Reprobado

«Calderón, con peor saldo que Fox y Zedillo», denuncian las primeras planas. Esa es una verdad que pudiesen suscribir, que suscriben cada día las masas sociales: desencanto y pobreza, carencias y desempleo, propaganda embustera y desmesurada, costosísimos derroches de saliva y estreñimiento absoluto a la hora de las acciones. Tal ha sido hasta hoy día el balance del gobierno que prolonga ese modelo neoliberal impuesto en nuestro país desde los años del primer mediocre de las cejas alacranadas. El martes pasado, en su festejo particular, índice en alto clamó el de Los Pinos:

«Lo que propongo es pasar de la lógica de los cambios posibles, limitados siempre a los cálculos políticos de los actores, a la lógica de los cambios de fondo que permitan romper inercias».

Pero no, que entre las múltiples objeciones a su propuesta, aquí la de Porfirio Muñoz Ledo, senador:

«Hago un llamado a conjurar la explosión social, pues los mexicanos nos precipitamos hoy en la pendiente de un Estado fallido. El reto es la clausura del ciclo neoliberal»

El Neoliberalismo, precisamente, ese modelo político, financiero, económico y social que instrumentó el capital-imperialismo una vez que surgió, victorioso y hegemónico, de la Segunda Guerra Mundial. Este modelo neoliberal, como la propia globalización que lo hace posible, fue instaurado por el sistema capitalista en Bretton Woods hace seis décadas y media con la asistencia de 44 jefes de estado y de gobierno. Ahí, el poder de Estados Unidos implantó para el resto del mundo el denominado Nuevo Orden Mundial, con la Globalización, el Neoliberalismo y el agio internacional como sus consecuencias inmediatas, que desde entonces padecen nuestros países al sur del Bravo.

La mano invisible del mercado libre conduce hacia la injusticia y favorece el oligopolio de riqueza y capital es, dificultando asi la igualdad de oportunidades…

El Neoliberalismo. Este principio depredador ha existido desde el comienzo de la sociedad de clases, tanto en su interior nacional como en las relaciones internacionales, y sigue predominando hoy en la nueva forma de dominación neo-colonial que llamamos Globalización. Para mantener la explotación del llamado Tercer Mundo y la escandalosa monopolización de la riqueza social producida por la humanidad, los principales beneficiarios del sistema neocolonial -el Grupo de los Sietetienen que controlar y moldear la identidad nacional de los pueblos sometidos.

Por cuanto a México, mis valedores: el Neoliberalismo se implantó en nuestro país a principios del gobierno del primer mediocre de las cejas alacranadas, Miguel de la Madrid, a sus espaldas el titular de la difunta Secretaría de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas, a espaldas de él cierto apátrida (por tener tantas patrias) conocido como José Córdoba Montoya. Lo afirmaba Rosa Albino Garabito, investigadora de la UAM-Azcapotzalco:

Frente a los retos de la globalización, en México se han combinado todas las formas posibles de explotación de la fuerza de trabajo. Los obreros viven en el peor de los mundos posibles. De 1977 a la fecha, el salario mínimo real ha acumulado un deterioro del 75 por ciento. Otro 75 por ciento percibe un ingreso por debajo del salario corstitucional. El número de los desocupados se incrementó en el presente sexenio hasta en un 155 por ciento…

Y que, por lo mismo, y a decir de un Dr. Yvon Le Bot, «México ha sido altamente agredido por el neoliberalismo, pero ahora se está levantando».

¿El Neoliberalismo? Lo padecemos, pero la mayoría de sus víctimas, en esencia, muy poco saben de él. Aquí, en la voz de los estudiosos, un esbozo de retrato hablado del tal. Para empezar, los muy sugerentes conceptos que expresó Woodrow Wilson allá cuando presidente de los Estados Unidos, en la segunda década del siglo pasado:

El productor necesita tener el mundo como mercado. Por lo tanto, es necesario que la fuerza del estado derribe las puertas de aquellas naciones que se cierran, para asegurar que no se desaproveche ningún rincón del mundo…

Esto significaba para un estado cualquiera que como vía de protección de su producto nacional cerrara sus fronteras al capital y mercancías norteamericanas, estar haciendo, por ello mismo, una política inamistosa hacia Estados Unidos y, por lo tanto, exponerse al peligro de ser sancionado por la nación «agraviada». De ahí en adelante abatir fronteras y derribar soberanías nacionales para imponer un modelo de «mercado abierto» que remataría en el modelo neoliberal decretado por un Nuevo Orden Mundial que se renueva según las circunstancias. Y así hasta hoy. (Hasta mañana.)

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