero dos en calidad de vehículos nuevos por lo recién pintados optaron por ponerle un buen ramo de flores en la parte delantera de las camionetas como el adorno más limpio del propio Ayuntamiento.

Después de que fueron bendecidas ambas unidades, fueron paseadas por todo el pueblo con el fin de que la gente se diera cuenta y creyera que eran vehículos nuevos, los que real y únicamente fueron arreglados mecánicamente como su pintura oficial de color azul que usan todas las patrullas de la DPE. Ojalá, ahora que se encuentran benditos estos dos vehículos, los cuiden más los patrulleros, que ponen en peligro las vidas de sus compañeros uniformados que van en la batea de la camioneta o guindados del pasamanos». Contertulios: hasta hoy, el de Los Pinos no ha podido frenar la violencia con el recurso de policías, de madrinas, de soldados, de carteles de droga ¿Y si alguno de sus asesores le aconsejara la estrategia de Martínez de la Torre? Porque peor que ahora imposible, ¿no creen? (Pues…)

Yo no soy malo…

Qué malo voy a hacer. Si asi fuera tendría hijos drogadictos, borrachos. A todos los formé bien, y como formé mi casa, tomé la DFS.,y ya…

Una vez más, por mostrar a los desmemoriados que policías corruptos, torturadores y criminales no son sólo la plaga del sexenio chaparrito, jetoncito, de lentes, transcribo aquí dichos y acciones del policía Miguel Nazar Haro, del que anteayer lo presenté como contrabandista de coches y camionetas de lujo (¡más de 4 mil, afirman testigos). Hoy, apoyado en testimonios de Raúl Monge (Proceso, abril del 2003), mostraré al Nazar torturador:

El 13 de agosto de 2002, Federico Emery recibió una inesperada llamada telefónica en su casa Era Miguel Nazar Haro, el hombre que lo sometió a un macabro experimento en 1969 al ordenar que se le suministraran sustancias alucinógenas para obtener información sobre los grupos subversivos activos en aquella época (…) Quiero hacerle algunas precisiones -le dijo Nazar en un tono tan cordial que a Emery le causó mayor preocupación de la que de suyo la llamada le había producido…

Y que no revelase detalles de anteriores sesiones de tortura ‘Yo en eso qué tengo que ver, si era sólo un pinche policía». ¿Ah, sí? ¿Él, como sólo un «pinche» policía, procedió siempre de acuerdo a la ley? La denuncia contra el carnicero que nada tiene que ver con la tortura:

«Un cuarto todo pintado de negro. Rodeado de agentes, en la cara la luz de reflectores fuertes. Ahí conocí el lenguaje de la tortura le decían fotos a los golpes; y según su intensidad, eran infantiles, de certificado y de pasaporte. Las de pasaporte eran golpes de veras. Seguí en el interrogatorio. Más fotografías de supuestos o reales miembros de la Liga. Vi la mía, muy vieja, de cuando estudiaba en el CCH. De pronto: «¡Atención! Ahí viene el jefe». Todos se pusieron de pie y entró a quien llamaron Señor o Jefe. Me hizo las preguntas de rigor y me propuso un trato: Te doy un boleto de avión al país que gustes a cambio del paradero del Piojo y de la Morena. Tú ya caíste, sálvate. Me importan ellos. No me digas nada ahora. Piénsalo.

Y se fue. Después vino lo peor. Me llevaron a ver los cadáveres. Estaban en el estacionamiento. Tres compañeros. Tere, Brenda y un cuate desconocido para mí. Las mujeres, con el tiro de gracia en la cabeza, sus cuerpos sucios, ya rígidos. De nuevo al cuarto, ahí estaba el Señor: ¡Pinche guerrillero. Nos quieres ver la cara, te vas a morir! (Sacó una pistola de nueve milímetros, cortó cartucho) ¿Vas a cooperar? Me vas a decir todo o te mueres en este momento. (A pesar de la fuerte luz de los reflectores, en el instante en que el Señor se puso frente a mí colocando el cañón de la pistola sobre mi sien derecha, pude distinguir su tez blanca, sus ojos claros, inconfundibles. Me parecieron eternos los momentos hasta que escuché el golpe del martillo al jalar Miguel Nazar Haro el gatillo. No tenía tiro en la recámara).

Después me llevaron a una oficina donde estaban Romeo y Joel. A éste lo estaban torturando bien feo. Lo tenían desnudo y mojado y le daban toques con un cable que habían zafado de una lámpara Pretendían que confesara que pertenecía a la Unión del Pueblo. Y que dónde estaba su hermano, que les dijera Quien dirigía el asunto y hasta gozaba con aplicar la tortura era el que le decían el teniente. Joel comenzó a tener una especie de parálisis y como que ya no podía respirar. Le dejaron de aplicar los toques y le dieron de puntapiés y golpes para que dejes de hacerte pendejo. Pero no reaccionaba

A los demás nos sacaron rápidamente. Pasaron varios días de golpes, toques y amenazas. De ahí salieron declaraciones de lo que sí y de lo que no. Pero a Joel no volví a verlo. Supongo que eran de él unos quejidos lastimeros, que se oían cuando había silencio. Después me siguieron torturando. Joel está entre los desaparecidos». Y («yo no soy malo») la escena final:

– No publiquen los nombres y les prometo que investigaré.

Y Jesús Reyes Heroles, Secretario de Gobernación, despidió a los juristas de varios países, todos defensores de los derechos humanos, que le había ratificado múltiples denuncias: hay persecuciones, hay torturas, hay desapariciones. Y lo más grave: Comprobamos la participación directa, personal, de altos funcionarios gubernamentales en actos de tortura…

¿Los torturadores de oficio y vocación? Fernando Gutiérrez Barrios, Raúl Mendiolea Cerecero, Miguel «yo no soy malo» Nazar Haro.

¿Se investigó? (Volveré con el tema)