El presidente de la triste figura…

La difunta liturgia del informe presidencial, mis valedores. Ese informe de gobierno que apenas y a penas el domingo anterior, según lo juró el de Los Pinos, está muerto y enterrado. Pues sí, pero ni tanto, que, «sin embargo, se mueve». Sigo aquí con mis impresiones del rito que, impuesto por decisión antidemocrática de un funcionario anhelante por conseguir una legitimidad imposible, se escenificó el domingo anterior en un palacio de gobierno atestado de burócratas encuevados tras unos muros que los pusieron a salvo de la iracundia popular. El palacio de gobierno se tornó palacio de vallas artes…

El difunto informe presidencial, transmitido en vivo y a todo dolor, de costra a costra y de frontera a frontera, se transmitió en el horario de nuestro espacio comunitario de Domingo 6, de Radio Universidad. Yo, al pie no del cañón, sino del micrófono, aguardaba impaciente que finalizara la perorata, pero no, que el consabido, el indispensable viva México lo fui a escuchar ya en el volks. cremita, rumbo al taller de lectura. Lástima.

Lástima sí, que contra la realidad color de rosa rosa mexicano, que empantanó cámaras y micrófonos, yo me proponía presentar ante ustedes la realidad objetiva del país, mucho menos amelcochada que la ostentosa y faraónica del auto-elogio jaleado por una lambiscona corte de los milagros.

Impaciente, escuché: «Desarrollo sustentable Hemos logrado resultados históricos que..» Yo: ánimas que esto termine y algo alcance a rescatar de nuestro tiempo radiofónico. Pero nada El de la cadena nacional afirmaba que va a pagar la deuda que anteriores gobiernos pudieran contraer con «los que menos tienen», frase tan original como la promesa del presidente en turno.

Hora y minutos más tarde, el mensaje político. Y que «yo veo en la mirada de las jóvenes el cambio que se opera en el país». Dios. Y yo tener que aguardar al pie del micrófono. Animas que se corte la alucinada y alucinante visión del México de la utopía y alcance yo a transmitir, cuando menos, mi visión de un país diferente al que intenta vendernos el de la triste figura pero no. Tarde me chicoteó el viva México, lástima por mí y por tantos de ustedes que se quedaron sin escuchar, en la versión de nuestro Domingo 6, un México menos empalagoso, menos dulzón. Un México real. Y qué hacer…

Media tarde, ya al pardear. Domingo difícil; secuestros y asaltos, ajustes de cuentas, carestía de leche y tortillas, escasez de huevos, desempleo; en el Bravo cadáveres por exceso de agua y en el desierto cadáveres por exceso de sed. Después del taller de lectura llegué a mi depto. de Cádiz, me derrumbé en un sillón de la estancia y me puse a pensar en la arríbazón de conceptos domingueros del informe presidencial, pronunciados por una voz y con un sonsonete que, avispa mielera, me rondaba en la mente. Apagué la luz, me derrumbé en un sillón de la estancia y como remate de un día difícil me puse a pensar en la justicia que se imparte en mi país, esa tan bien trovada por el sexenal de Los Pinos; justicia con la que los alboroteros de Atenco están refundidos con cadena perpetua mientras siguen en libertad Arturo Montiel y Marta, y la segunda esposa y el segundo marido de cada uno de ellos, y los hijos de toda su reverenda Marta y los muy hijos de toda la primera esposa de Arturo Montiel. A oscuras me puse a evocar esos mundos de encantamiento que la necesidad humana ha creado: La Atlántida, de Platón, La Ciudad del Sol, de Campanella, La Ciudad de Dios, de Agustín, el falansterio, de Fourier, la Utopía, de Moro, el México de Felipillo de Jesús. Oí al de El Gatopardo: «Cambiar todo el informe para que todo el informe permanezca igual…»

De súbito, solo y mi alma aquellos pasos solapados. Me erguí, espantado, y encendí la luz. «¿Quién anda ahí? Le advierto que soy de armas tomar, y ando armado».

– Soy yo, bigotonzón, cálmese, que no hay peligro ninguno.

Ahí, frente a mis narices, la fachendosa estampa de la Jana Chantal. Bueno, sí, pero que cómo había entrado. «¡Le exijo una explicación!»

– Saqué un duplicado, ha de perdonar la confianza Le traje un taquito.
Y me aprontaba el recalentado. «Oiga se me ocurrió decirle, ¿escuchó el informe presidencial?»

– A la de a güeso, ¿pues no lo puso a todo volumen la méndiga neopanista, o sea La Maconda? No, si hasta retumbaba la vocesita presidencial en todos los muros del edificio, que antes no se rajuelearon. No, y el México del hombre ese, qué bárbaro. Yo hasta le propuse al Rigo: «viejo, ¿y si me llevaras a vivir a ese país?» «Tendríamos que irnos de indocumentados», y aventó una de a madre. Ya ve cómo es de amarguetas, que en eso se parece a usté, bigotonzón. Pero de veras, de veritas, ¿no se le antoja el recalentado..?

Cerrando los ojos la dejé pasar. La Jana Chantal, de noche; de día El Tano, vulcanizador de repelos de llantas que Texas nos avienta en la cara (En fin.)

Un comentario en “El presidente de la triste figura…”

  1. Sí, bien que me acuerdo de ese día, dieron las 11 de la mañana y me dije:»Ya es hora de oir a el Valedor», a sintonizar Radio UNAM, y ¡tómala!, hasta la cerilla se me aflojó, a mí que cuando oigo radio y empiezan con que «El México que queremos…» le cambio de estación y que lo mismo hago en la tele y en los noticieros , ya parece que me iba a quedar a oir a Aquel, pero ni pa’ donde hacerse si eso era cadena nacional , y eso que no era un acto oficial… Pero siempre queda el recurso de poner el aparatito en funcion cd y a oir mi música favorita , a ver si a las 11:30 se acaba , pero no , y luego le tuve que cambiar a Radio Red , al programa de don Mario Mendez Acosta y también me lo perdí porque Aquel no terminaba con su rollo.

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