Tepis Company.. ¡y ya!

Mecánicos y Tabiqueros, el domicilio de la vecindad, pero antes de que nos metamos hasta el quinto patio, una aclaración: el suceso provocador de la fabulilla sucedió hace tres, cuatro años, cuando la di a conocer a todos ustedes. Pero ha ocurrido que de repente en la vida pública restalló el incidente que le regresa de golpe toda su actualidad. Y cuántos de ustedes, mis valedores de METRO, se habían quedado sin conocerla. Así pues…

¡Atención, todas las unidades de la zona! ¡Disturbios en la vecindad de Mecánicos y Tabiqueros! ¡Atención..!

– ¡A ver, a ver, silencio! ¡Orden en la sala o cantan macanas! Esos querellantes, ¿por qué fue el disturbio, o sea el broncón?

– ¡El méndigo de la playera hecha garras, señor juez! ¡Ese carbón fue el que deshonró mi hogar y enlodó ora sí que mi apellido! Hay testigos.

– ¡Méndiga la más venérea de tu cantón! ¡Suéltenme, que voy a acabar de partírsela como Dios manda! Facilíteme su fusca, mi buen blue demon.

– ¡Eitale, más respeto a mi investidura de ministro de la Justicia! ¡Vivimos en un estado de Derecho, o sea que cada broncudo va a declarar por riguroso turno. ¡A ver, cabo Chintololo, formándolos de uno en fondo!

– En fondo fue como aquí mi compadre el cornudito fue a agarrar a su digna consorte, y al otro, mire: como su madre lo parió, o sea.

– ¡A ver, usté, el del labio leporino!

– ¡Cuál leporino, si es un tabicazo a traición que me jincó por la espalda aquí el móndrigo este, chilango dejara de ser!

– ¡Chilanga la suya, que aquí el señor juez también nació en el DF!

– No me defienda, cabo Chintololo, y usté, secretario, tome nota del tabicazo. Vamos a ver: ¿oficio u ocupación?

– ¡Es padrote, señor juez, nomás mírele su pinta, sin que sea albur!

– Anunciante, señor. Promotor de muestras médicas en la vía ora sí que pública, como concesionario exclusivo de Upborn and Johnson, afiliado al TLC.

– ¿Anunciante? ¡Merolico, el carbón, y mancillador de honras pobres, pero decentes! ¡Suéltenme, que voy a acabársela de partir por mi honor y el de mi apreciable consorte! esa de la falda hecha garras, qué pena que los CUÍCOS no le dieron tiempo a adecentarse después de la refrieguiza. Y tú, mujer, cúbrete como puedas, que ésos hasta babiando. ¡Yo al padrote se la parto!

– ¡A mi Chulín le parte Tula, viejo agachón! ¿Por qué mejor no se desquita con su vieja cusca, que fue la provocadora de un hombre de bien como es mi Chulín? ¡Pútrida, tumbahombres, abusadora!

– ¡Yo no soy abusadora! ¡Católica y muy decente, aunque le arda el..!

– ¡Decente mi viejo, flaca nachas de mejoral! Déjeme que le cuente, señor juez: aquí la güereja, mi señora esposa, o sea-, encontrábase en el seno ora sí que del hogar, un hogar pobre, pero decente. Ella estaba dedicada a las…

– A las labores propias de mi sexo, un sexo pobre, pero muy decente, y esto Dios lo sabe. Yo andaba trapiando a rodilla.

– ¡Sí, trapiando, pero en puros chonchines, y con toda abierta, la ventana! ¿No son de color mamey? ¡A ver, desmiéntamelo en mi cara!

– ¡Orden, orden o mando desalojar la sala!

– ¡Seductor, violador, padrote! ¡Pariente de Carlos Madrazo! ¡Hijo de Bejarano! ¡Compinche del Innombrable! ¡Ninfómano!

– ¡Si no lo fuera, cornúpeto, aquí la güereja -su señora esposa- se nos iba a morir de blanco marfil! Como usté sombrilla, porque ya no paraguas…

– ¡Tengo pa’ ti y pa’ tu flaca nachas de chucho! ¡Ai te voy, méndigo! ¡Entíbenmelo por ái! ¡Orejiénmelo..!

– ¡Corte cartucho, cabo Sasafráz! ¡Y usté, sargento Getulio, no se me duerma! ¡Y esos que ante mi comparecen, a ver si nos entendemos! Hable usté, comandante, y ríndamelo por ái, el parte de novedades. Pero abrévíemelo, que ya es hora de lonchar.

– Pues con la novedad, señor juez: cuando nosotros arribamos al lugar de ía refriega, verdá, ya las familias del flanco izquierdo del patio, como quien se dirige a los guáteres, estaban trenzados con las del entreala derecha. Las fuerzas del orden aquí presentes, una vez que nos afortinamos detrás de los lavaderos, fuimos realizando un avance digamos que envolvente, cuando en eso pudimos testificar que aquí el señor merolico y el pobre este del chichón en la pelona, que según esto ya hasta con su chichona perdió, u séase aquí, la señito de los de color mamey, se estaban partiendo todo lo que mandan los cánones, de madre arriba. ¿No, usté, cabo Chintololo..?

– Me cái que sí, y al unísono de los rijosos pudimos atestiguar que las nueve familias que ante usté comparecen, en compañía de… (Comparezco mañana.)

3 opiniones en “Tepis Company.. ¡y ya!”

  1. Concuerdo con el compañero ernesto y no terminaré de dar las gracias al Maestro por darnos este especio, ahora no me pierdo ninguna fabulilla…

  2. que bueno que ya podemos leer las fabulillas aqui en intrnet ya solo faltaria tener los talleres de lectura para seguir aprendiendo las enseñanzas de el valedor gracias maestro Mojarro

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *