¿Yo catastrofista..?

¿No que no, mis valedores? ¿No que no se dejaba convencer? Agustín Carstens terminó por rendirse y doblar las manos, aunque no fue a mi poder de convencimiento ni a los argumentos con que intenté testerearle las fibrillas más sensibles de su voluminosa humanidad. Yo, dolido por los achaques físicos de algunos vecinos, desde septiembre le fui a reclamar:

– Créame, don Agustín: las medicinas están cada día más caras. Si no me cree salga a preguntar en cualquier farmacia. ¿O usted nunca ha necesitado un digestivo, un auxiliar contra el estreñimiento?

El Sec de Hacienda, mansurrón: «Bájale, que sea menos. Si subieran de precio las medicinas automáticamente se elevaría el salario remunerador».

Días más tarde, ya con él en la mano: «¿Vio el reporte de la Org. para la Cooperación y el Desarrollo Económico? El precio de las medicinas en México es tan alto que muchos mexicanos no las pueden adquirir».

– La OCDE exagera, bigotón. Tú, además, ¿de qué te quejas? Te veo gozando de cabal salud. Que tus vecinos se curen con tisanas y chiqueadores, total. Caramba con los alarmistas. ¿Acaso no sabes que gracias a tu presidente Calderón (¿Mi qué? La frase me pegó en los tompiates) en este sexenio las y los mexicanos ya alcanzan más años de vida?

– Creen vivir más. Es que cada año, por sufrido, se nos hacen tres.

Nada logré con la entrevista, pero, necio, días después: «¿Se convenció? La carestía de las medicinas ha incrementado los productos de la canasta básica. ¿No lo percibe, don Agustín? Allá afuera el ambiente se siente electrizado. Se palpa la tensión de las masas sociales. La sociedad está enferma Problemas como la pobreza y la inseguridad pública han terminado por enfermarla».

– Modera tu catastrofismo, bigotón. En qué te basas para venir con el chisme ese de que.la sociedad está enferma.

– ¿No detecta los síntomas? Violencia intrafamiliar, ruptura de la pareja, embarazos prematuros, niños de la calle, incremento en el consumo de droga y alcohol, suicidios entre adolescentes. La sociedad está enferma, señor; muy enferma por cuestión de la crisis.

– ¡Crisis! ¿Cuál crisis? ¿A un catarrito le llamas crisis? ¿Nada te dice la promesa de tu presidente Calderón, formulada el 28 de septiembre del año anterior? Aquí tengo a la mano la nota de prensa «Después del gasolinazo nunca mas habrá crisis en el país». Y tú sabes: promesa que formula tu presidente Calderón, promesa que tu presidente Calderón cumple religiosamente Yo, mira, en esa promesa me baso para redactar este plan ranchero que estoy tramitando para que el próximo gasolinazo no le caiga de peso a los mexicanos. Tú, mientras tanto, ve a curar a tus enfermitos, no vaya a ser que el gasolinazo les pegue cursera

– Pero es que aumentar de precio la gasolina significa encarecer todavía más las medicinas…

– Tantito nomás. El supositorio unos centavitos más largo, para que sienta el cuerpo lo que recibe. Anda, y cierra la puerta por fuera
Lo dejé empericado en su torre de marfil. Pero a ustedes les consta acá afuera se agrava la situación día con día, y así se lo dije días después: «¡Los focos rojos, don Agustín! ¡El alza de cápsulas y pastillas encareció los productos de consumo popular! La señora del tianguis, ¿sabe cuánto me cobró esta mañana por el mamey? ¿Sabe que de ahí me regresé sin huevos..?

– ¿Y huevos para qué necesitas en este país? Nomás te la hacen de fumarola con el colesterol. Vive sin huevos y vivirás mejor, yo sé lo que te digo; y si no quieres pensar en huevos, ponte a ver la tele. De otra manera ahí te lo haya, que como los malos toreros, te vas a perder La Oreja. Ayer, ya desalentado, visité a Carstens. «¿Sigue usted necio con aquello de que las medicinas no han encarecido?»

– ¡Claro que han encarecido, recua de bandidos los de la farmacia de aquí a la vuelta! ¿Cuánto crees que me sacaron por estos frasquitos?
Pálido. Jadeante. Halitosis. La frente perlada en sudor. Alineados sobre una hoja de periódico con encabezados aspaventeros: «Negro despertar». «¡Nos sorprendió la crisis!» «¡La devaluación del peso brincó por donde menos esperábamos!, declara el Secretario de Hacienda.

En las etiquetas de los frascos: Tafil, Valium, Prozac, Valeriana. Carstens. Me dio una lástima (Me salí.)

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