«De que vamos a vivir…»

El neoliberal es pragmático-utilitarista. Individualista a ultranza, abandona la preocupación por el fomento del bienestar general (…) El bienestar del grupo es la suma del bienestar individual de cada uno de los miembros del grupo. Esto deja de lado la cuestión de la forma en la que está distribuido el bienestar entre los individuos, si de forma igualitaria o desigual.

Sigo aquí, mis valedores, con el tema del Neoliberalismo, implantado en nuestro país desde los tiempos del primer mediocre de las cejas alacranadas, y continuado hasta el día de hoy. El récord histórico de tal modelo económico, según los analistas, ha sido desastroso. Si se juzga la eficiencia de una economía en cuanto a su tasa de crecimiento económico, la distribución de la riqueza, la creación de empleos y la reducción de la deuda externa e interna, entonces el balance de cada uno de estos parámetros es fatal para los pueblos al sur del Bravo. Los estudiosos:

Cada una de las potencias industriales ricas aboga, en general, por una mezcla de liberalismo y protección diseñada en función de los intereses de las fuerzas nacionales dominantes, las grandes empresas transnacionales que deben regir la economía mundial. Las consecuencias serian reducir a los gobiernos del Tercer Mundo a una función policial para controlar a sus clases trabajadoras y a la población superflua, mientras las transnacionales obtienen libre acceso a sus recursos, monopolizan la nueva tecnología y la inversión y la producción mundiales (…) El resultado puede calificarse de ‘libre comercio» o de «democracia» por razones doctrínales, pero se le ha descrito con más exactitud como un sistema de «mercantilismo corporativo».

«Para que el club de los hombres ricos pueda gobernar el mundo con eficacia en función de los intereses de sus miembros, hay que mantener a las masas en el lugar que le corresponde: en el Sur, hambrientas y reprimidas; en el propio país, aisladas y distraídas. El Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio (NAFTA) es un caso ilustrativo. Ha sido un filón de oro para los inversores, que pueden trasladar la producción a zonas de bajos salarios, zonas donde elevados niveles de represión, controles dictatoriales y una inmensa fuerza laboral sobrante los mantendrán bajos».

Los efectos de este tratado de largo alcance, que invalida leyes estatales y federales, no pueden analizarse sobre bases seguras por una simple razón: las condiciones del mismo se han mantenido en secreto. Es un acuerdo ejecutivo; se mantiene al pueblo en la ignorancia, conforme al principio de que los asuntos públicos no son de su incumbencia.

El Neoliberalismo es una ofensiva contra todas las conquistas que aun dentro del capitalismo habían logrado las masas, la clase obrera, los trabajadores. Ha acabado hasta con los sindicatos. Ha agravado el fenómeno del intercambio desigual, puesto que está liquidando todas las medidas de protección y todos los acuerdos sobre productos básicos con los cuales trataron de defenderse los países del Tercer Mundo, que han ido perdiendo todo: aranceles que protegían sus nacientes industrias y generaban ingresos; convenios de productos básicos; asociaciones de productores; indización de precios; tratamientos preferenciales; cualquier instrumento para proteger el valor de sus exportaciones y contribuir a su desarrollo, ¿Qué se nos ofrece? ¿Por qué no se menciona el injusto intercambio desigual? ¿Por qué no se habla ya del peso insoportable de la deuda externa? Fidel Castro:

¿De qué vamos a vivir? ¿Qué bienes y servicios vamos a exportar? ¿Qué producciones industriales nos van a preservar? ¿Sólo aquellas de baja tecnología y elevado consumo de trabajo humano y las altamente contaminantes? ¿Se pretende acaso convertir a gran parte del tercer mundo en una inmensa zona franca llena de maquiladoras que ni siquiera pagan impuestos? América Latina ingresa al nuevo milenio arruinada por la dictadura del capital financiero, que bajo la etiqueta del «neoliberalismo» ha sufrido durante los últimos veinte años. En el caso de México, la tasa de crecimiento es mal parámetro para juzgar al futuro. Si se toma en cuenta los siguientes indicadores: endeudamiento interno; endeudamiento externo; balanza de cuenta corriente; déficit fiscal; composición de las exportaciones y competitividad en el mercado mundial, entre otros, queda claro que México, al igual que las otras dos economías grandes del sub-continente, está estructuralmente en quiebra; y que no hay posibilidad para salir de esta situación por la vía económica nacional.

(Seguiré con el tema.)

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