Un milagro, Señor…

¿Cuál es mi fuerza para esperar aún? ¿Y cuál mi fin para que tenga aún paciencia? ¿Es mi fuerza la de las piedras, o es mi carne de bronce? ¿No es así que ni aun a mi mismo me puedo valer..?

Y es como para preguntarse, mis valedores: ¿habrá desdicha mayor que la de aquel desastrado que, encaramado en la opulencia, de repente se precipitó en la desgracia y desde el fondo de su minusvalía se vive recordando su pasado esplendor? A algunos de ellos me referí el viernes pasado, ¿se acuerdan ustedes? A aquellos de ánimo contristado con los que nos topamos a la vuelta de la esquina, que mal-viven una existencia arrastrada y mal soportan el áspero oficio del diario vivir. Con ellos me he tropezado en esas callejas de los barrios bajos, y me he seguido de largo, como si nada…

Fue así como derribado en el cemento y encementado andaba el muchachejo al que me encontré un día de estos, y qué poca Tula la mía (Tula es mi madre): después de mirarlo seguí mi camino. Lo mismo iba a suceder días más tarde, cuando me topé con aquella mujer enroscada en posición fetal (¿enferma, drogada?) en aquel rincón del Metro Balderas. Desde una remota eternidad me miraron sus ojos, y aun intentó un amago de pedimento, de súplica, una mueca de dolencia. Yo, egoísta de miércoles (¿o era jueves?), apresuré el paso. Qué poca, dije antes.

Y fue entonces. Ahora sucedía lo del desdichado al que me referí en un principio, al Job que conoció tiempos de abundancia y hoy se arrastra en el arroyo (vehicular). Mi primer impulso al mirarlo fue huir; «y yo por qué», otro haga el esfuerzo de mirar por él. Ah, el humano egoísmo. Pero algo acá, muy adentro, me obligó a detenerme, pensando que la Moira aprontábale a este samaritano renuente una renovada oportunidad, y no iba a desperdiciarla. Me frené y me acerqué al desvalido que, derribado entre esputos y basurillas, se encontraba el peligro inminente de que el metrobus se lo antellevara entre las sellomáticas.

Me puse a observarlo, me quedé observándolo, y qué espectáculo: quién te conoció cuando eras y valías, cuando tenías peso y presencia y pisabas fuerte, y quién te mira a estas horas, marginado de todos, despreciado, minusválido, un ente venido a menos, todo sucio y astroso y en total desvalimiento, un Job sin tan siquiera el consuelo de Bildad, Elifaz y el resto de amigos que en la desgracia sólo la espalda te dieron, lástima..

Ya realizaba el impulso y extendía mi mano cuando dudé: ¿tenderle esta mi mano, limpia hasta hoy de todo contagio? Me hice el ánimo y venciendo la repugnancia me incliné ante el malaventurado, tendí mi diestra, lo alcé del arroyo (vehicular), lo traje conmigo a mi propia casa y créanmelo: frente a mí lo tengo al teclear, y excesos de una imaginación atorrenciada: aun parece percibirse en el desdichado una sonrisilla de agradecimiento…

Bien. Tranquila está mi conciencia una vez cumplida la buena obra del día y aquí un mensaje al autor de la parábola del Buen samaritano:

Señor: bien sabes que éste al que recogí de la calle nada vale, como tampoco mi acción, pero si algo de mérito le ve tu misericordia ¿a mí y al que alcé del arroyo (vehicular) nos darás a valer? Yo, un despojado de espacio propio en la radio donde ejercer cabalmente mi oficio de periodista El, un desgraciado que alguno (de inadvertido o de intento) arrojó a la media calle; este pesito mexicano que de ser el peso 07.20 sexenios atrás, hoy no vale lo que pesa Lo acabo de rescatar y lo tengo aquí enfrente, míralo.

¿Algún día lo darás a valer, y con él a todos los mexicanos, devaluados en la misma medida que el peso, y tan tirados al arroyo (vehicular) como el propio pesito que me acabo de encontrar? ¿En la misma medida y proporción devaluarás a los devaluadores, inquilinos sexenales de Los Pinos, ineptos los unos, mediocres los más, estos tan demagogos como aquellos sinvergüenzas, y donde el que no es embustero nos salió vendepatrias, y hasta algún espurio que participa de las taras de todos su predecesores..?

Tú a Job lo rehabilitaste. ¿Y a nos, Padre? A la corrupción he dicho – Mi padre eres tú – ¿Dónde estará ahora mi esperanza? Da a valer al peso mexicano para que los mexicanos volvamos a valer, porque de otra manera..

Claro, sí, la rehabilitación del pesito, como la de los mexicanos, sólo a los mexicanos atañe, y está en nuestras manos, pero eso no lo queremos entender y todo lo esperamos del pensamiento mágico. Un milagro, Señor. Para el peso, para los mexicanos. (Amen)

Anticipación a la muerte

Contra mi se juntaron todos – En las manos del impío Él me hizo caer – Próspero estaba, y me desmenuzó – Me arrebató por la cerviz y me despedazó -Y me puso por blanco suyo – Partió mis ríñones, y no perdonó…

Los desdichados esta vez, mis valedores. Los del ánimo contristado. ¿Por qué en ocasiones este despertar ceniciento, por qué semejante desánimo y la sensación de que ya todo es inútil, de que las labores de este día y las de esta vida, rutinarias, carecen de todo sentido, de que son las mismas que realizamos ayer, y que habremos de ejecutar mañana? Un Sísifo de petate; así me sentía esta mañana, y qué hacer…

¿Recuerdan ustedes a Sísifo, personaje de la mitología griega? Sí, ese malandrín al que los dioses condenan de por vida (de por muerte) a trepar un enorme piedrón hasta la cima de un cerro, para que de la ornare precipite hasta el suelo, y Sísifo baje para volver a treparlo, y que la piedra caiga otra vez, y otra, y otra vez a treparla, y así hasta la eternidad. Un Sísifo de pacotilla me sentí esta mañana, repasando las tareas por cumplir. Y aquel desaliento…

Fue así como un ánimo apachurrado me llevó a iniciar el presente artículo con el tema de los desdichados venidos a menos, esos que conocieron tiempos de dicha y días de abundancia; que fueron los consentidos de la fortuna y son ahora sus entenados que, de repente, cuando menos lo esperan, en pleno rostro reciben el aletazo de la desdicha, y a rodar sin rumbo y sin asidero. Mírenlos ahí, malaventurados que lamentan con Job los tiempos en que eran felices, y no lo sabían:

¿Por qué se da vida a los de ánimo en amargura? Porque antes que mi pan viene mi suspiro, y mis gemidos corren como aguas…

Así, arrastrando la cobija, inicié las labores acostumbradas, con la sensación de que nada le daba sentido a mi día ni a mi vida, cuando de súbito ahí, milagrosa, la trompeta de la resurrección: un toque. Un toque, sí, pero no de los que alguno sospecha, que conmigo licor y otras drogas toparon en tepetate. No, un toque de campana en la puerta, y sí, una tandada de desdichados que me volvieron a la vida; sus seres queridos, todos luchadores sociales, permanecían en donde el Estado de derecho reserva para esa clase de mexicanos: el calabozo. Y que la fianza, y que los abogados, y que…

Los recién llegados buscaban el valimiento oportuno de aquellos de ustedes que a base de humana solidaridad mantienen vivo y actuante el Centro de Acopio de El Valedor, que si creyentes o no creyentes, se atienen a la exhortación del Nazareno: «Sed compasivos como vuestro Padre lo es».

Un sentimiento que ilustra a cabalidad en una de sus soberbias parábolas. Relean, si no, esa del Buen samaritano que, a diferencia de la impiedad del sacerdote y el levita, «viendo al herido fue movido a misericordia, y llegándose a él vendó sus
heridas, echándoles aceite y vino».

– Haz tú lo mismo, aconseja Jesús al aturdido que lo interrogaba: «¿Quién es mi prójimo?» Y aun a poco andar, la requisitoria contra todo creyente: «¿Por qué me llamas: «Señor, Señor«, y no haces lo que digo..?

Pero en fin, que ni yo soy párroco ni están ustedes para escuchar fervorines, ni este el lugar ni el tiempo de la predicación, sino del ejemplo, y a esto quería yo llegar: ocurrió, mis valedores, que a un desdichado asaltaron y acaban de herir hasta darlo por muerto, y en viéndolo en la desdicha cierto samaritano de utilería le tendió la mano y, alzándolo del suelo donde yacía a medio morir, lo llevó consigo y le dio valimiento, y estoy seguro de que de este trance no ha de morir. La crónica del suceso, que ocurrió a la salida de la estación del metro Balderas:

Caminaba yo aquella mañana por la banqueta, abstraído en cierta figura que traía en mente (ojos que te vieron ir, mi única…) cuando miré al desdichado caído ahí, en mitad del arroyo (el arroyo vehicular), entre basuras y escupitajos. Desconfiadón, receloso, ya me disponía a seguir mi camino, pero un no sé qué me detuvo, y entonces me incliné y le tendí la mano (que a la hora de mi muerte, Señor, me lo tomes en cuenta…)

Esto de que la desdicha se me atraviese no es inusual espectáculo en la deshumanizada ciudad. Días antes del suceso que seguiré relatándoles, y en plena estación del metro aquel muchachejo tirado en pleno cemento, encementado él que hagan de cuenta un cadáver al que los viandantes, apresurados rumbo a rumbos imprecisos, ignoraban. (El lunes le sigo.)

Ese protagonismo desbozalado…

«Son intereses jacobinos los que intentan deslegitimar la misión eclesiástica. ¿Acaso es un crimen que los narcotraficantes arrepentidos de sus pecados se acerquen a la Iglesia? Ella, la Iglesia, no está obligada a rendir información sobre los recursos que le entran…»

(El fallecido Carlos María Abascal cuando Secretario de Gobernación.)

Si no es ahora cuándo, mis valedores. En un sexenio de yunques y legionarios los reverendos se ubican en el cogollo de la grilla política lo mismo que entre narcotraficantes y tras de las rejas del reclusorio. Curas encuentran ustedes en todos los rumbos, menos en uno de ellos; a ver: con el índice señalen al norte: ahí están; al sur: mírenlos; al oriente tanto como al poniente: ¿los distinguen? Señalen hacia abajo: un hervidero de curas. Apunten ahora hacia arriba allá ninguno pudiésemos ubicar. Hoy mismo, mientras un pederasta practicante de abusos erótico-sexuales amaneció en el calabozo, otros pelean por espacios de «fe y devoción» en la TV, al tiempo que algunos más claman por la educación religiosa en las escuelas y la formación de un partido católico. Aquí, de la ligazón entre curas y narcos, conceptos de Ramón Godínez, obispo de Aguascalientes:

– Las limosnas de los narcotraficantes se purifican al entrar a la Iglesia.

¿Que qué? El religioso Leonardo Boff: «Es profundamente antiético que jerarcas de la Iglesia Católica Mexicana se hayan visto envueltos en problemas con el narcotráfico. El poder religioso entra siempre en articulación con el poder político y el poder económico. Si el poder religioso no es vigilado, controlado, y si no mantiene su altura ética degenera en los negocios sucios…»

Las palabras del impulsor de la Teología de la Liberación fueron refutadas por el obispo Sergio Obeso: «Rechazo que la Iglesia utilice dinero del narcotráfico. Se pueden decir tantas cosas, pero hay que probarlas.

Carlos Quintero, obispo: «Claro que sí, en Tijuana hay familias que han sostenido parroquias con dinero del narcotráfico. Seamos realistas. Si, no podemos ocultar el mal, pero tampoco debemos omitir las cosas buenas del mal. Aquí hemos encontrado familias buenas que han ayudado a sostener el seminario y muchas otras que han aumentado el número de parroquias. Lo acepto: recursos del narcotráfico han llegado hasta las arcas de la Iglesia, particularmente en esta frontera».

Y un sacerdote José Raúl Soto, de la Universidad Pontificia de México:

«Aquí, en la basílica de Guadalupe, se los digo como párroco, los narcotraficantes son muy generosos. Sin dejar de ser traficantes de drogas, ayudan y dan limosnas que nosotros ya las quisiéramos hacer. Los más generosos hasta hoy han sido Rafael Caro Quintero y Amado Carrillo Fuentes».

Alberto Athié sacerdote: «La Iglesia Católica Mexicana se mantendrá siempre abierta a los narcotraficantes, sí, pero sólo para pedirles que abandonen su actividad Ellos, los narcotraficantes, son vistos como los más malos entre los malos, pero en muchas ocasiones son diferentes. No podemos identificarlos como personas esencialmente malas. Hay quienes tienen la inquietud de buscar el bien y con sus generosas limosnas hacer cosas a favor de la comunidad».

‘Yo sí reconozco que recibo sus donativos», afirma el sacerdote Ernesto Álvarez, amigo de la familia de Amado Carrillo Fuentes, al que se dice acompañó en un viaje por Tierra Santa y celebró, en El Guamuchilito, Sin.,la misa de cuerpo presente en el sepelio de «El Señor de los cielos».

Feligreses de Malpaso, Ags., acusaron al cura Samuel Jara Acuña «Mantiene relaciones con narcos. Ellos le obsequiaron una camioneta y una arma de fuego. Maneja una sola capilla de una población de tres mil habitantes, pero tiene dos cuentas bancarias, una con más de un millón 300 mil pesos».

Jerónimo Prígione, que fungía como nuncio apostólico de El Vaticano en nuestro país: «Fue el padre Gerardo Montaño Rubio el enlace entre los hermanos Arellano Félix y yo. Pero les prometo que no volveré a tener contacto alguno ni a entrevistarme con otros narcotraficantes».

El obispo, empresario taurino, bon vivant y golfista Onésimo Cepeda: «Nosotros los clérigos les podemos decir a Amado Carrillo y a los demás narcotraficantes: Vayanse, hijos, el Señor los perdona y no pequen más».

Fue en 1997 cuando apareció esta noticia «La Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público no prevé sanciones por el caso de las narco-limosnas ni habrá modificaciones al respecto». Y ya Es México, un estado de derecho, donde la Ley… (Dios.)

Perro que da en tragar huevos…

Vicente Fox, por ejemplo. Ya abrió la boca ¡y no se atragantó!

Luego de 10 años de vacas gordas con mucho crecimiento, el país entra en una temporadita de vacas flacas, pero de la violencia vamos a salir muy bien, con el carácter y la fuerza que está imprimiendo el Presidente Calderón.

Ante tal despropósito, ¿por qué mejor no dedicarle a Calderón hoy, hoy, hoy, las ironías que hace 20 años al presidente electo Salinas? El incidente:

«En pleno recinto legislativo y en la sesión del Colegio Electoral han ocurrido desórdenes sin cuento. Para aumentar el caos, el c, diputado Vicente Fox se levanta y con dos boletas electorales improvisa unas orejas, que exhibe ante el escándalo general…»

Para hechos, el diputado Fox pide la palabra y en su perorata pone en labios de Carlos Salinas ironías ofensivas. El C. Presidente del Colegio Electoral, Miguel Montes: «Con todo respeto se ruega al orador aclare los hechos que solicitó el uso de la palabra en su intervención (sic)»
Terco, obcecado, Fox simuló ser Salinas hablando a sus hijos con ironías que 20 años más tarde cuadran mucho más a Calderón. Juzguen si no:

– Yo, Salinas, tengo que cuidar, hijos, que por la vía democrática no llegue al poder la amenaza de la desordenada y anárquica izquierda.Ni tampoco, hijos, que participe el poder la reacción; pero mucho menos, hijos, podemos entregar el país a nuestros enemigos, quienes de llegar al poder, impedirían que todos mis amigos priistas, quienes viven holgadamente en sus posiciones políticas, puedan continuar sacando a México del barranco.

Aludía a lo dicho por De la Madrid, que entre todos sacaríamos a México del barranco. Sigue el imaginario parlamento de Salinas:

– Por otro lado yo, Salinas, siento miedo de no poder cumplir con México; miedo, porque la verdad es que la gente no votó por mí, sino mis amigos tuvieron que llenar las urnas; miedo, porque acabo de ver que Miguel, para poder informar al pueblo, tuvo que instalar el primero de septiembre un dispositivo de seguridad que abarcó más de ocho cuadras a la redonda del Palacio Legislativo, porque la situación es extraordinariamente critica…

Intervino el presidente de la Mesa Directiva: «Ruego a la asamblea guardar atención, pero ruego también al orador que el uso de la tribuna para hechos, no sea un pretexto para desviar el debate ni para hablar en contra del dictamen, sino estrictamente para lo que señala el artículo reglamentario».

Irónico, Fox: «¿Quién juzga eso, señor presidente?»

Montes: – La presidencia, señor diputado, la que conduce la asamblea

Siguió Fox: Yo, Salinas, tengo miedo, hijos. Miedo, porque la situación extraordinariamente crítica de la economía pone en entredicho el futuro y la viabilidad de esta nación; miedo, porque el pueblo no tiene qué comer y qué vestir, ni tiene cómo satisfacer sus más mínimas necesidades. Miedo, porque no puedo evitar cargar a mis espaldas la pesada y nefasta carga que se llama PRI. Estos momentos de reflexión, antes de enfrentar el triste destino que me espera, quiero recomendarles a ustedes que vivan una vida con verdad, que sean congruentes consigo mismos, que rijan sus vidas bajo principios sólidos, metas claras y honestidad en todas sus acciones. Cómo quisiera que el Colegio Electoral pudiera no sólo abrir los paquetes electorales…

Impaciente, el C. Montes García:

– ¡Ciudadano diputado Fox! Con todo respeto le ruego que no sea esto un pretexto para hacer el estudio literario que usted está intentando; refiérase por favor a los hechos para los que pidió el uso de la palabra. Se lo suplico.

Exasperado, Fox.- «¡Me está usted quitando mi tiempo!» Y siguió la farsa de que hablaba Salinas: «Cómo quisiera que el Colegio Electoral pudiera no sólo abrir los paquetes electorales, sino que en apoyo a la Constitución y al derecho pudiera legitimar y aclarar ante todo el pueblo mi triunfo electoral, o que de no haber sido un proceso electoral limpio se me relevara de la obligación de tomar este trago amargo de gobernar contra la voluntad del pueblo, y sobre todo se me relevara de tener que dar la cara a ustedes, mis hijos y mi esposa Pero todo esto, claro, es un sueño». Y así sigue Salinas soñando y soñando. Yo les pido que aunque tenga él que ser el Presidente de México, lo legitimen haciendo siquiera un buen dictamen, de acuerdo a la Constitución, a la ley, a los reglamentos y a la lógica Muchas gracias.

El Fox de las ironías contra Salinas alaba el carácter y la fuerza de un Calderón que, si hablamos de presidentes impuestos… (Ah, deslenguado.)

La Ciudad de los Dioses

«Cuando comencé a ver que taladraban la cima de las pirámides (¡más de 16 mil perforaciones!) sentí un angustia y coraje. Eso nos preocupó y llevamos la denuncia ante las autoridades».

Esto expresa Rubén Cabrera, investigador de la zona arqueológica de Teotihuacán, según reportaje de Javier Salinas C, en el matutino del pasado viernes, fecha en que inicié aquí mismo la trascripción del Decreto que en defensa de la Ciudad de los Dioses publicó Miguel de la Madrid en el Diario Oficial del 30 de octubre de 1988, que estipula en sus partes medulares:

Considerando… Que la Zona Arqueológica de Teotihuacan contiene los vestigios de una de las culturas prehispánicas más trascendentes en la historia de México, al tiempo que constituye uno de los logros urbanísticos y arquitectónicos de valor universal excepcional; Que la mencionada zona arqueológica es una parte del patrimonio cultural del pueblo de México que refuerza su identidad y cuyo interés histórico indudable hace necesaria su conservación para el conocimiento e investigación de nuestras culturas prehispánicas;

Que la riqueza de ese patrimonio está lejos de haberse descubierto y expuesto plenamente y que, por tanto, deben crearse las condiciones para su acrecentamiento y preservación; Que el proceso de urbanización al que está sujeta la zona de Teotihuacan puede producir un deterioro irreversible que significaría la pérdida de una parte importante de nuestro patrimonio cultural y la imposibilidad de alcanzar un mejor entendimiento de nuestro pasado; Que ese deterioro es observable no sólo en la zona de monumentos arqueológicos sino también en las áreas contiguas que influyen en las características visuales y ambientales de la propia zona de monumentos; Que, por lo anteriormente expuesto, se justifica adoptar precauciones contra el deterioro natural y el uso indebido por el hombre que puedan afectar la integridad de la zona;

Que los Gobiernos del Edo. de México y de los Municipios de Teotihuacan y San Martín de las Pirámides comparten con el Ejecutivo Federal el interés de preservar la Zona Arqueológica de Teotihuacan,- Que para atender convenientemente a la preservación del legado arqueológico que contiene esta zona, sin alterar o lesionar su armonía, el Ejecutivo Federal considera necesario incorporar la totalidad de la zona de referencia al régimen de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos y su Reglamento, lo que contribuirá a su protección integral, y Que en virtud de decretos expedidos en 1907 y 1964, una parte de esta zona ya se encuentra incorporada al patrimonio nacional, restando necesario extender a las áreas adyacentes con las medidas de conservación, restauración, recuperación y ordenación que prevé la legislación vigente, he tenido a bien expedir el siguiente Decreto por el que se declara zona de monumentos arqueológicos el área conocida como Teotihucan Art 5o.- El Instituto Nacional de Antropología e Historia, en ejercicio de sus acciones legales, vigilará el cumplimiento del presente Decreto (etc.)

Art 6°.-A la Secretaria de Desarrollo Urbano y Ecología, en el ámbito de su competencia, le corresponderá: (…) IV- Dictar las medidas necesarias para mantener el equilibrio ecológico existente o para restituirlo, en su caso, en la zona arqueológica materia de este Decreto. Art 10.- Las dependencias del Ejecutivo Federal a que se refieren los artículos anteriores promoverán conjuntamente y en coordinación con el Gobierno del Edo. de México y los ayuntamientos respectivos, una campaña de sensibilización y apoyo de la población a las medidas de difusión y preservación del patrimonio cultural dispuestos por este ordenamiento.

Y el 13: En la zona de monumentos definida en este Decreto no se autorizarán construcciones cuya función, diseño o ubicación alteren, afecten o distorsiones los valores monumentales o el uso educativo y de investigación a que la misma está destinada. En las Áreas Central y Ampliada de Monumentos no se permitirán construcciones nuevas ni ampliación de las existentes, con excepción de aquellas que realice el INAH para el rescate, revitalización y difusión de los monumentos y de la zona misma.

Hasta aquí los párrafos más significativos del Decreto presidencial. ¿Y? ¿Comparten el gobernador Peña Nieto y el de Los Pinos el interés por cumplir y hacer cumplir tal Decreto y preservar la zona arqueológica de Teotihuacan? ¿Ustedes qué opinan? Es México (Nuestro país.)

Perro y hombre, en ese orden

Espejo fiel del humano es el perro, lástima que el hombre no sea el espejo del animal. En mi vecindario qué de similitudes y semejanzas puedo advertir entre el hombre y el perro, o al revés. Por cuanto a las varias clases de canes…

Existen los de las regiones nevadas, animales que nacieron con un perro destino: para allá y para acá jalar el trineo, con el chicote en los lomos y tan bien trabajados como mal comidos. ¿A quién se parecen tales pobrines, si no al obrero de este país? El asalariado (pobreza, privaciones) jalando el trineo que enriquece hasta la náusea a los Slim, el chicotazo salarial en los lomos y a trabajar desde la mañana hasta la muerte del día y hasta el día de la muerte. Y cómo remediar su situación, si el perraco no tiene el don de pensar, y el obrero renuncia a ese don y se constriñe al reclamo, la exigencia y la toma de la vía pública…

El benemérito San Bernardo. Grande, grave, pacífico, servicial, misericordioso. Deambula por el mundo del desastre y la desolación con su barril de vida al cuello para entibiar esa vida que se congela en las nieves. Valedor de desvalidos como el humanista, el luchador social, el artista que entrega su arte, sin más; como el doctorcito que cura nomás por curar, no el que cura nomás por cobrar. El San Bernardo…

Por contras: el horror de esas fieras entrenadas por los represores para morder, desgarrar, triturar, arrancar a la viva fuerza tarascadas de sangre viva. Perros represores, sus doberman son la lanceta del campo de concentración, la cárcel clandestina, la celda de tortura. Rotweiller, pitbull, paramilitares asesinos de Acteal…

Los perros cautivos, desdichados a los que unos amos desaprensivos mantienen sepultados en jaulas y azotehuelas de este tamaño, miren. Nacidos para la libertad, se encanijan y agostan, y miden la jaula en un ir y venir obsesivo. A lo lastimero ladran a la luna, qué mas…

Ah, perros impúdicos de casa rica, de viuda rica, de solterona. Mantenidos en el lujo, la molicie, el salón de estética canina y la intimidad de sedas y encajes en el secreto de la recámara, son padrotillos y vividores complaciente de los desahogos de dueñas crepusculares. Ustedes, mis valedores, ¿han presenciado el beso de unos labios femeninos en unos belfos helados que lengüetean de placer? Asqueroso.

Los pobres perros de casa pobre. Tan mala vida es la suya que comen lo que sus dueños y viven como ellos. Son parte de la familia, y tanta familiaridad comparten que el chucho llega a cobrar rasgos de humano, y el dueño, del animal. Y no fallezca uno de ellos, porque el sobreviviente, ese duelo…

Los perros callejeros: duelo sin dueño ni hogar, nombre ni alias; anónimos cuerpos sarnosos y cuera tachonada de úlceras y mataduras, mapa vivo del áspero oficio del diario vivir una vida arrastrada. De calle a calle y de éste a aquel callejón van y vienen acezando su ternura a la vil intemperie, su amor desdeñado por los que a lo desalado se alejan rumbo a qué rumbos. Allá va el chucho callejero, en los ojos la pitaña y en la boca el corazón. Y ese impulso de llorar, y ese acabar gruñendo. El, allá afuera; yo, como él, pero acá adentro, encuevado en mi habitación. Pujando, gruñendo por no llorar…

Perros honestos, íntegros. No chuchos cooptados. No talamanteros. No gozques viciosos del pragmatismo utilitarista que se vivan acezando en procura de alianzas. No. Perros con toda su dignidad en los lomos. Bravo por ellos. (¿No?)

«Esplendor teotihuacano»

Vaya, pues. Todo sea por congraciarnos con el turismo de Falfurrías y anexas. A lo zafio, a lo ignorante e impune, los gobernantes de este país lesionan no únicamente el patrimonio petrolero y de materias primas, sino también el acervo cultural de los mexicanos. Ahí está el atentado a las supervivencias del mundo mágico que heredamos de nuestra raíz indígena, que ésos convierten en escenarios de un Hollywood tercermundista para audiciones de música, pasarelas de modas y bataclán. ¿Ante semejante desmesura gubernamental de qué sirven las protestas de arqueólogos, antropólogos y especialistas preocupados por nuestro patrimonio nacional? ¿Cuál de esos funcionarios mediocres, cultura de «Selecciones«, va a tomar en cuenta semejantes protestas?

Leo en La Jornada que en el Estado de México se cumple a estas horas y a marchas forzadas el tan anhelado sueño del gobernador y aspirante presidencial Peña Nieto de jugar un papel protagónico en el ejercicio politiquero y competir con las obras de beneficio social (no con «spots», al estilo Fox y Calderón) que en esta ciudad lleva cabo el equipo del aspirante presidencial Marcelo Ebrard. El de el Estado de México, con la complicidad del Instituto Nacional de Antropología e Historia ha otorgado concesiones a diversos mercachifles de la industria del espectáculo para que transformen Teotihuacán, la «Ciudad de los dioses«, en todo un espectáculo de fuegos artificiales, luces robóticas (lo que eso sea) y rayos láser «full color» (así, en inglés, para exhibir nuestra frustrada aspiración de convertirnos en gringos de segunda). Y en cuanto se eche a andar el sistema de luces «full color»:

– Ah, oh!, va a exclamar el turista texano…

¿La opinión mayoritaria? Todo un clamor de rechazo, disgusto y exigencia de que alguien amarre las manos de Nietos tan ignorantes que a base de quincalla y oropel van a dañar la majestuosidad de las supervivencias del universo prehispánico, el de nuestra raíz autóctona «Resplandor teotihuacano, dice Hernández Navarro en La Jornada del pasado martes, es un espectáculo multimedia estilo Televisa con el que se busca convertir el pasado prehispánico en show y la difusión de la historia en negocio para inversionistas privados. Es la última embestida de empresarios y políticos para beneficiarse del patrimonio histórico del país».

No la última embestida, por desgracia para el país; la más reciente, pero no la última Y ni cómo detener el espectáculo de la chabacanería, si hace algunos años, cuando la empresa gringa Wal-Mart inició los trabajos para abrir una sucursal en la zona de las pirámides se encendieron en tantísimos «medios» las protestas de antropólogos y catedráticos de la UNAM. ¿Y? Floreciente se alza la «Ciudad de los dioses, los de Wal-Mart». Es México, país gobernado por entreguistas y vendepatrias proyanquis.

Wal-Mart en Teotihuacán. Yo, agregándome a los descontentos, publiqué aquí mismo un documento con el texto siguiente:

Wal-Mart una vez más, mis valedores. Otra vez la trasnacional norteamericana en el ojo del huracán, por más que muy poco parece importarle Ocupada en la creación de su propio banco, qué atención le merezca la reciente acusación de lo consabido en esa y en todas o casi todas «las empresas de la iniciativa privada bajos salarios, cero prestaciones, horas extra sin paga y contratos con sindicatos de protección Lo usual.

Wal-Mart, hace algunos años, plantó una de sus sucursales en plena zona de Teotihuacán, sin que hubiese autoridad que se lo impidiera en un gobierno que fue, según dicho del difunto Fox (difunto políticamente, ya a estas horas sepultado en el desván de la Historia con todo y familia política, lo único político que conoce el de el apestoso Tamarindillo), «de empresarios, por empresarios y para empresarios». Y si trasnacionales, tanto mejor. Wal-Mart, del que se dolió en el matutino la periodista Silvia Ribeiro:

Como un enfrentamiento entre los poderes de la vida y la muerte aparece el símbolo vacio del gigante Wal-Mart. Sin conocer detalles provoca rechazo; conocer un poco más a esta empresa lo fundamenta sólidamente…

Yo, entonces, porque normásemos nuestro criterio en torno a una desmesura que así lacera o debía lacerar la conciencia colectiva, publiqué extractos del decreto que en defensa de Teotihuacán publicó el Diario Oficial un 30 de octubre de 1988, firmado por Miguel de la Madrid. Dice, y para lo que sirvió el tal decreto presidencial: (Lo que dice, el lunes.)

A mothernizar…

Ayer les dije mi nombre y hoy lo repito: Carlos me llaman mis enemigos, que los amigos de hijo de mala mamá no me bajan. Sigo la crónica del dramón que me remeció aquel primero de enero de 1994, cuando se me encabritó la zona sureste de mi organismo: el grueso, el delgado el apéndice, y ciego, y tuerto y compinches. «Nosotros te decimos: ¡basta!» Perro del mal, el duodeno: «¡El 6 de julio de 1988, ¿te acuerdas? ¿Habrás podido olvidar cómo fue que te encaramaste en Los Pinos, desde donde saqueas y medras hasta la náusea, depredador? ¿Ya no te acuerdas, dañero de miércoles?»

Yo, engarruñado por los espasmos: «Diálogo, compatriotas…»

– ¡Diálogo madres! ¡Nosotros te decimos basta!¡Fuego contra ese felón!

Y el estrépito de intestinos, y el dolorón. Ante el espejo mi imagen, tan varita de nardo, tornábase desgarbada, caricatura esperpéntica del autobombo, el engreimiento, la autopromoción. Pando y engarruñándome, culimpinándome, fuíme hasta el botiquín. «Ahora me los aplaco». Y que les mando una pronasolera ración de aspirinas. Pero las aspirinas nomás Valentín Madroño. Los «transgresores» arreciaron su agresión. Y qué hacer, sino pujar y dejarles ir doble ración de un pro-camposo bicarbonato. Pero el bicarbonato más los biencarbonó, y aquellas convulsiones, y el tronar de los gases, y yo defendiéndome con lo que tan buenas resultas me dio durante los cinco años de beatitud, los de mi bienaventuranza: chiqueadores de ruda, lo más ruda posible, y los parches porosos, y mejoralitos, embijadas de mentolato y atolito con este, miren. Lo usual. ‘Taz, paz», les decía, y ellos: «¡Pas, pas!» Yo: «Pacificación, reconciliación, diálogo. Unos acuerditos en San Andrés Larráinzar, ¿sí?» Pero mis músculos, adoloridos y levantiscos:

– ¿Paz, pacificación, reconciliación? Óiganlo. ¿Para eso nos levantamos, para charlar de pacificación con tus mediadores oficiosos? Olvídalo, neoliberal. ¡Nosotros vamos por todo, y estamos organizando a los órganos de todo el cuerpo! ¡Pronto comprobarás nuestra fuerza común, «compatriota»!

Yo, con un todo de voz una octava más agudo y trompicándome con las palabras: «Compatriotas, todo es posible en la paz. Si ustedes gustan y así lo prefieren, me los amnistío».

– ¡Amnistía a tu madre! ¡Nosotros vamos por’todo! ¡Ya! ¡Basta!

Ora sí que me creció por andármela jalando, la oreja Sudor y retortijones, caí de hinojos ante el retablo de mi devoción: «Santo señor San Clinton, torre de la alianza, salud de los enfermos, puerta del cielo». Pero mi ángel tutelar, como si nada Yo ya era un redrojo político. «La invasión del sureste, le susurré entre susurros intestinales, nos puede afectar, conste».

Ahí, el píloro, ¿o el compañón?: «No minimices el conflicto, «compatriota». Nació en el sureste, pero es todo el organismo».

Lo comprendí entonces: el píloro había sido yo, y el compañón, y el pobre duodeno, y el ciego. Tarde lo comprendía Sudé frío y me dejé llevar por el pánico. En medio del espanto, de la absoluta soledad, rumbo al sureste aventé cien mil unidades -de penicilina- con armamento pesado y listas para todo servicio, más sobrantes para reposición. ¡Y fuego graneado, fuego a discreción! ¡No respondo chipote con sangre, sea chico o sea yajalón!

Y rájale, a arrasar con todo: músculos, glándulas, nervios, tejidos recién nacidos, ancianos, todo lo que se mueva Todo lo que respire, y en lo que no, ya no gastar medicina y como dicen del Lic. Nerón, que tañía la cítara desde el balcón central del palacio: «¡Esta nodriza llega hasta todos ustedes bajo el Patrocinio de Gobernación, Patrocinio González! ¡Ah, el masacrar de intestinos, el aplastar de duodenos, el mascar los hígados! ¡Ah, el torturar páncreas y asesinar ciegos! Enloquecido. Unidades y más unidades de penicilina Cañonazos de penicilina Tanquetas de penicilina Bombardeos de penicilina ¡Sangre y fuego! (De penicilina)

Me sujetaron (no las leyes, aclaro). Yo, que me metí en camisa de once varas, por poco acabo metido en camisa de fuerza Y al hospital, a sirena abierta, y la bárbara curación. A querer o no. Es la Historia. Hoy, aparte de los millones, lo perdí todo: a Cecilia, a Raúl, a Eduardo. Pero tullido no soy; ya no tengo Cecilia, pero tengo Ana Pau. ¿De la grilla política? En un país de gobierno mediocre (sin piloto, sin guía, sin timonel) y atascado en un pavoroso vacío de poder, ¿quién creen ustedes que ha tomado el control para enderezar el barco o acabarlo de hundir? Yo, compatriotas, a 15 años de aquello sigo más vivo que nunca

¿ Y Marcos? ¿Ese qué? (Ah, paisas…)

Sicalíptica

Madrugada de ayer. Yo, en los preparativos de mi cita amorosa, trepé a la azotea y en el tendedero comprobé, para mi desdicha, que el chonchín morado, cocolitos magenta, seguía empapado, y qué hacer. En eso, y sin proponérmelo, observé en la habitación frontera del hotel de junto unas íntimas sedas, un catre rechinador, y encima..

– Ya cálmate, mejor lo dejamos para otro día. Para mejor ocasión.

– No dejes para mañana lo que puedas hoy.

– Pero es que hoy tú no puedes, ni pudiste ayer, ni en estos dos años.

– Oh, tú aguántate tantito. Paciencia, que ya casi, ¿ves?

Revuelta la escasa pelambre, sudor. El varón, cueros vivos, se agitaba en la imposible misión de rendir la plaza y entrar a saco frente a una muralla todavía incólume. Y cómo no, si la ceja bien parada, pero el ariete bien desmadejado. ‘Yo con otras nunca antes había fallado. Tú pónteme lacia, blandita». Fatiga, jadeos, amagos de angustia. «Tú aguántame, nena. ¿Ves? Son los nervios, pero creo que ya mero».

– Es que estoy muy magullada. Este de acá, mira, ya se me acalambró. Y como el tuyo, en lugar de acalambrarse, cada vez más aguado…

– Tranquila, nena, que orita reacciono. Si yo soy pero que mira, yo pa pronto, si hasta esa fama me he creado. Pero lo que es hoy…
Angustia, desesperación, intentos frustrados y aquellos jadeos. «Pero si para mí esto es PAN comido, mis meros moles. Me extraña que orita… A ver, si levantaras esta y te voltearas tantito así, mira, entibada, como si fueras a…»

– Me estás lastimando, Mejor lo dejáramos para otro día

– No me explico. Si yo, te lo juro, si te contara uh, yo la pura efectividad, para qué iba a engañarte. Hasta me decían qué bárbaro. Mira, si te flexionaras así, como dándome de frente para que yo tenga chance de…

Sudores, jadeos, resoplidos, pánico. «Ya me torcí, espérate. Ay, no, ya me entró, sí, pero la urgencia de acomodar estos músculos acalambrados».
– Tú floja de esa rodilla ¿Ves? Relax, relax, tú no me conoces, yo soy pero que todo un gallito de entrada A ver, no le frunzas.

– Ay, bárbaro, qué tallón. Yo así no, mejor párale.

– Eso es lo que quiero -jadeos, estrujones, Kama Sutra forzado, frustrado. A mí la lástima me había anulado la morbosidad. Pobrín del pobre hombre, pensé-. «A ver, así, mira, como si te colocaras en suerte para una intramuscular. Pero no intramuscular en el brazo…»

– Ay, ya estoy molida muerta de cansancio. Mañana u otro día ¿sí?

Vi el rostro del terco galán: desencajado, desmadejado, los ojos brillantes de pánico. «Me extraña si yo soy de los que pas, pas, y pa’ pronto».

– Pues sí, pero ya están cantando los gallos, y ese ladrar de chuchos…

– Yo a esos chuchos ni los veo, ni los oigo, ni los siento. Mira, reinita, necesito más flexibilidad, más apertura, muchas reformas en la maniobra o nomás no funciono. Y luego esa rodilla, la izquierda, que parece que va a cooperar, pero que sigue encajándoseme en el nervio, y así ni cómo inspirarme A ver: ¿has visto en los pinos a la conejita cuando se culimpina así, para luego pegar el brinco? Así, así, no te me descuadres, no te me salgas de la suerte, que voy a enfilarme para el descabello. Tensión, desesperación, impaciencia contenida impotencia que hagan de cuenta delantero mexicano del clásico pasecito a la red: llegue y llegue a la puerta contraria y al tirar a gol, vil cancetinazo. Por cuanto a esa pobre virilidad, moco de guajolote. Pero ándenle, que de repente, desgarrada voz:

– ¡No, Felipe, no, por dónde andas, qué haces, despistado de miércoles!

Yo estiré el pescuezo, pero en eso que apagan la luz. ¿Y ahora? Con desgano pensé en regresar al tendedero, comprobar que mi íntima prenda seguía empapada y enfilar hacia mi habitación, qué remedio. Pero esa morbosidad vouyerista.. Ya el escenario en tinieblas, me embebí en los ruidillos, y mi imaginación se encargaba de traducirlos, y fue entonces: de repente la sota moza se irguió -me imagino- y aquel ardoroso reproche:

– ¡Basta, Felipe. A pura lengua fíjate que no! Llevas dos años con la acción bien aguada, pero en cambio tu lengua, qué bárbaro: millones y millones de «spots» con los que quieres engañar almas candidas haciéndote pasar por estadista ¿Tú, mediocre irredento? Ay, Felipe, Felipillo, cuánto nos sale costando la factura de tus embustes en radio y televisión…

Nada de lo que oía logré entender. ¿Y ustedes? (En fin.)

Señor presidente espurio…

Esto lo redacto cuando aún desconozco la forma en que vaya a concluir esa parafernalia que usted preside en compañía de su esposa y sus validos, que a balidos le juran que su gobierno ha convertido en Jauja el país. Con el debido respeto a su investidura (que sus acciones de gobierno vienen arrastrando en el descrédito), le manifiesto mi descontento por una gestión gubernamental que para el país vino a resultar mucho peor de lo que yo, y conmigo millones, imaginábamos. No, por supuesto, yo no voté por usted, pero sufro las consecuencias del voto de los aturdidos que lo treparon a una altura mayor a la que alcanzan a dar sus merecimientos. Y no lo olvide, señor presidente: a usted un fraude lo instaló en la presidencia Recuérdela Señor presidente:

¿Pues qué aspectos positivos le verían esos aturdidos que votaron por usted, individuo de trayectoria política marcada por la mediocridad? ¿Analizarían, a la hora del voto, su desastrosa gestión como político menor, que lo exhibió de inepto tanto como del ventajista que tomó el poder para beneficiar no a los muchos que poco tienen, sino a los pocos que tienen todo? ¿A los tales, que lo treparon al poder sigue pagándoles la factura..?

Por mantener el espejismo de una economía floreciente, que apuntalara esperanzas desfallecientes, usted no ha vacilado en recurrir a artificios innobles como el «spot» en radio y TV Náusea provoca la perversidad con que prostituye el lenguaje y corrompe los más cristalinos vocablos: paz, justicia, democracia, libertad, que usted emporca, vacía de sentido y transforma en veneno y radioactividad Engrandecido por un poder por fortuna efímero, es usted un Tartufo que con el maquillaje de la religiosidad se finge hombre de bien Lo que es disponer de los medios de condicionamiento de masas que tanto medran con su gobierno, señor. Ah, el avieso cinescopio…

Pues sí, pero más allá de su «spotera» política engañabobos, sus bonos van en picada. En los candidos del voto a favor de usted hoy se advierten el desencanto, la desilusión, el rechazo, el repudio, el desprecio, y no más. Y cómo no, si el balance lo acusa: en unos años usted ha lesionado irremisiblemente el país. El catálogo de agravios sería interminable Ejemplos:

Un panorama político de pugnas y rijosidad; una macroeconomía en ruinas, casi tanto como la economía familiar; deterioro de las clases medias, pobreza creciente, desempleo; fracaso en el programa de educación; violación sistemática de los derechos humanos y deterioro de las relaciones internacionales. ¿Seguimos el recuento de sus asignaturas pendientes, esas que desembocan en el clima de crispación y espeluznos que ha llevado a grandes masas humanas al reclamo rabioso y la manta, la pancarta y esos ríos de iracundos que amenazan salirse de madre? ¿Con cuántos elementos de seguridad tiene que salir a la calle a estas horas? ¿En el diccionario quedarán insultos que no le hayan arrojado a la cara, comenzando con el de espurio? Y lo que falta, señor, lo que le falta por ver, por oír de una nación que algo le ofrece todavía: el repudia Por cuanto a sus partidarios..

Que algunos le quedan, es cierto, pero cada vez menos. Y si resulta, que mucho lo dudo, que en la ceremonia del autoelogio y la justificación escuche usted los aplausos con que esos inmorales le vienen oscureciendo la realidad y le ocultan, como los vasallos de la fabulilla, que el rey anda desnudo, no engañarse: va en el interés personal y ambiciones políticas de esos logreros «cultivarlo» al uso de Yucatán. Maquiavélico.

Pero la realidad es inocultable, señor, como el hecho para usted terrorífico de que ahí nomás, tras lomita, un cierto personaje carismático y líder de masas sociales aguarda la ocasión para arrojarlo de un sillón demasiado grande para nalgas tan escurridas como son las de usted. Ese, que usted se empeñaba en dar por muerto, es a estas horas el triunfador, y recoge para su causa todos los puntos de aceptación popular que el mal gobierno de usted ha perdido. El, y no usted, es la nueva esperanza de unas masas ansiosas de creer en sus iluminados, en sus predestinados. Y usted sabe (y a simple vista se advierte: la rabia impotente lo acalambra y retuerce) que él es ahora el mesías que nunca fue usted, falta de carisma y arrastre popular. Señor…

Convénzase: por inepto, inescrupuloso y cruel hasta el sadismo, esta partida ya la perdió y va usted, Leartjet en picada, directamente al desván de la Historia, que su gestión como presidente no dio para más. Y por mí, es cuanto, señor G.W. Bush. (Vale)

¡Guau, woow!

Los perros de mi calle y su sinfonía de ladridos. Por aquello de la inseguridad cada casa de la calle que camino a pie cada día tiene detrás de la puerta, como acechando mi paso, una estridente escoleta canina que a mí, no acostumbrado a ladridos, me produce espeluznos, respingos y taquicardias. Si ustedes vinieran a oír la escandalera de los ladridos, cuyos tonos, registros y tesituras van desde sopranos hasta tenores y uno que otro barítono que temo, por los sustos que me pega, vaya a rajuelearme el corazón. (De la casa rosada brota un ladrido con pujiditos a lo Juan Gabriel. Un falderillo, posiblemente.) La calle de mi barrio. Detrás de esta puerta ese ladrido desganado, de compromiso, del perraco que cumple por obligación apenas olfatea mi presencia. Pero en la puerta siguiente, válgame, que así ladrarían el tigre y el león si madre Natura los hubiese castigado con tal achaque. Tan estridentes ladridos me han aventado a la media calle. Mejor cinco toques de claxon o el riesgo de la clínica de Urgencias que el repentino sofocón del ladrido.

Y ocurrió que la noche del pasado lunes alguno de los zaguanes tenía la puerta entreabierta Yo venía distraído (pensando en ti, mi única) cuando de repente ya traía prendidas a mi nalga derecha unas fauces de este tamaño, miren, que en cuestión de segundos me secaron la
boca y me empaparon la frente con un sudor gélido. Intenté gritar. Me salió ladrido. Asustado, el pitbull (¡era un pitbull!) soltó mi carnaza y se refugió tras la querencia del portón. Y qué hacer, si en este país de las mordidas nadie está a salvo. ¿Prevenirlas, sancionarlas? Leyes existen. ¿Y..?

En fin, que tembloriqueando llegué a la tertulia, y cómo me verían los vecinos, que al relatar el sofoco, el joven juguera: «Órale, bigotón, hasta el fondo, para que le recoja la bilis». (Una cucharada de azúcar con el migajón de un bolillo.) «Es la tragedia de los pobres abstemios, porque un buen pegue de cacardí, y estaría usted como nuevo, y no me refiero a su edad. Ahora, por aquello de la rabia, a mantener su «parte» en observación». (Su «parte», dijo.)

– Me extraña -le extrañó a la tía Conchis-. ¿Por qué no corrió?

¿Y cómo correr? Yo calzo botines, y con ellos no se puede correrle a los perros, y aquí la paradoja mis botines son de orejeta Los de las mafias Mouriño, Salinas, Gordillo, Bribiesca, Sahagún, Fox y congéneres, en el remoto caso de que tuviesen que huir de los perros de la justicia (ladran, pero no muerden. Pregúntenle al calderonista Cordero que bala, de balar, en la Sec. de la Función Publica), qué facilidad de desplazamiento el de los tales, ya sea a Dublin o ya a San Cristóbal, aunque les apeste El Tamarindillo. Yo, simple ciudadano, a sufrir los ladridos, sean bajos, tenores o sopranos coloratura

Tuve que narrar la mordida detalle a detalle, y lógico: los comentarios fuéronse derrumbando hasta la enumeración de diversas razas de chuchos: San Bernardo, pastor alemán, tepexcuintles. Don Tintoreto se nos reveló como experto en el tema:

«Una carnada de chuchos conozco, de la perrera del antiguo «ni-ni-ni», o sea el Partido Socialista de los Trabajadores«.

– Achis achis, ¿y ni-ni-ni por qué?

– Porque ni era partido, ni de los trabajadores, y mucho menos socialista, un PST que por su vocación de logrero nombrábamos «pesetero», y que iba a terminar, escarabajo excrementoso, en el Partido Frente Cardenista de Renovación Nacional, perrera de mercachifles de la catadura de Aguilar Talamantes, tarifa y servicios al mejor postor. Fueron talamanteros los que en 1992, atejonados en su cubil del PFCRN, como chuchos de barrio:

– ¡Ya están dadas las condiciones para la reelección del Sr. Presidente Salinas de Gortari!

Esa fue la matriz que parió la carnada de chuchos de Nueva Izquierda que (su naturaleza) ya son la nueva izquierda de Calderón. Pero que el de Los Pinos se cuide, porque esos viven de morder, y sus mordidas inoculan la rabia

Eso, el lunes pasado. Mi nalga agredida como si nada ¿Rabia? Sólo cuando oigo mentar Nueva izquierda y demás chuchas cuereras, como ahora pronto esa que me faltaba nuevo vecino en la casa de enfrente, un falderillo «socialdemócrata», con chillones ladridillos de Farinelli el castrado:

– ¡Que el IFE revise los fondos utilizados por López Obrador en su gira por el país, y determine si los recorridos y mítines que ha encabezado constituyen actos anticipados de campaña y de dónde salen los recursos monetarios, que seguramente son de procedencia ilícita.!

Cría Díaz Cuervos y te sacarán los… por ahí va la cosa (¡Guau!)

Si yo nunca muriera…

De pronto salimos del sueno – sólo venimos a soñar – no es cierto, no es cierto -que venimos a vivir sobre la tierra…

Con la desalentada filosofía del rey poeta Nezahualcóyotl y reflexiones en torno a la fugacidad de la vida que a su hora han formulado poetas de la hondura y conceptos filosóficos de Omar Khayyam y Manrique, aquí entrego a todos ustedes, al igual que cada fin de año por estos días, este mi mensaje de fin de año que se nos torna tradición, y que procura interrumpirles el ritmo desalado de las fiestas decembrinas con la secreta esperanza de que a alguno sea de provecho con la meditación de lo efímero de tales festividades dentro de la fugacidad de una vida que se nos huye en estampida para nunca más. Y qué hacer. Reclama el poeta Khayyam:

Y si es Dios quien ha creado a los seres humanos – ¿por qué luego destruye lo que hicieron sus manos? – ¿Y si imperfectos, quien será responsable, – o por qué si son bellos los destruye implacable..?

Clama a su Hacedor un abatido Job: Tus manos me hicieron y me formaron – ¿y luego te vuelves y me deshaces? – Acuérdate que como a barro nos diste forma – ¿y en polvo me has de volver..?

¿De barro hablamos? Khayyam: Contemplé a un alfarero en su ruda labor – Maltratando la arcilla con visible rigor, – y en su lengua deshecha, asi el barro exclamó: – «Suavemente, oh hermano, ¡tú serás lo que yo!»

En fin El cuerpo todavía fatigado tras la celebración navideña, y el gaznate aún estragado por el regusto a festividad y derroche imprudente, y una vez que a regocijos y litros de alegría embotellada se habrán deseado felicidades y parabienes para el año que acecha ahí nomás, tras lomita, ¿me permiten, como cada año por estas fechas, que desentone del ánimo colectivo y los invite a frenarse el tanto de un suspirillo para reflexionar sobre el tiempo que pasa para nunca volver?

El hombre nacido de mujer – corto de días y hastiado de sinsabores -sale como una flor y es cortado – y huye como la sombra y no permanece…

Mis valedores: estamos a la vuelta de un año más, que en las matemáticas de la vida humana resulta que fue uno menos. Andamos, dos o tres de nosotros, doblando ya el Cabo de Buena Esperanza. Será por eso que al menos de forma inconsciente alienta en el cogollo de nuestro tiempo de vida la sentencia intemporal de Manrique:

Nuestras vidas son los ríos – que van a dar a la mar – que es el morir…

¿El por qué de mi ánimo ceniciento, cuando todo en derredor es el tiempo de júbilos, azucarillos y aguardiente? Será tal vez porque a algunos se nos quebranta el ánimo, se nos resfría con la certidumbre de que vivimos en el cogollo de lo fugaz, lo finito, lo perecedero; de que existimos en la sustancia misma de nuestra muerte propia y particular, intransferible, a la que vivimos alimentando día a día con el tiempo de nuestro cotidiano existir. Será por eso.

Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor – y fenecieron sin esperanza…

¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra? – No para siempre en la tierra – Sólo un poco aquí – Si yo nunca muriera – si nunca desapareciera…

¿No es verdad que tal sentimiento de lo transitorio, que semejante sensación de errabundaje y romería viene a depositar en el ánima del ánima, al cabo del año, un regustillo así como que a ceniza, a terral, a aliento de despedida apenas postergada? Pero bueno, qué hacer con esta tristura que se nos aposenta aquí, miren, en lo más blando de una corazonada, por cuestión de este otro año que se nos ha ido para nunca más. Y qué hacer. Mis valedores:

No por estropearles su gusto, sino porque los miro correr a lo desalado rumbo a ninguna parte, hoy invoco para ustedes la voz de algunos filósofos que, de repente, perciben el aletazo del tiempo que huye para nunca más retornar, voz que es sabiduría quintaesenciada que provoca serenidad y quebrando machihembrados, y un como regusto a lejanía y desprendimiento del ánimo al final de un año más, que fue un año menos. Tiempo que pasa, dije antes, pero qué equivocado. La décima anónima:

Si quiero, por las estrellas – saber, tiempo dónde estas-miro que con ellas vas – pero no vuelves con ellas – ¿En dónde imprimes tus huellas-que con tu rastro me doy? – Mas ay, qué engañado estoy – que giras, corres y vuelas – Tú eres, tiempo, el que te quedas – y yo soy el que me voy…

Es más tarde de lo que suponemos. A vivir. Qué más. (Qué mejor.)

¿Supersticioso..?

El ignorante vive en un mundo supersticioso, poblándolo de absurdos y temores y de vanas esperanzas. Es crédulo como el salvaje y el niño…

Y esas supersticiones, pústulas purulentosas, revientan en todo tiempo y lugar, pero es en estos días de fin de año cuando sueltan toda su virulencia Es ahora cuando el vividor, el embelecador y toda suerte de charlatanes se dan a medrar con la ignorancia la credulidad y la irracionalidad de esos pobres de espíritu que, en un intento de reforzar su desfalleciente sentido de la vida y una vez que les ha fallado la fe en su Dios, en los políticos y sobre todo en sí mismos, depositan toda la carga de su irracional esperanza en el licor, en la droga o en Saturno y Plutón. Y vengan sobre los lomos del crédulo el ensalmo y la limpia, el sortilegio y el talismán, y a echarle dinero bueno al malo, y a cebar los ahorros de los picaros de la engañifa y la estafa..

No, y los fementidos horóscopos. De Acuario afirma en la radio una Karen Lara, según esto «Bruja blanca»: Su tendencia a expresarse con aire autoritario puede provocar que las personas demasiado sensibles no actúen como usted espera que lo hagan… (¿Que qué..?)

La Arquidiócesis Primada de México advierte a sus fieles: La consulta de horóscopos y la lectura de cartas están prohibidas por la Iglesia Católica«.

Para el signo de Piscis, la «bruja blanca»: Hasta agosto predominan las ganas de divertirte. A ti ya te cuesta poner los pies sobre la tierra… (Válgame.)

El semanario católico «Desde la fe»: «La astrología, creencia antigua planteada en nuestros días como ciencia no es más que charlatanería Si fuera científica, si fuera cierta, si fuera ciencia arrojaría predicciones con cierto grado de precisión, como las ciencias naturales, para un mismo signo en un mismo día vemos que no es así».

«Un pueblo ignorante, afirmó Simón Bolívar, es un instrumento ciego de su propia destrucción. Los ignorantes adoptan como realidades lo que son puras ilusiones». Y La Biblia: «No os volváis a los encantadores y a los adivinos: no los consultéis ensuciándonos con ellos (…) No serás practicante de adivinaciones, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni fraguador de encantamientos, ni quien pregunte a pitón ni mágico, ni quien pregunte a los muertos. Es abominación a Jehová cualquiera que hace estas cosas…»

Walter Mercado, astrólogo, gana más de 250 mil dólares diarios con su compleja red de servicios telefónicos, en la que psíquicos predicen el futuro…

Desde la Fe: «El pretender conocer el futuro mediante los horóscopos, lo único que se consigue es poner la vida en manos de simples suposiciones».

Y esta verdad, para que la mediten esos «religiosos» practicantes de una fe meramente milagrera: «Ni siquiera Dios quebranta la libertad, mucho menos lo pueden hacer un planeta o una estrella..»

La «bruja blanca»: Cáncer La Luna entró en su signo a las 22 horas y eso ha exaltado tu tenacidad en el terreno profesional. (Bueno…)

¿La astrología una ciencia? El científico: «Según ella el sol, la luna, las estrellas y los planetas, pueden influir en lo que sucede en la tierra, pero las propiedades zodiacales de las diversas constelaciones son pura imaginación. Los astrólogos primitivos no sabían nada de Urano, Neptuno o Plutón, que fueron descubiertos cuando se inventó el telescopio. Entonces, ¿cómo se trató de sus influencias en las tablas astrológicas trazadas siglos antes? Además, ¿por qué debería ser buena o mala la influencia de planetas, cuando la ciencia sabe ahora que todos son básicamente acumulaciones de rocas o de gases inanimados en viaje por el espacio..?»

A propósito: ¿entre ustedes existen católicos? Porque «El cardenal Juan Sandoval alerta a la población sobre la proliferación de grupos que promueven el espiritismo y la astrología Condenó la superstición, la idolatría la magia y la quiromancia prácticas que en el católico suponen una aberración y una gran ignorancia religiosa que los lleva a experimentar con la hechicería y la lectura de las cartas, las manos o el café. La Iglesia Católica rechaza con firmeza toda clase de superstición, idolatría adivinación y magia».

La astrología y el científico: El tiempo del viaje del Sol entre la constelaciones como hoy lo ve un observador en la Tierra está atrasado por más de un mes de lo que era hace dos mil años, cuando se trazaron las tablas astrológicas. La astrología no tiene, no puede tener base racional ni científica…

La ciencia ¿Y con la ignorancia qué tiene que ver la ciencia? (¿Qué.)

Después de esto, ¿hablar del Holocausto?

Asqueado todavía, horrorizado, en la mente los cientos de cadáveres desgarrados por la vesania del «pueblo de Dios», me explico ahora las opiniones que de los palestinos han expresado los nazis genocidas de Oriente. La de Menahem Begin en sendos discursos (1982 y 1988):

– Los palestinos son bestias caminando sobre dos piernas (…) Podrían ser aplastados como animalejos (…) las cabezas aplastadas contra las paredes…

Macabro, mis valedores. Demencial. En el territorio mártir, los validos de Washington siguen desgarrando a sus víctimas. Mujeres y niños, entre sus preferencias. Se manifestaba en The Jerusalem Post (2001) Moshe Katsav, presidente de Israel:

– Existe una enorme distancia entre nosotros, los judíos, y nuestros enemigos. No sólo en habilidad, sino en moralidad, cultura, santidad de vida y conciencia Ellos son nuestros vecinos aquí, pero aunque parece una distancia de unos pocos metros, aquí existe gente que no pertenece a nuestro mundo, sino que en realidad pertenece a una galaxia diferente.

La opinión de Noam Chomsky, analista político norteamericano:

– En la prensa norteamericana y en la prensa mundial, se pinta a Israel como el símbolo de la decencia humana (New York Times), como un país con valores morales excepcionales. Es cierto que de vez en cuando se equivocan, dicen, pero fíjense en lo nobles que son. A ningún otro país que comete atrocidades se le trata así. Israel tiene una especie de carta blanca como ningún otro país en el mundo. Si los rusos hubieran tratado a los judíos como Israel trata a los palestinos, probablemente les habríamos atacado con bombas atómicas. A Israel se le permite que trate a los palestinos como no se le permite a nadie.

Israel atacó Líbano, mató mucha más gente que Hussein: mató como a unas 20 mil personas en ese ataque. Bombardeó con saña la capital frente a la televisión. Todavía ocupa el sur de Líbano. Como los Estados Unidos estaban a favor de la invasión, vetaron todas las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que trataban de poner fin a la agresión. Israel sigue aferrado a los territorios ocupados. Se ha anexionado una gran parte. Los Estados Unidos (dicen estar contra las agresiones) les apoyan.

Golda Meier, en junio de 1969:

– ¿Los palestinos? No existe tal cosa como los palestinos. Ellos, los palestinos, nunca han existido. (Y una vez que se convenció, o de que fue convencida por medio de la violencia de que los palestinos sí existen:) Lo malo es que no hay nadie a quién regresárselos.

De Las guerras secretas de la CÍA: «El 7 de junio de 1981 se recibió aviso de que Israel, utilizando aviones de combate suministrados por los Estados Unidos, acababa de bombardear y destruir el reactor nuclear de Iraq (…) Israel disponía de acceso casi ilimitado a las fotografías por satélite obtenidas por los Estados Unidos y las había utilizado para preparar su ataque. Casey, director de la CÍA, había recibido la visita de Ariel Sharon, ex ministro de Defensa de Israel, un truculento ex general del bando de los halcones. Israel estaba facilitando apoyo paramilitar encubierto a la milicia cristiana más importante del Líbano, el derechista partido falangista dirigido por Gemayel, belicista implacable».

El jefe Heilbrun del Comité para la Reelección Gral. de Shobno Lahat, en oct, 1983: «¡Tenemos que matar a todos los palestinos, a menos que ellos mismos se resignen a vivir aquí como lo que deben ser: esclavos!»

(Y no, los palestinos no se resignan. Y como no se resignan…) Frente a la masacre de Junín, en Cisjordania, lo expresó Terje Roed-Larsen, enviado especial de la ONU:

El campo de refugiados fue escenario de horrores que superan el entendimiento humano. Vi gente en total conmoción, cuyas casas hablan sido destruidas. Vi familias tratando de desenterrar gente bajo montañas de piedras, pedazo a pedazo. Desde hace mucho no se había visto una destrucción masiva de esta dimensión. Es un infierno. Moralmente es repugnante…

¿Cómo habría reaccionado, qué hubiese expresado de haber presenciado la carnicería de Gaza, perpetrada a lo impune gracias a Bush y demás perros de guerra encuevados en el Pentágono..?

Dios, Alá, ¿quién es la víctima? ¿Quién es el verdugo? ¿Quién? (Alá. Dios.)

Alcohólicos

Y es como para preguntar al ama de casa que acaba de atravesar los excesos navideños: el marido y los comensales, que al uso católico celebraron a punta de brindis el nacimiento de Cristo, ¿superaron a estas horas el malestar físico? ¿Lo lograron a pujidos y volviendo el estómago o volviendo al gollete de la botella? Yo (conmigo el alcohol topó en hueso) alguna vez tuve una compañera que se quejaba del marido alcohólico. Sucedió que..

A la frutal sota moza la conocí hace algunos años, y al tanto de meses hicimos pareja, y aún andaríamos entreverados en recovecos de amor, de no haber mediado tres buches de una de a litro. La estoy recordando: joven ella, talento y sensibilidad, hambre de vida. Su abrupto desgajamiento me dejó marchito, vacío, fuera de mí y de este mundo. La separación de los amantes. Si sabré yo de esas mataduras…

Que, divorciada, los años de matrimonio con un alcohólico fueron de espanto, y qué tan dañada no quedaría, me dijo, que su vida penduleaba del sillón del analista a la sesión de alcohólicos anónimos:

Y aquellas sesiones, la moza y yo vulnerados por la catarsis de los fardos humanos (angustia, ansiedad) que a chupetones de café y cigarrito se daban a la jadeante maniobra de drenar el espíritu. Al final, ella (tan ansiosa, tan joven y vulnerable) me jalaba hasta la cafetería, y apenas entrando vamos afuera, y rematar en el parque público, y apenas llegar, a enfilar a cualquier carretera, y sin alcanzar resuello conducir el coche como buscando en el mundo un sitio que nunca pudo encontrar. Terribles, sí, las secuelas de su convivencia con un alcohólico. Yo, la zozobra por aquello de no lograrla entender…

Recuerdo la sesión que sería mi última y los fruncimientos de ánimo que me provocó el rito en que los humanos redrojos a pujidos vomitaban sus testimonios de horror y dolor. Ah, beneméritos, amarga y seca la boca y en tensión el aliento, pregonando a fuerza de tics y visajes su irreductible compulsión por el licor. Yo, apretado a la compañera que se apretaba a mi cuerpo, cómo no conmoverme…

– Me llamo Juan y soy un alcohólico. Me han internado en el manicomio. Choques insulinicos y electrochoques. Ustedes dos, bienvenidos.

Y ni cómo decirle que yo no soy más que un abstemio que acompaña a la víctima del alcoholismo. Ahora esa otra, tan joven y ya envejecida: «Mi nombre es María. Soy alcohólica Al amanecer entre la basura y el escupitajo clamaba a todas partes, a ninguna: ¿vivir todavía un día más? Quería aullar…

Inquieta, a lo compulsivo, mi compañera escuchaba, se abotonaba y desabotonaba una blusa sin botones, porque era un suéter azul. «Cálmate, mi niña». El del cigarrillo sin encender: «¿Vivir? ¿Seguir vivo? ¡Mi cuerpo se desgajaba por dentro! Exigía alcohol, ríos de alcohol! Y aquella soledad…»

Soledad del que en el licor ahogó empleo y amigos, hijos y mujer; todo, comenzando con la propia estima, el ajeno respeto, el decoro, la dignidad.

¡Dios, y así me juras que existes, y existes para qué, si de llevarte a mi chamaco sí te acordaste, y de mí no te acuerdas! Y a la botella..

Terminó la sesión, pero afuera, se rumoró con zozobra, un agente de cierta campaña alcoholera repartía licor a quienes iban saliendo. Cuidado, mucho cuidado. Lo comenté con mi compañera, y sin malicia la dejé separarse, y fue para nunca más. Dónde ande a estas horas…

«Afuera te espero, amor», fueron sus últimas palabras. Yo salí al rato, busqué a la compañera y… ¡Dios, cómo la fui a encontrar! Sorbiendo a lo compulsivo de una botella que con otros se arrebataba «Pero mujer, escúchame». Qué me iba a escuchar. «Niña», alcancé a decir. Ella, botella en mano, ya había trepado al coche, ya a lo violento daba el arrancón, la botella en la diestra y hasta hoy. Si viva o muera a estas horas, cuando conozco la verdad: era ella la alcohólica, no su marido. Fue él, abstemio, quien se divorció de la enferma Me encaré al que les repartió las botellas: «¡Perverso, sicópata, depravado!» Entonces él que abre la boca, que teoriza, razona, argumenta Yo, a gritos: «¡Oiga pues tiene razón! ¡Es por toda la humanidad! Preste acá esas botellas, que yo le ayudo a repartir».

¿Mal hecho, dicen ustedes? A ver, un momento: ¿y si en uno de esos alcohólicos arrepentidos se escondía alguno que por azar pudiera llegar a Los Pinos? ¿No es lo que le ocurrió al pueblo de EU con un Bush genocida y ex-alcohólico que desde La Casa Blanca ha dejado en ruinas a sus paisanos y al resto del mundo? ¿Un briago en Los Pinos? ¡Nunca! (Eso pensé.)

De bagres, robalos y huachinangos

Tarde de ayer. A la mesa, conmigo de invitado, el maestro y su jovencísima setentona de las zarcas pupilas, jubilados ambos y alojados en el cuarto de servicio que les renta el Cosilión. Yo había acudido al maestro para consultarlo sobre cierto problema que chicotea a buena parte de la comunidad. «¿Podría explicarme cómo se originó y cuál pudiese ser la solución?»

«Pero antes va usted a acompañarnos a comer». La maestra Águeda, su sonrisa, su manera de mirar. Suerte del maestro, convivir con ella en el mismo cuarto que, siendo «de servicio», ella lo revivió en taza de porcelana que retoña de flores, aromas, ese bebedero de color rojo donde aletean colibríes.

– No entiendo cómo fue que la gente se metió en el problema, y…

Ahí el entremés, y un platillo, y otro. Al final:

– ¿A nuestro invitado especial le gustó el pescado?

Por supuesto que me gustó, como también el caldo de habas y las tortillas recién hechas, pero el problema…

– A propósito de pescado, mi valedor: ¿conoce usted algunas de las tácticas que aplican ciertos pescadores para lograr una buena pesca?

Válgame, pues a dónde querría llegar el maestro. «Ninguna conozco. Pero el problema que le vengo a consultar…»

Luminosa sonrisa, la maestra Águeda y el platito de queso y miel. Como si no me escuchara, el maestro:

– Al irse de pesca llevan una buena ración de carne de desecho, y al localizar un cardumen, un banco de peces, por estimularles la voracidad les arrojan el pedacerío, que los animalitos devoran. Ya están cebados. Ya los cebó el pescador. Y requieren más. Y allá va la carne, sólo que ahora prendida al anzuelo. De regreso, la lancha viene cargada de buena pesca ¿Lo sabía?

– No, lo ignoraba, pero en cuanto al problema social…

Llegó el café; y aquel aroma, y este sabor (allá, abajo, esa sirena de ambulancia o de patrulla policial certifica a aullidos que estamos en México.)

– ¿No lo ha entendido, mi valedor? ¿No advierte la estrategia del pescador aplicada al problema que viene a plantearme?
– Es que pescador, huachinango, robalo y tarjetas de crédito. No encuentro la relación.

– A ven ¿cuál es aquí el cardumen de peces, si no el universo de los clientes potenciales de la tarjeta de plástico? ¿Qué factor explotó el pescador para atraer a sus víctimas, si no la codicia la voracidad. ¿Para qué, si no, esa aviesa publicidad que induce a los voraces a adquirir el engaño de la tarjeta? Para manipular a la víctima con el subterfugio de estimularle el ego: «Está en tu mano adquirir todo lo que quieras, todos esos productos que con dinero en efectivo te son inaccesibles, y que hoy, con tu tarjeta de plástico, tienes a tu alcance Con el poder de tu firma Tu tarjeta te ubica en la moda y te confiere status, categoría, nivel social». ¿Ahora sí va entendiendo?

Un bandazo de viento me trajo serenata «Son el cielo, la luna y el mar». No sé por qué lo relacioné con el banco de crédito y sus manipulados.

– Ya se cumplió el siguiente paso: crear en la víctima la adicción. Así enviciada, esa víctima ya cayó en la cultura de la irracionalidad, ya no razona, procede a lo irreflexivo, ya le despertaron el anhelo de adquirir lo que con sus ingresos le sería imposible, sin avizorar los riesgos del fementido plástico que trae entre manos. Ahora, con su poder de compra, al adquirir el producto y firmar la factura experimenta ese placer momentáneo que el fumador al tragar la bocanada de humo, o el adicto al licor cuando pega un trago a su copa. Ya mañana la indisposición estomacal; ya mañana el daño en los bronquios. Por ahora, el placer de adquirir, de «cosificarse». ¿Va entendiendo el proceso?

Vaya que lo iba entendiendo. Inquieto, en mi estómago, el huachinango.

– ¿Que a la víctima se le agotó el crédito? ¿Y? ¿Cuál es el problema? «¡Me dieron un crédito más!», ¿lo ha oído en el promocional de la radio? Y aun por el doble de la cantidad original. El pescador va soltando el hilo al que ya picó el anzuelo, la cuerda al que está a punto de ahorcarse. El insensato se va enredando cada vez más, va hundiéndose en las arenas movedizas, sin apenas percatarse del peligro, hasta que, de repente, el problema le estalla en el rostro: ¡la cartera vencida’ ¡El embargo del coche, los muebles, el departamento! Y el temor, el terror, el pánico. ¿El banco de crédito? Respaldado por el seguro contra riesgos, el banco nunca va a perder. Nunca

Pensé en los pescaditos que acababa de engullirme. Fatal, porque su suerte, mafiana mismo, como la de algunos tarjeta-habientes… (Lástima)

A su memoria…

Los hoy muertos y heridos se encontraban ayer aquí, a orillas de Acteal, rezando. Estaban rezando. Así, de rodillas, los balacearon por la espalda. Jesucristo Nuestro Señor, Principe de la Paz, el Verbo que vino a poner su morada entre nosotros, fue recibido • por algunos y rechazado por las tinieblas...

Hoy recuerdo a los mártires de Acteal. Como cada año desde que el crimen descomunal fue perpetrado, hoy traigo a la memoria colectiva aquel 22 de diciembre de 1997, cuando la comunidad chiapaneca quedó regada de cadáveres. Aquí, por que no se nos muera la memoria histórica, las vivas palabras de monseñor Samuel Ruiz, que así lo expresaba en su Carta pastoral de la Navidad de 1997:

«A todo el pueblo de Dios que peregrina en nuestra sufrida Diócesis de San Cristóbal de las Casas. A todos nuestros hermanos. Agentes de pastoral:

Por si acaso hubiéramos olvidado que la verdadera Navidad se da en un contexto trágico de opresión y dominio, de inseguridad y puertas cerradas, de persecución y exilio y aun de verdadero genocidio, los acontecimientos de estos días en Chenalhó nos lo vienen a recordar. La dicha más grande que el mundo ha conocido: el nacimiento en nuestra carne del Verbo de Dios, aconteció en el marco doloroso del mayor sufrimiento. La luz verdadera irrumpe en medio de la más densa niebla La Navidad de este año es para el pueblo cristiano de nuestra Diócesis, de nuestro estado y del país entero, una Navidad luctuosa No sólo es ignominioso el número comprobado, hasta el día de hoy, de muertos (45) y de heridos (25), muchos de ellos menores de edad, sino sobre todo el clima de violencia creciente e impune denunciado acuciosamente a las autoridades que lo podían haber frenado, con anterioridad a este indignante desenlace.

Son tantas las circunstancias agravantes que hacen de este doloroso acontecimiento un verdadero crimen contra la humanidad. El hecho de que el ataque fuera perpetrado por hombres adultos, armados, contra un grupo mayoritariamente de mujeres y niños desarmados. El hecho de que ese grupo victimado –«Las Abejas»– sea precisamente uno que ha hecho profesión pública y desde hace tiempo de su opción por los medios civiles, pacíficos y no violentos para la consecución de sus demandas, aun cuando viven y trabajan en el corazón de una zona donde la violencia se ha enseñoreado. El hecho de que las víctimas fueran un grupo de personas recientemente hostigadas hasta el punto de ser obligadas a abandonar sus casas y poblaciones, pues en Acteal se encontraban ya en calidad de desplazados.

El hecho de que el ataque se haya verificado precisamente en un momento en que estaban reunidos en la ermita del poblado, orando por la paz; y seguramente orando por quienes les perseguían. Conocemos que tal es la calidad cristiana de esos hermanos y hermanas. ¡Qué horrible paradoja que el mismo día en que pudieron ser abiertas algunas ermitas que habían estado cerradas y ocupadas por grupos armados de civiles y de policías, en este mismo día, en una ermita de la zona de Los altos hayan sido masacrados todos estos cristianos! En el espacio de lo sagrado irrumpe la violencia ¡Y para este pueblo tan hondamente religioso! Toda la tradición judeo-cristiana, secular, de que los templos son Santuario para los perseguidos, ha sido aquí pisoteada

El hecho de que hoy, a muy temprana hora las autoridades del estado hayan ordenado recoger todos los cadáveres, quizás con argumentos jurídicos o sanitarios funcionales (podrán hablar de la necesidad de practicar autopsia o evitar una peste), viene a convertirse en un agravio más, y no menor, a los sobrevivientes de la masacre. Ellos han venido hasta nosotros, suplicantes:

– ¡Queremos enterrar a nuestros muertos! ¡No dejen que se los lleven..!

Quien conoce el alma indígena sabe hasta qué punto es existencialmente indispensable hacer el duelo, llorar a los muertos. ¿Será que hasta ese consuelo les va a ser arrebatado? Sólo por la fe y con ayuda de la revelación podemos comprender que así es la Navidad verdadera Esta, y no la de la sociedad de consumo, es la que permite entender a fondo el misterio de la Encarnación. Aquí, en Chiapas, algo nuevo está naciendo, y no concluirá el parto sin estas dosis estrujantes de dolor…

Cuánto trabajo nos cuesta, en este momento, decir: ¡Feliz Navidad! A nuestra sensibilidad humana nos parece que el Niño nace muerto…»

Chiapas, Chenalhó, Las Abejas. Los masacrados de Acteal viven. Y reclaman.

(Óiganlos.)

Que truene el cuete…

Católicos y cristianos, dos ríos que fluyen paralelos, aunque a veces, raras veces, se juntan, y aun llegan a mezclar sus aguas. Mis valedores:
Todos mis estudios, incluyendo algunos primarios, los realicé en el seminario, donde me preparaban para la carrera sacerdotal. A su hora salió a flote mi verdadera vocación, que era enredarse en las enaguas de una mujer. Con la bendición de mis preceptores me fui al mundo que alienta más allá de las bardas del seminario, y la paz. Pero no iba a salir con mis manos vacías…

No, que en el seminario me dieron a comer del árbol del conocimiento del bien y del mal y me troquelaron los dos únicos colores de la conducta humana: el blanco y el negro; sin matices, sin medias tintas, sin más. Ya es asunto mío si conociendo su diferencia abismal encuadro mis actos a dicho conocimiento. Y algo más: en el seminario me enseñaron gramática. En tal encierro conocí, como animal loquax, mi instrumento de expresión: el lenguaje Desde entonces fui vacunado contra esa infame proclividad del comunicador (colaboracionista servil, ignorante e irresponsable) para importar del inglés vocablos y expresiones que, correctos en ese idioma, en el nuestro resultan disparates atroces:
«evento», «performance», «hoy inicia», «a la brevedad» ropa «casual», «luce divina», política «agresiva», etc. Yo no.

Y algo más: aprendí religión; su misterio, sus dogmas, su ceremonial. Supe de la oración, ese vínculo del creyente con su Creador, y a propósito: vivo cercado de católicos en su aplastante mayoría, que en su aplastante mayoría violan los 10 mandamientos de la ley mosaica Aquí y allá espinillas en la piel de un rostro lozano, coexisten la piquera, la mancebía y el antro nocturno que funciona todo el día Hay asaltantes y raterillos, y aquí el drogadicto y allá el violador, y dondequiera la pareja mal avenida o aún peor: juntos ella y él en la misma casa y durmiendo en el mismo catre, pero ya con el trato confianzudo, chato y vulgar, de dos conocidos que a lo rutinario y mediocre realizan su vida y su intimidad cuando ya han extraviado el amor, la ilusión, la magia horror.

Hay en mi vecindario violencia intra-familiar y borrachos y desobligados, y casadas que dan la espalda al marido y el frente al sancho. Fluye cada día un ancho río de necesidades: el baldado, el desempleado, el que sobrevive al día y apenas, a penas. La clínica del Seguro Social y la sala de Urgencias son el vivo, el mortecino y sufriente muestrario de la herida que sangra, la llaga infectada la purulentosa piel y la enfermedad incurable de los esperanzados que ya nada esperan más allá de lo angosto y raído de su esperanza el milagro de Dios. Garapiñando la zona, la parroquia la capilla la ermita la hornacina callejera y la salmodia de las campanas que convocan a misa al ángelus, al rosario. Qué de oraciones, de pedimentos y rogativas sugiere el río revenido de las necesidades que muestran los habitantes de mi colonia católicos la gran mayoría ¿Entonces..?

¿Por qué todo ritual religioso en templos, capillas y ermitas, a media mañana medio día o media noche, se resuelve en bombazos que despiertan arritmias y taquicardia cimbran los cristales de las ventanas y les chispan el mastique? ¿Por qué, siendo la oración un acto de conciencia que se cumple de piel adentro, un íntimo diálogo del alma con su Creador; por qué caraj…mbas, repito, toda manifestación de religiosidad la resuelve el católico con el retumbar de cohetones que ni los beneméritos judíos del «Holocausto» arrasando poblaciones de palestinos? ¿El fragor de la pólvora indica religiosidad? ¿A punta de estallidos se intenta atraer la atención del Altísimo, al que por distante se le llama a bombazos, o sólo se pretende espantarle el sueño? Yo pregunto a los reverendos pastores de la católica grey ¿es esa la forma de orar que han enseñado a sus feligreses? ¿A punta de explosiones de pólvora vamos a recuperar unos valores morales que esta católica sociedad parece haber perdido de forma irrecuperable? Sus reverencias y paternidades:

¿Por qué permiten, por qué fomentan que a bombazos y a nombre de Dios se violen leyes y el sosiego personal familiar, comunitario? ¿La potencia del estallido está en relación directa con el grado de dificultad del milagro que implora el pensamiento mágico? ¿Diez arrobas de dinamita para que Dios me saque de pobre y una chinampina para que lave el país del narco y la corrupción? Padre cura ¿cuántos megatones de cohetes necesito para sacarme la lotería? ¿Y para que mi vecina se decida a facilitármelo? El milagro, ¿a retumbos de pólvora? (Dios.)

¡Aquí nadie impone presidentes!

Managua, 15 de dic. La solidaridad internacional con el escritor Sergio Ramírez, censurado por el gobierno sandinista, ya supera una lista de 300.

Y que en Nicaragua sigue la turbulencia que provocaron las elecciones municipales de noviembre. Piedras, palos, morteros y plomos intentan sustituir el dictamen oficial del triunfo sandinista sobre los candidatos del Liberal Constitucionalista. y lo más grave en la acusación del presidente Ortega: «Nicaragua está desfinanciada por la decisión de EU y la Unión Europea de congelar la asistencia económica tras el ‘fraude’ en las urnas». A ver:

¿Pues qué, sólo con las muletas de Washington puede avanzar un país al sur del Río Bravo? Porque fue así como hace décadas alguien echó al sandinismo del palacio de gobierno. Fue nada menos que una mujer, y enfermita de sus piernas, que a paso cojitranco llegó al palacio de gobierno. La plaza principal, enfiestada, hervorosa de dianas, entorchados y trajes de gala Aquella mañana de pólvora, sol y voleo de campanas, se cambiaba la presidencia del país. El corazón de Managua, un ascua viva..

Fue en los 80s. Al triunfo de la revolución sandinista sus comandantes conocían el nivel máximo de popularidad entre sus coterráneos y gobernaban el país; eran los esforzados hermanos Humberto y Daniel Ortega, el monje y poeta Ernesto Cardenal, el novelista y luchador civil Sergio Ramírez, y los todavía por aquel entonces íntegros e ínclitos Tomás Borge y el Comandante Cero. Fueron ellos, los sandinistas, quienes en nombre de la democracia y como por no dejar, al término del gobierno de Daniel Ortega llevaron a cabo el proceso de las urnas. Unas elecciones de mero trámite. El Frente Sandinista de Liberación Nacional seguirá gobernando, se aseguraba Lógico…

Pero no, y aquí lo increíble: la Nicaragua que fue de los vencedores de gringos, los héroes Estrada, Umanzor y Augusto César Sandino; la Nicaragua de León y el barrio heroico de Monimbó, que terminaron con la abyecta dictadura de los Somoza, ahora repudiaba al sandinismo y aplaudía a sus nuevas autoridades, quién lo creyera Ahí, bastón en la diestra y paso cojitranco, una modesta ama de casa, doña Violeta Barrios, viuda de Chamorro, por media plaza se desplazaba rumbo al estrado donde la aguardaba la banda presidencial. De no creerse: los nicas habían dado la espalda a los sandinistas y el voto a la viuda de un periodista asesinado por la dictadura somocista Cansino el andar y en el bastón la diestra, la señora ama de casa partía plaza entre los aplausos de los asistentes a la ceremonia Yo, los ojos clavados en el cinescopio, pregunté a mi amantísima «¿Lo entiendes tú? ¿Puedes entender cómo esa señora que trastabillea rumbo a la primera magistratura de Nicaragua desplazó a los luchadores de la revolución libertaria, los del Cerro del Común? Yo no alcanzo a entender».

– No lo entiendes porque algunos detalles te pasan inadvertidos. Los bastones en los que se apoyó la señora, pongamos por caso.

– Uno le miro en la diestra, en el que aligera la pierna enfermita

– No es un solo bastón, son muchos. Mira ahí. ¿Qué ves, amor?

Los vi, los observé, y válgame, con razón: entre discretos aplausos a la nueva mandataria distinguí los bastones que la apoyaron en su camino rumbo al poder. En el palco de honor, sonriendo apenas, los representantes de Washington; a su lado, sonriendo beatíficamente, el cardenal Ovando y la alta jerarquía católica; más allá, los rostros circunspectos de los dirigentes de organismos empresariales de Estados Unidos. Más acá, los capitostes de radio, TV y prensa escrita; más allá, ojo avizor, los entorchados del uniforme militar. «¿Comprendes ahora, mi amor?»

Comprendí, y di gracias al cielo. Se las di (nomás las gracias) porque México no es Nicaragua, y hasta mi país no alcanza la mano rapaz e invasora de Washington, ni hay un gremio empresarial que desde periódicos, radio y TV enajene aturdidos a punta de lemas envenenados repetidos hasta la náusea («¡un peligro para México!»), para que esas masas terminen dándole el voto a quienes las perjudican, ni la maldición de un clero católico que desde el púlpito y al engaño de la religión manipule a sus ovejas para imponerles una ultraderecha reaccionaria, yunquera y opusdeísta de cristeros tardíos. De pie, brazo en alto este dedo parado, miren, lancé a los cuatro vientos el vaticinio:

– Aquí, por fortuna, si llega a surgir un carismático líder de masas ¡nunca será derrotado por cualquier chaparrito, jetoncito, peloncito, de lentes!

Eso profeticé. Acertado que es uno. (México)

Si Cristo bajara a la tierra…

Que hace años visité a La Morena, les contaba ayer, para implorarle el milagro de que volviese a mí mi morena, que se me fue para nunca más, y alma mía de mi ausente, y ojos que te vieron ir, mi única Para llegar hasta el pie de la tilma cometí la temeridad de abrírmelo (el paso) en la selva virgen, o casi, del ambulantaje invasor. Sigo la crónica de mi aventura, desventura mía

Que implorando el milagro de salir con vida de la turbamulta de tenderetes miré el retablo del Divino Rostro, pero el ingenio de los imagineros: al alterar el ángulo de visión y gracias al artificio de unas placas de vidrio, el Divino se transformó en La Morena. Al persignármela, un meneo del cogote y ¡tíznale!, ya era el rostro bobalicón de Juan Pablo II, y qué hacer; ante el bobalicón y presunto beato dibujaba la cruz, cuando, al mover el pescuezo, válgame, me la estaba persignando frente a un anuncio de Sabritas, patrocinador de la gira papal. Por último, apareció la imagen ¿de San Juan Diego, del Niño Fidencio, del Ánima de Sayula? ¡No, la de Fox! Sentí el amago de vómito. Dios, tú, ausente en toda esta industria del fervor inducido…

Di tres pasos de lado, y empujado por la multitud de penitentes como yo me fui sobre el tenderete de medallas milagrosas y juanpablos de yeso, producto chino (concesión y licencias vendidas en dólares por Norberto Rivera, fayuquero político y cardenal). De repente, entre santitos de yeso: ¿y eso? ¡Una taponadura total de la vía dolorosa (los 46 centímetros libres entre la jungla de tenderetes), generada por los peregrinos que venían en sentido contrario! «De San Ciríndanguillo el de Enmedio . me informó el de la cotorina Alientos acedos, ácidos alientos. «Y cómo fregaos no, si llevamos desde oscura la mañana bien taponiados» «Ah, estreñimiento. ¿Cenarían tunas?» «Taponiados, que ni pa atrás ni pa’lante, aguantándonos la hambre y las ganitas de desfogar», «¿vienen a dar gracias, a implorar algún milagro?» «Tovía en la mañana veníamos a rogarle a La Morenita que nos chispara al ratero que nos impuso el PRI. Más tarde le pedíamos el milagro de que esta cola avanzara Ora tan sólo y con toda el alma le suplicamos que nos ayude a salir de aquí»

Y ándenle, que de repente y a gritos, la ventrudita «¡Chencho, aquí el bigotón este se me trepó a la cola y me la está empuercando!»

– ¿Yo? ¿En semejante apretura?, protesté. ¿Podría yo propasarme sexualmente con usted? Ni cómo subir la mano y ponérsela allí.

– ¡La cola del vestido, no se haga que la Virgen le habla!

Blanco, nupcial. Uno de mis botines pisando la cola En la apretura logré alzar el pie el tanto de 4 cms. El Chencho «No se apene, mi señor, es que la Concha está muy sensible». Y con razón. Según esto, se casaron ayer, y se les ocurrió pasar el estreno cerca de La Patraña. «En un hotelito de allá enfrente». Y que llegaron al cuarto y se encerraron, y órale. «En los mameyazos, mi señor, ¿pues no sale del cuarto de baño el ambulantaje? Que viagra con sabor de grosella y que globitos de Taiwán, fayuca legítima, estos no se pandean con el trabajo sucio ni la obra negra». Y que el acto fallido lo fueron a rematar bajando las escaleras, en un recodo de la planta baja Al salir, aquello todo inundado. ‘Tero si no es tiempo de lluvias». «Inundado, pero de ambulantes, que ni cómo agarrar rumbo a la central camionera ¿No, Concha.?»

Y acá seguíamos la runfla de peregrinos, jadeos, tentaleos, pujidos y restregones. ¡Y aquella piel desnuda en mis manos! Suavecita, sin celulitis, pero lástima de machía «¡Y bien macho, sí señor! Mas que me vea en cueros no pensar mal». Resultó ser un prófugo de los baños públicos. «Allá enfrente. Yo entré a mi regaderazo semanal, y ya en cueros iba al vapor, cuando en eso sésgale, el chisguete frío en pleno lomo y partes retrógradas. Un limpiaparabrisas, intentando lavármelas. Y que me le escapo, y me salgo, y me agarra esta apretura». Y el panzón: «Yo peor, qué bochorno: ahí, en los sanitarios públicos, pagué, entré, y ya me disponía a hacerlo como Dios manda cuando ahí enfrente la chava «Productos higiénicos y otros rollos, patrón, pruébelos sin compromiso. Supositorios, oferta Qué bochorno». Mis valedores:

Cuatro horas más tarde lograba yo arrodillarme a los pies de La Morena Y ocurrió que al mirarla ¿pues qué? ¿No se alegraba con mi presencia? ¿Por qué tal dolor en su rostro? Miré en derredor: a gritos y manotazos, una turba le exigía el milagrito: «¡Que saquen del tambo, patrona a nuestra patrona.!» –

La Barrios, por aquel entonces enchiquerada en la cárcel. (Y el milagro se produjo, pero no por la intercesión de La Virgen, sino de muchos billetes y un picapleitos.) En las pupilas de La Morena una furtiva lágrima (Dios.)