¿Bribona, cínica, desvergonzada…?

La pregunta me hiere porque alude a una mujer, y para machos que befen y vejen al «sexo débil» espesa es ya semejante gusanera, para que me agregue yo como un macho más. Pero caramba con La Macarena, que así se acaba de exhibir de sinvergüenza y de cínica. Y si no, juzguen ustedes.

Fue anoche, en la tertulia de Cádiz. Entre buches de cuasia y cuachalalá se bostezaba discretamente mientras los contertulios ponderábamos el «cambio» que nos ha acarreado esa «prozódica» «democracia» que alucinan una diaria dosis de Prozac y el tsunami de los embusteros anuncios de radio y televisión. En eso, de repente, ¡el escándalo! Como estrujante violación de Stan por Vilma, o al revés, las dos rijosas irrumpen por esa puerta, una arrastrando a la otra a remolque, y la otra intentando recular. La Lichona:

– ¡Resuelto el misterio, vecinos! ¡Toda la ropa que se nos veía perdiendo en los tendederos! Macarena, vacía tu bolsón.

La aludida intentaba zafarse, huir, escapar por la puerta falsa, no del suicidio, sino la de servicio.» ¡Anda, vacíalo!».

Habló La Maconda, neo-panista, adoradora de Diego el barbón y patrona de La Macarena: «¿Qué sucede, con cuál bolsón te enredaste esta vez? No sería con este pseudo-neo-comunistoide, ¿verdad?»

– O sea, señora, nomás porque una es pobre tratan de humillarla; porque la ven mansita tratan de incriminarla y mancharle su honra, y tampoco. -¡Vacía tu bolsón!

– Me está faltando, patroncitos, y si yo le doy su lugar, que ella me dé el mío. Yo conozco cuáles son mis derechos humanos, y soy capaz de ir a quejarme con Soberanes, a ver esta señora cómo se zafa del broncón.

– ¿Ese? (el juguero). Soberanes vale para lo que se le unta al queso, me cái.

– Ve y acúsame, pero antes enséñanos eso que escondías en tu cuarto.

A querer o no. Y ándenle. Ahí, sobre la alfombra, a la vista de todos, el desparramadero. «¡Mis mallones azules! Mi medio fondo que andaba perdido!»

– ¡Mi peluca tordilla y mi beibidol! ¡Esas pantimedias como que las quiero reconocer!, la tía Conchis.

Ahí, sobre la alfombra, las seda grifas de alforzas, encajes, tira bordada en forma de corazón. Chonchines de este tamañito, y esos sostenes con unas copas que ni las del torneo Libertadores.» ¡Viejo, los de fayuca que me compraste para mi cumpleaños! ¡Y estos colorados, que apenas iba a estrenar el 31 de diciembre! ¡Y estos calados que calamos tú y yo en una noche de torrente pasional la semana pasada! Primera lavada y volaron del tendedero!»

Encendido, el Cosilión, marido de la Lichona: » ¡Y usted, valedor, no sea libidinoso, voltéese para otro lado!»

Quedaban aquellos conchines minusculitos, tanguita color magenta y plúmbago, cocolitos violeta y al frente moñito fiusha y un corazoncito traspasado, todo en diminutivo. Yo, de reojo mirábalos cuando el juguero: «¡Son tuyos, seño Lichona? ¿De usted, señito Maconda?» Yo, el sofocón. Un color se me iba y un trago de saliva se me venía, cuando el Jerásimo: «Esos choninos, ¿no los conozco…?» (Trágame, tierra. Alfombra y duela, más bien.)

La Lichona, acusadora: ¿Por qué escondías esta ropa en tu cuarto?»

Y fue ahí, mis valedores, donde habló el cinismo, la desvergüenza:

– Esta es una guerra sucia en mi contra, que sólo finalizará cuando concluya el proceso electoral. Yo ocupo ese departamento desde antes de 1999 y nunca lo he negado. Cada vez que estoy en campaña aparece. Es que el clima político está muy enrarecido.

– Esa ropa la habías robado de los tendederos, ¿sí o no?

– Lo más importante es que las cosas tomen su cauce para que podamos ir a una elección presidencial adecuada, con el tono y el tiempo para que pueda funcionar bien. ¡Temas de fondo, propuestas concretas, no medias y pantaletas!

– ¿Las robaste o no las robaste, Macarena?

– ¡Yo nada tengo que ocultar, y mis cartas están sobre la mesa, nada bajo la mesa, todo encima! ¡No tiendan cortinas de humo, yo soy la más interesada en que se conozca todo, no tengo ninguna preocupación, hago un llamado a que todos hagamos un ejercicio responsable de la política y elevemos la mira para bien del sistema democrático! Y ustedes hablando de pantimedias…

– ¿Robaste o no robaste, Macarena Madrazo? Sólo eso. ¿Robaste?

Y mis valedores, fue entonces: ahí se lanzó mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins., y al levantón da con tetera y florero sobre la alfombra: «Ya, más respeto para el que va a recuperarle al pueblo Los Pinos!»

Yo, en el sofocón de que identificaran al dueño del fiusha y magenta así, miren, me solté aplaudiendo y decía: «¡Y a otra cosa, mariposa!» (Qué pena.)

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