La juventud del “antro”

Unos cientos de miles encuentran cabida en los centros de estudios, otros cientos de miles logran enganchar un empleo. La mayoría de ellos es reclutada por las bandas de delincuencia, donde obtienen dinero “fácil” y en abundancia. Pero todos ellos, o casi, reconocen un punto de convergencia: el “antro”.  Desde el anochecer hasta las tres de la madrugada era suficiente para la sed de esos jóvenes, hasta que (ese tenía que ser) el PRD en la Asamblea Legislativa les dejó la copa en la mano  y a la mano los intoxicantes complementarios desde el oscurecer hasta las cinco de la mañana. Y a embrutecerse toda la noche: copa, ruidajo, instintos a flor de sexo.  Lobohombo, News Devine, Bar-Bar…
Yo, la mente encendida al recuerdo de un “antro” en llamas y ensangrentados algunos más, relacioné la hornaza del Lobohombo y la sangre del News Devine  con el caso aquel:
“Coche accidentado. Seis heridos graves. Conductor y acompañantes, todos menores de edad, iban ebrios. Rafael A.H., que manejaba el vehículo, cuenta con 16 años de edad. Grave, permanece hospitalizado…
Yo, padre de un hijo de la misma edad,  escribí el texto que, por desdicha para todos, no pierde actualidad. Júzguenlo:
En leyendo la noticia, Rafael, redacté unas líneas zumbonas contra borrachos y cantineros, pero después de pensarlo… Has de saber (me permites el tuteo, ¿verdad?) que de pronto se me prendió una punzadilla acá, del lado cordial; porque yo tengo un Ariel de tu misma edad, y eso vino a quitarme las ganas de hacer donaires con tu desdicha. Porque desdicha es, y grande, que habites en un manadero de briagos que más que de escuelas está claveteado de tabernas. (Hoy, frecuentar los  “antros” es de muy buen ver -de ver en la tele-; encerrarse en el “antro”  y aturdirse de ruidajos, licor y demás intoxicantes confiere nivel social. El especialista:
“Una publicidad desaforada e irresponsable encauza al país hacia el alcoholismo. La afición por el alcohol se incrementa entre los jóvenes, los adolescentes y los estudiantes universitarios…”
Tú, Rafael, de seguro eres estudiante, como mi Ariel, y como joven que eres, qué voy a reprocharte, si el Sistema que los adultos nos dejamos imponer es el que permite, alienta, fomenta que el duopolio de la TV, al amor de las ganancias, entorile a las masas -¡a los adolescentes!- a punta de una manipulación tan aviesa como efectiva. Qué voy a reprocharte, si viniste a nacer en un país gobernado por la publicidad…
Malhaya esa enajenación colectiva, que así se ceba en los jóvenes y mantiene a flor de labio el licor y otros intoxicantes, para que angoste y agoste el espíritu, ablande conciencias y reblandezca la resistencia del joven -¡del adolescente!- para mantenerlo en la pasividad, en la mansedumbre y la sumisión, dependiente siempre, y enajenado. Rafael:
Te imagino días antes del accidente, tú y tus 16 años encima: flamante todavía, recién salido del nidal. Te imagino emulando al joven que te presenta el cinescopio (hoy, la pantalla de plasma, más grande la copa, más apetitosa, que casi la alcanzas a olisquear), despeñadero seguro para el alcohol otras drogas que lo completan.
¡Ah, Rafael, como si te llamaras Ariel y fueras mi sangre, y fuera esa sangre la que no cesara de manar mientras yo, desalado, me aferrase a ese tu cuerpo todavía tan muchacho y ya así de lastimado! Ese camastro de hospital me parece la viva metáfora, mortecina, de gran parte de la juventud del país, la  juventud del “antro”.  Ah, México. (Este país.)

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