A lo que en materia de oportunismo ha llegado el instinto rapaz y logrero, mis valedores: que Memín Pinguín se suma a los festejos del Bicentenario de la Independencia mexicana para explicar cómo fue la Independencia de México.
Que por el oportunismo de los editores no se tope el país con los conceptos ásperos, abrojudos, de los funcionarios gringos que hace un lustro condenaron la emisión de los timbres postales con la imagen del negrito mexicano, acción por la que tacharon de racista nuestro país. Asqueante su doble moral, ese doble discurso que manejan los puritanos del Norte, escandalizados porque a cierta cantante negra le asomó la mitad de un seno (moralina, cinismo, falso pudor), cuando una de sus más rentables industrias es la pornografía. ¿Y no es EU el país de los WASP (blancos, anglosajones y puritanos), el del racismo en agravio de negros y extranjeros (“mexicanos grasientos frijoleros color de lodo”)? Ah, pero que crispación ante la figura de ese extraño espécimen de color negro, un Memín Pinguín que en México cae en el terreno del exotismo barato. Una astilla de historia:
Dificultosa la coexistencia del negro con sus paisanos de piel blanca durante la guerra civil (1861-65) que confrontó a los yankis del norte con los confederados esclavistas sureños del sur. Los esclavos negros intuyeron la gran oportunidad para luchar por su libertad e igualdad mientras en el norte los negros libres intentaron enlistarse con las fuerzas de la Unión. Su entrenamiento militar fue prohibido por la policía. El gobierno federal evitó el alistamiento de negros en el ejército, y la doble moral: Lincoln los rechazó desde 1861. Pero la creciente agitación de los negros preocupó al gobierno, que creó un Depto. de Colonización con ánimo de regresarlos a África o a alguna una isla del Caribe. Fracaso total.
El negro, por fin, logró enlistarse en el ejército, pero fue objeto del encarnizamiento sureño, que los discriminaba, les negaba toda posibilidad de ascenso a algún rango militar y les pagaba la mitad del salario que al soldado blanco. Muchas compañías de combatientes negros adoptaron la digna postura de no aceptar dicha paga. El ejército se negó a tomar prisioneros; los heridos eran asesinados…
Tiempo después se gestarían nuevas formas de explotación de los campesinos negros, que fueron forzados a regresar a las plantaciones. Ante su resistencia se emplearon métodos represivos de enorme violencia. El negro logró ejercer el sufragio bajo el terrorismo racial de los oligarcas que, para mantenerlos lejos de las urnas, emplearon argumentos engañosos, propagaron amenazas, organizaron y armaron bandas y crearon sociedades secretas para imponerse y coaccionar, mediante la tortura, la violencia y el crimen, tanto a los negros como a los simpatizantes blancos.
Entre estas sociedades está el Ku-Klux-Klan, integrado en 1865 en Pulaski, Tennessee, como un club de jóvenes de familias prominentes que pronto se extendió por el sur hasta quedar formalmente organizado en 1868 para oponerse a “la influencia africana en el gobierno y la sociedad, prever la entremezcla de razas y defender la supremacía política y social de la raza blanca”. Otra organización terrorista de los terratenientes: los Caballeros de la Blanca Camelia (Lousiana 1867), que también se extendió con rapidez para que la cruz en llamas iluminara los linchamientos de negros. Pero hoy, de repente, más allá de ridículos Memín Pinguines, ¡un negro en la Casa Blanca! (Seguiré con el tema.)