Y cómo pudiera ser más desolador el panorama de la educación pública en este país, con la dirigente de los maestros atacando a Alonso Lujambio el de SEP, al que acusa de descuidar su encomienda por trabajar para el 2012, mientras el tal, designado por el de Los Pinos, se esfuerza por salvar del naufragio lo poco rescatable de esa mojiganga que apodan Bicentenario, con su apéndice en el 1910. La prueba ENLACE, en tanto, revela que el nivel de conocimiento de los estudiantes de primaria y secundaria es desalentador, sobre todo en Historia. Pues sí, pero el de Los Pinos presume en público que a sus hijos los educan monjas del Verbo Encarnado. Es la trágica decena ultraconservadora en un país muy distinto al que soñaron liberales como Ignacio Ramírez, que así rechazaba la educación “religiosa”:
¿Formar una sociedad jerárquica, donde todos obedezcan y muy pocos piensen, donde el arte y la ciencia enmudezcan cuando habla el dogma? ¿Retroceder hasta los siglos de la barbarie? ¿Se quiere que el sacerdote nos acompañe en la cuna, en el lecho conyugal, en los placeres, en las desgracias y hasta en las puertas de la muerte..?
“La soberanía individual rechaza los dogmas, porque todo dogma es una voluntad ajena y toda soberanía quiere ser independiente Hoy, en el mundo del conocimiento científico, ¿qué asiento pueden tener entre nosotros las revelaciones y los oráculos?”
No calculaba Ramírez que ha regresado el reino de las sotanas, y que las monjas del Verbo Encarnado educan no sólo a los hijos del de Los Pinos, que simbólicamente imparten su educación religiosa, de “verdad revelada” y pensamiento mágico, a los hijos de los hijos de todo el país. Es México.
Del pensamiento liberal: “¿Cuál es el mínimo de los conocimientos que por ahora se exige a todo miembro de la familia humana? Lectura, escritura, aritmética, geografía, historia, un oficio o los principios de una profesión, y algunos rudimentos en las leyes y civismo, conocimientos bastantes para que la juventud aspire al título de padre o de madre de familia ¡Y para llenar tantas exigencias del siglo se nos propone un Ripalda!
No se nos diga que ese catecismo es el compendio de lo que Dios ha dicho. ¿Cuándo autorizó Dios a unos oscuros frailes y clérigos para que le compendiaran sus palabras? ¿Por qué ustedes, ripaldistas, condenan a la multitud a tan completa ignorancia? Porque bajo la máscara de la religión se oculta el espíritu de dominio; con el catecismo no aumentáis el número de los cristianos, sino únicamente marcáis servidores”.
El gobierno representa la ley civil; los clérigos quisieran que representara la ley religiosa para dominarlo y para realzar la pretensión de que al Papa otorguemos entera obediencia. ¡El Napoleón del cesarismo cristiano! El clero no demanda al gobierno fe, sino coacción; quiere que la autoridad amenace a los que no crean; para esto necesitaríamos inventar un cuarto poder: el creyente. No trastornará el mundo sus instituciones para volver a la teocracia.
Nosotros todavía les enseñamos más, y es a no condenar a ninguno a la ignorancia, obligándoles a creer lo que no les podemos probar. ¡Les enseñamos con voz y con el ejemplo a no hacer traición a la patria!” Al México cristero, vale decir, de Riveras, Sandovales y Onésimos. ¿Culpa del chaparrito de lentes? Culpa nuestra, que nos negamos a pensar, como nos acusaba Ramírez cuando los liberales limpiaron de fanatismos este país para que hoy, de repente, haiga sido como haiga sido… Es México. (Este país.)