Lula primero, Dios después…

Yo soy un desempleado brasileño, si, pero tengo más fe en Lula que en el propio Dios…

Tal clamaba a finales del 2002 un ciudadano carioca, S. Amaral, cuando la estrella de Lula Da Silva refulgía sobre toda la extensión de la tierra amazónica, y cinco años más tarde vale la interrogante: ¿seguirá enhiesta e incólume la fe de Amaral en el nuevo sol brasileño? De ser así, ¿no habrá perdido la memoria histórica? Porque los que precedieron a Lula como candidato presidencial también lo tupieron a promesas, ¿y..? Ahora resulta que como trabajador, Amaral acusa la desgracia de ser desempleado, y como católico la de ser un blasfemo. Que más fe en Lula que en el propio… (Dios.)

A estas alturas, mis valedores, con Lula de visita en esta su casa, ¿ya se habrá derrumbado la fe del esperanzado en su mesías, como acá en nuestro México se volvió lodo biológico toda la fe de los 17 millones de cabezas calientes que un histórico 2 de julio del 2000 se lo dieron al Lula guanajua, su voto «útil», y más tarde se concretaron a lamentarse y a lamentársela? Amaral, mis valedores, ¿qué diría de Lula a estas horas, si se lo hubiesen impuesto como Calderón a nosotros, a la pura ley de la Casa Blanca, los ovarios de Fox y los hovos de Marta y Gordillo..?

Acostumbrado a irradiar emociones por doquier, Lula buscaba abrazarse con la multitud, que lo ovacionaba en estado de éxtasis…

Lula, en Brasil. Fox en México, hermanos de leche (de la mala leche de sus demagogos). Como si lo estuviera viendo, que eso mismo sucedió por acá:

«En la explanada todo era fiesta banderas, fotos de Lula, más como una estrella de rock que como presidente. Un centenar de militantes le cerró el paso, querían tocar al Hombre nuevo. La multitud lo ovacionaba en estado de éxtasis (…) Al grupo que lo esperó toda la noche, Lula los saludó. En su estilo. La lluvia anunciada, como para limpiar una historia de desigualdades (mira, mira); la historia acababa de escribir una nueva página, la más esperanzadora de todas en este continente, que ayer comenzó a mirarse a sí mismo (¡!). La fiesta continuó toda la noche. Para entonces Lula y el pueblo seguían mirándose de frente». Las masas ingenuas: «Hoy, 18 de junio, Lula más popular que nunca!» Y el candido: «¡El pueblo asume el poder..!» Válgame

De éxtasis, clamó a lo aspaventero el cabeza caliente en el matutino. Un éxtasis que fue hermano, ¿lo recuerdan ustedes? del éxtasis mexicano en aquella macabra noche de julio del año 2000. ¿Se acuerdan de la nocturna parafernalia al pie del Ángel que fue de la Independencia? ¿Y? ¿Qué quedó del fervor que en tales cándidos que nunca faltan y siempre salen sobrando logró provocar el segundo marido de Marta, ese mismo con el que la susodicha va a casarse toda de blanco hasta los pies vestida, y en el mero altar mayor de la catedral metropolitana, en misa mayor y de tres oficiantes, con Norberto Rivera a la cabeza, milagros del oro y el poder? Ay, qué ansias, qué ansias, como acaba de exclamar la madre de varios presuntos sinvergüenzas. Ya se le queman a la ex- de Bribiesca. ¡Vamos, México!

Pero en fin, que tras el delirio de los alboroteros y la psicosis colectiva, ¿qué fue lo que vino quedando, aparte del basural al pie del Angel de la Independencia? Ya asesinado -fue un ajuste de cuentas- el vendaval de esperanzas irracionales que provocó en millones de Amaral tricolores a los que atacó la furiosa compulsión de creer en que el nuevo mesías iba a traerles un «cambio» que es sólo tarea de todos nosotros, el paisanaje, ¿qué memorable quedó del quelitón de la Marta, que no sea el surrealismo tropical y el esperpento? Siete por ciento de crecimiento anual, un millón 300 mil empleos anuales, combate a la pobreza de las y los, etc. Palabras, palabras, puras condenadas palabras, que dijera Hamlet. Flatos y diarrea de saliva. Saliva y no más. Pura saliva El comentarista se refirió al delirio colectivo que provocó el arribo de Lula al palacio de gobierno:

«Su toma de. poder ha generado un entusiasmo en Brasil similar o superior al que produjo la asunción de Fox en México. Pero así como la Presidencia de Fox ha generado decepción después de un corto período en las cabalas de Los Pinos, es muy probable que lo mismo ocurra con Lula en un par de años». Años, engaños y desengaños más tarde, habría que preguntársele a S. Amaral. En fin. Y a todo esto, ¿cuáles fueron las promesas de campaña de Fox (del Pan de Azúcar) al filo del éxtasis, del orgasmo politiquero? Las habré de enumerar un día de estos. En tanto, mis valedores, lo advierte la Historia:

Decepción, muro final del callejón sin salida para los Amaral cándidos. Decepción y desánimo, y vuelta una vez más a la esperanza inútil con los Lula de siempre; con los eternos Fox; con los odiosos impuestos. Brasil. (México.)

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