El Día Mundial de Lucha contra el SIDA (mañana, lo. de dic). Hace años lo proclamó Joseph Ratzinger, ayer inquisidor y hoy pontífice: «Yo me siento cercano a los enfermos de SIDA y a sus familiares, invoco para ellos la ayuda y el consuelo del Señor, y aliento las numerosas iniciativas promovidas para acabar con esta enfermedad…»
El SIDA y el condón. Senadores del PRD intentaron hace dos años obligar públicamente a José Ángel Córdova, de la Sec de Salud, a mantener la campaña que promueve el condón, y así evitar que sus puntos de vista personales se conviertan en políticas públicas en materia sanitaria. Qué bien. Pero cuidado, que ahí salta un Bernardo Fernández, «en defensa del derecho a la vida» un abogado del cardenal Norberto Rivera, Lóbrego. Peligroso. Y escalofriante la nota que llega de Guadalajara: en el albergue Beata María de Jesús las misioneras del «Corazón de Cristo Resucitado» maltratan a los enfermos. «Las personas infectadas están recibiendo un castigo por sus pecados sexuales». Y la indignación que exhibía el por entonces nuncio apostólico del Vaticano en nuestro país, aquel Jerónimo Prigione interlocutor de narcotraficantes: Me indignan las promociones que se han hecho para el uso del rondón. Es darle medios a los jóvenes para que se sigan revolcando en el lodo.
Y los aspavientos de un José Melgoza, por aquel entonces obispo emérito de Cd. Nezahualcóyotl: ¡Para la Iglesia, el sida es un gravísimo problema de moralidad pública, y esto es lo que nuestro gobierno no quiere reconocer, y limita el problema al ámbito de la salud, imagínense..!
Pues sí, pero no, que el SIDA, como lo afirma el filósofo Mark Platts, «no es un asunto de moral, sino de salud pública». Y que más allá de lo que la Iglesia Católica diga de nuestra conducta privada, la del SIDA es una situación conflictiva que las autoridades de salud pública tienen obligación constitucional de atender de inmediato. ¿Y? ¿Qué hacen esas autoridades para detener la propagación del SIDA? Pero, sobre todas las cosas: ¿qué hacemos nosotros para no ir a dar de cabeza en la mortal pandemia? Hace unos años la Organización de las Naciones Unidas solicitaba a la Iglesia Católica de nuestro país, dueña de un descomunal ascendiente sobre la mayoría de los mexicanos, que se sumara a la lucha contra el SIDA. La respuesta de El Vaticano:
«La espectacular ceremonia presidida por el cardenal Otunga, que quemó preservativos en público, sigue siendo el símbolo de la actitud general de la Iglesia católica hacia este método profiláctico, confirmada por el criterio de los obispos del mundo entero».
En México, los obispos: «Contra el SIDA, castidad es el mejor remedio. ¿El condón? Mucha gente lo usa, ¿pero está permitido de acuerdo con la doctrina católica? definitivamente: el condón no es éticamente permisible Para la Iglesia, bloquear artificialmente la transmisión de vida no es moral. La vida producida en una relación sexual no pertenece al hombre, sino a Dios. Además, el condón no sirve de gran cosa. La solución es la castidad en el matrimonio y fuera del matrimonio, aun si parece que va contra la corriente en
una sociedad como la de hoy, que resulta pansexual».
La propuesta de G.W. Bush, ese misticoide: «Yo estoy a favor de la abstinencia, de la castidad y, en último caso, del condón».
«¿El condón? ¿Para qué el condón? (obispos mexicanos) ¿Para seguir buscando el placer por el placer mismo? ¿No está fuera de las enseñanzas de Cristo? ¡La Iglesia rechaza el uso del condón, pues esto lo que hace es hundir en el fango a la juventud, en lugar de darle la mano a los jóvenes para que salgan del lodo! ¡Continencia! ¡Castidad! ¡Fidelidad matrimonial! Estas tres virtudes propuestas por la Iglesia son el mejor remedio para el contagio, porque son las propuestas del Evangelio para combatir el SIDA! ¡La grave amenaza del SIDA viene del abuso de la sexualidad! ¡Es una equivocación buscar el placer por el placer. El recto camino debe ser el uso legítimo de ese placer! ¡El placer sexual no debe verse como un fin, sino sólo como un medio hacia la paternidad o la maternidad!»
«¡Usar preservativos y seguir haciendo el amor! Esto continúa siendo el método de nuestras autoridades. ¡Es una barbaridad! Intentan proteger la salud promoviendo el vicio. El amor, para ellos, es el gozo del placer, y no buscar el bien de la persona amada. El abuso del sexo es el que se ha convertido en un problema de moralidad pública, no de salud! Los enfermos de SIDA no deben convertirse en héroes, no lo merecen. Son seres enfermos. La homosexualidad es un verdadero crimen, y la Iglesia Católica rechaza a los homosexuales asi como el uso del condón, fuente de prostitución.»
Reaccionaria, una cierta Unión Nacional de Padres de Familia: «¿Dónde estarías tú si tu padre hubiese usado el condón..?» Ad Majorem Dei Gloria. Laus Deo. (¡Dios!)