Esos vendepatrias…

Allá, el imperio en el norte. Acá, sus gerentes y encargados de negocios, alojados temporalmente en las casas de gobierno de la América Mestiza, como la designaba el genio americano, José Marti. Entretanto aquí, allá, en todas partes, esas masas sociales que, luego de desquitar los cuatro, cinco salarios mínimos, acuden a su cita puntual con el televisor, a enajenarse con la visión y la versión del Poder, que transmiten sus voceros. Y entonces, por pura ignorancia, a jugar el papel de colaboracionistas del enemigo histórico. Es México. Los vecinos de Cádiz, en la tertulia de anoche, escuchamos la voz del maestro:

– La memoria histórica, contertulios. Afirmó el presidente del país, cita del editorialista Fernández-Vega en La Jornada de ayer, anteayer, que la privatización de esas paraestatales que representaban los ahorros de la Nación, permitirá encauzar el desarrollo integral del país, el crecimiento autosuficiente y la reducción de la vulnerabilidad externa». ¿Qué crédito otorgan ustedes al de Los Pinos..?

Exigió que terminara la fumarola de altisonancias, «porque quien tal afirmó no ha sido el actual, sino el entonces presidente De la Madrid. Salinas, a su vez, afirmó de las privatizaciones que su gobierno finiquitaba: «Significan el nuevo desarrollo mexicano. Tales reformas estructurales permiten democratizar el capital». ¿Qué les parece..?

Un silencio rencoroso. Allá, afuera, el ulular de las sirenas de ambulancia. ¿La última sangre derramada este día? ¿La penúltima.?

– Pero llegó Zedillo, y su política privatizadora permitió «garantizar crecimiento sostenido que genere los empleos bien remunerados que con toda razón demandan los mexicanos». Y llegó el segundo marido de Marta la de los hijos Bribiesca (el nuestro es un estado de derecho), y el de las botas y el Prozac aseguró a los mexicanos que las expropiaciones decretadas en su sexenio «se llevaron a cabo por causa de interés público».

Por cuanto a los cuestionados Contratos de Servicios Múltiples (CSM), así, palabra a palabra, lo explicó Fox: «No son otra cosa que: tú haces el agujero, sacas el gas natural y me lo entregas, a PEMEX; no hay absolutamente ninguna pérdida de control o de soberanía, porque en todo caso se trata de la maquila. Así de sencillo». Contertulios…

De atenernos a la memoria histórica, ¿podríamos creer en las palabras de Calderón cuando asegura, como pretexto de la inminente privatización del energético (evitarla está en manos de los mexicanos), que «ello hará de PEMEX una empresa más mexicana y más de los mexicanos» ¿Ustedes qué opinan..?»

Silencio. Reflexión. La tía Conchis: «A mí me jiede muy mal…»

– La calor, ¿no? -aventuró el juguera. Vi que el maestro sacaba su libreta de pastas negras:

«Pero no sólo PEMEX. Los ferrocarriles, enajenados por Zedillo a una empresa ferroviaria gringa de la que ahora es alto empleado: ¿Sabían ustedes que siempre estuvieron en peligro, y con ellos la soberanía del país, ambos en manos de entreguistas y vendepatrias? ¿Saben ustedes cuál era la situación de los ferrocarriles hace 123 años..?»

– ¡Cómo! ¿En tiempos de don Porfirio? A poco entreguista él también. ¿Pues no que él no era ningún pelele, qué él si tenía las alilayas en su nidal..?

Don Porfirio, sí. Él también. «Pobre México«, tituló el periodista su nota del matutino ¡de 1885! Oigan la parte fundamental:

Escuchamos al maestro, que leí en su libreta de pastas negras: ‘Mientras que el vulgo ignorante y los periodistas vendidos…»

– ¡Oiga, no nos engañe! ¡Esa nota de hoy!

El maestro ignoró la interrupción del juguera, «…los periodistas vendidos batían palmas cuando se acordaron concesiones ferrocarrileras a nuestros vecinos, los hombres pensadores temblaban por el provenir de esta patria infortunada, víctima de las ambiciones y de la improvisación…»

Mis valedores: nada hay de nuevo debajo del sol, jura El Eclesiastés, Para certificarlo, sigo el lunes con la transcripción del documento que denuncia la enajenación de los ferrocarriles por parte del pro-yanki Porfirio Díaz, esto en 1885. La segunda enajenación, a manos de Ernesto Zedillo, sería la puntilla (Aguarden.)

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