¿Mouriño toca el violín..?

Fue aquel un conflicto que ríanse de las castañas que Bush anda sacando de Ecuador con la mano del gato colombiano. ¿La zona del zafarrancho? La tertulia de anoche, en el edificio de Cádiz. El maestro:

– Esto que acabamos de presenciar me recuerda la añeja fábula de Salado Álvarez. ¿Quiere explicarla a los contertulios, señor valedor?

En pocas palabras: sucedió allá por el XIX que la orquesta de la catedral metropolitana se quedó sin el primer violín y se anunció el puesto vacante. Aquella tarde el deán recibió la visita de un hombre de edad, untuoso, melifluo, sonriente y caravanero. Luego de besar la mano al deán: «Me enteré, Su Ilustrísima, de que la orquesta necesita un primer violín».

– Así es, don Benigno. ¿Tiene usted algún candidato?

– Un mi sobrino Nachito es la solución, Su ilustrísima.

– ¿Toca bien el violín?

Ahí la enumeración de las virtudes del sobrino. Que es un católico devoto, que es un cumplido ciudadano, un marido cariñoso y padre ejemplar.

– ¿Pero toca bien el violín?

– Un hijo piadoso. El solo mantiene a su mamacita doña Rafita.

A la mención de cada virtud, el deán: «¿Pero toca bien el violín?»

– Su misa no la perdona, con todo y la sagrada comunión.

– Bueno, sí, ¿pero toca bien el violín?

– Bueno, como tocarlo, en un festival de fin de cursos se ejecutó un valcesito que había que oírlo. ¿Le da usted el puesto, Su ilustrísima?

– ¡Basta! Cuando haya que premiar a un virtuoso mándeme a su Nachito, pero lo que yo necesito es un virtuoso, pero del violín, ¿me entiende…?»

Me entendieron los contertulios, que acababan de presenciar la batalla campal provocada porque alguno mentó a Juan Camilo Mouriño y ahí ardió Cádiz. «Siendo presidente de la Comisión de Energía en la Cámara de diputados y más tarde asesor de la Sec. de Energía cuando su titular era el que hoy vive en Los Pinos, Mouriño firmó, como apoderado de los negocios de su suegro y de toda la familia, contratos millonarios de lubricantes, aceites y transporte de gasolina, con lo que toda la familia se enriqueció a costillas de PEMEX hasta crear 80 negociazos en el sureste. Unos contratos que…

– ¡¿Contratos? ¿Cuáles contratos?! Ahí, esponjada y a gritos, La Maconda, neopanista y adoradora de algún chaparrito, jetoncito, al que todo, todo le queda grande: «¿Contratos? ¿Cuáles contratos? ¡Esas son calumnias del Peje! Qué forma más puerca de posicionarse en los ‘medios’: revolviendo basura en los estercoleros…».

Mis valedores: ahí fue. La tía Conchis, su rostro de ingenuidad, su sonrisa candida, su mirada inocente: «¿Pero Mouriño firmó esos contratos?»

– ¡Esas no son más que acusaciones inmorales, dolosas y mezquinas!

– ¿Firmó o no firmó esos contratos?

– ¡La familia consolidó su fortuna gracias al tesón y al esfuerzo personal y al de su familia!¡Es dinero bien habido, y pésele al Peje, ese peligro que debemos parar a tiempo, o se nos vuelve un problema de consecuencia fatal!

– Bueno, sí, ¿pero Mouriño firmó o no firmó esos contratos?

La Maconda se alzó y desde la puerta: «¡Comadre, venga un momento!»

¿Comadre? ¿A qué comadre llamaba? «¡Venga a decirle a los achichincles de López que el señor secretario no pierde su tiempo debatiendo con un Peje instalado en la esquizofrenia! Bien lo decía don Antonio Sola «Ese es un peligro para México!» ¡Comadre, venga y cálleles el hocico!»

– De acuerdo, ¿pero Mouriño firmó o no firmó esos contratos..?

– ¡Que el dictador Chávez deje de financiar al populista, a ver qué queda del perverso destructor, traidor y agresivo! ¿Quién es ese oportunista demencial para apropiarse de las demandas ciudadanas? ¡Comadre..!

– ¿Pero Mouriño firmó o no firmó con PEMEX esos contratos?

– ¡Comadre, qué tanto hace en el baño! ¡Venga a torear a los hocicones!

Se apareció la tal. «¿Conque estos falsarios difamando a Mouriño? Vamonos, comadre, para qué echar margaritas a los puercos».

Abrazadas y triunfantes, Ruth Zavaleta y La Maconda, comadres «ideológicas» y aliadas de mi primo el Jerasimo, lic. del Revolucionario Ins., dejaron atrás el campo de batalla. Yo me quedé pensando, nomás pensando: Bueno, sí, ¿pero Mouriño firmó o no firmó esos contratos? (Y ya.)

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