Los técnicos que instalan en la página de El Valedor el material de nuestro espacio comunitario de Domingo 6, que se transmite por Radio UNAM, se encuentran entrampados para el efecto. Aquí reproduzco, por ello, la parte inicial de lo dicho el domingo anterior sobre un tema que considero de requemante actualidad. Juzguen ustedes.
Horroroso el panorama político de nuestro país, que una lengua pronta, lengua suelta, ha convertido en olla de aguas sucias y revueltas, de inmundicia y basural. Una vez más, como a resultas de la guerra de lodo que aplicó en el proceso electoral del 2006, sus palabras reviven la lastimadura que dividió la comunidad en dos gajos irreconciliables, laceración que no acaba de cicatrizar. De súbito y sin motivo aparente el temerario de mecha corta aviva la hornaza con un arranque no de estadista, ni siquiera de político, ni aun de funcionario gubernamental: de burócrata que haiga sido como haiga sido se metió en Los Pinos, y que hoy se vale de la banda tricolor (escudo y burladero) para lanzarse de picapleitos, mascafierros, tragaldabas dañero para nuestra vida pública. Y a propósito…
Después de una votación traumática, que envenenó el clima político y dividió en dos bandos a 110 millones de mexicanos, ¿merece el país un gobernante como ese? Claro que sí, por supuesto que lo merece. Recordémoslo si alguna vez lo supimos y ya lo habíamos olvidado: nosotros somos los propietarios de la casa común, las escrituras guardadas en el 39 constitucional. Los encargados de contratar servidores para las tareas de nuestra casa común somos nosotros. ¿Entonces?
Los responsables de los servidores que contratamos, ¿no somos nosotros? Y no diga alguno que no había más opciones que esos que nos aprontaron en julio del 2006. ¿Los propietarios de la casa tienen que ser forzados a escoger a sus trabajadores? El que paga, ¿no escoge a su satisfacción a quienes va a emplear en el servicio de su finca? Para comprender verdades elementales como esta se precisa el ejercicio de pensar y la capacidad de crear las tácticas y estrategias adecuadas para nuestro propósito. Pues sí, pero por eso mismo, mis valedores…
A nosotros, renuentes a pensar, ya nos tomaron la medida; nos vencen por nuestra pura ignorancia y por nuestra pura ignorancia nos tornan colaboradores del enemigo histórico. Pero, refractarios a la autocrítica, a seguir, mansos y domesticados, consumiendo en la TV los opiáceos que nos administran los contratados para el servicio de la casa común. Pero no escarmentamos; una y otra vez tropezamos con la misma manipulación…
Fueron millones quienes en julio del 2006 tropezaron hasta caer, arrastrándonos a todos en el azotón, todo al conjuro de “Un peligro para México”, que para espantarnos con el petate del mediocre tramaron el español Antonio Solá y el gringo Dick Morris. Hoy mismo, a lo temerario, el de Los Pinos se atreve a injuriarnos una vez más (¡con apenas el 45 por ciento de aceptación popular!) Mis valedores: ¿qué se precisa para reabrir una matadura no cicatrizada y esa división ciudadana que provocó su llegada a Los Pinos, haiga sido como haiga sido y por la puerta de atrás? Cuando menos Alejandra Sota, encargada de la oficina presidencial, ¿podría, querría, contratar como consejeros a Fox y Juanito para que guiasen al de Los Pinos, y que no acabara de rematar lo que resta de su gobierno sin rematar lo que resta del país? Nosotros, en tanto, ¿qué hacer con nosotros? (Es México.)