TVAzteca

La televisión constituye un medio sibilino de introducirse en la conciencia de los asalariados, a quienes se les lava el cerebro, a voluntad de las clases dominantes, a fin de que no sean peligrosos políticamente queriendo subvertir el orden constituido…
Hablé ayer, mis valedores, de aquel benemérito Canal 13 todavía propiedad del Estado, precursor de esa degenerada TVAzteca hoy propiedad privada del duopolio de apellidos Salinas, Pliego y De Gortari. Fue en aquella televisión estatal donde algunos años laboré como colaborador de Jorge Saldaña, conductor de Sopa de letras, El juicio de los discos, concursos culturales entre niños y adolescentes de diversas escuelas y tantos otros  programas que fallecieron para nunca más. Por aquel entonces, en una especie de Declaración de principios, sus autoridades definieron al Canal 13, que no era un instrumento para fomentar el consumo indiscriminado o para vulgarizar los patrones culturales nacionales, ni para ofrecer una visión simplista y deformada de los problemas del país y sus soluciones. Los objetivos del Canal 13: “evitar que se caiga en una visión puramente competitiva con la televisión comercial, ya sea a través de medidas como los ratings (sic) o de las utilidades que se puedan obtener a través de la venta de tiempo de transmisiones”. La síntesis:
1)- La difusión pública, o sea la necesidad y la obligación gubernamental de dar a conocer informaciones sobre la sociedad y sobre la propia gestión del gobierno. 2)- La utilización del medio masivo que es la televisión para propósitos de difusión de cultura y recreación popular. 3)- La utilización de la TV para influir en los hábitos sociales, en las formas concretas de comportamiento, de manera tal que la TV estatal no sea un instrumento más de fomento al consumo indiscriminado o a la vulgarización de nuestros patrones culturales, o a la visión simplista y deformadora de nuestros problemas y de sus soluciones.
Qué bien. La televisión mercenaria, en cambio,  convence a las masas manipuladas por la información de que no están vencidas, reprimidas y explotadas, y de que en esta es la sociedad de las oportunidades donde todo el mundo puede ser rico por las loterías, las quin
Y es que la televisión estatal intentaba inducir el paso de lo trivial a lo profundo y de estimular la participación popular consciente en vez de condicionar y aprovechar mercantilmente la respuesta pasiva. “Su costo no debe computarse como una pérdida para el canal y un subsidio del Estado.  “Se trata del costo que el estado legítimamente cubre para atender parte de sus funciones. Su programación permite que buena parte de ella difunda cultura popular sin caer en el extremo de una programación que sólo interesara a reducidos grupos intelectuales, ni en el otro, de producir lo que venda en forma más fácil, aunque ello implique una programación vulgar e insulsa, o una manipulación de los sentimientos de los espectadores”.
Ese era, mis valedores; ese fue el Canal 13 que yo conocí, canal del Estado. Y en qué estado quedó después de que Los Salinas Pliego y De Gortari la convirtieron (pervirtieron) en esa TV Azteca que proporciona el alimento espiritual  a su clientela cautiva: el clásico pasecito a la red, telenovelas, nalgas jóvenes en pantaletas y la reina de eso que los gringos de segunda llaman el “rating”: ¡la sublimación de la nota roja! En eso fue a parar el canal del Estado que yo conocí. Y es que esto es México. (Nuestro país.)

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