Y ya entrados en sospechas…

José María Escribá, fundador del Opus Dei y elevado a los altares por gracia de Juan Pablo II. Joseph Ratzinger, por aquel entonces cardenal, le dedicó lirismos de este tamaño:
“A la hora de su muerte, apenas había entrado en la habitación y mirado la imagen de la Madre, cayó al suelo. Mientras moría tocaban las campanas, el Ángelus, anunciando el fiat de María y la gracia de la Encarnación del Hijo, nuestro Salvador…”
Pero qué de sospechas,  dudas y suspicacias entre quienes trataron de cerca al de la aureola flamante, reticencias de este tamaño:
Murcia, España. “El Colectivo de Sacerdotes de Cartagena expresamos nuestra extrañeza por la rapidez del proceso y respetuosamente pedimos la paralización de la beatificación del padre Balaguer, ya que escandaliza a numerosos creyentes, por tratarse de una persona discutida, alguna de cuyas actitudes parece que no concuerda con lo que juzgamos una posición radicalmente evangélica…”
Y la asociación de los Teólogos Juan XXIII: “Expresamos nuestra preocupación por el inusitado proceso de beatificación, que nos recuerda el caso de Isabel la Católica y el de los denominados mártires de la cruzada española (…) La rapidez con la que se ha llevado el caso de Escrivá nos parece sorprendente y hasta sospechosa”.
Años antes, en L’Osservatore Romano, el cardenal Angelo Felici: “No han faltado voces contrarias a la beatificación de Escrivá. Esto era de prever, considerando la multiplicación de los miembros del Opus Dei y la obra que desarrollan al servicio de la Iglesia. Entre los remitentes de las 6,000 cartas de los opositores recibidas por el Papa pidiendo la apertura de la causa, hubo 69 cardenales, 1,228 obispos y 41 superiores generales de órdenes y congregaciones religiosas y muchos jefes de Estado y de gobierno”. (Válgame.)
El Vaticano desestimó objeciones porque  Escrivá no fue un católico más: “Bajo su mano firme se movía un entramado financiero de 1,500 empresas y un patrimonio valorado, a finales de los 80s., en 30,000 millones de pesetas”. Para cimentar las finanzas de El Vaticano. ¿Como Marcial Maciel? ¿El proceso de beatificación del fundador de los Legionarios de Cristo, que tanta plata han aportado a las arcas vaticanas, seguirá adelante a lo subrepticio y  tan avanzado como lo dejó, para morirse, Juan Pablo II, protector de Maciel?
En fin, que en Alemania el Consejo de la Conferencia de Teólogos Pastorales “criticó duramente al fundador del Opus Dei, y el escándalo aumentó cuando Vladimir Feltzman, colaborador del cardenal primado de Inglaterra (quien conoció de cerca a Escrivá) aseguró en una entrevista que el humilde padre tuvo una actitud comprensiva hacia Hitler al decir: Pero si sólo mató a cuatro millones de judíos…”
¿Y quién rescató la Iglesia de España? Franco. ¿Y a quién debió su victoria Franco? A Hitler. La guerra fue una cruzada del cristianismo y de Hitler contra el marxismo. De ese tamaño, al parecer, es el santito que antecede en los altares al propio Juan Pablo II y a su valido Maciel.
Pero con tan generosa cosecha de santos (tan sólo en México y sólo en los años recientes, 27 nuevas aureolas, todas ellas  cristeras y pegoteadas de sangre), ¿cuánto se ha elevado la religiosidad de la grey católica? No su religiosidad de liturgia, de rito, de ceremonial, sino la religiosidad que predicó, con el ejemplo, El Ungido, y que se sintetiza en un único mandamiento: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Con obras, sí, que obras son amores y no buenas canonizaciones. (Amen.)

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