“Los habitantes de las ciudades densamente pobladas son por lo general irrespetuosos, agresivos, que se molestan por cualquier cosa. Son, en suma, neuróticos e irritables”.
Y que la intolerancia del capitalino es el resultado de su angustia constante ante el temor de ser asaltado o de que alguno, en alguna forma, se va a aprovechar de él. Que semejante estado de ánimo le impide vivir tranquila y cabalmente. Lo reconoce, por otra parte, Javier Lozano, titular de la Secretaría del Trabajo: “Tengo que admitir que aún no se recupera la totalidad de los empleos perdidos en la pasada crisis”. Y es que no rebsasan los 800 mil, y existe un déficit de 3 millones. Lóbrego, mis valedores, a menos que entre ustedes exista alguno que crean en la nota optimista del de Los Pinos:
– La recuperación de la economía está en marcha. Tiene una inflación que se financia a largo plazo.
¿Recuperación? Por medio de gráficas y datos duros lo afirma A. Damm Arnal, analista del tema: en la actividad económica marzo, abril y mayo registraron un menor crecimiento en los recientes seis meses. Junio sufrió un crecimiento negativo. Total, que a modo de conclusión, la pregunta del analista: “Con esos resultados, ¿qué tan firme resulta la recuperación de la actividad económica?
Esa es las realidad objetiva, mis valedores, y es que, de acuerdo al lugar común, para algunos la realidad no es más que una alucinación producida por la abstinencia del licor. El de Los Pinos tiene que doblegarse ante la terca realidad: “Falta crear muchísimos empleos para la gente que lo necesita. Falta crecer más económicamente…”
Carencia de empleos; lo dije alguna vez, y hoy lo reitero: cuánto me gustaría que este recado llegara a todos los puntos de la rosa, que entonces podría alertar a tantos y tantos de todas partes de la república que a estas horas empacan todo su mundo en una caja de cartón y en plan de sobrevivencia se disponen a arrojarse a la aventura hasta esta ciudad capital. Hoy, sobre todo, si pudiesen calcular las difíciles condiciones en que mal vivimos apiñados en este hormiguero descomunal, que tal cargazón de humanos ha tornado inhumana, rudo contrasentido. Si hoy calculasen esta carencia de espacio vital y de seguridad pública que en los capitalinos se resuelve en ira, temor, ansiedad, angustia, neurosis, paranoia, según el retrato hablado que sobre los habitantes de esta ciudad traza la psiquiatra Elsa Rubinskis, y que cité a modo de epígrafe.
Por eso mismo y por desalentar a mis paisanos de la provincia que, sometidos a los agobios de una sobrevivencia ya casi imposible, piensen en esta ciudad como en su tabla de salvación y su clavo ardiendo, aquí continúo con el catálogo de achaques que el capitalino pobre, pobre capitalino, carga sobre sus lomos. Paisanos de Puebla, Durango, Oaxaca, mi Zacatecas: ya no imaginen la ciudad capital como el refugio y la solución a su miseria económica.
Ah, si pudiesen mirar las miradas de la empleadita de Rezagos Varios de la burocracia nacional, que desde el microbús estira el pescuezo por la ventanilla porque el tránsito, porque el micro, porque el mundo se arrastra a vuelta de rueda, en tanto el perverso reloj checador, a contracorriente del mundo, avanza con velocidad de vértigo, y estamos apenas a medio camino, y nos quedan 12 colonias por atravesar, y enfrente sólo se mira…
Se mira enfrente un retardo más en la entrada de la oficina, y un nuevo retardo significa… (Eso, mañana.)
Un comentario en “Violencia, neurosis, depresión”