Se equivocó de país

Cayetano Cabrera es su nombre, mis valedores. ¿Lo conocen ustedes? ¿Alguno lo habrá oído mentar? El patronímico corresponde a la persona de un cierto ingeniero electricista, 46 años de edad, miembro del Sindicato Mexicano de Electricistas al que con otros 42 mil trabajadores el de Los Pinos aventó al desempleo el 11 de octubre del año pasado. Por intentar la recuperación de la plaza de trabajo para sí y los casi 16 mil 500 compañeros de infortunio,  hace 80 días corridos que junto con un apretado grupo de electricistas se arrojó a la  huelga de hambre. ¿Las condiciones para dejar de arriesgar la vida? Ante el articulista  Rodríguez Cortés:
– Calderón, vayámonos a medias. Tú ya conseguiste la extinción de Luz y Fuerza del Centro. Ahora cédenos el patrón sustituto, la recontratación colectiva y el respeto a los derechos de nuestros jubilados. Así resuelves el conflicto y evitas un muerto…
Eso, o hasta la muerte por inanición. Por cuanto a la familia del ayunante. ¿Qué opinan sus padres, su mujer y sus hijos?
– Todos ellos me apoyan hasta del final. Que no claudique, me piden. Mi padre es jubilado del ferrocarril y luchó al lado de Demetrio Vallejo. Mis hijas sufren, sí, pero no quieren que me rinda. Gladis, de 18 años, la más chica, me manda muchas cartas de apoyo.
El ayunante se incorpora con dificultad en el catre y de entre las ropas saca un cartoncillo: “Yo apoyo al hombre sin edad, inteligente y poderoso, inagotable y de excepción. Papá, eres mi más grande inspiración y el mejor ejemplo a seguir…”
Y yo aquí, mis valedores, digo a Gladis Cabrera:
Que su padre es un varón poderoso, lo es; que es un hombre de excepción, lo acreditan sus hechos; que es inteligente puede ser, pero aquí se equivocó de estrategia, y antes de que se enfade, compañera Gladis, permítame la razón de mi duda:
¿Calderón resolver el conflicto? ¿Sensible a una víctima del ayuno?  Un fallecido, dos, 25 mil, ¿qué significan para él más allá de un daño colateral? No. Su señor padre, Gladis Cabrera,  se equivocó de país. En su temple de carácter ha puesto en evidencia la ignorancia que lo llevó a tan macabra equivocación. Varón de entereza, convicciones y determinación, no supo calcular la respuesta que su sacrificio pudiese repercutir en un estado de derecho como es el nuestro. Ochenta y tantos días de iniciado el ayuno, ¿qué resultados, más allá de la indiferencia, ha logrado del de Los Pinos, del alto clero católico, del cuerpo diplomático acreditado, de la industria del periodismo y de los miles de conciudadanos que a diario atiborran la plancha del zócalo?
Su señor padre  se equivocó de país, Gladis Cabrera. Se está dejando morir en un estricto estado de derecho, repito,  donde la ley se respeta y se hace respetar o no fuese estado de derecho. Se equivocó de estrategia en un estado laico gobernado por beatas del Verbo Encarnado.
Qué distinto hubiera sido llevar a cabo su terrible determinación en una dictadura feroz como la de Cuba, pongamos por caso. Dictadores y sátrapas han demostrado en los hechos que son sensibles ante una justa demanda que apuntalan 80 y tantos días de ayuno. Los sátrapas no tienen la condición de un gobernante democrático ante un desempleado cualquiera que pretenda  abollarles el principio de autoridad.  Gladis Cabrera:
Mucho tengo que decir al respecto al electricista y cofradía de ayunantes. ¿Querría usted transmitirle el mensaje que en trance tan riguroso me propongo redactar? (Ese, mañana.)

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