Del esperpento

Iztapalapa, mis valedores, y la aventura esperpéntica de un nombre propio que nada dice, Rafael Acosta Ángeles, y un alias que lo dice todo: «Juanito». Que él o Clara Brugada queden al frente de la delegación, me parece asunto menor ante lo trascendente: se destruyó el cacicazgo de la familia Arce, Oliva y Círigo, triunfo que fue de los votantes sobre el predominio que el de Los Pinos hubiese logrado con la mano del gato (del chucho, más bien). Así, Iztapalapa fue territorio perdido para Nueva Izquierda, que es decir para Gobernación, que es decir para Los Pinos. El matutino, a propósito: «¿Qué tanto hace el coordinador de los senadores del PRD, Carlos Navarrete, en la Secretaría de Gobernación? Ya parece su segunda casa». Y el viernes pasado: «Que PAN y PRD buscan aliarse por la gubernatura de Oaxaca, en julio de 2010. Todo se vale para detener al PRI, ponen como pretexto». Pretexto que es lo de menos; los colaboracionistas del Sistema le ejecutan la obra negra y el trabajo sucio. Esos alquilones…

Su vocación se evidencia después de 1968. El Echeverría presidente, decidido a aniquilar (a ocultar, cuando menos) todos los logros de la vertiente popular — estudiantil tras la masacre del 2 de octubre del 68, inició la maniobra de borrar, diluir o distorsionar de la conciencia colectiva la memoria histórica y desmantelar las fuerzas de izquierda aglutinadas en el Comunista Mexicano, partido político no reconocido por el gobierno. Pero cómo destruir tales fuerzas de izquierda, si después de la carnicería ni el gobierno ni el PRI tenían la más mínima credibilidad ante las masas sociales…

Entonces fue: Echeverría, maquiavélico, decidió desbaratar desde dentro el Comunista Mexicano, desmantelamiento que consiguió con la colaboración de los cupulares Martínez Verdugo, Martínez Nateras, Rincón Gallardo, Guevara Niebla, Heberto Castillo y otros líderes del 68, todos de enorme ascendiente sobre las masas sociales y ahora confinados en Lecumberri. Echeverría los liberó con la fórmula consabida de «plata o plomo», y quienes no se dejaron cooptar fueron destruidos: prisión, desaparición, muerte; los otros se aplicaron a destruir desde dentro a las verdaderas izquierdas aglutinadas en el Comunista Mexicano, y fue así como las cáscaras y los bagazos de la izquierda se posesionaron del vocablo, medraron con él y desembocaron en lo que son hoy día, reputados políticos.

Algunos cupulares de Nueva Izquierda dentro del PRD, como los chuchos Navarrete y Ortega tienen otro origen político, que proceden del Partido Socialista de los Trabajadores, un PST alquilón conocido como «el pesetero», que iba a degenerar en el Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, el famoso Ferrocarril cuyo dirigente, Rafael Aguilar Talamantes, queda en la historia de la picaresca política como el estereotipo del vividor pragmático-utilitarista que alquila al mejor postor sus servicios personales y los del partido. Y lo que enseña la historia, mis valedores…

Todo lo que hoy ocurre en el interior del Partido de la Revolución Democrática ya se prefiguraba hace siglos en la Convención Nacional de 1892, resultado de la revolución francesa de 1789. El grupo más reducido resultó ser el de los jacobinos, radicales encabezados por Robespierre, que desde la izquierda en los asientos del Congreso intentaban hacer realidad los postulados de la revolución. Más del doble de delegados pertenecía a la corriente de los girondinos, tibios e instalados en los asientos de la derecha, mientras que la mayoría de delegados eran conocidos como «la llanura» o «el pantano», que más allá de convicciones personales y de los principios estipulados en su declaración de principios empeñaban sus servicios al más fuerte de los partidos en la coyuntura política Mis valedores…

¿Identifican a los radicales, a los girondinos y al «pantano» dentro del PRD? ¿Cuál es el lugar de Chucho Ortega, el de Alejandro Encinas, el de López Obrador…?

Hoy mismo talamanteros y matanceros del Comunista Mexicano (dialoguistas, gradualistas, migajeros profesionales de la derrota que medran del daño que causan a su partido), andan en tratos de tenebra y compinchaje con Gómez Mont, que es decir con Los Pinos, que es decir con un menguado Calderón que a sus chuchos no pudo, según todos los indicios, conservarles Iztapalapa. (A ver.)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *