Dije a ustedes ayer que hace cinco años, con la “pareja presidencial” instalada en Los Pinos, a Chapultepec arribaron, iniciando su apareamiento, Arila y Bantú, gorilas. Yo, entonces, me permití enviarles este mensaje:
Que la explosión hormonal no me los vaya a marear y hacerlos perder la vertical mas que cuando el instinto los fuerce a la horizontal, y entonces aprovecharla con nervios, mente, riñones, corazón y hasta duodeno, si les provoca. Pero, mis nobles parientes, que la embriaguez del instinto no se les torne borrachera que los obnubile hasta el punto de que extravíen dignidad y decoro y tornen su intimidad alarde, exhibición y espectáculo para la gayola. Que de primates, el amor no me los vaya a pervertir en humanos, como a sus vecinos de los otros pinos los tornó primates.
No los contagie ese ejemplo. Que su intimidad ande en boca de ustedes, pero no en boca de todos. En público no besuqueos ni arrumacos exhibicionistas. No perder la dignidad personal (de primate). Por otra parte, reflexionar que sus vecinos jaula, los dos de los otros pinos, en cuanto les caiga el desahucio van a irse oliendo a zorrillo. Ya después, el olvido, si bien les va. Pregunten, si no, por los pandas Pepe-Pepe, Ying-Ying y Tohuí, a su hora los consentidos de hienas y chacales atejonados tras de cámaras y micrófonos, para más tarde al desván de la Historia…
Que una conducta indigna no les abolle el prestigio y la fama pública, nuestro único capital. Ante radio, TV y prensa escrita, precaución. No ir a empacharse de cursilería cuando los jilguerillos aludan a ustedes. ¿No desde ahora, por halagarlos, ventosean sacarinas como “el novio”, “la novia” y “el nidito de amor”? Elocuente, detrás del afecto fingido, el pie de foto: “La mercadotecnia no pierde tiempo y ya se venden los recuerdos de Arila”. Pariente Bantú:
¿Es usted de temperamento caliente, rijoso de natural? ¿Como valentón de pulcata le repapalotean los sesos (los esos) por provocar la pendencia cuando se siente seguro detrás de las rejas, esas que le alza la guardia presidencial? Cuidado, que todo el zoológico está plagado de carroñeros. ¿Muy dado a los cascabeles? Los del zoológico son de víbora, y esas sí tiznan. No retar a leones, tigres y uno que otro dinosaurio, que el susto le va a costar diarreíta y comaladas de Prozac.
Joven Arila: consiguió jaula en los pinos, pero no perder la cabeza. Un ramalazo de suerte la sacó de su oscuro Zacango, donde vegetaba su mediocridad. No aparentar, Arila, no derrochar en lujos ni extravagancias, que aunque la mona se vista de seda, Marta se queda.
Sea siempre lo que siempre ha sido, no al modo de Midas enseñe la oreja; no exhiba su mediocridad de suerte tal (mala para todos) que desde su insignificancia y por un inconsciente afán de autoafirmación reclame para sí, a lo protagónico y sin merecimiento ninguno, la luz de las candilejas. No olvidar la bíblica sentencia: “Nadie puede añadir a su estatura un codo”. Usted nada de oropeles ni gastos desmesurados como la de los pinos vecinos. Abrigo de piel es piel de contribuyente, acuérdese. Que sus años de zoológico no nos salgan costando un hovo de la cara. Vive en (de) un pueblo pobre, obligado a financiar el zoológico nacional, pueblo cada día más empobrecido por Arilas como su vecina. Arila, Batü, parientes de sangre: es cuanto, y la paz. ¿La paz? La paz dije hace cinco años. Hoy, Fox nos amenaza con volver a la grilla política, y detrás de él viene… ¿quién creen? (Cruz, cruz.)