¿Y luego los Caballeros de Colón?

¿No iba a estar en su espada la guarda de la catedral? ¿O qué, los tales sólo sirven de chambelanes en saraos, comilonas y demás agasajos con que a cada rato se apapacha al cardenal con Guadalajara, Sandoval Íñiguez? De los tales «caballeros» poco sé, que nunca me interesó su existencia, si es que aún existían, hasta que en reciente foto me los topé, espada al cinto y capa de vuelta y media, mientras escoltaban a Su Eminencia ese pavo real, que partía plaza por media sala de fiestas. Por el origen gringo de la «orden», a los «caballeros» los imaginaba altos, rubios y espigados, pero no: vientre descomunal, bajitos, papujados ojillos, y un mostacho de aguamieleros a modo de tejabán sobre unas jetas doble ancho. Yo, que desde tiempos añejos guardo su «juramento», lo publico con las reservas del caso. Falso o auténtico en su desmesura digna del Ku-Klux-Klan, me concreto a copiarlo tal cual:

«Yo (aquí el nombre), en presencia del Todopoderoso Dios, de la Bienaventurada Virgen María, del Bienaventurado San Juan Bautista, de los Santos Apóstoles: San Pedro y San Pablo); de todos los santos, sagradas Huestes del cielo; de ti, Santísimo Padre, el Superior de la Sociedad de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola en el Pontificado de Pablo III y continuada hasta el presente por el vientre de la Virgen María la matriz de Dios y al cayado de Jesucristo, DECLARO Y JURO que Su Santidad, el Papa, es Vicegerente de Cristo y que es única y verdadera cabeza de la Iglesia Católica Universal en toda la Tierra y en virtud de las llaves dadas a Su Santidad por la cuales ata y desata y por las que tiene poder para deponer reyes, herejes, príncipes, estados, comunidades, gobierno y destituirlos sin perjuicio alguno. Por lo tanto, con todas mis fuerzas defenderé esta doctrina y los derechos y costumbres de Su Santidad contra todos los usurpadores heréticos y autoridades protestantes, especialmente de la Iglesia Luterana de Alemania, Holanda, Dinamarca, Suecia, Noruega y ahora de la pretendida autoridad de la Iglesia de Inglaterra y de los Estados Unidos.

Declaro que no tendré opinión ni voluntad propia, ni reserva mental alguna que, como un cadáver, obedeceré incondicionalmente cada una de las órdenes que reciba de mis superiores de la Milicia del Papa y de Jesucristo. Que iré a cualquier parte del Mundo a donde se me envíe, a las regiones frígidas del Norte, a los espesos montes de la India, a los centros de civilización de Europa, a las silvestres cabañas de los salvajes de América, sin murmuración ni queja y seré sumiso a todo comunicado.. Prometo y declaro que haré cuando la oportunidad se me presente, la guerra sin cuartel, secreta o abiertamente, contra todos los herejes, protestantes y . masones, y tal como se me ordene hacer extirparlos de la faz de la tierra, y que no tendré en cuenta ni edad, ni sexo ni condición, y COLGARÉ, QUEMARÉ Y SEPULTARÉ VIVOS A ESTOS INFAMES HEREJES, ABRIRÉ LOS ESTÓMAGOS Y LOS VIENTRES DE LAS MUJERES Y CON LA CABEZA DE SUS INFANTES DARÉ CONTRA LAS PAREDES a fin de aniquilar a esas execrables razas y cuando eso no lo pueda hacer abiertamente, secretamente emplearé la copa del veneno, la extrangulación (sic), el acero, el puñal o la bola de plomo, sin tener en consideración el honor, el rango, la dignidad o autoridad de las personas, cualquiera que sea su condición en la vida pública o privada, tal como sea ordenado en cualquier tiempo por los agentes del Papa, o el Superior de la Hermandad del Santo Padre de la Sociedad de Jesús. Para todo lo cual consagro mi vida, mi alma y todos mis poderes corporales y con la daga que recibo ahora suscribiré mi nombre con mi sangre en testimonio de ello, y si manifiesto falsedad o debilidad en mi determinación, pueden mis hermanos y mis soldados compañeros de la Milicia del Papa cortar mis manos y mis pies y mi cuello de oreja a oreja Protesto abrir mi vientre y quemar azufre en él, y aplicarme todos los castigos que se puedan sobre la tierra y que mi alma sea torturada por los demonios del infierno por siempre. Que daré mi voto siempre por uno de los Caballeros de Colón, con preferencia a un protestante y especialmente a un masón, y que haré que todo mi partido haga lo mismo. Que si dos católicos están luchando, me convenceré quien defiende más a la Santa Madre Iglesia y daré mi voto por él.

No trataré ni emplearé a un protestante, si está en mis facultades emplear o tratar a un católico. Colocaré a una señorita católica en familias protestantes para que semanariamente me rinda informes de los movimientos familiares de los herejes. Me proveeré de armas y municiones a fin de estar listo para cuando se me dé la orden o me sea ordenado defender a la Iglesia, ya como individuo o en la Milicia del Papa. Todo lo cual YO JURO, por la bendita Trinidad y el bendito Sacramento, que estoy para recibir y ejecutar y cumplir este juramento. En testimonio del cual tomo este bendito Sacramento de la Eucaristía y lo afirmo más aún con mi nombre con la punta de esta daga mojada en mi propia sangre y sellada en presencia de este Sagrado Juramento. Amén». (¡Cruz, cruz!)

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