Y de repente, mis valedores, como si despertase del cuento y del canto de hadas, la vuelta al hogar. De repente, quieras que no, doblegarse a la rutina nuestra de cada día, con todo lo blanco y lo renegrido que eso quiere decir. Yo, volando entre nubes, contemplaba allá abajo, maqueta descomunal, el DF, arenal de techumbres, explanadas y unas torres de Babel que se alzan, agresivas, poco anuentes a recibir al hijo pródigo que se atrevió a ausentarse el tanto de algunos días.
Días que invertí en la maniobra de habitar en el paraíso, o casi; días en que me les hice perdedizo a radios, periódicos, celulares y, por supuesto, la televisión. Días en que mi espíritu se relajó a pierna suelta, lejos del mundo. Que la edad de la inocencia falleció con el día de hoy me lo jura el espectáculo del firmamento que arropa la ciudad capital: un capuchón gris de nubes que se apartan de las dos clases de nubes decentes: las negras, de lluvia, y las blancas, que al cielo le sirve de adorna Estas no: pardas, ateridas, la tarde se pasan lagrimeando gotas heladas, como de pavor, y mi ánimo se contrista. De ganchete miro el reloj: de las plácidas horas de la provincia a las primeras sombras de la noche ha oscurecidos en el ánimo de mi ánima, y qué hacer. De repente, un bamboleo, un estremecimiento, la turbulencia Cruz, cruz…
Conozco que va de veras y me hago el ánimo ahora que el de Mexicana enmienda el rumbo y gira a la izquierda; la verdadera, no la de jauría de chuchos cuchileados por el chucho Ortega, hijo putativo de Talamantes (la bocanada de bilis negra me certifica que vuelvo a mi rutina de cada día).
Y sí, ya nada hay que hacer, sino resignarme, porque el avión enfila su trompa hacia el hilito de atole champurrado tendido allá abajo, en el traspatio del aeropuerto. Ahí voy, noble ciudad; allá te voy, Magdalena, recíbeme abierta de brazos (Magdalena Contreras).Y este escalofrío. Aterricé.
Amanecer del día de hoy. Aquí estoy, manos y mente vacíos frente al aparato que los guanabís llaman «compu», cursis dejaran de ser. No me tanteo preparado para el comentario de la realidad objetiva de la vida pública, de modo tal que recurro a la buena voluntad de ustedes para que me pongan al corriente de los episodios nacionales que se produjeron mientras yo anduve en el paraíso. Y para empezar, mis valedores: ¿qué de importante ocurrió en mi ausencia? ¿Se detuvo, por fin, la carestía? Los precios de gasolina y canasta básica, ¿estables? ¿A la baja? ¿Aumentaron leche y carne? ¿Sigue en este país la escasez de huevos? Mejor, que los huevos nomás producen colesterol, causan turbulencias y la hacen de fumarola. Mucho mejor.
Y ya que hablamos de huevos: ¿la flaquilla de la SEP y la Gordillo de los maestros chuparon la de la paz? La pipa, ¿con qué yerba la retacaron? En el PRD, ¿sigue un interino, provisional o peor-es-nada A costa de lo que sea? Madrazo, ¿ya resucitó?
Salinas, ¿ya descansa en paz? ¿Siguen los dórigas de la nota roja doliéndose a gritos y sombrerazos por el asesinato de Jorge Palma, chofer de una de las familias más ricas del país? La marcha que le forjaron a Ebrard para exhibirlo de inepto, ¿resolvió el problema? ¿Los de uniforme ya lograron pacificar el país o sigue la edad dorada para los mercachifles de las fúnebres pompas? ¿Descabezados, descuartizados, desmembrados de manos y pies? ¿El de Los Pinos sigue pidiéndole chichi a DEAs, CIAs, FBIs y dólares de Bush? ¿Qué les va a dar a cambio? ¿Ya se las dio, las briznas de soberanía que restaban a México? ¿Las instituciones justicieras siguen acaparando la confianza de los mexicanos? Ya imagino el problemón del sobrecupo en los reclusorios de la ciudad, con las honorables familias de los Montiel, Fax, Bribiesca, Sahagún, Romero Deschamps y la cáfila completa…
¿Ebrard y el de Los Pinos, ya la foto, por fin? ¿Quién cedió? ¿Qué cedió? ¿Cuál se dio? Si el abrazo de Acatempan, ¿cuál la hizo de Guerrero el Insurgente? ¿Cuál de Iturbide, el realista emperador? Y morboso que es uno: ¿cómo ocurrió la ceremonia cuata del Grito en el zócalo? ¿Gritaron los libres, o AFIs, guachos y PFPs los hicieron gritar? ¿Gritó el chaparrito de lentes o fue a él a quien le gritaron? ¿Lo hicieron gritar? El suyo, ¿grito patriótico, grito de dolencia, grito de susto, grito de pavor? Si repicó y anduvo en la procesión, ¿cómo pudo ondear la bandera? ¿Ondeó la mexicana, la de Exxon, la de Repsol? Su presencia en el balcón central, ¿la de un ser carismático? Su rostro, ¿júbilo, patrio fervor, exaltación patriótica? ¿Gesto compungido de yo qué tíznaos hago aquí, qué acaso me vieron cara de Peje? (Seguiré preguntando.)