Nezahualcóyotl querido – tierra de polvo y de sal – tus colonos han sufrido – pero van a despertar – (M. Iglesias y Canto del Hombre del Pueblo.)
Ciudad Nezahualcóyotl esta vez, mis valedores. La conozco desde hace años, que allá impartí aquel taller de lectura Inolvidable, de veras. Si ustedes conocieran la epopeya de aquel cacho de México que salió de la nada, que por obra y gracia y redaños de unos heroicos desesperados vino a nacer en un llano inhóspito donde parecía imposible toda manifestación de vida más allá de las lagartijas. Ciudad Neza para los íntimos, es suma y síntesis de lucha y sudor, sufrimiento y carencias sin límites de unos pioneros que habiendo sido desplazados de todas partes, a querer o no tenía que afincarse en algún lugar, y se fueron a topar con aquella inhóspita llanura desdeñada hasta por los coyotes (los coyotes de los fraccionamientos vendrían después), puro terregal, tepetate, sal y reverberancias de un sol como toro en brama; se santiguaron, fajáronse ellas sus enaguas y ellos sus pantalones, o ora pues, obre Dios, y aquí me planto y de aquí nadie me saca, faltaría más. Y a imaginar una ciudad, y entonces fue el agenciarse la lámina y el cartón, y alzar el remedo de cuartucho, y en tiempo de fríos tiritar y asarse cuando los calores, y bajo las tormentas andar con el agua al cuello y la boca reseca por falta de agua potable. Pero ánimo, paisas, y a la gloria del tabicón ir insinuando la vivienda mientras se lidia con la falta de transporte, víveres y servicios básicos, y esa plaga de ratas de campo y ratas de tierra y ciudad, los fraccionadores, transas de la engañifa y el medro, y a los fregados fregarlos más…
Pero el destino del paisa es la sobrevivencia, y fue así como ahí van surgiendo barruntos del centro escolar, el templo, el mercado. Y ábranla, que entre charco y hoyanco va por ahí el pavimento, y el agua entubada, la luz, el drenaje, el teléfono, la antena de televisión, lástima, como también el «antro» y el narcomenudeo. Y a pura enjundia, temple y redaños, los arrimadizos llegados de todas partes y de todas partes desplazados hicieron el milagro de cosechar, en aquel desierto, roas. Bien haya Ciudad Neza, benemérita…
Calle por calle he vivido – con el lodo entre los pies…
Claro, abundancia, tampoco. Vías públicas de primer mundo, no exagerar. La Av. Pantitlán, sin ir más lejos: si al Montiel entonces gobernador y hoy presunto bandido lo atacó de veras aquella insensata compulsión por encaramarse en Los Pinos, yo con el alma deseé, y me fue concedido, que su marcha tuviese la tersura y suavidad del asfalto de la Av. Pantitlán: de punta a punta un vibrador no para acariciar genitales femeninos; para desmadrar suspensiones de coches, vibrador cacarizo de baches, donde el automovilista, por no morderse la lengua, tenía que apretarlas, y también las quijadas, con la carcacha cimbrándose en espasmos de maraca en manos de sonero cruzado, droga y alcohol. Y la carencia, la escasez, la tardanza del minibús o la violación en su interior. Acabo de visitar Cd. Neza Y pregunté a los de chamarra sobre el diario vivir por el rumbo. Que ellos venían de Chalco.
– ¿Se han preparado para las inundaciones? Ya me imagino su temor de que se repita la catástrofe de las aguas negras, cuando en el 2000 se desbordó el río de la Compañía. Aguas negras. Vivir junto al Gran Canal del Desagüe…
– ¿Catástrofe? No mame…
– Vivir en la asquerosidad, ¿no es catástrofe?
– Pero catástrofe valiosa. ¿De ascos y bascas cómo trae usted el delgado y el grueso? Y nosotros mire: como si nada. Qué dieran los mexicanos por entrenarse entre ratas muertas, popós y un jedor de los mil diablos rojos con todo y su Perra Brava, como nosotros. Tanto le agradecemos a la Morena popó y aguas negras, que estamos organizándole una mega-peregrinación…
Los examiné. ¿Me la estarían viendo, la cara? «Qué carajos le vemos. Mire: ¿cómo andan de asqueados todos ustedes con la inundación de aguas negras que zurran Los Pinos: Fox, su vieja y los hijos de toda su reverenda Marta? ¿Cómo andan ustedes después de la violación colectiva que les embobillaron en las elecciones del 2006? ¿Y de la exonerada que se dieron encima de todos ustedes los Marianos Azuela de la suprema Corta? Nosotros, los vecinos del Gran Canal, en cambio, mire: tan campantes. Qué mejor para inmunizarnos de la hediondez del Sistema que vivir entre la caca, ¿no cree?»
Bueno, ya planteándola así… (¡Agh!)