Si a miles de personas las torturan en este país, ¿de qué se queja la señora Cacho? ¿Qué la hace diferente o importante para distraer a la Corte en un caso individual..?
Tal acaba de asegurarlo un Salvador Aguirre Anguiano, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y siguió tan campante. Muy cierto resulta, y para describirlo me atengo al título de la obra de la ensayista norteamericana que cita el periodista Méndez Acosta: el nuestro es un tiempo de canallas. El tiempo de los canallas, precisamente, sobre todo en asuntos de ley y justicia. Tiempo de canallas, y lo que resulta más grave, y cito el título de otro libro famoso: los canallas duermen en paz, luego de que intereses mostrencos de tufo politiquero los arrastraron a la desmesura de extender patente de impunidad a cierto gobernante que en obsequio de una mafia de pederastas violó los derechos fundamentales de una profesional del periodismo. ¿Lo dije antes? Es México.
Aberrante resulta que los propios jueces, que por aferrarse a la letra y desdeñar el espíritu de las leyes, con ellas mismas hayan perpetrado tan descomunal injusticia. Y es que, por lo visto, en este país leyes y justicia son elementos contrapunteados, dos entidades separadas y aun antagónicas, y es una lástima, porque la justicia es, con la vida, el supremo valor del humano y de la comunidad, y un medio con el que se alcanza el máximo de felicidad -de bienestar, cuando menos- para el mayor número de humanos, ya que es por medio de la justicia como se intenta que las libertades y la repartición de bienes sean las adecuadas. Lástima..
Así es: la justicia con la propia vida, constituye el supremo valor del humano y la máxima virtud de toda comunidad. La justicia es la suprema aspiración del humano, pero para el humano, ruda paradoja es la injusticia su segunda naturaleza La desigualdad está presente en el hombre desde su nacimiento, y lo acompaña hasta que deja de ser. Tan escasa resulta entre los humanos, y tan apreciada que la imaginación le ha ideado y urdido mundos ideales, donde tal aspiración es un hecho fehaciente: para los habitantes de tales mundos imaginarios existe una perfecta justicia El Edén y La Antártida, La Edad de oro, La Ciudad del Sol, La ciudad de Dios, . La Utopia, El Falansterio y el socialismo ideal, en fin. Utopías son estas imaginadas en razón directa de nuestra imperfección como humanos.
De la justicia poco sabemos los mexicanos, pero con la injusticia todos estamos familiarizados, porque de ella existen siempre entre nosotros cuando menos un par de testigos: la víctima y el victimario. Esta vez, mis valedores, la testigo y víctima de la injusticia tiene un nombre propio y una profesión: Lydia Cacho, periodista Los injustos: una mafia de pederastas, un gobernador, una Suprema Corte de Injusticia de la Nación. Es México.
Cuando en una comunidad no existe la justicia en las masas afloran los peores instintos. Es entonces cuando los agraviados están dispuestos al linchamiento, esa patología que los tales apodan, a lo ignorante, «hacerse justicia por propia mano». Mediocres caídos en el más bajo nivel de bestialismo, no saben distinguir entre lo que es justicia y lo que no pasa de ser vil venganza Esa que no constituye la más baja, atroz y salvaje manifestación de animalidad sería menos aberrante, si los linchadores lo declarasen:
– Es venganza lo sabemos bien, pero con todo y serlo, vamos a perpetrar el linchamiento.
Mis valedores: ¿imaginan ustedes a unos catedráticos de la UNAM participando en un linchamiento? ¿Rociando con gasolina a un humano indefenso? ¿Encendiendo el cerillo para que el ente humano arda hasta que pierda la vida? Para que una turba enardecida perpetre un linchamiento (y todavía le apode «justicia»), ¿cuánto ha sido preciso carecer de la dicha justicia? Pederastia, violación, Suprema Corte de Justicia. San Martin Cuautlalpan, 7 de dic. del 2007: «Elementos de la Agencia de Seguridad Estatal rescataron al profesor de primaria Villegas García de manos de 200 vecinos enardecidos quienes lo querían linchar ante la presunción de que habla violado a una alumna…»
Justicia y Suprema Corta(e) de la Nación… (en el próximo.)