¿Redondeo? ¡Vamos, México..!

La soledad, que de repente se reduce. Yo anoche, lamiendo las mataduras que me infiere mi soledad, de rodillas pedí al Altísimo que, de no tener inconveniente, me hiciera el milagro de que ella, la ausente amantísima… Luego repasé algunos textos que, sublimando el amor de pareja, refinaran mi dolencia, masoquista que soy, y lógico: fui a recaer en La Biblia, y me hundí en la sublime fragancia de El Cantar de los Cantares, y ya dejaba descansar el libro en su estante cuando me di a espulgarlo, y que me topo de repente, de manos a asombro, con esa nefanda pareja que tenía arrumbada en mi mente. Y qué pareja carnal tan desaforada, codiciosa y pasional, apestosa a culpa, a drama, a tragedia, al final atroz que les profetizó un Elías iracundo: los restos del hombre fueron lavados con agua de la poza, «y los perros lamían la sangre y las prostitutas se bañaron en ella». Por cuanto a la mujer: arrojada desde el balcón del palacio, su sangre salpicó los muros, los perros tragaron sus carnes, y «su cadáver fue como estiércol sobre la faz de la tierra». Atroz.

Claro, ya habrán descubierto a la pareja bíblica: Acab, rey de Israel, que tomó por mujer a una extranjera de nombre Jezabel (Izébel, para algunos eruditos), princesa fenicia «voluntariosa y algo masculina«, mujer desvergonzada, impía e inmoral, que al rey iba a sollamarle sangre y redaños,e inspirarle una pasión que a un Acab de naturaleza «vacilante» me lo tomó cera y malvavisco. Ya sin voluntad, su gobierno fue corrompido por la ambiciosa fenicia, que se afanó en el robo, la traición, el derroche, el asesinato. El blandengue permitió que la arribista se enriqueciera con todo y su parentela, unos hijos y parientes tan sinvergüenzas como sus padres. Como sus madres. Sobre todo sus madres. Mis valedores: por que calibren ustedes eso nefasto que resultó de una codiciosa y uno falto de alilayas:

Una viña tenía un cierto Nabot, situada junto al palacio de Acab, que un día le propuso: «Dame tu viña para que me sirva de huerto. Yo te daré por ella una viña mejor, o su precio en dinero».

Como todo buen judía, Nabot tenía por invendible la tierra heredada de sus ancestros, tierra para ellos sagrada:

– Líbreme Yahvé de darte la herencia de mis padres.

Acab se irritó por la negativa. ‘Y vino a él su mujer Jezabel, y díjole: «¿No eres el rey sobre Israel? Yo te daré la viña».

Y trazó su estrategia, que fue invitar a Nabot a un banquete donde se presentaron dos perversos aleccionados por la reina Jezabel, que atestiguaron falsamente acusándolo de blasfemo. ¿El resultado? Que las masas (siempre las masas; siempre su vocación, su propensión al linchamiento) de inmediato apedrearon a Nabot hasta dejarlo en el suelo hecho garras, y Jezabel, al pusilánime Acab: «Anda y posee la viña de Nabot, que él ya está muerto…»

Del rey pasó a ser la viña, como antes lo fueron fincas, mansiones y El Tamarindillo, con prestanombres, a la orilla del mar. A la depredación de la inicua pareja iban a agregarse joyas, viajes, aviones, y trapos «de marca» (aunque la guanajua se vista de seda., por ahí se va a cantar). La avaricia de Jezabel y su posición política le allegaron,
con las sedas, cuentas bancarias, edificio y tres mil departamentos de a tres mil pesos cada uno (¡ese INFONAVTT!), y millones de la Lotería Nacional. ¡Vamos, México..!

En fin, que tantísima rapiña perpetraron Jezabel y su segundo marido en un país pobre que la «pareja presidencial» acabó de empobrecer, que harto ya de unas masas pasivas, sumisas y dependientes a un grado tal que con sus centavos contribuyeron voluntariamente a hincar las riquezas de los carroñeros al aceptar, si esa no es mansedumbre, una aviesa maniobra apodada «redondeo«, Yahveh clamó, y cielos y tierra se estremecieron:

– ¡Pareja execrable! ¡Se atienen al buen natural de mis ovejuelas y hacen con ellas lo que a ustedes les dictan su codicia y ánimo perverso! ¡Aténganse, réprobos, a dos juicios inapelables: el de la Historia y el de la Eternidad..!

Yo, que tal escuchaba, y cómo dejar de oír tan potente, prepotente vozarrón, solté una risilla irónica, y entre mí decía: «¿Historia, Eternidad? Qué cómodo para los inicuos que, atejonados en San Cristóbal, se cachondean con un botín arrancado a un pobre y empobrecido país. ¡El penal del Altiplano! ¡Esa sí que sería justicia! Quezque la Eternidad. ¡Vamos, México..!

Y fue entonces. Rájale, que Yahvé desciende y se sienta a la cabecera de mi camastro: «¡Ya verás, pseudo-neo-comunistoide de miércoles. Por andar de hocicón y burlarte de mi Justicia voy a hacerte el milagrito. Prepárate a recibir a tu propia Jezabel, sólo que tantito más vieja y pachichi, más cursi, más trepadora y rapaz que la del Acab de San Cristóbal, nomás echa cuentas».

Friégale. Yo, mis valedores, aquel escalofrío que me chicoteó desde aquí, miren, desde el cogote hasta allá, hasta el hueso sacro, o sea mi coccis. (Cruz, cruz.)

2 opiniones en “¿Redondeo? ¡Vamos, México..!”

  1. No puedo dejar de pensar ¿qué sería a estas horas de la pareja ex-presidencial si se le hubiera reconocido el triunfo a López obradoren la elcción presidencial..?

  2. la pareja rigual. creo que el rey bototas y la princesa segun, llegaron a formar la pareja perfecta,cinismo virtud que caracteriso a la pareja real,en ese nefasto y vergonzoso periodo de govierno; Dentro de una republica con una poltica de estado que huele a podredumbre,todo su desempeno es absolutismo,totalitarismo y autoristarismo se visten de colores pero son la misma vadera de despotismo; Dice krauze hay en la hitoria mexicana una gravitacion excesiva hacia el hombre del poder; Mexico carece de leyes inamobibles que faborescan al pueblo. yo apoyo la proupesta del maestro mojarro organizacion celular si no lo hacemos nosotros no abra ningun cambio,no hay de dos sopas………….se podran hacer todas las layes que sea los amos se las pasaran siempre por los por los bajos……………..

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