México ha fracasado en su promesa de proteger los derechos humanos, y tiene una asignatura pendiente en su sistema de justicia, plagado de impunidad y abusos de las autoridades…
Y la tremenda requisitoria de Irene Khan, secretaria general de Amnistía Internacional, no sólo se aplica a Oaxaca, sino también a los sectores de la comunidad tradicionalmente marginados, desde indígenas y discapacitados hasta la preferencia sexual distinta y las y los trabajadores del comercio sexual. A propósito…
Como desafío a la marginación de que son objeto, un grupo de obreras sexuales proyectan dar a conocer sus experiencias de labor (testimonios e historias personales, asuntos de salud y derechos humanos, poemas y textos propios y de escritores invitados, etc.) en un periódico que da voz a quienes hasta ahora no lo han tenida el Red Light Despatch
Pues sí, pero lástima: lo anterior ocurre no en nuestro país, sino en La India. En Nueva Delhi, concretamente Aquí, mientras tanto, el trabajo sexual es catálogo donde cabe toda suerte (mala suerte) de corruptelas del policía o de las autoridades encargadas del servicio sexual, como también de las administradoras del sexo comercial. Represión, explotación, discriminación, despojo de las fuentes de trabajo sexual, «cuotas» obligatorias, amenazas de detención, riesgos con quienes solicitan los servicios, presiones de la comunidad, descrédito, en fin Todo por la falta de un marco jurídico que proporcione los correspondientes derechos laborales a quienes prestan este servicio social, y que obligue a los patrones de tal industria a cumplir con sus responsabilidades patronales. Cierto, sexenio a sexenio se promete legitimar el lenocinio a través de iniciativas de ley que como iniciativas perecen Pero nada más. Todo se queda en las promesas de siempre. Lástima
Las y los trabajadores del sexo comercial, mientras tanto, se agrupan y organizan para la mutua defensa, y entre las medidas que adoptan con tales fines está la de crear conciencia de su problemática en toda la sociedad Fue así como el pasado ll de julio la Red Mexicana de Trabajo Sexual y la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer «Elisa Martínez» salieron a la calle y celebraron el Día Nacional del Trabajo Sexual, acto con el que recuerdan a la comunidad que «tenemos memoria y no olvidamos los agravios que nuestro sector de la clase obrera padece día con día». Qué bien
Aquí la voz de quienes carecen de voz. Ellas y ellos explican a ustedes que siete son los pilares del lenocinio que detectan en el país, y así los desglosan- el primero comenzó la legitimación de los llamados «puntos de tolerancia», que eran «administrados» por las representantes o «madrotas», como en el medio las denominan, quienes todavía hoy se sienten dueñas de dichas calles que, dicen ellas, «Enrique Jackson, cuando funcionario del gobierno del DF, nos entregó de manera verbal en 1986″, con croquis y mapas que todavía hoy resguardan como documentos testamentarios.
Como el «Reglamento gubernativo de justicia cívica del DF», al igual que sus modificaciones posteriores, estipulaban como la falta administrativa ofrecer servicios sexuales, se llegaba a «arreglos con la autoridad» para que «se llevaran a un número determinado de trabajadoras o trabajadores sexuales», y así cumplir con la presión vecinal. Y todos, o casi todos, contentos.
En otras ciudades de la república existen zonas de tolerancia La política de tolerar sexo comercial surge ante la falta de un marco jurídico claro, que establezca derechos laborales y obligaciones patronales con claridad, como con el resto de oficios y profesiones, y en el caso de quienes son trabajadores o trabajadores sexuales independientes, su reconocimiento por parte de los congresos locales como trabajadores no asalariados.
Desde el establecimiento en México de la primera casa de mancebía en 1938, las autoridades proyectaron la creación de «perímetros autorizados» para el ejercicio del comercio sexual. La aplicación de la «tolerancia» nunca trajo consigo la despenalización del delito del lenocinio, quedando abierta la posibilidad de que se castigue a encargados de los lugares que se niegan a pagar las cuotas impuestas por autoridades corruptas donde las u los trabajadores sexuales se ocupan Segundo pilar: consiste en obligar a las y los trabajadores sexuales a participar en programas sociales para «reinstalarlos» en la sociedad. Un ejemplo paradigmático fue el programa de «desarrollo social» que se operó desde el Centro Comunitario Abelardo Rodríguez en el DF, donde a cambio de no asistir, se pagaban «cuotas» para que las representantes les pasaran lista de asistencia y donde, para asistir, también se pagaban derechos, al margen del mismo programa original. (Sigo mañana)