A fin de cuentas, mis valedores, y a juicio de ustedes: ¿el ex-presidente nos resultó que es un vil sinvergüenza? ¿No lo es? Yo, en el intento de hacer luz en tan oscuro misterio, aquí le envío el presente mensaje:
Señor ex-presidente. ¿O debo llamarlo presidente, con el razonamiento de que a Panchito Madero se le sigue nombrando con dicha denominación? Yo a usted me permito suprimirle el título de presidente. Ya no ostenta ese honroso cargo que, según todos los indicios, usted deshonró. Así pues, señor ex-presidente: ¿es o no es usted culpable de los fraudes que se le achacan? En su gestión como presidente, ¿fue un funcionario intachable, pura honradez y honorabilidad, o se echó sobre los dineros públicos, como afirman algunas autoridades? De buena fuente conozco que no es usted el hombre probo que parecía, y que pesan en su contra acusaciones que mientan cifras millonarias. ¿Qué dice usted al respecto, señor ex-presidente?
Leo sobre su caso y me permito algunas consideraciones empreñadas de candor: y pensar que en un puesto público como el que usted desempeñó se alcanza la trascendencia Y pensar que se puede pasar a la historia como un funcionario honrado, que cumplió su cometido con honorabilidad. Pero no; usted se ha emporcado con sospechas de ladrón. ¿O cómo podemos calificar a uno que aprovecha el puesto público para desviar en su provecho sumas millonarias? Señor ex-presidente: ¿en tan poco apreció la fama pública? ¿Tan urgido anduvo de dineros que cayó en la tentación de pasar a la historia como un sinvergüenza? ¿Tan poco temor al reclusorio?
Sí, claro, bien cierto estoy de que para conjuntar el dicho reclusorio cuenta usted con dinero e influencias; que uno de su peso político y económico no cae fácilmente a la cárcel, que hasta hoy no parece existir indicio de tal posibilidad; todo por unas leyes alcahuetas de los pudientes, de los influyentes, que por esos tales fueron redactadas y los tales aplican con un criterio muy particular, siempre en el propio beneficio. Bien lo decía, palabras más o menos, Anacarsis, filósofo de la Antigüedad: «La ley es una red que recoge peces diminutos y es incapaz de atrapar los peces gordos».
Como usted, señor ex-presidente. Un simple individuo bajo el que recayera la sospecha de fraude millonario, ¿seguiría libre allá en el rincón provinciano donde usted se refugia? ¿No estaría ya aplastado por una medida cautelar, precautoria, de 90 días en el Centro Nacional de Arraigo? Cualesquiera de nosotros, los de acá abajo, se vería reduciendo a semejante condición; pero usted es todo un ex-presidente, y tiene dinero para contratar un soberbio equipo de abogados que le permitan pasarse la ley por el estrecho del nidal y seguir vivito y culenado (que de vivito se pasa estoy bien seguro; de que practique el otro verbo no. En fin.)
De haber saqueado los dineros ajenos, ¿ello valió la pena, a juicio de usted? Con todo y tales millones, ¿podrá mirar a los ojos a los seres de su familia? ¿Podrá justificar la posesión de tales dineros? A la amantísima, a los hijos, a los familiares cercanos, ¿les hablará de principios morales y de valores, que no sean los monetarios? ¿Podrá, en el terreno de la plática familiar, criticar la gestión de ex-presidentes con fama probada de sinvergüenzas como Echeverría y López Portillo, De la Madrid y el Salinas con todo y familia, coyotes todos de la misma loma? ¿Podrá usted echarles en cara que desde una discreta medianía económica hayan llegado al cargo público, para que al cabo de apenas seis años hayan resultado ser potencias económicas?
Cierto, consciente estoy de que las masas soportan eso y más, como no les retiren una tele fecal y el clasico pasecito a la red; que todo lo aguantan como no los obliguen a pensar, a reflexionar, a la acción necesaria para desempeñar su papel histórico y evitar en el futuro a poca-vergüenzas como, al parecer, usted mismo. Pero no, que palabras más o menos, bien lo dijo Voltaire: «Mientras la ignorancia mantenga a las masas en calidad de bueyes, los boyeros seguirán durmiendo tranquilos. Malo cuando esas masas comiencen a pensar, que entonces habrá de turbarse el sueño de los boyeros».
Conque, ¿ve usted? No tiene por qué preocuparse por saqueos de millones más o menos. Ya un juez federal determinó que el delito de robo ha prescrito, dejando a la PGR impedida para aprehenderlo, señor Alberto de la Torre, ex-presidente de la Federación Mexicana de Futbol. Macabro. (¿O macabrón?)