Tiempo de perros

Que en aciaga noche del pasado lunes, dije a ustedes ayer, el volks. me dejó tirado en la viva entraña de algún rumbo remoto, para mí incógnito, por el norte de la ciudad. Ya que por revivir el motor maté la batería, en plena tormenta nocharniega corrí hasta la parada del autobús que me sacara de ahí, a ver en qué lugar me íbera a tirar. Ya refugiado bajo el techo de lámina, ahí la voz anónima del arrabal:

– No, y agárrense, que al Calderas le quedan todavía cinco años…

Ave María, cruz, cruz. Miré al techo, me la persigné, dejé ir la vista a lo lejos: negrura pura y aquel foquillo con aspecto de lucero, y un poco más alto aquel lucero con su pinta de foquillo de 30 watts. Como esperanza que languidece desde principios de sexenio…

– ¿Principios? ¿Ya comenzó? A qué horas, digo. ¿O a ir a sacarse la foto en Tabasco le llaman gobernar? Que no tizne, digo…

El de la chazarilla, que me adivinó el pensamiento. A lo lejos, fanales. ¿El autobús? Un renegrido Gran Marquís, que hecho la Tula se acercó a nosotros, pasó sobre el charco, nos bañó el muy hijo de la Gran Marquís. «A mí el carbón me dejó todo enlodado como hijo de la Sahagún . el de la cotorina Pero de súbito, mis valedores: cuándo iba a fallar la esperanza Clara voz, la escuchamos: ‘Ya vienen tiempos mejores…»

¿Que qué? Sí, ahí la voz del bendito optimista, ese que nunca falta y que casi siempre sale sobrando. «Vienen tiempos mejores». El de Los Pinos no lo hubiese afirmado con más intenciones de convencer.

Silencio. En el cielo, un retumbo. Agresivo, retador, el del suéter lila:

– O sea, ¿verdá? ¿Tiempos mejores, con Marta y Fox allá arriba? Óiganlo, se los vendo.
Dos, tres pedradas en la lámina del techo. Una, dos, en plena cara. Me arrugué. ‘Y ora hasta granizo, pa acabarla de tiznar», el de la guaripa que alebrestó al del arete y la cola de caballo:

– A ver, quezque tiempos mejores. ¿Con esos yunqueros neoliberales, con esos partidos, con una Nueva Izquierda de miércoles? Ya…

– Se vienen tiempos mejores -impertérrita, la voz, alma optimista

– ¿Tiempos mejores? Óiganlo. ¿Con el modelo neoliberal, con este desempleo, subempleo, inseguridad pública, pobreza creciente? ¿De todas las promesas con que el de El Yunque arrancó el voto a los aturdidos, ¿cuántas hemos visto cumplidas hasta hoy, digo?
– Mejores tiempos. Lo sé de muy buena fuente.

Lo distinguí: joven él (joven dejaras de ser, y optimista por joven. Dios te oiga Y traté de subir el brazo para persignármela) La chaparrita jetona-

– ¡Ora usté, viejo lépero, pelado, poeta caníbal, pariente del Fabiruchis y su quelitón! ¡Conrado, dile que vaya a tentárselas a la más venérea de su cantón, chinche ninfómano!
Qué pena «Los buenos tiempos no tardan. Hay que estar preparados».

El del tabloide enrollado en la trasera del pantalón: «¿Es usté achichincle de Carstens? ¿Ramírez Acuña le pasa mochada, o que jijos?»

– No, pero lo aseguró el mero trinchón, y él sabe lo que está diciendo.

– Ah, ¿volvió Calderón con esa mamila de que en su sexenio se van a conseguir buenos logros pa todos nosotros, los del fregadaje?

– Dije: el de mero arriba

– ¡Bush! ¡Apoco!

– El mero tiznón, o sea el de allá arriba, miren (señalo a lo alto). No, nada de que Dios padre, no, sino el técnico en esas ondas.

– O sea ¿las financieras, las económicas? Porque pudiera usté referirse, ¿verdá? a Sojo el de Economía. ¿Las bancarias, mi buen?

– ¡Las climatológicas, o sea las estratosféricas, Las del clima, pues. Yo me refiero a un cuate mío que trabaja en el meteorológico. Allá arriba, miren. En Tacubaya, El fue el que me dijo que se nos vienen tiempos mejores.
– Ya, qué mamilas. Ese qué va a saber de la marcha del país.

– Tiempos mejores. Que en un chico rato el clima se va a estabilizar, no que estos frillazos que calan hasta los huevos, estas repentinas tormentas. Tiempos mejores.

Silencio. A lo lejos, una ambulancia Y ahí, de repente, la voz anónima del anónimo arrabal: «Bueno, sí, pero, o sea, yo pregunto, verdá- ¿ese del meteorológico no será del gabinetazo de Calderón? Porque entonces ya estuvo que nos jodimos, y qué tiempos de perros se nos va a venir. Pero total, que yo como dice el Kama Sutra: diciembre me gustó pa’ que te vayas mucho al…go…

Volvió el silencio. La negra noche tendió su manto… (Y fin.)

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