¿Conque renunció usted a su puesto como gobernador de Nueva York? ¿Por qué, mister, por qué? ¿Nada más porque le descubrieron sus prácticas, humanísimas, de putañero? ¿Nomás por eso? ¿Quién se atrevió a tirarle la primera piedra, quién se escandalizó hasta forzarlo a la renuncia del cargo público? ¿Algún o algunos espíritus puritanos? ¿Esto, en el país cuyo gobierno es hoy el terrorista mayor del orbe y causante de muerte, devastación y lágrimas en todos los puntos de la rosa? ¿Esto en el gobierno provocador del más extenso terrorismo contestatario que registra la historia moderna del orbe? Esos, los genocidas, ¿escandalizados porque usted se ayuntó con una ramera a toda velocidad, mil dólares por hora? ¿Sólo por eso, señor? ¿Así funciona la doble moral en el país de la violencia, el racismo, el genocidio y la violación sistemática de los derechos humanos? De no creerse, Mr. Spitzer. Con ese doble discurso quién no va a repudiar la fulminante renuncia, que no sea algún furibundo pro-yanqui de esos que, por desgracia para la humanidad, abundan por todas partes. Y si no, mire hacia acá, hacia el sur…
Apuesto, Mr. Spitzer, a que en la industria de la prostitución nadie ha enviado a usted un par de jovencitas, doncellas tal vez, a las que designó con el lenguaje en clave de: «dos botellas de cognac para que te las eches«. Usted se quedó sin doncella y sin cognac, ¿no es cierto? ¿Por qué, señor? No me lo explico. ¿Pues en qué país vive usted, que así armaron la escandalera al cogérselo en plena suerte, mala para usted y benéfica para la barragana que en mala hora fue a contratar a toda velocidad, mil por hora, una tal Ashley Dupré cuyos servicios ahora se cotizan más altos que los de la miss Lewinski, si es que así se escriba su ilustre apellido? ¿Pues en qué clase de país vive, que nadie le dio valimiento ninguno?
ítem más: ¿por qué esa caída fulminante? ¿Tan solo, inerme, indefenso y vulnerable se encontraba como político a la hora en que se descubrieron sus prácticas carnales de trasmano, rebotica y trasputín? ¿No hubiese podido usted evitarlo? ¿No encontró con respaldos y valimiento en los poderes legislativo, ejecutivo y judicial? ¿No tenía usted buenos contactos con los partidos políticos, alguna cúpula sindical, esta o aquella congregación religiosa o algún otro organismo de peso en el panorama político de su país? ¿A la hora de la escandalera no contaba con una corte suprema de justicia, a la que usted, previsoramente, hubiese obsequiado algún terreno donde levantara su sede justiciera? Yo estoy seguro de que esa corte suprema, ahora suprema «corta», no hubiese fallado a usted al fallar en contra de sus acusadores. Júrelo.
¿Los partidos políticos dónde quedaron, por qué no olfatearon la coyuntura para el chantaje, la componenda, la concesión?
Por cuanto a su presidente: ¿por qué no lo apoyó? Apenas y a penas estallado el escándalo de sus puterías, Mr. Spitzer, ¿por qué su presidente no corrió a visitarlo para darlo a valer, y exhibirse en público con usted, posar para la foto, estrecharle la mano y palmearle los lomos, ambos sonrientes con sonrisa cínica, carente de dignidad? Con la complicidad presidencial hubiese usted evitado el sofocón de renunciar a la gubernatura de Nueva York (iba a decir de Puebla), con todos sus beneficios, que usted dejó de recibir. ¿O quizá su presidente no tiene cola que le estropeen? ¿Nada debe al antecesor en el puesto, que así tenga que servir de tapadera a todas las sinvergüenzadas del antecesor y a las de los actuales gobernantes? Ya lo oigo protestar: que no la friegue, que eso no ocurre con el presidente de su país? No me diga que semejante personaje, con todo y haber llegado a su puesto bajo sospecha, no tuvo que verse forzado, a querer o no, a pagar a estas horas un altero así de factura, mire, producto de la turbiedad con que llegó a la presidencia a base de componendas, compinchajes, complicidades y demás conductas maniobreras, de modo tal que ahora, se viese forzado a la maniobra de compartir con usted el descrédito, sonriendo para la foto y arriscando una de las cejas. La izquierda, contrasentido vil. Mr. Spitzer:
Véngase a mi país. Como reemplazo de la Dupré le tengo dos candidatas: la Jana Chantal, espléndida en su mini-mini. (Travestí, sí, pero no fijándose..) La otra es mi prima Tencha, «distinguida priista» que ficha en El Burro de Oro bajo nombre artístico de La Princesa Tamal. Que ella se la endereza; una nueva carrera política De repente priista, aliado del PAN y socio de Mouriño, ¿se imagina usted? Anímese, ¿sí? (Conste)