“¡Hija de puta, te tenemos ubicada!”

Bien ubicada la tenían. A Digna Ochoa y Plácido la asesinaron un día como hoy, en el año 2000, por el delito de defender, desde el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, a las víctimas del ejército mexicano y a los presos de conciencia encarcelados injustamente. La conclusión  a que llegó Margarita Guerra, fiscal especial, sobre la muerte violenta de Digna Ochoa: “Se trató de un suicidio simulado”.
Marcos, el subcomandante del entonces vivo y actuante EZLN,  reclamaba al procurador del DF, que era Bernardo Batís:
Sus funcionarios no sólo fueron torpes e ineficaces en el caso de la muerte de Digna Ochoa. También fueron deshonestos y ruines. Para fortalecer lo del suicidio se dedicaron a destrozar la reputación de Digna…
¿Los asesinos de Digna? Nadie en particular. ¿Sospechosos? Los militares a los que inculpaba en delitos diversos, pero de ese tamaño es la justicia en este país: juez y parte en el caso ha sido el ejército. En la revista Proceso, Ricardo Revelo:
Como juez militar, a él le correspondió el caso de los militares procesados por la matanza de siete agentes de la Policía Judicial Federal en Tlalixcoyan, Ver., el 7 de noviembre de 1991 (¿recuerdan ustedes esa masacre?). La CNDH emitió la recomendación de que los militares que participaron en los hechos, entre ellos el general Luis Morán Acevedo, fueran castigados (…)  El general Rafael Macedo de la Concha los absolvió…”
Digna Ochoa. En febrero de 1995 agentes judiciales denunciaron ante el juez que “la monjita” los hostigaba durante los “interrogatorios”. Digna les impedía inventar versiones distorsionadas para evadir su responsabilidad en la tortura de los presos “zapatistas” capturados en Yanga. ¿Recuerdan ustedes el caso y los aspavientos del entonces presidente Zedillo tratando de hacerlos aparecer como guerrilleros peligrosísimos? Digna, asimismo,  se involucró en los casos que incriminan al ejército o la Policía Judicial: ejecuciones de Aguas Blancas, El Charco, Ejido Morelos, Ixtlahuacán de Madero, etc., y las aprehensiones e interrogatorios bajo tortura a presuntos zapatistas de Yanga y Cacalomacán y  los campesinos ecologistas del Edo. de Guerrero. Y más aún: de 1992 al 2000, durante su permanencia en el Centro Pro, Digna Ochoa participó con el equipo en la defensa de presuntos zapatistas presos y presuntamente torturados en el Campo Militar No. 1; de los extranjeros expulsados de Chiapas por agente de Migración; de los activistas detenidos en el desmantelamiento del municipio autónomo de Taniperla; de integrantes del CGH durante la huelga de la UNAM y de los campesinos ecologistas torturados por soldados del ejército; Digna llevó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos los casos de la masacre de 17 campesinos en Aguas Blancas, Gro., y las ejecuciones de tres indígenas del Ejido Morelos, Chis., casos en los que se señala al ejército como responsable directo. Y los otomíes de Ixtlahuacán de Madero, Veracruz, y…
Digna  apoyaba a la abogada Pilar Noriega en la defensa de los hnos. Cerezo Contreras, acusados de pertenecer al Ejército Popular Revolucionario, cuando aquel viernes, 19 de octubre, recibió junto a su cadáver la esquela de los asesinos dirigida a los continuadores de la labor de la benemérita:
“Hijos de puta, si siguen también se los cargará su madre. Sobre aviso no hay engaño”.
Este, mis valedores, es México, el nuestro, el de Digna Ochoa, el de los muy bien cantados derechos humanos. (Lástima.)

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