Orgullo del mediocre

El hincha del futbol, mis valedores. Va aquí un esbozo del retrato hablado de ese pobre de espíritu que,  obediente al mandato de la TV,  ya tiene su mente en Sudáfrica. El entusiasmo por un equipo, el uso de unas insignias, un determinado color,  los gritos a coro, son una compensación para aquél cuya vida, en lo social e individual, es de vacío y lobreguez porque una sociedad opresiva lo ha despojado de todo significado. El psicólogo social:
“El hincha es casi siempre un asalariado, por ello mismo  mantenido siempre al margen del poder y que formó su propia élite de pequeños fracasados e impotentes:  la élite de los hinchas”.
Del antisemita asegura Jean-Paul Sartre esta frase que con toda propiedad puede aplicarse al hincha de un equipo de futbol:
Tiene el orgullo apasionado del mediocre…
El orgullo del mediocre. Ganamos, anotamos un gol, dice el tal, y no se ha movido del graderío o sigue viendo el partido frente al cinescopio. Ganamos.  Esta identificación con “su” equipo significa que aunque no toca una pelota puede, como hincha de “su” club, ejecutar, apropiarse de las acciones del jugador en la cancha, y así hacerse la ilusión de que ha conjurado la angustiosa soledad en que vive y pasa a formar parte de una multitud; niega la imposibilidad individual de actuar a que lo somete el Sistema y se satisface con las “hazañas” ajenas; se enorgullece de minimizarse, de no ser nada frente a su club, que lo es todo. A propósito, aquí el borbollón de alardes del héroe por delegación. Hace algún tiempo recibí este soberbio retrato del hincha que lo exhibe en su talla cabal de mediocre irredento. ¿No resulta inaudito que un humano como todos nosotros pueda haber redactado -¡y enviado por correo electrónico!- esta muestra grotesca de la enajenación, la pequeñez y la dependencia que puede alcanzar un pobre de espíritu? Júzguenlo.
“¡Ya lo pueden gritar! ¡Somos campeones! Millones festejan, millones lloran, millones se abrazan…
Este título es nuestro y no lo íbamos a regalar. La afición respondió. Más de 110 mil almas no perdieron la ilusión ni por un segundo.
El primer tiempo fue duro, difícil, peleado, intenso y sin goles…  el CAMPEON no pudo descifrar la defensiva rival con 2-0 en contra.
Para el segundo tiempo todo cambió. “¡Vamos, América!” La gente se puso de pie, empezó a cantar, a saltar y a agitar sus banderas y playeras. ¡En el aire se podía respirar el gol del CAMPEON, ese gol que habíamos esperado tantísimos años y que estaba aguardando por que alguien se pusiera el traje de héroe para anidarlo en las redes y hacer que medio país gritara: ¡CAMPEON!
Y sucedió, ¡la gente lo empató! Sí, lo empató con ese apoyo impresionante que le enchinó la piel a todos los presentes. La gente empató el marcador en cuestión de pocos minutos. Toda una fiesta, todo un carnaval que a muchos nos durará.. ¡toda la vida..!
El himno americanista coreada y cantada (sic) por todos los presentes, al igual que el Dale, campeón, dale, campeón, seguido del Palo palo palo, palo bonito palo ehh, ehh ehh ehh somos campeones otra vez.
La fiesta no terminó y no terminará durante mucho tiempo. ¡Toda la vida! El AMERICA ES CAMPEÓN y ahora sí, ¡¡¡Haber (sic) quién nos aguanta!!!
VENGA CAMPEONES, FESTEJEMOS QUE ESTE TITULO YA ES NUESTRO!!! AMERICA, EL MAS GRANDE!!! EN TÍTULOS  HABER QUIEN NOS ALCANZA!!!
GRACIAS A TODOS LOS QUE NOS DIERON ESE TITULO! YA SON HÉROES!!!”
¿Y ustedes, mis valedores? ¿Ya pensando en Sudáfrica, como ordena la tele? (Puagh.)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *