A tragar sapos…

Y parodiando al clásico, mis valedores, ¿habrá desdicha mayor para el humano que en el recordar, en tiempos de infortunio, la pasada prosperidad? Esto me lo sugiere la nota de prensa: Ni quién se acuerde de George W Bush. Los medios de comunicación ignoran a un presidente muy poco popular, que muy pronto se despedirá de la Casa Blanca.Ese Bush que no se apea de la boca la palabra democracia, pero cuya reelección estuvo signada por el fraude electoral más escandaloso y cuyo futuro no tiene, en apariencia, más desembocadura que el basurero de la historia, va a perpetuarse en la memoria de sus víctimas como el genocida de Iraq, Afganistán y Palestina, a la que el texano ex-alcohólico ha masacrado con la mano de su gato y halcón israelí. Siniestro.

Cuántos en este mundo irán a maldecir la memoria de ese que para aplicar sin costo político su «terrorismo de estado» chantajeó tantas veces a sus compatriotas y colonias anexas con la amenaza del «terrorismo», un monstruo que él mismo creó y extendió por los pueblos del mundo. «Hay que acabar con los terroristas», clama aún a estas horas, pero oculta la verdad: que los tales son «terroristas contestatarios» de su terrorismo original, ese que el texano viene ejerciendo contra los pueblos del mundo. El, en libertad como también sus halcones anidados en el Pentágono, es el mismo que mantiene a medio centenar de «terroristas» muertos en vida en un limpio territorio cubano que el guerrero manchó como campo de concentración Guantánamo.

Bush irá de cabeza al desván de la historia, pero la negra memoria de sus acciones ha de perdurar en la economía familiar de tantas comunidades, porque desde la Casa Blanca debilitó la economía del país y sus colonias y está a punto de derrumbar ai imperio hasta un lugar segundón. ¿Quién es, en última instancia, sino el propio Bush, el culpable directo del debilitamiento del dólar y la fortaleza de la industria de la guerra?

Lo dicho, mis valedores: renegrido porvenir aguarda al mediocre de las manos tintas en sangre, a ese perro de guerra a quien más hubiese valido, como asimismo a las comunidades del mundo, haber permanecido en su fase de alcohólico. Ya oigo al reflexivo:

– Yo lo que me pregunto es cómo pudo llegar a la presidencia del país imperial un individuo con tan miserable coeficiente intelectual. No le envidio el futuro que aguarda, a partir del año próximo, a ese despreciable que como político está muerto e incinerado.

¿Muerto Bush?, le contesto. ¿Cómo sabe usted que el sucesor, sea Barak Obama o sea John McCain, va a resultar un verdadero estadista? ¿No ha pensado que ya el sucesor instalado en la Casa Blanca pueda aflorar en él su verdadera personalidad de mediocre, corto de entendederas y falto de espíritu, de carisma y don de gentes; un individuo chato, vulgar, sin un asomo de enjundia, mística, temple, redaños, imaginación? Yo sí, y ante tal situación imagino un diálogo con alguna de dos variantes. La primera:

Torpón, falto de carácter, Obama (o McCain) manda llamar a su mozo de estribo: «Con este tercio no me levanto. Yo aquí rajueleo. Me rindo».

– Pero qué dice usted, señor presidente, qué está insinuando.

– Que yo, de plano, me rajo. Está visto que yo no nací para gobernar.

– Pero qué cosas va a decir de usted el país…

– ¿Peores de las que ya anda diciendo? Anda, habla con Bush; que agarre el timón y enderece el barco. Claro, ante la tele yo seguiré presentándome como presidente, y como presidente seguiré cobrando religiosamente. El resto dependerá de Bush.

La segunda variante: va el escudero hasta donde el presidente McCain (u Obama) se calma los nervios (no Prozac, wiskicito):

– Lo siento, señor presidente, pero la situación llegó al límite. No pudo usted con los problemas del país. No hay seguridad pública, ni una economía sana ni obra social. Su logro hasta hoy es sólo un peligroso vacío de poder y poner al país al borde de la ingobernabilidad. Así que a querer o no, señor presidente, se ha decidido llamar a Bush para que gobierne por usted. Claro, no es agradable quedarse como fachada vil y que otro se apodere del partido, el poder y la toma de decisiones. Pero es que usted… (Y movía la cabeza.)

Mis valedores: ¿no queda para Bush semejante esperanza? ¿Qué tiene él, o de que carece, comparado con Fox? (México.)

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