El alto clero católico, mis valedores. ¿Cuál de estas declaraciones, a juicio de ustedes, se apega más al espíritu cristiano? Siglo XVIII: “Ya sea que el príncipe haga buen o mal uso de su poder, ese poder siempre es conferido por Dios. Incluso si su gobierno es tiránico hasta el punto de que deje de ser un príncipe y se convierta en un demonio, debemos seguirle siendo fieles, no permitiéndonos más recurso que el de apelar a Dios, que puede ayudarnos en nuestras tribulaciones”.
Del tiempo actual: “El Vaticano tiene conocimiento de procesos contra curas pederastas mexicanos. Lo hicieron, dice, por ignorancia, y puede aplicárseles el precepto de Jesús: perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen”.
Mientras, “Los obispos mexicanos piden perdón a sus víctimas de violación sexual, ya que sus problemas, consideran, vienen del contagio del libertinaje sexual en que vive la sociedad”.
Del arzobispo de Hermosillo, Son., en el 2002:
Sí hay curas pederastas en México. No somos ángeles. Aunque hombres de Dios… también somos hombres. ¡Y muy hombres..!
Profetas y sacerdotes. Que los primeros no buscaron el título de profetas, pero lo fueron. “El profeta no debe callar”, clama ahora Norberto Rivera asumiendo el papel de profeta. Todo esto, mis valedores, encierra su muy buena moraleja, ¿pero cuál?
Detrás de sus propios fines de dominio y control de las multitudesl los curas aplican las ideas y doctrinas de quienes con ellas transformaron su tiempo y su mundo: Jesús, Isaías, Lao Tzé, Buda, Sócrates, que vivieron y murieron fieles a las ideas que predicaron, lo que les confiere permanencia y vitalidad. ¿Los usufructuarios de tales ideas? Ellos, a conveniencia, a manipular su “rebaño” con una doctrina que despojaron de verdad y autenticidad para dejarlas en meras fórmulas. ¿Pobreza en labios de Onésimos y Riveras? ¿Castidad en los curas Nicolás Aguilar y compinches? ¿Al César sólo lo que es del César? Por el 2001 manipulaba a su grey un Jerónimo Prigione, nuncio apostólico de El Vaticano en nuestro país:
– El pueblo de México debe perdonar al ex-presidente don Carlos Salinas. Se le guarda una profunda gratitud por todo lo que hizo de positivo para el país, que ahí queda.
Tal dijo “en medio de champaña europea y vino blanco importado, bocadillos de salmón, ostión y carnes frías. El nuncio descartó que la pobreza debilite la fe, y oró porque la recuperación económica alcance a las clases más desprotegidas”. Suertudas: oró por ellas entre eructo e indigestión.
¿Qué ocurre, entretanto, con los católicos, el 85% del país? Católicos son, ¿pero religiosos? Católicos, sí, ¿pero cristianos? ¿Aman al prójimo como a sí mismos, con hechos? ¿Conocen la distancia que va de la doctrina de Isaías a la que en 2001 les predicó desde el púlpito un cierto Onésimo, empresario taurino y golfista, bon vivant acusado de un desfalco de 135 millones y en sus ratos perdidos obispo de Ecatepec?
– Ni Calles, ni Cárdenas, ¡ni siquiera Díaz Ordaz! Hasta llegar a Salinas no llegó a haber una democracia real, pues había unas concesiones sencillas, pero no una real democracia. Hasta Zedillo no hubo una real democracia. Yo no creo en las democracias anteriores. No las hubo. Nos estamos haciendo guajes. ¿Candidato presidencial? Yo no tengo ninguno, porque todavía todos son pollos…
Maricones, maiceo a la SCJN por parte de “el loco del DF”: Cardenal Sandoval Iñiguez, descargado por Fox del expediente que lo acusaba de colusión con el narcotráfico. Sacerdotes del César. (Dios.)