Veintiuno de marzo de 1808-18 de julio de 1872. En estas dos fechas cabe toda su vida, sin más. Sesenta y cuatro años fue el tiempo de vida de don Benito Juárez, pero años bastantes para troquelar en la historia del país rumbos, metas, perfil, señas de identidad. El de Juárez y su templado equipo de liberales fue un gobierno de claroscuros: desde una sufrida lucha contra «soberanos» de pacotilla hasta una crueldad extrema para con los vencidos, y desde unas luminosas Leyes de Reforma hasta un Tratado McLane-Ocampo que, en apariencia, y sólo en apariencia (consulten la Historia), cedía parte del país a los Estados Unidos. De los males, el menor; Juárez y sus liberales instrumentaron el McLane-Ocampo para evitar que el gringo se quedase con Baja California, Chihuahua y varios otros estados del norte del país. Los liberales evitaron tal desgracia nacional con el auxilio de una circunstancia para nosotros afortunada: en guerra civil del Sur contra el Norte, los yanquis maniobraron para evitar que los confederados se fortaleciesen con el territorio mexicano. Qué bien, por más que el propio Juárez lo estipulaba:
Todo lo que México no haga por si mismo para ser libre, no debe esperar ni con
viene que espere que otros Gobiernos u otras naciones hagan por él. Auxilios negativos son los únicos que puede darnos Estados Unidos, como el que nos fusile por la espalda…
Hablando de historia lo escribió el estudioso Santiago F. Fuentes: Los libros de historia se han convertido en los mejores aliados de los políticos mexicanos a la hora de explicar o justificar sus acciones. Santiago Oñate, orador del PRI en la ceremonia juarista, aprovechó el 189 aniversario del nacimiento del benemérito para, en un forzado paralelismo, comparar a Juárez con el presidente Zedillo: «Bien sabía Dn. Benito Juárez de los riesgos de la suspensión de pagos. Fidelidad a lo pactado en el exterior. El sacrificio del pueblo mexicano, necesario para salir de la crisis. No es permisible postergar el desarrollo en la justicia de millones, a cambio de transitorios alivios. Lo sabía el Presidente Juárez. Lo sabe el Presidente Zedillo«. (Asqueante)
Priista fue también uno que años atrás así discurseaba: ¡Don Alfonso Martínez Domínguez es el Benito Juárez de los burócratas! ¡Don Alfonso, como el Benemérito, surgió de la humildad! ¡Don Alfonso es nuestro Benito Juárez, el benemérito de tos burócratas.»»
Por cuanto al panismo, enemigó de Juárez: en abril de 1997 legisladores del PRI, PRD y PT rechazaron las expresiones del panista Noé Aguilar Tinajero, en las que juraba que Benito Juárez traicionó a México. Los diputados advirtieron que no permitirán expresiones que pretendan dañar la imagen y el legado histórico del Benemérito. El criticable, clamó el diputado oaxaqueño José Antonio Hernández Fraguas, la postura del panista, que pretende desprestigiar a Juárez como pretexto para cambiar la nomenclatura de varias calles en el Edo. de México«. Y el priista José Carmen Soto Correa: «Aguilar Tinajero es acólito del partido del campanario».
Pues sí, pero más tarde al país iba a caerle encima un gobierno reaccionario y yunquista, prokanki y confesional, y en la Secretaria de Gobernación iba a encuevarse un hijo de cierto Salvador Abascal, fundador del Sinarquismo, que así se expresaba del Benemérito:
Benito Juárez engañó a los indígenas expropiándoles sus tierras, pero no sólo eso: yo considero que la personalidad del Benemérito de las Américas ha sido sobrevalorado por el sistema político mexicano. Sugiero la necesidad de un redimensionamiento de su verdadero papel histórico.
Dn. Benito y el gobierno panista: «Cd. Camargo, Chih. «Una grave tensión política se suscitó el 12 de julio (de hace unos años), cuando la alcaldía panista realizó la demolición de una estatua de Dn. Benito Juárez para poner en su lugar la del fallecido panista Carlos Chavira…»
Aguascalientes, Ags., marzo de 1997. El alcalde panista Alfredo Reyes decidió entrar en la posteridad e impuso su nombre a una calle que antes se llamó Benito Juárez. La vía pública que rendía tributo a Juárez tiene ahora una placa con el nombre del alcalde, que no sólo registró su nombre, sino que también puso el de los panistas Manuel Gómez Morfn, Miguel Ángel Mérida y Efraín González, a calles de la misma colonia, San Francisco».
«No se me oculta ni trataré de disimularlo: la situación actual es complicada, difícil y tal vez peligrosa». Benito Juárez. (A su memoria)