El trabajo sexual, mis valedores. Inicié ayer la denuncia de quienes se dedican al oficio del sexo, que exponen en una serie de ensayos recopilados en El color de la sangre, libro que cité en la entrega anterior. «¿Qué queremos las y los sexoservidores?», fue la pregunta que ayer se quedó sin contestar. Aquí un breve catálogo de demandas que formulan las compañeras del oficio sexual, que se inicia con los conceptos de la doctora Lin Lean Lim:
El trabajo sexual suele estar mejor retribuido que la mayoría de las otras opciones de trabajo asequible para unas mujeres jóvenes y a menudo sin educación. Ese trabajo sexual es la única alternativa viable para que las mujeres de comunidades en donde faltan casi por completo programas de desarrollo del bienestar social hagan frente a la pobreza, al desempleo, los matrimonios fracasados y las obligaciones familiares…
¿Qué queremos los trabajadores del oficio sexual? Queremos luchar por un país donde las y los trabajadores sexuales no seamos mal vistos por los demás trabajadores, ni seamos discriminados. / Queremos luchar para que las causas que generan la explotación sexual comercial infantil sean erradicadas. / Queremos no ser confinadas a zonas de tolerancia, verdaderos campos de concentración donde se violan nuestros derechos.
Queremos promover el uso del condón entre trabajadoras sexuales, sus clientes y parejas, e impulsar campañas de prevención del VIH-sida e infecciones de transmisión sexual en otros grupos que lo requieren: jóvenes y adolescentes, amas de casa, migrantes e indígenas, etc.
Queremos promover la atención a la salud sexual de nuestras compañeras y no depender del Estado para garantizar el acceso y disponibilidad de las pruebas de detención del VIH-sida, la detención oportuna del cáncer cérvico-uterino a través del papanicolau y la colposcopía, la electrocirugía para atender las lesiones causadas por el virus del papiloma humano, el manejo de casos de infecciones de transmisión sexual, la anticoncepción, el apoyo emocional y la adquisición de condones a bajo costo para todos.
Queremos que la prueba de detección de VIH-sida sea voluntaria, confidencial, consentida, informada y gratuita para quienes trabajamos en el sexo. / Queremos que quienes somos independientes seamos reconocidas como trabajadoras no asalariadas, y que quienes tengamos un patrón contemos con las mismas prestaciones laborales que los demás trabajadores empleados en otros quehaceres.
Para lograr todo lo anterior debemos abordar las contradicciones en las que se desenvuelven los diferentes grupos que se han ido integrando a la Red Mexicana de Trabajo Sexual. / Las contradicciones entre los empresarios del sexo y las trabajadoras, o sea: las contradicciones entre el capital y el trabajo que generan explotación económica y, en algunos casos, como fruto de una lucha específica, condiciones de trabajo «aceptables» para algunas y algunos compañeros. / Las contradicciones entre las autoridades involucradas en el «control del sexo comercial» y las y los trabajadores sexuales, que en la práctica se traduce en discriminación, represión y despojo, que disminuyen cuando las compañeras se organizan y establecen «acuerdos bilaterales» para trabajar en un ambiente de paz y concordia. / Asimismo, las contradicciones entre las compañeras de vía pública, las que laboran en centros nocturnos, estéticas de masaje o cualquier otro «giro laboral».
Las contradicciones de clase entre ellas mismas y las compañeras que aspiran a ser empresarias del sexo o dirigentes «charras o neo-charras» para gozar de privilegios y acordar con las autoridades a espaldas de sus compañeras de trabajo. / Las contradicciones entre ellas y los grupos que las apoyamos; con el frente zapatista de Jalisco, por ejemplo, que se tradujeron en ruptura de dicha organización.
Decir claramente las intenciones que animan la acción es, creemos, el primer paso para poder entenderse con otras y otros, para señalar los cómo y hasta dónde Y es justamente este camino el que siguen las compañeras del trabajo sexual y las y los compañeros de la Brigada Callejera.
Tal asientan en El color de la sangre Miriam Kryzna y Elvira Madrid Romero, para añadir una cita de Bernardette Devlin que me parece muy a propósito como para leer entre líneas:
Todos tenemos un precio, pero este tiene dos caras, como la moneda: aquel que deseas cobrar a cambio de vender una causa o el que estás dispuesto a pagar por seguir fiel a tus convicciones y a la causa de tus hermanos. Entonces, ¿cuál es el precio de tu alma..?
El análisis en torno al denominan el «show travestí» viene después. (Aguárdenlo.)