Les pediría perdón

Si algo pudiese pedir a los pobres, clamó López Portillo aquel primero de diciembre de 1976 desde la más eminente tribuna del país; si algo pudiese pedirles… ¡les pediría perdón! Ah, demagogos. Ahora se inicia en municipios de Chiapas una apodada Cruzada General contra el Hambre y la Pobreza, por título no vamos a parar. Ah, populistas. Ah, pronasoleros. Ah, México.

Y la esperanza de las masas rediviva, una vez más. Qué especie de  maldición pueda ser la esperanza, ese único bien para los mortales que sobrevivió encerrado en la mítica caja de Pandora. Dice el cantar popular que mientras haya vida hay esperanza, y yo digo: mientras haya esperanza hay vida.

Pues sí, pero esto no debiera aplicarse a esos millones de mexicanos para los que el desencanto y la esperanza son, dialécticamente, un par de sentimientos que los mantienen doblegados, resignados, esperanzados cada seis años. Lóbrego.

Odiseo, en su navegación, recaló en la tierra de los lotófagos, seres que se alimentan con cierta mítica flor de loto que los mantiene en la felicidad porque les aniquila toda memoria. Lotófagos resultan ser esos enajenados que al tañido de la flauta de Hamelin  pierden la noción de su mundo y se dejan conducir por los pantanosos terrenos de una fementida esperanza que en el 2018, a más tardar, volverá a tornarse ceniza para al conjuro del nuevo chamán resucite en el terreno de lo real maravilloso. De qué barro estemos forjados los mexicanos, eso los prestidigitadores sexenales lo saben muy bien y muy bien ensayado lo tienen, histriónicos rimbombantes. Y a alimentarlos con la flor de loto. México.

El loto esta vez está empaquetado en trece propuestas sobre las que el fervor popular vació su reserva de aplausos. Y cómo no iban a provocar el delirio esas tales propuestas,  si con sólo declamarlas el taumaturgo hizo brotar en el erial rosas, y sobre un lacerado país dibujó la tierra prometida donde fluyan arroyos de leche y miel. Y ahí el éxtasis que el nuevo tlatoani generó en la conciencia nacional. Aquí las decisiones de marras:

1.- Programa para prevenir el delito.- 2.- Publicar ley de víctimas.- 3.- Homonologar códigos penales.- 4.- Cruzada contra el hambre.- 5.- Seguro de vida a jefas de familia.- 6.- Pensión a adultos mayores de 65 años.- 7.- Reformar ley de educación.- 8.- Infraestructura carretera y puertos.- 9.- Regreso de trenes de pasajeros.- 10.- Licitar dos cadenas de TV abierta.- 11.- Ordenar deuda de gobiernos locales.- 12.- Plan económico con déficit cero. .-13- Decreto con plan de austeridad. ¿Qué más quieren, quieren más? Mis valedores:

Ha regresado la demagogia tricolor. Por frases altisonantes no vamos a parar. Flamígeras, retumbantes, tanto más sonoras cuanto más vacías. Que si cruzada contra hambre y pobreza, que si reformas a pasto, que si campaña anticorrupción… (¿A qué esa risita, señor Arturo Montiel?)

En tanto, condenados al polvo, el olvido y las telarañas, al desván de la Historia han caído el carnicero y la escamocha envinada de su discurso oficial pedestre, rupestre, plagado de lugares comunes y frases zafias: «le cayó el veinte, ponerse las pilas, no bajar la guardia, hombro con hombro para salir adelante».

¿Recuerdan ustedes las esperanzas que alborotaron Fox y el carnicero refugiado en Harvard?  ¿Y? Esperanzas y promesas, ¿dónde quedaron? Pero ahora regresa un viejo PRI disfrazado de joven, un PRI rapaz con aureola de taumaturgo que se dispone a obrar el milagro de la multiplicación de los panes. (Este país.)

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