Fidel Castro se acaba de referir a la reciente Cumbre Iberoamericana celebrada en Santiago de Chile: Fue demoledora la critica de Chavez a la Europa que pretendió dar lecciones de rectoría (…) El discurso del presidente de El Salvador provoca nauseas…
Antonio Saca se llama el salvadoreño, y esto me recuerda el rudo incidente que en una pasada «cumbre» de esas se suscitó entre el comandante Fidel y el presidente salvadoreño, que era un tal Pancho Flores. A propósito de tales panchos, mis valedores, ¿me permiten hablar de perros? Lo afirman diputados locales: «Cualquier raza de perro puede ser potencialmente peligrosa dadas las circunstancias. Tenemos que centrar nuestra atención en crear un nivel de conciencia y responsabilidad en el propietario...
El perro, mis valedores. Espejo fiel del humano es el perro, o al revés. Porque cuántas semejanzas, qué de similitudes se advierten entre el perro y el hombre, o al revés. Y si no, piénsenlo: 1.- Existen los perros de las regiones nevadas, que nacieron con un perro destino: para allá y para acá jalar el trineo, con el chicote en los lomos y tan bien trabajados como mal comidos, y yo digo: ¿a quién se parecen los tales, sino al obrero del mundo cristiano y occidental? El asalariado, como perro de trineo:
Pobrezas y privaciones, el chicotazo en los lomos y a trabajar desde la mañana hasta la muerte del día y hasta el día de la muerte. Y cómo encontrar la salida, si el perro no tiene el don de pensar, y el obrero no quiere ese don de pensar…
2- El San Bernardo. Grande, grave, pacífico, gentil. El va por el mundo de la desolación con su barril del tonificante al cuello y tornando a la vida a ese desdichado que se congelaba en las nieves. El, valedor de desvalidos, es como el buen sacerdote, el luchador social, el artista, que entrega su arte, sin más, o el doctorcito que cura nomás por curar, no como el que cura nomás por cobrar.
3- Por contras: esas fieras entrenadas por los genocidas para morder, desgarrar, triturar, arrancar a la viva fuerza tarascadas de carne viva. Perros represores al servicio del represor, son el santo y seña del campo de concentración, la cárcel clandestina, la sala de tortura. Dóberman, rottweiler, pitbull y paramüitares de MIRA, Máscara Roja, Paz y Justicia, Chinchulines…
4.- Los perros cautivos, desdichados perros a los que unos amos desaprensivos mantienen sepultados en jaulas y azotehuelas de este tamaño. Nacidos para la libertad, se encanijan y agostan, y miden la jaula en un y venir obsesivo, desesperado. A lo lastimero ladran a la luna. Qué más…
5.- Ah, perros impúdicos de casa rica, de viuda rica, de solterona, de menopáusica. Mantenidos en el lujo, la molicie, el salón de estética canina y la intimidad de sedas y encajes en el secreto de la recámara, son padrotillos y complacientes vividores de los desahogos de dueñas crepusculares. Ustedes, mis valedores, ¿han asistido al beso de unos labios femeninos en unos morros helados que lengüetean de placer? Asqueante. 6.- Los perros de casa pobre, los pobres. Tan mala vida es la suya que comen lo que sus dueños y viven como ellos. Parte son de la familia, y tanta familiaridad comparten que el chucho llega a cobrar rasgos de humano, y su dueño, del animal Y no fallezca uno de ellos: el sobreviviente, aquel duelo… 7.- Los perros callejeros: sin dueño ni hogar, ni nombre, anónimos perros de cuerpo sarnoso y cuera que es mapa vivo de úlceras y mataduras. De calle a calle y de este a aquel callejón, tales chuchos acezan su ternura a la vil intemperie, su amor desdeñado por los que a lo desalado se alejan rumbo a ningún rumbo, en los ojos la pitaña y en la boca el corazón. Y ese impulso de llorar, y ese acabar gruñendo. Yo, por ejemplo…
8.- Un perraco abomino, que me ladra al pasar. Corriente, mediocre, insignificante. Echado en la banqueta, grifo de moscas, cuando paso saca la lengua e intenta lamerme el zancajo. Ah, pero no se vea protegido detrás del portón, porque entonces, un tigre: se me echa encima embistiendo, encuerado el hocico y las garras por delante, arañando los barrotes, perro vil Poco hombre te muestras (poco perro) cuando así enseñas una ferocidad protegida entre rejas. Qué justamente simbolizado en ti, perro capón, vi en 2002 al entonces presidente de El Salvador, un tal Pancho Flores, cuando en la Décima Cumbre Iberoamericana se engalló, grito, y arropado por docenas de mandatarios retó a Fidel, nada menos que a Castro. Si hasta parecía que el chaparrín ovachón se lo comería a tarascadas. Ah, chuchos validos de la ocasión…
Ese fue el Pancho Flores, perraco que Bush eligió para que tras las enaguas de la OEA, a la voz del amo le gruñera a Fidel y le pelase unas fauces minusculitas (de capón), ladrándole (de lejecitos) que «¡Guau guau, Castro es un vil dictador, y un tirano, grr, grr, y opresor de su pueblo, y violador de derechos humanos, guá, guáuuu…!.» Ahí, impasible, Fidel. Y de repente, mis valedores… ¡que se nos echa encima Juan Carlos! (¡Coño, joder!)
no como el que cura nomás por cobrar.
Y algunos nomás cobran.