Las masas se niegan a escarmentar. Una «democracia» nos impone el Sistema de poder, costosísima, que en cinco minutos y con tan sólo cruzar una papeleta nos otorga la facultad de elegir un proyecto de gobierno, pero que nunca, en ninguna forma, nos faculta para hacer que ese proyecto se lleve a cabo. De ejemplos, los gobiernos priistas y los que más tarde llegaron a reemplazarlos. Hoy es el gobierno de Enrique Peña en el Edo. de México, del que da cuenta la nota que apareció en Reforma del pasado martes:
Peña Nieto presume obras fantasmas. Presenta como logros obras que apenas (se) inician o del gobierno anterior. No cumple sus promesas.
Y yo les digo, mis valedores: candidas estas y aquellos simuladores, las masas y los políticos se dan a engañados, y se lamentan y se asombran de que el gobernador del Edo. de México deseche por ya inservible la escalera de promesas con la que logró encaramarse al poder, y se generen entonces noticias de esta ralea: «Dirigentes del PAN y el PRD condenan que el gobierno de Peña reporte obras en proceso como ya terminadas». Clama el perredista:
«Los compromisos del señor gobernador han sido en general incumplidos, basó su campaña en un exceso de demagogia, a sabiendas de la imposibilidad material para poder resolver los problemas del estado».
Y que para ejercer algún procedimiento contra el gobernador no existe el procedimiento, y «los exhortos son como las llamadas a misa». Sí, que en eso consiste la «democracia» que Fox no se apea de los labios, «democracia» que con absoluta falte de pudor nos mienta a todas horas de todos los días y con cualquier pretexto, sin que nunca explique a las masas en qué consiste la tal «democracia» que produce gobernantes como él mismo y como Peña Nieto.
Y es aquí donde se advierte el papel protagónico que en todo proceso electoral (electorero, deberíamos decir] desempeñan los medios de condicionamiento de masas, que así fuerzan a los posibles votantes a la desmemoria de los anteriores fracasos y al efímero fervor por este o aquel candidato no de nosotros, sino del Sistema de poder. A propósito, aquí la opinión del historiador Montanelli, citado por el periodista Federico Arreola:
«Cuando se acercan las elecciones la política entra en celo y los políticos se animalizan. Nada atienden que no sea el orgasmo electoral».
Y con ellos las masas, prodigio de una industria del periodismo que así manipula hasta la exaltación a unos votantes crédulos, que ya en plena exaltación hormonal, claman su adhesión por este o aquel candidato para que todos, a madrazo limpio (sucio), «se disputen a la hembra electoral» en esa liza política que tornaron herradero y corral, potrerillo y chiquero para morderse, patearse, forrarse de miércoles y violar lo que agarraron descuidado, todo al desfogue, el orgasmo, la compulsión por el voto que les de acceso a los comederos y bebederos del presupuesto. Las destemplanzas de los Fox y Peña Nieto que, apuntalados por sus fanáticos manipulados, se desbozalan a la brama por la querencia gubernamental. Por cuanto a los «medios».
«Las élites de poder los monopolizan para formar la opinión pública y legalizan ante la comunidad el sistema político para que no estallen con violencia los antagonismos de clase. Por ese medio las élites del poder económico y político logran los votos de apoyo de la comunidad mientras la excluyen del poder directo empresas, instituciones, gobierno. Hacen creer al pueblo que con su voto es el sujeto de todo, pero lo es el Sistema, y asi la democracia prometida con palabras nos estará negada en los hechos».
Porque cuando un sistema socio-económico no le da más que el proceso electoral, esa comunidad a la que consulta por medio del voto pero no le permite autogobernarse, tiene que darle lasensación de que, porque vota, vive en un sistema democrático. Mentira: «En los hechos nunca se supera la autocracia. Para que el pueblo crea en el espejismo de la democracia y entregue pasivamente la plusvalía, las clases dirigentes inventan ideologías populistas que juran gobernar para el pueblo, pero sin el pueblo, y mucho le prometen, pero nada le dan». Así nunca las mayorías oprimidas podrán liberarse de las minorías opresoras. ¿Democracia?
«Para que la democracia sea verdadera (¡no eso que mienta Fox!) tiene que serlo política, económica y socialmente; debe basarse en la libertad y en la igualdad; ha de rendir tributo a la dignidad del hombre; propagar la cultura, la ciencia, el arte y la educación, siempre al servicio de la colectividad y no en contra de ella bajo gobiernos que usan la prensa, la radio y la televisión para desinformar al pueblo para perpetuarse en el Poder». ¿La solución? Organizarnos en células auto-gestionarias. ¿Así de fácil? Así de fácil, así de casi imposible con unas masas que se niegan a crecer, a madurar… (Seguiré con el tema.)