José Martí amaba a México, su segunda patria, la de Zapata, Villa, Juárez y Cárdenas. Hoy, ¿dónde está ese México libre y pasional que nos envuelve con su incontenible espíritu de combate? No, esta vez no está en Los Pinos. Está en el alma de mestizos.
Muy cierta, a mi juicio, la expresión de Celia Hart, escritora cubana que con nosotros celebra las que la voz oficial ha dado en llamar fiestas patrias. “Porque México es un país de revolución. Pertenece a la élite de pueblos revolucionarios. Con Francia, Haití, Cuba, EU y otros pocos más. El actual gobierno mexicano le está extirpando el aire con un servilismo a los yankees que ofende los recuerdos sagrados de Don Benito y Don Lázaro. (¿El presidente aludido? ¿Vale la pena aclararlo? En fin.)
El documento fue publicado por Celia Hart un 16 de septiembre de hace años allá en La Habana, donde los cubanos festejan nuestras fiestas patrias. La escritora aludió al festejo, y lastimada por la política internacional de los gobiernos del Verbo Encarnado que así zarandean la tradición diplomática del país y la roqueña hermandad de nuestros dos pueblos, alzó su voz para manifestar su amor a México y su rencor por quienes hoy se han encaramado en Los Pinos:
– Si existe un país autóctono que logró mantener sus tradiciones, donde los hombres guardan todavía aquellos recuerdos en la piel de cuando eran felices, ese es México. Taciturno e inmenso como sus volcanes, México está a punto de estallar. Empezó desde el inicio a dar batalla en la misma conquista. Al llegar Cortés se encontró una cuidad luz que no tenía nada que envidiarle a las bellas ciudades europeas ni el valor de sus hombres a los soldados españoles.
El Grito de Dolores le confirió la mayoría de edad a ese pueblo nuevo que no necesitó ayuda de nadie para liberarse de una monarquía estúpida y sórdida y que sólo procuró del valor de sus hombres y del amor de sus mujeres. La historia de México es imprescindible para entender al mundo. Coexisten sin detrimento las antiquísimas costumbres y el modernismo más audaz. El que haya visitado esa cuidad misteriosa una sola vez la sigue necesitando para siempre.
En México el color es protagonista de todo, de las comidas, de los vestidos, del lenguaje musical y de sus albures. Tengo la premonición que no logro explicar bien, que cuando México despierte vamos a despertar todos. México es la frontera de Nuestra América con los Estados Unidos, frontera que el gobierno norteamericano establece con una rudeza inconcebible. Por el solo hecho de robar más de la mitad de su territorio deberían los EUA. ser más tolerantes con la nación que levanta con sus manos y su sudor el País del Norte.
¡José Martí no se cansó de adorarlo! En una crónica sobre ese país decía entre frases gloriosas y sentidas que “ya los mexicanos sabían amar cuando los europeos se desplomaban en las guerras” y que “ya hablaban de la Vía Láctea como del camino al espíritu”.
¿Qué civilización heredó México, cuando ya tenía el brío necesario para declararse libre? ¡Más ha hecho México en subir donde está, que los Estados Unidos en mantenerse decayendo, de donde vinieron!”
De hoy en adelante México girará a la izquierda para no enderezarse jamás. Y que Moctezuma, Hidalgo, Don Benito, Madero, Zapata, Villa, los cadetes de Chapultepec, Don Lázaro, los invencibles estudiantes del 68 y tantos y tantos que no alcanzan las palabras, empiecen a gritar desde sus siglos y sus tumbas. América gritará junto a ellos.
(Mañana, el final.)