El despellejado

Un pueblo que lee asume su cultura y se enriquece con el conocimiento de la Humanidad. Para hacer de México un país de lectores, creamos 850,000 bibliotecas de aula, entregamos 286.000,000 libros en este ciclo escolar…

Si de semejante tsunami de libros uno solo hubiese aprovechado el segundo marido de Marta, al que ella permitió formar parte de la «pareja presidencial». Si un volumen hubiese tomado para sí aquel que, desfachatado, ha sido hasta hoy el más zafio y el más ignorante de los especimenes que han logrado encaramarse en Los Pinos. Ignorancia así de aberrante la certifican sus dichos y sus acciones. Al mediocre vendedor de aguas negras Dios lo haya perdonado. Descanse en paz. Políticamente.

Hablando de libros: el mexicano lee entre medio y dos libros al año, y las poquísimas páginas que lee se refieren a charlatanerías de «superación personal«, «desarrollo humano» y «horóscopos«. basura y superchería Ah, si las masas dedicaran a la lectura la milésima parte de la vida que descargan aplastadas dos nalgas en ese retrete infecto que es el televisor…

¿Alguno de ustedes pregunta por ese libro con el cual comenzar el ejercito sistemático de la lectura? Ni por donde empezar. Hay tantos. ¿Que sean monitos, que tengan ilustraciones, que haya más ilustraciones que texto en el libro? Difícil..

Un libro conozco que de ilustración exhibe una foto; y qué foto esta que constituye el motivo de toda la obra Claro, sí Farabeuf, de Salvador Elizondo. No es fácil lectura y sí en tantos sentidos estremecedor, comenzando con la foto de la que se hace la glosa Si tienen el libro miren la dicha ilustración. Obsérvenla con detenimiento. ¿Qué les parece?
Escalofriante, mis valedores: muestra la foto y el texto detalla el tormento ritual que cinco verdugos chinos aplican a un ajusticiado. En ella se advierte cómo lo van desollando vivo, y el gesto del rostro aquel como en éxtasis mientras el cuerpo, ya cercenadas las manos, es serruchado a la altura de las rodillas. Estómago se precisa para examinar la foto y leer la descripción del tormento, que narra un testigo presidencial:

«Primero le hacen dos tajos horizontales sobre las tetillas y luego, jalando hacia abajo los bordes de esas incisiones, el verdugo le arranca la piel hasta dejar al descubierto las costillas (…) Es curioso ver cuan resistente es la carne de nuestro cuerpo; es preciso ver la magnitud del esfuerzo que desarrolla el verdugo antes de poner al descubierto las costillas del hombre, para comprender cuál es exactamente la capacidad y la resistencia de la carne…»

Sobrecogedor: «El suplicado nunca grita Los sentidos quizá se vuelven sordos a tanto dolor. (…) Comprendí que el dolor, de tan intenso, se convierte en orgasmo (…) El dignatario (…) ordena a los demás verdugos, mientras se enjuga las manos manchadas de sangre, que procedan al descuartizamiento (…) Es un hecho curioso que en toda esta escena sólo el supliciado mira hacia arriba todos los demás, los verdugos y los curiosos, miran hacia abajo. Hay un hombre, el penúltimo hacia el extremo derecho de la fotografía que mira al frente. Su mirada está llena de terror…»

Y que en las pupilas del supliciado se refleja un delirio misterioso y exquisito, y que parece estar absorto en un goce supremo, porque existe un punto en el que el dolor y el placer se confunden «Se trata de un símbolo, un símbolo más apasionante que cualquiera otro (…) El rostro de este ser se vuelve luminoso, irradia una luz ajena a la fotografía..»

Uno de los espectadores del rito macabro se apoya sobre el hombro de su vecino para seguir con la vista todo el trabajo de los verdugos, que representa el horror en su máxima expresión. Y fue en la tertulia de anoche donde se trató el tema de Farabeuf. El maestro: «Contertulios: ¿alguno se considera con ánimo y temple como para llegado el caso presenciar la desolladura el descuartizamiento de un ser vivo todavía.?»

No, por supuesto. Nunca y en esto todos de acuerdo; hasta El Síquiri, alguna vez ayudante del matancero en el rastro. «A menos que se tenga alma de judicial, de policía oaxaqueño desollando militantes de la APPO o maestros Sección 22.»

– Yo -la tía Conchis– vi al pobre cristiano y sentí que algo se me frunció en mis adentros. No me animo a ver de nuevo la foto, y mucho menos asistir de cuerpo presente al calentamiento.

– ¿No, contertulios? ¿Que no? Pues entonces quien tenga televisor no vaya a encenderla esta noche, cuando una claque política en brama va a despellejar vivo a un pobre individuo que ya desde ahora y por anticipado debe estar padeciendo la agonía del despellejamiento.
– ¿Quién, tú? -la obesa Tintorera al oído del marido. «¿Quién?» (A saber.)

De ayer a hoy

El placebo, cuando menos. La autosugestión, de no haber algo mejor a la mano. Cuánto fui a echar de menos la tarde de ayer el rito anual del Informe que rendía puntualmente «nuestro Señor Presidente», y su alucinante ciclón de datos y cifras estadísticas (ver anexos), y el delirio de una claque enajenada en frenesí de vivas, aplausos y porras bajo un tsunami de confeti y serpentinas y con borrachera de matracas y chirimías. Pienso, y el suspirillo furtivo: lo que va de Echeverría a uno chaparrito, jetoncito, peloncito, de etc…

Curioso fenómeno aquel del presidencialismo en nuestro país. Curioso y un tanto inquietante. Tal fue mi conclusión ayer tarde, que pasé revisando viejos periódicos y examinando crónicas, reseñas y opiniones editoriales en torno a los varios informes de gobierno que a su hora rindieron Echeverría, López Portillo, y algunos de sus predecesores. Al final, en mi ánimo quedó una leve zozobra y un tufo a temor, y me preguntaba…

¿Pues qué clase de país era México, que así «avanzaba» a jalones de ritos presidenciales? ¿Cómo era posible que la liturgia anual determinase en forma ten decisiva la vida pública del país? Porque año con año, una y otra vez, cada primero de septiembre se repetía esa a manera de licuefacción de la sangre de San Genaro, el prodigio nacional en el que la voz de un taumaturgo obraba en el ánimo de millones de humanos para apaciguar temores, amansar rebeldías, atemperar enconos y disipar nubarrones y turbulencias que oscurecían el futuro; todo ello de un día para el otro, de la mañana de hoy al amanecer de mañana. Inconcebible. Es México.

Y frente al rito chamánico qué valían las pruebas; que la vida del país depende no de un varón sino de un juego múltiple, complejo, de causas y efectos, de factores internos y externos, del gobierno, la cúpula castrense y los dirigentes obreros, del clero político y los grandes capitales de aquí y el exterior. No. México se reencontraba cada año, en cuestión de horas y al conjuro de una sola voz, mágica voz. Y ante un «¡Honorable Congreso de la Unión!» y un «¡Viva México!» qué valían los hechos:

Curioso país; cuánto había en nosotros (cuanto hay) de mágico y de infantil, de milagrero e irracional en unas masas que encomiendan suerte y destino a las frases de un chamán la mañana de un primero de septiembre. Extraño país que sabía transfigurarse de este día para el siguiente; que hoy anochecía oscuro para mañana renacer al modo del mundo náhuatl al calorcillo del Quinto Sol; porque la magia de un dios sexenal le dio luz y clave, y le borró obstáculos y lo echó a andar. Todo con el ensalmo de unos datos, de unas cifras, de un viva México. Otro día el país amanecía a ser distinto y robustecido; con los mismos problemas, pero distinto. ¿La realidad objetiva? Ninguna realidad importaba nada, porque una voz rectora recompuso la confianza y levantó el espíritu una vez más, y nos volvió menos abrumados que el día anterior. López Portillo…

Porque México eso es: la tierra del santón y del taumaturgo, del mago cortado a imagen y semejanza de nuestra esperanza siempre defraudada y renacida siempre, una y otra vez; porque el carismático sexenal es nuestro espejo fiel, el símbolo que hemos colocado más allá del bien y del mal durante seis años justos, ni un día más. Y qué importa que el sumo sacerdote, antes de ahora, haya existido en la distante dimensión de lo humano, de lo mediocre; de un día para otro, a lo portentoso como sucede todo en el país del surrealismo tropical, el mesías va a arrojarse a la hoguera, purulentillo Nanahuatzin de la mitología náhuatl, para renacer Quinto Sol en el cielo de Anáhuac y ejercer las artes del chamán, el baqueano, el iluminado; del ente providencial que en su palabra da la clave y la contraseña, la seña de identidad, la mañana de un primero de septiembre. En fin.

Ayer la tarde pasé leyendo comentarios editoriales del pasado cercano, y sí, todos dicen los mismos lugares comunes después de cada informe presidencial; y es verdad lo que dicen, porque en su momento lo ha sido; porque era la misma siempre, siempre distinta porque igual, la ceremonia lustral de esa resurrección del alma colectiva que se producía en nuestra tierra a cada informe de gobierno. Eran los tiempos del Señor Presidente. Era su día, ¿lo recuerdan ustedes..?

Y entonces, tras el aplauso final, ¿crisis recurrente, carestía, corrupción, desempleo? Nada nos importa nada de nada Ya habló el Presidente, inicial mayúscula El chamán ha encendido el fuego del Quinto Sol. México amaneció parido otra vez, con su esperanza intacta. Y ya Todo con el hechizo de un informe presidencial como ese que tal vez ahora, signo de los nuevos tiempos mexicanos, al de Los Pinos le impidan pronunciar este sábado. Lo dijo el poeta: Mi país. (Ah, mi país…)

Vecinos distantes

A Tacho y a Quetita los asaltaron en el desierto de Arizona. A él le dispararon y lo mataron y ella regresó a su pueblo para enterrarlo…

El indocumentado, mis valedores. Muy cierto, a propósito, los conceptos que expresa la analista Julia Kristeva: «El extranjero es una boca de más, una palabra incomprensible, una forma de ser y una conducta no apegadas a la norma El extranjero es un desollado bajo su carácter de trabajador inmigrado’. Ese extranjero sangra de cuerpo y alma, humillado, depreciado en una situación en la que sirve de criado o de criada a los otros, que molesta si enfermo, que representa al enemigo, al traidor; a la víctima, después de todo».

Eso, y no más, es el extranjero. Y si inmigrante, peor todavía Y que decir si se trata de un mexicano en tierras de los rancheros de Texas o de Arizona. Ese mexicano nunca va a pasar de aceitoso, pelleja color de barro, frijolero del sur. Esto en un país con raíz de inmigrantes y que ha firmado tratados de libre comercio como socio de México. Destino el nuestro que es el de los pueblos débiles, los que nunca quisieron escuchar las advertencias del Conde Aranda, de Bolívar, de nuestro genio americano, José Martí. De memoria cito a Juan Marinello, cubano como el propio Martí:

«Considérese la ruda condición que significa vivir siempre supeditados a una potencia ajena, lejana, insensible y extraña, cuyos intereses no son los nuestros, sino contrarios a los de nosotros, y que medra con ellos». Destino de pueblos al sur del Bravo, que manejan gobernantes pro-yanquis…

El DIF local recibió a la niña Elizema, de 18 meses de edad, que sobrevivió a las artas temperaturas del desierto de Arizona, una vez que su madre Yolanda G. Galindo, de 19 anos de edad, falleció por deshidratación en el intento de pasar a EU de manera ilegal».

Ya en la gestión de Pascual Ortiz Rubio, el primer «Nopalito» que ocupó la presidencia del país, y de esto hace tres cuartos de siglo, diversos núcleos sociales le demandaban mirase por los migrantes mexicano:

«Su situación se agrava cada día. La Sec. de Industria, Comercio y Trabajo ha estado recibiendo informes de algunos cónsules mexicanos representados en EU. Es en Nueva Orleáns donde la suerte de los braceros mexicanos resulta más aflictiva; la crisis de trabajo se ha vuelto intolerable. Solicitamos de usted sea reglamentada, restringiéndola, la migración de mexicanos a EU. Las cifras estadísticas demuestran el estado de pobreza en que se halla la vasta comunidad mexicana que reside en Estados Unidos».

El silencio fue la respuesta del primer Nopalito presidencial…

¿Los peligros que enfrenta el ilegal? . Muros, rangers, ku-klux-klanes y pandillas de xenófobos como un tal Grupo de Resistencia Aria Blanca (WAR), que ha llegado a azuzar de esta forma a los granjeros de Texas y California:

«¡Si no es blanco deséchalo! ¡Detener la avalancha de lodo o ahogarse! Necesitamos una frontera de verdad. Primero agarramos a los hispánicos, luego a los asiáticos y por último a los negros. Deportación. Todos se largarán a casa. ¡Violencia contra la avalancha de lodo que nos llega del sur..!»

El líder de WAR defiende el genocidio de Hitler, aplaude el terrorismo y celebra que 10 millones de africanos hayan contraído el SIDA. Por cuanto a los mexicanos: «¡Logran reproducirse tan rápidamente porque sus mujeres ya nacen embarazadas! ¡A detener esos millones de animales color lodo que sólo saben reproducirse! Desafortunadamente, los hombres blancos se han vuelto cobardes. La salvación de la raza blanca depende de las mujeres. Quizá no tengan la fuerza para blandir un bat de beisbol, pero sí para comprar una lata de gas lacrimógeno para cuando vean un animal de color de lodo..!

Contemplo tale libelos. Lo examino. Observo los toscos dibujos que ilustran el cliché del mexicano: gordo, seboso, apestoso, borracho. Junto a la imagen del indocumentado, unos versos que comienzan con esta imprecación: «Hispano, this is America.!» El texto: «Moreno y mañoso -nos chupa hasta secamos – como una garrapata- Cruza la frontera sin un centavo- los gringos le compran la comida y pagan su alquiler – No quiere aprender a leer- pero tiene los güevos – para garabatear nuestras paredes – Ruega a Dios noche y día – Pero roba todo lo que está a la vista- Su hedionda esposa – chaparra y cariñosa – escupirá bebés dos veces al año – los carga en su lomo para aumentar pandillas locales – Una basura de raza – una cultura de nacos – Sálvate de estos buitres come-frijoles».

Hispano: this is America. Remember..».

A tales «buitres» alude la nota: Laredo, Texas: Tres mexicanas agonizaban en pleno desierto, con temperaturas de hasta 44 grados centígrados. Se preguntó a los migrantes cómo lograron sobrevivir a la insolación: «Sobrevivimos bebiéndonos nuestros propios orines. México. (USA.)

Caiga quien caiga…

A la justicia de nuestro país me referí ayer aquí mismo, y a lo que ocurrió el viernes pasado en mi depto.: ya entrada la noche y preguntando por mi primo el Jerasimo, licenciado del Revolucionario Ins., me cayeron algunos que resultaron ser de la PGR. A la espera del primo se sentaron, sacaron el ánfora y se pusieron a hablar de unos tales Medina Mora y Ye Gon. Uno, calvito y perfumado hasta mareo; uno más, gordito de modales sinuosos, y un tercero barbón. Briagos todos, las acomodaron en el sillón, y el alarde: «¿Los millones de Ye Gon? Nosotros aplicamos la ley, caiga quien caiga».

Cayó el vaso de cacardiosidad. Mi única, sus ojos despidiendo fulgures. Rudo el genio de mi ixtepecana: «Su credibilidad, licenciados, ¿no anda a estas horas a la altura de esa mancha aguardentosa con la que ustedes vinieron a ensuciar mi alfombra? ¿Algún mexicano creerá todavía en la justicia que el Medina Mora y sus cómplices aplican en este país?»

– O sea, señito, es mejor para usted si las mide, o sea sus palabras…

– Nos fuéramos a seguirla a otro changarro…

– Pero tranquilícense, que para los de la PGR, sin pizca de credibilidad, no todo está perdido, que aún les queda un último recurso para que el pueblo vuelva a creerles cuando hablan de aplicar justicia.

Su humos alterado. Yo, entre dientes: «Amor, que me comprometes…»

– Vayan y díganle a Medina Mora: «Si desea que las masas crean y confíen en usted, se vista de acuerdo a los únicos justicieros en quienes el pueblo ha terminado por creer».

– ¿O sea, señito, según usted..?

– Que, por lo pronto, deje el trajecito gris perla, cuando no gris rata, se vista así: que en la testa se hunda un gorro negro y en el rostro un renegrido antifaz, camisa negra de holanes, pantalón de seda negra que haga juego con el negro de las botas. Treinta y ocho especial en la diestra y en la chueca el látigo chicoteador. Y ahí viene ya El Látigo Negro o El Gavilán Vengador. Así si, porque las masas, que a ustedes no conceden credibilidad cual ninguna, aún confian en personajes del cine como El Zorro Escarlata o La Calavera del Terror. Porque ustedes, vestidos con trajecito gris rata, ¿qué justicia han aplicado a los hijos de toda su reverenda Marta? A ella, ¿le han aplicado la justicia del «redondeo»? ¡Vamos, México..!

– Sospecho que aquí la señito nos está choriando.

– El Medina Mora debe montar penco negro retino y ándenle, a galope tendido desde su palacete hasta el edificio de la PGR y viceversa, contra los malosos aventando chicotazos v ráfagas de 38 especial. O disfrazarse de Águila Solitaria, de Halcón Maltés o Gavilán Pollero. Porque metidos en esos trajecitos Roberts, ¿les va a creer el paisanaje cuando prometan que van a aplicar la ley contra Arturo Montiel, los hijos de Arturo Montiel, la madrastra francesa de los hijos de Arturo Montiel? ¿Van a juzgar a toda la familia, o nos van a salir con que se trata de la Sagrada Familia? ¿Como la pía familia de Marta y su «redondeo» de Sahagunes con todo y Fox?

– O sea: mida sus palabras. Somos autoridad y vivimos en un estado de derecho, donde la ley es la ley, y las ofensas a la ley muy caro se pagan…

– ¿Por qué no intentan aplicar la justicia al estilo de El Santo? Medina Mora brincando de pretil en pretil con las pechugas al viento, capa de vuelta y media que se le vuelve al saltar techos mientras aplica la ley contra los malosos. De Charro Negro, de Zorro Justiciero, de Lobo vengador. Sólo así, créanme.

(Yo, a su oído: «Amor, que me comprometes, yo te lavo tu alfombra». El gordito sinuoso: «Mejor nos fuéramos a seguirla a la leonerita aquí del licenciado Cibrián«.) Dios, y mi única, ya encarrerada: «O de Veneno Escarlata, Rayo Plateado o León Rugidor. Podría ejercer la justicia al estilo Rayo de Sinaloa, Charro del Misterio o Dragón Escarlata. A escoger».

– Esas cacayacas, señores, ¿quién les gusta pa que nos las cobremos?

– Porque vestidos con trajecito de casimir y corbata a la moda no me vengan con que ahora sí, la PGR contra la Marta, el segundo marido y sus carroñeros Sahagunes. ¿El redondeo? ¡Vamos, México!

Yo, zacatón: «¡Ahora te lavo la alfombra!», y el calvito: «¡La Ley es la Ley! ¡Procédase a proceder!» Y ándele, que la ley me prende por los sobacos, me aplica la llave china, me pepena mis tompiates, los de los ojos chispándose, y el arrastrón por los escalones, y yo pateando en el aire y sin poderlo resollar, que nomás me salía un estertor. «¡Nallieli!», quería decir, pero nomás gorgoreaba. (Los vecinos, pudorosos, su puerta atrancada para no estorbar a mi única.) Fardo descoyuntado, el delincuente a la de vidrios polarizados. Ya a punto de desmayo sentí encima todo el peso de la ley y…

Docena y media de supositorios, y adiós chorrillo. Y la paz. (Caiga quien caiga.)

Con su forma de trasero…

Mis valedores: ya estoy bien. Ya mi salud, como relojito. La bilis desparramada por donde pudo ya se chorreó. Pero después de experiencia así de traumática (mira, mira) rogué a mi única que nunca de los nuncas ironice con la justicia de mi país, y menos delante de unos funcionarios de la General de Justicia, la PGR, y mucho menos si andan borrachos, y muchísimo menos si exhiben una extraña euforia y traen los ojos como los traían, que antes del incidente le hice notar a uno de ellos: «Trae sus ojos muy rojos». Y él: «Sí, pero nomás lo blanco…»

Fue el viernes pasado, y todo se originó en la justicia de este país. Mi única y yo comentábamos aspectos del esperpéntico caso Ye Gon, cuando en eso que los veo entrar por esa puerta, tambaleantes de cacardiosidad, preguntando por un mi primo el Jerásimo, licenciado del Revolucionario Ins. Como panistas se identificaron, y funcionarios de la PGR. Por cuanto a mi primo, él ausente. «¿No se lo toparon en alguna piquera de por los rumbos de la esquina que domina, Violeta con Insurgentes?» (Así que los pripanistas en plena concertacesión Allá ellos. Y acá nosotros, los perjudicados con tan radioactiva simbiosos…

Y fue entonces, insensato de mí: acepté que lo esperasen, y tuve que presenciar
cómo uno de ellos, a lo sigiloso, de la pretina del pantalón desenterraba la de a litro. Y válgame, que aquello fue chupetear mientras ventoseaban tantos elogios al de Los Pinos (¡imagínense!), que mi única, malhumorada por la presencia de especímenes tales, ya no pudo aguantar. A quemarropa: «Bueno, y si tantas cualidades advierten en el de Los Pinos, y tanto ponderan Justicia y Ley de Transparencia, ¿cómo van las investigaciones sobre las presuntas sinvergüenzadas de distinguidos pri-panistas como la honorable familia de Arturo Montiel y los hijos de toda su reverenda Marta, los Bribiesca Sahagún…?»

Ajale. Los vi desestabilizarse Detrás de sus lentes el flaquillo se encrespó, y tras el amamantón al ánfora me señaló con el índice, y sus niñas bizqueaban -las de sus ojos: «Son ustedes, los según esto pseudo-periodistas, los culpables de que los asuntos de la Justicia se politicen, y así nomás no. ¿Verdad, licenciados..?»

– Sí, cierto -el calvito, perfumado hasta la náusea-. Ustedes son los que obstruyen y desestabilizan el curso de la justicia.

A propo -el gordito de los lánguidos modales-, ¿me pasan el agüita mineral? Ay, licenciado Campa, pues qué marranilla nos está ofertando…

– Yo quisiera, verdad -quiso el barbón de la corbata magenta-; yo quisiera que aquí el pseudo-neo-comunistoide.. Es pariente de usted el licenciado Jerásimo, ¿no?
– Pero muy lejano. -Sentí que mi rostro enrojecía.

– Yo quisiera que usted se diera un volteón…

– ¿A mi edad..?

– Un volteón por la PGR Yo estoy seguro de que en una sola sesión lo convencemos de que nuestro método justiciero es pronto y expedito. Moralización. ¿No, colegas? Pasando el pomo.

Madrugada. Fatiga. Licor. Tabacos. Pestilencia Recién desempacada de Ciudad Ixtepec, mi única miró el reloj. Tensa su voz:

– ¿Moralización? ¿Una vez más le andan jugando al embuste de la moralización?
«Renovación moral», como la del mediocre anterior, el Nopalito De la Madrid?

– ¡Ec-sac-to! Pasando el ánfora, que estoy desarmado. Porque, según las instrucciones que tenemos de nuestro señor presidente…

– ¡Y aquí me pongo de pie! -se pusieron todos-. «¡Caiga quien caiga!»

Cayó el vaso en la alfombra Lástima, porque estaba medio lleno (hay quienes lo ven medio vacío, cuestión de etc.). Mi única, perita en ironías:

– Que ustedes, señores de la justicia, han perdido todo rasgo de credibilidad a ojos del paisanaje, es un hecho fehaciente. Señores licenciados: ¿no será por la forma en que visten ustedes..?

– ¡Ahingáu! -Uno a otro se examinaron las ropas-. «¿Pues según usted cómo nos vestimos, señito?»

Y el condenado Jerásimo, que no llegaba Mi única, su humor quebrantado: ‘Yo les pregunto: ¿cómo se viste el procurador?»

– Un traje normal, casimir planchado, camisa blanca y lo de adentro sepan Dios y su señora No la de Dios, sino la del señor procurador.

– Por esa ropa, precisamente, nadie cree en su justicia

Yo, en un susurro: «Nena, que me comprometes». Y ella- «Desde la masacre del Dos de Octubre hasta las de Aguas Blancas y Acteal» (Mañana)

¿Redondeo? ¡Vamos, México..!

La soledad, que de repente se reduce. Yo anoche, lamiendo las mataduras que me infiere mi soledad, de rodillas pedí al Altísimo que, de no tener inconveniente, me hiciera el milagro de que ella, la ausente amantísima… Luego repasé algunos textos que, sublimando el amor de pareja, refinaran mi dolencia, masoquista que soy, y lógico: fui a recaer en La Biblia, y me hundí en la sublime fragancia de El Cantar de los Cantares, y ya dejaba descansar el libro en su estante cuando me di a espulgarlo, y que me topo de repente, de manos a asombro, con esa nefanda pareja que tenía arrumbada en mi mente. Y qué pareja carnal tan desaforada, codiciosa y pasional, apestosa a culpa, a drama, a tragedia, al final atroz que les profetizó un Elías iracundo: los restos del hombre fueron lavados con agua de la poza, «y los perros lamían la sangre y las prostitutas se bañaron en ella». Por cuanto a la mujer: arrojada desde el balcón del palacio, su sangre salpicó los muros, los perros tragaron sus carnes, y «su cadáver fue como estiércol sobre la faz de la tierra». Atroz.

Claro, ya habrán descubierto a la pareja bíblica: Acab, rey de Israel, que tomó por mujer a una extranjera de nombre Jezabel (Izébel, para algunos eruditos), princesa fenicia «voluntariosa y algo masculina«, mujer desvergonzada, impía e inmoral, que al rey iba a sollamarle sangre y redaños,e inspirarle una pasión que a un Acab de naturaleza «vacilante» me lo tomó cera y malvavisco. Ya sin voluntad, su gobierno fue corrompido por la ambiciosa fenicia, que se afanó en el robo, la traición, el derroche, el asesinato. El blandengue permitió que la arribista se enriqueciera con todo y su parentela, unos hijos y parientes tan sinvergüenzas como sus padres. Como sus madres. Sobre todo sus madres. Mis valedores: por que calibren ustedes eso nefasto que resultó de una codiciosa y uno falto de alilayas:

Una viña tenía un cierto Nabot, situada junto al palacio de Acab, que un día le propuso: «Dame tu viña para que me sirva de huerto. Yo te daré por ella una viña mejor, o su precio en dinero».

Como todo buen judía, Nabot tenía por invendible la tierra heredada de sus ancestros, tierra para ellos sagrada:

– Líbreme Yahvé de darte la herencia de mis padres.

Acab se irritó por la negativa. ‘Y vino a él su mujer Jezabel, y díjole: «¿No eres el rey sobre Israel? Yo te daré la viña».

Y trazó su estrategia, que fue invitar a Nabot a un banquete donde se presentaron dos perversos aleccionados por la reina Jezabel, que atestiguaron falsamente acusándolo de blasfemo. ¿El resultado? Que las masas (siempre las masas; siempre su vocación, su propensión al linchamiento) de inmediato apedrearon a Nabot hasta dejarlo en el suelo hecho garras, y Jezabel, al pusilánime Acab: «Anda y posee la viña de Nabot, que él ya está muerto…»

Del rey pasó a ser la viña, como antes lo fueron fincas, mansiones y El Tamarindillo, con prestanombres, a la orilla del mar. A la depredación de la inicua pareja iban a agregarse joyas, viajes, aviones, y trapos «de marca» (aunque la guanajua se vista de seda., por ahí se va a cantar). La avaricia de Jezabel y su posición política le allegaron,
con las sedas, cuentas bancarias, edificio y tres mil departamentos de a tres mil pesos cada uno (¡ese INFONAVTT!), y millones de la Lotería Nacional. ¡Vamos, México..!

En fin, que tantísima rapiña perpetraron Jezabel y su segundo marido en un país pobre que la «pareja presidencial» acabó de empobrecer, que harto ya de unas masas pasivas, sumisas y dependientes a un grado tal que con sus centavos contribuyeron voluntariamente a hincar las riquezas de los carroñeros al aceptar, si esa no es mansedumbre, una aviesa maniobra apodada «redondeo«, Yahveh clamó, y cielos y tierra se estremecieron:

– ¡Pareja execrable! ¡Se atienen al buen natural de mis ovejuelas y hacen con ellas lo que a ustedes les dictan su codicia y ánimo perverso! ¡Aténganse, réprobos, a dos juicios inapelables: el de la Historia y el de la Eternidad..!

Yo, que tal escuchaba, y cómo dejar de oír tan potente, prepotente vozarrón, solté una risilla irónica, y entre mí decía: «¿Historia, Eternidad? Qué cómodo para los inicuos que, atejonados en San Cristóbal, se cachondean con un botín arrancado a un pobre y empobrecido país. ¡El penal del Altiplano! ¡Esa sí que sería justicia! Quezque la Eternidad. ¡Vamos, México..!

Y fue entonces. Rájale, que Yahvé desciende y se sienta a la cabecera de mi camastro: «¡Ya verás, pseudo-neo-comunistoide de miércoles. Por andar de hocicón y burlarte de mi Justicia voy a hacerte el milagrito. Prepárate a recibir a tu propia Jezabel, sólo que tantito más vieja y pachichi, más cursi, más trepadora y rapaz que la del Acab de San Cristóbal, nomás echa cuentas».

Friégale. Yo, mis valedores, aquel escalofrío que me chicoteó desde aquí, miren, desde el cogote hasta allá, hasta el hueso sacro, o sea mi coccis. (Cruz, cruz.)

¡El corazón de Jesús está conmigo!

«¡Viva el Papa.! ¡Viva la Iglesia! ¡Viva Cristo Rey…»

Ocurrió en mayo del año 2000. El Papa de Roma, por validar y reciclar la revuelta cristera de 1926-29, le beatificó 24 cristeros y soltó su sentencia dinamita y veneno: «¡Ese movimiento fue legítimo y sigue vigente!» Yo, a propósito, pregunto a todos ustedes: ¿qué distancia se puede apreciar entre la afirmación papal y la que el 11 de febrero de 1927, desde Roma y en carta pastoral, hizo pública el entonces arzobispo de Durango, donde el reverendo daba su aprobación, colmaba de bendiciones y ordenaba el inicio de la cristera carnicería? Lo decía en la susodicha carta pastoral:

«Nos nunca provocamos este movimiento armado. Pero una vez que, agotados los medios pacíficos, este movimiento existe, a nuestros hijos católicos que andan levantados en armas por la defensa de sus derechos sociales y religiosos, después de haberlo pensado largamente ante Dios y de haber consultado los teólogos más sabios de la ciudad de Roma, debemos decirles: estad tranquilos en vuestras conciencias y recibid nuestras bendiciones…»

Mis valedores: mucho cuidado; la «guerra santa» no se ha erradicado de nuestro país; sus efectos perniciosos se manifiestan aquí y allá. Piensen, si no, en San Juan Chamula, Chenalhó, en fin. Y el poder de los símbolos: sería en Querétaro el Teatro de la República, cuna de la Constitución, escenario donde un montón de fanáticos de movimientos medievales como la cristera y la Unión Nacional Sinarquista, recién resucitados a punta de beatos a escala industrial, se dieron a festejar a los cristeros beatificados por el de Roma, y los festejaron muy a su modo, con el ondear de viejas banderas todavía pringadas de sangreañeja polvo de aquellos cristeros lodos, y el grito fanático y sinarquista

¡A implantar un orden social-cristiano! ¡Vamos a imponer la contra revolución! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Viva Cristo Rey..!

Como en las épocas negras, rojas de sangre recién derramada..

Nomás me quedé pensando, y a la mente se me vino aquel retazo de mi juventud que viví en la Guadalajara de aquellos tiempos, qué tiempos, reaccionaria y devota de Orozco y Jiménez, cristero y obispo, en ese orden…

Guadalajara. Tardes aquellas que fueron las de mi juventud, con sabor a tejuino, rumorosa de esquilas. Mi padre Juan, revista Unión entre manos, se exaltaba al exaltar las vidas hazañosas de diversos sinarcas, sus andanzas «patrióticas» y cierta epopeya que tanto lo emocionaba la «Colonia María Auxiliadora«, delirante utopía de aquellas familias que, al sueño de colonizarla el sinarquismo había lanzado contra Baja California. Yo, todavía por aquel entonces ayuno de todo rastro político, contemplaba las fotos de la revista, las de los tales alucinantes alucinados que en lejas tierras y en nombre de Cristo Rey le andaban queriendo sacar agua a las peñas y al desierto rosas…

– Sublime, ¿no? Tú, cuando crezcas, Dios me conceda la dicha de verte convertido en todo un varón de virtudes y un sinarquista cabal para que así, cuando la hora te llegue, mira derechito a sentarte a la diestra de Dios padre.

Cuando crezcas, me dijo. Yo, mis valedores, como crecer, quién sabe cuánto y en cuántas formas haya crecido, pero creo que sí lo suficiente para alegrarme de que años más tarde, cuando la muerte vino a sonsacármelo, ya lo encontró todo desencantado de los «sinarcas». «De ésos casi tanto como del PRI-Gobiemo, mi hijo: nada de nada…»

Y la paz. Muerto y sepultado suponía yo al sinarquismo, que a leguas olía a difunto tal como ya en vida apestaba Pero cadáveres vemos. De repente los Lázaros se levantan y andan, y claman, guiñando el ojo al de Roma para que más levantiscos les trepase al altar:

– ¡El sinarquismo es el instrumento de lucha de las nuevas generaciones! ¡El sinarquismo destruirá la Revolución y restaurará el orden cristiano! Porque hay dos ideas contrapunteadas: ser patriota y ser revolucionario…»

En fin. Gracias a ese Papa (beato, o casi, él también), su mazorca de beatos y la obsequiosa complicidad de gobiernos de ultraderecha, alza la testa ese sinarca que en su momento clamó: «¡Hitler es el gran azote de Dios, un genio militar. Cuando cumpla su misión, la destrucción de Rusia, se romperá en dos pedazos. Pero Franco es otra cosa. La salvación de México está en reafirmar su espíritu católico, y como ésta la recibimos de España, nuestras ligas con España son las ligas con Franco, que restauró la hispanidad…»

Así dijo; y una María Cruz, al entregar su hijo a la Unión, lo juraba, según cuenta Meyer: «Prefiero llorarlo muerto antes que verlo convertido en un convenenciero y traidor. ¡Ay, señores!, me siento loca de cariño hacia ustedes. No tengo más que mis hijos, y con gusto los lego a la patria». (Dios…)

Dios…

¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Reacción! ¡La Reacción es la única parte del sector mexicano que tiene derecho a la vida! ¡Más nos vale un Juan Diego que todos los Juárez de la historia..!

Y cuando uno creyera, mis valedores; cuando uno quisiera creer que ese renegrido episodio del movimiento cristero no fuese más que un trágico recuerdo de aquel almácigo de 70 mil cadáveres que de 1926 a 1929 el fanatismo desparramó en el centro neurálgico de la ultraderecha nacional, de repente resuena, puntual, la voz del reaccionario mayor, el hoy casi beato Juan Pablo II. El movimiento cristero fue legitimo y sigue vigente..!

Lamentablemente, en verdad, para la paz interna del país. Y los frutos mostrencos del aliento clerical: Cuando uno deseara superado, por fin, el inaudito, irracional desperdicio de sangre que provocaron el fanatismo y la intolerancia, ahora me topo con las noticias posicionadas a modo de minas antipersonales en los matutinos correspondientes al domingo anterior, de las cuales transcribo la esencia:

«La formación de un partido político de ultraderecha que se autodefine como cristiano, es peligroso porque ataca al laicismo mexicano…»

Aquí el peligro, mis valedores, de que se vaya a formalizar semejante partido político integrado (echen cuentas) por personajes del clero católico, prominentes empresarios entre los que susurran los nombres de Lorenzo Servitje y algún Slim de apellido, al igual que militantes del PAN y de la Organización Nacional de El Yunque, además de personajes ligados a Marta Sahagún y su segundo marido y a funcionarios del presente sexenio como José Luis Luege, Alberto Cárdenas y Felipe Calderón. Siniestro.

El proyectado Movimiento de Participación Solidaria, ultrarreaccionario, es (¡Imagínense!) «de inspiración bíblica». Se define uno de sus impulsores, un Magdaleno Yáñez: «Desde niño fui formado en el Sinarquismo. Queremos retomar la mística del Sinarquismo. Nuestro Partido Humanista estará integrado con políticos católicos, de la Organización social de El Yunque de otras organizaciones, y tiene la guia ideológica de La Biblia…»

Y un Enrique Pérez Lujan, ex-líder sinarquista:

«Nuestro partido viene a subsanar carencias de Acción Nacional, que en ningún momento se comprometió ni usó los argumentos adecuados en la lucha contra el aborto y los libros de texto. Abordó tales temas de manera superficial».

Así que de nuevo resuena el pregón cristero. Pues qué, ¿se recicla la historia? ¿La historia tiene reversa? ¿Juan Pablo II tenía razón, por desgracia, cuando aseguró en el año 2000 que «el movimiento cristero fue legitimo, y sigue vigente«, y lo certificaba al beatificarles a veinticuatro fanáticos y avivar las «guerras santas» en Chiapas y anexas? Ah, las sotanas y capas pluviales. Ah, México

No, que el de la cristera fuera «un movimiento legítimo» lo desmiente, lo refuta la historia; pero esa cristera sigue vigente en el alto clero político y en el actual gobierno ultraderechista, y esto lo muestra y demuestra la realidad objetiva Las enseñanzas que aporta la historia:

En 1857 la Iglesia Católica mexicana rechazó la Carta Magna recién promulgada y desde los pulpitos recalentó a su rebaño, lo lanzó a la rebelión y tapizó de cadáveres el territorio. Luego, ya en 1917, ese mismo clero rechazó, indignado, la recién promulgada Carta Magna. Clamó el arzobispo de México: «La protesta que los prelados mexicanos formulamos contra los artículos que se oponen a la libertad y dogmas religiosos se mantiene Arme porque deriva de la doctrina de la Iglesia».

Por cuanto sexenio anterior, marcado por la ingerencia del Opus Dei, Marta, la del segundo marido, los Legionarios de Cristo y los Norberto Rivera y Cía., en Zacatecas, la «bizarra capital», tomada una vez por Angeles, pero Felipe, ahora tomada, violentada por los pragmáticos angelitos del sexenio «perredista»: «El alcalde, en compañía del gobernador Ricardo Monreal y su esposa María de Jesús, hizo entrega de las llaves de la ciudad al visitante distinguida al nuncio apostólico de la Santa Sede en México, monseñor Giuseppe Bertello Y que el rebaño soltó su cristero pregón:

¡Viva el Papa! ¡Viva el representante del Papa! ¡Viva la Iglesia! ¡Viva Cristo Rey..!

Dios. En su tumba se habrá acalambrado el zacatecano militar del liberalismo Jesús González Ortega, que a las órdenes de Juárez combatió hasta morir a esos autores intelectuales de guerras santas y guerras cristeras que hoy se disponen a resucitar de entre los muertos, los que ellos causaron. Prodigios de Marta y su corte de los milagros. ¡Vamos, México! (Seguiré con el tema.)

Compañero Asaltante

Esta vez la nostalgia, mis valedores, que casi siempre ataca a traición. Yo ayer tarde, ya al parpadear, cargaba encima una tristecilla sin desflemar, una sensación de errabundaje, de falta de arraigo, que algunos cargamos a flor de pelleja. Tomé entonces los papelillos donde apunto señas telefónicas, y no pude dar con el Simón Pirineo femenino que me ayudase a cargar el madero. Recalé entonces en mi archivo personal, una caja de cartón, pero lástima; la tristura, por descascarármela, más se me clavó entre cuero y carne, y qué hacer. Y es que ahí la foto desleída de los viejos amores, con todo y sus marchitos pétalos de alhelí, sus rizos castaños, las misivas donde se invaden terrenos de Dios o del infinito: «Te amaré siempre, siempre. Nunca, nunca te he de olvidar». ¿Cómo se llamaría aquella inolvidable? Y fue entonces…

De repente, aquel mi artículo periodístico publicado en los días primerizos del difunto Unomásuno, del que fui fundador. Lo desarrugué, lo leí, y pensé en todo lo que mi país ha cambiado desde hace décadas hasta el día de hoy. Veo, por lo escrito, que más antes coexistían con nosotros los asaltantes; que había criminales, pero no crimen organizado, como el día de hoy. Al terminar su lectura decidí transcribirlo para plantear a ustedes el ejercicio: calculen cuánto ha cambiado el talante del capitalino frente a los bergantes que toman por costumbre asaltamos.Lean y comparen:

«Compañero asaltante, permítame saludarlo con mi comprensión y respeto, porque en el ejercicio de su profesión arriesga la vida, la integridad física, la dulcísima libertad. Porque ejerce su oficio con todos los riesgos, sin valimiento alguno. Porque su vida avanza de modo arrastrado, entre zozobra y desazón, siempre a salto de mata y con la conciencia en un hilo. Porque ya habrá caído alguna vez en manos de los de uniforme, y habrá comprobado sus métodos punitivos. Porque la vida me lo habrá tratado de hijastro, de oveja negra, de cédula cancerosa de la sociedad. Porque su destino es el de la soledad, sin más; sin hogar, sin familia, sin una compañera amantísima, sin paz, sin nada de nada. Porque sabrá Dios qué causas oscuras lo arrastraron a la delincuencia; si fue el desempleo, si la falta de preparación, si el mal natural, si el mal fario. Porque alguna vez, de retorno de asalto alevoso, la conciencia le habrá jalado el sarape y lo mantendrá en vilo, mirando la oscuridad, con los redaños en la garganta y el rostro de la víctima frente a las pupilas insomnes. Porque si ocurriese que la vida le dio un primogénito, qué cuentas le va a rendir, con qué cara va a mirarlo cuando el Tomasillo lo llame a juicio. Indefectiblemente. Porque así sobrevive: aventando el valor por delante, el corazón en los entresijos, atenido al puro arriesgue, al filero mísero o a esa 22 especial donde es más el ruido que las balas.

Yo me permito saludarlo a lo solidario, compañero asaltante, porque aborrezco el crimen, pero intento comprender al criminal, y porque usted arrebata lo ajeno, pero expone lo propio. Por eso lo admiro en la misma medida en que desprecio a sus colegas de uniforme, esos patrulleros que asaltan desde sus patrullas, que es decir desde la impunidad misma; que roban sin exponer, y vejan validos del puesto, y extorsionan con la placa, el uniforme, el arma de cargo. Usted, para asaltar, no anda poniendo de pantalla las leyes. Ellos sí, Usted no anda dándose los consabidos baños de pureza con aquello de la renovación moral. Ellos sí. Usted tiene la sensibilidad necesaria y el suficiente pudor y la vergüenza que hace falta para ir a lo suyo, sin andarse con la faramalla de aparentar el cumplimiento de una vocación legal, y hasta justiciera, como los tales de uniforme, esos que se solazan, a lo cínico, a lo sádico y a lo baquetón, invocando cláusulas legales que mal conocen para terminar robando, sin más, y asaltando, maltratando de palabra y obra a la víctima a la que dicen proteger, los muy bergantes, los muy baquetones…

Usted es perraco trasijado que mordisquea para sobrevivir; ellos, doberman degenerados, muerden por el placer de hacer daño, por pura mala entraña, por mala condición. Esos de uniforme, corrupto muestrario de la ancestral corrupción nacional, son los temibles, no usted. Ellos son, que para ejercer de hampones ni siquiera han tenido que invertir en el arma, la patrulla, un mal pasamontañas que les oculte esa cara de cínicos, de baquetones…

Y qué hacer; usted, como los miles de damnificados por los asaltantes con placa, tenemos que soportar a esa aborrecible plaga de cínicos, corazón bandolero. Lástima de competencia tan desleal, compañero. Pero sepa que a usted yo no lo aborrezco; que no lo desprecio; que usted no me inspira rabia y temor impotentes, como ellos. Esto que le digo, compañero asaltante..

Esto sírvale de consuelo en sino tan arrastrado que le tocó vivir. Es cuanto.» Eso, mis valedores, lo expresaba ayer. Con sinceridad absoluta Hoy, ¿alguno estaría de acuerdo con tales conceptos? ¿Ustedes no? (Yo menos.)

¿Y …?

Tertulia de anoche. Habló el maestro, y a la letra dijo-.

– ¿Es el de nuestro país un régimen democrático, contertulios? Escuchen lo que afirmaba hace algunos ayeres el panista Francisco Paoli Bolio:

El respeto a los derechos humanos, asi como a la libertad de asociación, de reunión y de expresión, son formas fundamentales que nos permiten medir si un pais cuenta con un régimen ampliamente democrático…»

– Así pues, ¿existe en nuestro país un respeto irrestricto a las garantías del individuo, contertulios..?

Silencio. Alguno se llevó la infusión a la boca. Yo agaché la cabeza.

– Esto lo pregunto en referencia al informe que en torno a Oaxaca, la APPO y Ulises Ruiz, acaba de formular la comisionada de Amnistía Internacional para nuestro país, señora Irene Khan.

– Pero no preocuparse -don Tintoreto, lavado en seco y a todo vapor, se angostan o enanchan corbatas-, no preocuparse, que los días del sátrapa oaxaqueño están contados. Y si no, ¿ya leyeron el más reciente comunicado del EPR, Ejercito Popular Revolucionario? Y el EPR sabe lo que dice.

Nos mostró la nota de prensa del pasado jueves. «En el EPR impulsaremos todas las formas de lucha hasta que caiga Ulises Ruiz. El fortalecimiento de nuestras estructuras se debe a la claridad política de los oaxaqueños, como lo demostró el histórico abstencionismo en las elecciones del pasado 5 de agosto, en los cuales más de millón y medio de oaxaqueños le dio la espalda a Ulises Ruiz y a la clase política» ¿No resulta alentador?

Alentador. El joven juguero, su intuición política: «Abstencionismo histórico. ¿A quién cariacos benefició ese histórico abstencionismo? Los oaxaqueños le dieron la mano a Ulises y él se tomó el pie; le dieron el pie y se tomó la espalda; le dieron la espalda y se tomó todo lo demás».

– Cierto. Cuando se da un atroz abstencionismo de más del 60 por ciento como el registrado en Oaxaca, al PRI le basta su voto duro para agenciarse el triunfo. A ver esa nota de prensa. (Leyó:) «El EPR declara que dentro de su organización ha habido mucha autocritica«.Y con su mucha autocritica decide aplicar todas las formas de lucha, hasta lograr la caída de ese abominable dictadorzuelo tropical. Bueno, sí, pero el EPR tumba a Ulises, ¿y? Quien va a reemplazarlo? Un priista más, un panista o uno del PRD. ¿Y? ¿Qué habrá cambiado para los oaxaqueños; para todos nosotros, que precisamos un cambio de Sistema, y que lo haremos nosotros o nadie lo hará por nos..?

Afuera, ladridos de perros, las campanadas del ángelus, retazos de un bolero llorón. El maestro: «Oigan lo que la Historia ños advierte sobre caídas de gobernadores; el de Guerrero, el caso más reciente Rubén Figueroa Alcocer, al que la matanza de Aguas Blancas forzó a renunciar. ¿Y? Cuando el matón intelectual cayó de la silla, ¿no lo suplió otro priista, un Ángel Aguirre RÍvero? ¿Y qué aconteció? ¿Con el cambio se garantizó el respeto a los derechos humanos, violentados por su antecesor?

Nuevo silencio. Alguno agachó la cabeza. Yo tragué saliva. El maestro, su libreta de pastas negras: «Oigan lo que ocurrió con el flamante gobernador. Ometepec, Gro. Agentes policíacos torturaron a 25 jóvenes indígenas amuzgos y los amenazaron de muerte luego de acusarlos del robo de carne y piel de una res, propiedad de la familia del gobernador Ángel Aguirre. Encabezados por Alfredo, indígena de 26 años, algunos de los 25 amuzgos torturados levantaron denuncias correspondientes en contra de agentes policíacos y Delfino Aguirre Rivero, hermano del gobernador sustituto.

A los indígenas, una mujer entre ellos, les amarraron las manos, los golpearon con armas de fuego, fueron pateados, sumergidos en abrevaderos para ganado y cuatro de ellos colgados de árboles, atados del cuello con sogas. Luego de haberlos torturado, el jefe de los policías motorizados los amenazó con acabarlos de matar si denunciaban los hechos». Uno de los amuzgos:

– Al otro día nos mandó llamar el señor Delfino Aguirre Rivera y nos dio mil 570 pesos para todos, y que fuéramos al doctor a que nos curara las heridas que nos habían dejado las torturas de los policías. Nos dijo también que con los mil 570 pesos que nos daba ya quedáramos conformes, que no fuéramos a decir a nadie lo que los policías nos habían hecho, y que todo había sido una equivocación de los policías…

Los indígenas exhibieron ante los «medios» las huellas de la tortura. Seis de los indígenas torturados por los agentes de la policía motorizada se encuentran gravemente heridos…

– Mientras masacres como la perpetrada por Figueroa y su policía permanezcan impunes y los viejos cuadros de la represión sigan gobernando, ¿qué significa la caída de Ulises Ruiz, contertulios? (Pues…)

Del bataclán

La tradición de la carpa, mis valedores. Y qué desfiguros dejaré de hacer para quedar bien con la señora esposa del Cosilión, a la que miro deambular por el edificio con su blusón transparente y esos blancos mallones tres tallas más entallados a lo que piden, exigen, demandan sus… La Lichona. Esta vez, por congraciarme con ella, fui todo meloso y le pedí que me acompañara a mi depto. Sólo a ver una película. De Cantinflas, el de mi primera juventud (ando en la 5a.), cuando forzábame a contorsionarme de risa «¿Se imagina la divertida que nos vamos a dar..?»

Ella rehusó la invitación, pero al pretexto de que otro día no irían a la escuela, me enjaretó a la Beba y el Chupirul, sus crios. Y qué hacer. Por lo pronto saquear el refrigerador y aderezarles la merienda. Y corre película…

Helos ahí, sentaditos ante el cinescopio. Y que aparece el histrión, y dengues van, y visajes vienen, y esos quiebres de cintura, y esa delirante, mexicanísima forma de hablar. Yo de ganchete observaba a la Beba, al Chupirul; ellos, de ganchete, me observaban a mí. En el cinescopio el carpero se descosía verborreico con ese su lenguaje enrevesado, tangencial, con cargazón de esa habla chatarra y esas frases mutiladas, que morían entre baches de culebreantes muletillas, retorcidas anguilas que eludían el más leve asomo de lógica «0 sea, chato: ¿el toro habló, se quejó?

No, ¿verdá? Porque señor juez, cómo iba yo a ordeñar ese toro: no había ni por dónde, y el toro tampoco se hubiera dejado, yo lo conozco, ¿verdá? (Mi juventud malgastó con Cantinflas todas las carcajadas que me correspondían en vida; mi vida, a estas alturas, ha extraviado la memoria de lo que fue reír. Los músculos en el rostro se me engarrotaron; se me entablillaron, lástima) Miré a la Beba, miré al Chupirul. Sentaditos frente al cómico, serios como si vieran en el canal cultural un reportaje ecológico. Haya cosa Me atreví: «Chistoso el Cantinflas, ¿no..?»

La Bebasuspiró. El Chupirul se la rascó. Friégale, pensé, que esto sí es anormal. Qué es eso de no rendirse ante la gracia fenomenal de Cantinflas. Mañana previa licencia de los blancos mallones, los meto con el Ariel, mi flamante retoño psicoanalista, a revisión del coco. Y ándenle, que fue entonces: entonces caí en la cuenta de que tampoco yo, en momento alguno, había sentido el menor amago de risa que ni una mala sonrisa me habían provocado las payasadas de un histrión irremisiblemente envejecido en su comicidad. Algo fallaba en él, en mí, en los dos crios. ¿Pero qué? ‘Pos a menos que sea ¿verdá? porque son amarguetas, ¿no, chato?»

La historia por fin, remataba en un beso grotesco de belfos parados entre el jetón del ralo mostacho y la actricita incipiente que así pagaba el noviciado de su carrera en el cine A mí en la palabra fin, me brincó la certidumbre: ese cómico nada tiene ya qué decir a las generaciones viciadas con la «gracia» de los Adales y otros rollos. El de Cantinflas es un caso de muerte súbita total, irreversible, la de una comicidad más restirada que el pellejo del payaso millonario. Formol y cadaverina y no más. Detuve la cinta, y el cinescopio se iluminó con el noticiero. Y ahí, Cristo santo, el borbollón de las carcajadas. Los crios se desmorecían de risa, ante los cómicos carperos. ¿Quién les escribiría el sketch? Al oírlos la Beba lloró de risa el Chupirul los humedeció y yo corrí al bañito mientras en la TV los payasos (caro nos cobran, pero que divertidos) ventoseaban sus gracejadas al más puro estilo carpero:

«¡Haiga como haiga sido, yo gané! Fue una gastritis mal cuidada ¿no, Soberanes?» ‘Yes, sir», el patiño, uno gordo y panzón. Y exhibiendo el anillo, la cómica sesentona, cursi y primaveral: «Qué ansias, qué ansias». En Tijuana uno con chaleco de pene de burro, entre lágrimas: ‘Ya lamí mis mis heridas, pero todo lo que gasté en campaña ¿de nada sirvió? ¡La Gordillo» ¡Esa vieja me chingó!» «Bueno, aquí los ángeles somos pocos», se cachondea un cómico ventrudo, golista y empresario taurino que la hace de obispo de Ecatepec. En eso, ándele, ahí un payaso Medina Mora disfrazado de cuico de la PGR «¿El dinero? O sea verdá, ¿cuál dinero? ¿El del chino?» No, chato, ese ya nos lo pasamos a recompartir»; y el de la vocecita «Ese es un cuento chino, y yo al chino me lo voy a refundir en la cárcel». Y el chino: «Tu lefunfilme madle; ¿o yo nomás milando, con todas las tlansas que te conozco de cómo llegaste al podel? Ni madles, aquí copelas o cuello, y no plecisamente Cuello Trejo, polque ese cablón te cái encima un maltes y te hace miélcoles, y no te la acabas, de a madle me cái». Y uno disfrazado de cardenal: «Que no la venga a hacer de pedófilo», Y el González de Aguascalientes: «Que no mame…»

Y válgame, que ahora fue la Beba la que nos humedeció, y el Chupirul corrió al bañito. A mí me tocó llorar. Por mí, por el país, por ustedes, que más allá del reniego, nada de nada Es México. (Mí país.)

Visión de los vencidos

Llorad, amigos míos – tened entendido que con estos hechos – hemos perdido la nación mexicana…

La caída de México Tenochtitlan, que ocurrió un 13 de agosto de 1521, fausto fue para los más e infausto para los menos, cuando a hierro, pólvora, sangre y cruz, nuestra raíz conquistadora desmoronó el universo de nuestra raíz indígena. Requemado Nanahuatzin en la hoguera del invasor, fue a la viva fuerza parido Quinto Sol renovado, águila y sol de un pueblo mestizo de tantas sangres. Mis valedores: no perder la memoria del hontanar, que perderíamos sustento, destino e identidad. Aquí sigue la crónica del historiador:

Gran parte del tesoro de Moctezuma se lo robaron los que iban en los bergantines, dijo Cuauhtémoc al conquistador, quien puso en duda su dicho. Fue entonces cuando el prisionero le pidió que «diesen licencia para que todo el poder de México que estaba en la ciudad saliese fuera de los pueblos comarcanos». Convino en ello Cortés y según Bernal Díaz en su Historia verdadera de la Conquista de México, el espectáculo de aquel desfile, a lo largo de las calzadas, en que iban hombres, mujeres y niños, «flacos, amarillos, sucios y hediondos, era más que horrendo. Cortés ordenó que se limpiasen las calles, fuesen enterrados los cadáveres y se reparasen calzadas y puentes, casas y palacios. Pues sí, ¿pero el tesoro de Moctezuma? «Se lo robaron los dé los bergantines», juró Cuauhtémoc, y los descontentos: «Eso no es cierto…»

Y que Cuauhtémoc lo había arrojado a las aguas lacustres antes de su captura, y que tlaxcaltecas y cholultecas, texco-canos y huetjotzincas, se apoderaron del tal, «pero los oficiales reales decían y publicaban que Guatemuz lo tenía escondido y que Cortés holgaba de ellos porque no lo diese y haberlo todo para sí, por estas causas acordaron (…) de dar tormento a Guatemuz y al señor de Tacuba que era su primo y gran privado. Todos los mayordomos de Guatemuz decían que no havía más de lo que los oficiales del Rey tenían en su poder y que eran hasta 380 mil pesos en oro que ya lo habían fundido y hecho barras y de ahí se sacó el real quinto y otro quinto de Cortés».

Pero algunos no estaban bien con el susodicho Cortés, y «vinieron tan poco y el tesorero Julián Aldrete que así se decía, que tenían sospecha que por quedarse con el oro Cortés no quería que prendiesen al Guatemuz ni le prendiesen sus capitanes ni diesen tormentos; y porque no le achacasen algo a Cortés sobre ello», no pudo Cortés impedir que atormentaran a Cuauhtémoc. Doña Marina dijo al ilustre prisionero:

«El señor capitán dice que busquéis 200 tejuelos de oro, tan grandes como así». Y señalábale con las manos el grandor de una paterna de cáliz…

Fue en Coyoacán donde se realizó la tortura afrentosa, cuenta el historiador, y que untaron de aceite los pies del señor de Tacuba, antes de someterlo a la prueba de fuego. «Y lo que confesaron fue que cuatro días antes lo echaron en la laguna, así el oro como los tiros y escopetas que nos habían tomado cuando nos echaron de México y cuanto desbarataron agora a la postre a Cortés«.

Sentados en aquel trono de ignominia, dice el historiador, Cuauhtémoc y el señor de Tacuba se miraron, iluminán-dosles los rostros por el lúgubre resplandor que les atormentaba. «Confiesa, señor, pidió el señor de Tacuba«, y entonces: «Por ventura, ¿yo estoy en un baño de temascal..?»

Tales palabras responde, impávido, el Águila que cae, ya a estas alturas un cristiano recién bautizado y que hasta su muerte llamóse Don Fernando Cortés Cuauhtémoc, e invocaba al «Señor nuestro Dios», el de Cortés y Pedro de Alvarado (este detalle nos lo oculta la historia oficial, ella tan pudorosa).

Y ocurrió que en el tormento y ante la indiferencia de los sicarios se desmayó el señor de Tacuba, y así y aquí finaliza la relación del historiador.

México, 13 de agosto de 1521. Sexto presagio:

A menudo, en las noches, se oían las voces, los suspiros, el sollozar y el llanto de una mujer que interrogaba, lamentándose: Hijitos míos, ha llegado la hora de nuestra destrucción. Tenemos que irnos. ¿A dónde os llevaré? Ay, mis hijos…

Todo lo de la crónica, mis valedores, a nuestra raíz indígena le vino a ocurrir a manos de nuestra conquistadora raíz. El topetazo, el genocidio descomunal, iba a parir a todo un pueblo, y un rumbo, un destino, una nación que afirma, enhiesta, la mística meshica:

Mientras el mundo permanezca, no acabarán la fama y la gloría de México Tenochtitlan…

Fama y gloria de nuestro país. Del nuestro, a pesar de nosotros. A pesar del vecino, depredador imperial. Es México. (Nuestro país.)

Nikan Tekypeuhka

Una vez más, y cómo pudiese ser de otro modo, la memoria histórica. No se nos vaya a olvidar que fue el 13 de agosto de 1521, cuando los guerreros águilas y ocelotes cayeron en desparramadero de mazas, flechas y plumas, ante la pólvora de Hernán Cortés, su media centena de soldados españoles, y los cientos de miles de indígenas acezantes de venganza contra Moctezuma imperial; los guerreros de Taxco, sí, y los de Tlaxcala, Cempoala, todos. Paisanos, tengan presente, no se les vaya a olvidar. La crónica:
Los dos vocablos que, en náhuatl, encabezan la endecha de la irremediable derrota, tan a lo desgarrado se duelen: «Aquí empieza la esclavitud…» Y la visión de los vencidos:

Todo esto pasó con nosotros. – Nosotros lo vimos – nosotros lo admiramos. -Con esta lamentosa y triste suerte – nos vimos angustiados (…) Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe, – y era nuestra herencia una red de agujeros. – Con los escudos fue su resguardo – pero ni con escudos puede ser sostenida su soledad…

Desgarramiento, desgajamiento, soledad, esclavitud, esa, y no más, fue la herencia de los vencidos. Tal estado de sometimiento a la espada y la cruz se inició un día 13 de agosto de 1521, cuando estas tierras de Anáhuac cayeron doblegadas por la tizona del conquistador y los suyos. Esto, tras un asedio que se prolongó 80 días, penosísimos para los dos contendientes, que finalizó con los tercios de España derribando a fuego y muerte aquel enhiesto penacho de guerreros ocelotes y guerreros águilas, al frente de los cuales, y por los cuales sacaba el rostro Cuauhtémoc, el irreductible, o casi. La lamentosa suerte de los vencidos

Y así, fue, ocurrió de esa manera: agotados los ánimos, la sangre y la vida de los defensores, México Tenochtitlan caía en manos y a merced de la potencia extranjera, esa de la que, mitad y mitad con la raíz indígena, nacimos los mexicanos de hoy, los mestizos de las dos sangres: la del conquistador (la de Gonzalo Guerrero, años antes), y la sangre indígena. Ustedes, de la meshica; yo, de aquellos cazcanes del Cerro del Mixtón que luchaban con una sola consigna frente al enemigo (la traduzco al castilla):

«¡Hasta tu muerte o la mía!» No más allá.

A la caída de Anáhuac, el lamento de Icnocuícatl:

Lloren, mis amigos, – tengan entendido que con estos hechos – hemos perdido la nación mexicana…

Porque cuenta la crónica de los vencidos que desde el 12 de agosto de hace 486 años y un par de días, con la rendición de lanzas, macanas, penachos y escudos, el nativo vencido se vio forzado a ceder al español México Tenochtitlan que los López de Santaanna y otros López, Migueles, Salinas, Foxes y Calderones iban a depositar en las garras del depredador gringo. Pero esa es otra visión de otros vencidos. Siga.

Y todo esto pasó con nosotros – con esta lamentosa y triste suerte – nos vimos angustiados. – En los caminos yacen dardos rotos – los cabellos están esparcidos -(…) Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe. – Y era nuestra herencia una red de agujeros…

México Tenochtitlan, 13 de agosto de 1521 Los meshicas amanecieron con el ánimo fruncido a la visión del desastre: Oro, jades, mantas ricas – plumas de quetzal, – todo eso que es precioso, – en nada fue estimado…

Todavía antes de rendir sus armas ante el conquistador, ahí habló Cuauhtémoc a todos los suyos, y así les decía: «Mexicanos: este es el último día de nuestra vida como pueblo libre y soberano». Entonces fue y se entregó a aquellos que iban a saquear las riquezas naturales y a explotar el sudor y el esfuerzo de los meshicas. «Aquí empieza la esclavitud…» (Y en cierto sentido así hasta hoy. Es México.)

Días más tarde del infausto aquel iba a ocurrir el suplicio del Águila que cae. Para que la memoria histórica no fallezca, y para desmitificar al ya para entonces Fernando Cortés Cuauhtémoc que a lágrima viva y por «nuestro Dios» suplicaba al conquistador no lo maltratase en su cautiverio, aquí el episodio de la derrota en la versión del cronista:
«Hasta la medianoche llovió sin cesar. El sitio había durado 75 días, por más que algunos historiadores hablan de 80. Habían cesado las voces y los alaridos de los defensores. Sobre el lago de México flotaba una muchedumbre de cadáveres, y también eran numerosos en las calles y patios de Tlatelolco, tanto que los vencedores no podían andar sino entre cuerpos y cabezas de naturales muertos».

Por cuanto al mítico de Moctezuma: gran parte se lo robaron los que iban en los bergantines, y así se lo dijo Cuauhtémoc al… (Mañana)

Oración de la tarde

Humor inestable de Madre Natura, mis valedores, que debe andar en sus días premenstruales o ya con síntomas de menopausia, porque trae a sus hijos en el desatino total. ¿Por qué hace su agosto con estos calores, fríos invernales, veraniegas tormentas y ventarrones que encelan a un sol como toro en brama? ¿En qué quedamos, pues?

Recuerdo, a todo esto, el ventarrón que sacudió aquella tarde que se me tornó inolvidable. Llegó de mal humor, emberrinchado, embistiendo todo a su paso, y esto fue derribar árboles, cerrar de golpe ventanas y puertas y secuestrar la energía eléctrica de mi arrabal. Yo, que en la internet viajaba por tierras de Palestina, me sobresalté: ¿y ese estrépito? ¿Los terroristas «al por menor» de Al-Qaeda, que así responden al terrorismo imperial? Cruz, cruz-.

Desde el mediodía se insinuaba el rezongo climático, con aquel calorón que parecía resuello de un soterrado don Goyo y que mantenía la ciudad en rescoldo. En el bochorno del alto sol, los pulmones de la megalópolis con fuelles recalentados: allá, la manada de sirenas en brama que serían de patrullas, que serían de ambulancias, vaya Dios a saber. Y aquel jadear de motores sobreexcitados, y el llanto de la Caribe, que los rapaces de lo ajeno, no pudiendo raptársela, abandonaron despeinada y doliéndose a gritos desde todas sus alarmas. Yo, churretes y goterones que desembocaban en el estrecho de mis dardanelos, por la internet navegaba por esos mundos, doliéndome al verlos como simples tableros de ajedrez, el imperio contra el mundo y jugando las piezas negras, tintas en sangre, pobreza, dolor. Líbano, Irak, la desdichada Iberoamérica de Bolívar, que por negarse a escuchar a Marti ahora tiene que soportar a los titerillos de Washington. De repente, válgame: a oscuras me fui a quedar y con el ratón en la mano. El de la computadora. Y qué hacer.

A la espera de la consigna ancestral: hágase la luz, me recliné en el sillón, y entonces, tras de los bandazos de viento, ahí llega embistiendo el chaparrón, jarioso becerro que alborotó la bugambilia, enceló el limonero y sobresaltó la madreselva y alguna otra madre de esas; a lo furioso, a lo desatinado, como sin puntería. Y como vino desgarró la cortina de lluvia y desarropó el firmamento, y entonces aquella paz…

La paz aquella, y con la paz, en este mundo doméstico bien barrido y bien bautizado, el milagroso silencio, los verdes recién renacidos y ese cielo que el limpia-parabrisas divino me dejó relujado, rechinando de limpio. Y esta calma y esta paz de día santo, de santo día. El tiempo que se detiene, y pasa frente a mí el pajarólo de la gloria. Allá, lejos, ¿figuraciones mías? un esquilón. Mis valedores: miré hacia el cielo recién asperjado de luz, y en la comba paz y el irisado silencio, como nunca antes entendí a Pagaza

Tiende la tarde el silencioso manto -de albos vapores y húmedas neblinas – Y los valles y lagos y colinas – mudos deponen su divino encanto – Las estrellas, en solio de amaranto – al horizonte yérguense vecinas – salpicando de gotas cristalinas – las negras hojas del dormido acanto – De un árbol a otro en verberar se afana – nocturna el ave con pesado vuelo – las auras leves y la sombra vana – Y, presa el alma de pavor y duelo – al místico rumor de la campana – se encoge y treme, y se remonta al cielo…

Y la tarde, y la paz, y los altos cielos que, gatitos, se abajan y se me arriman a que les rasque la panza De repente, mis valedores: ¿y eso? ¿Qué, dónde? Ahí, semioculto en el pirul o la higuera (esta aún no maldecida por la rabieta del Nazareno), él «cenzontle impávido», que dijo el poeta; impávido, el molotito emplumado rompió a cantar, y qué limpidez de escalas (tono de sol mayor) y qué equilibrio de melodía quebradiza, pero entera siempre, emplumada garganta que hacía escoleta, purísimo cristal, en el ramaje recién llovido. Yo, escuchándolo, ¿en qué mágica geografía me encontraba? La mente se me pobló de techumbres y bardas y un río rumoroso de jarales y jacalazúchiles, y aguardaba en cualquier momento el mugir de las reses de vuelta al redil. Mi Jalpa Mineral, que es decir mi hontanar, el de mis años muchachos, escondida en su nicho de peña viva. Escuchando al cenzontle impávido en aquella paz y en el tiempo que señalaba la agonía del Justo, otro poeta, impávido, vino y susurraba, quedo:

Oid la campanita, cómo suena – el toque del clarín, cómo arrebata – las quejas en que el viento se desata – y del agua el rodar sobre la arena (…) – Todo esto hay en mis cantos, me enamora – la noche; de los hombres soy delicia – y paz, y en los árboles cubierto – sólo yo alcé mi voz consoladora – como una blanda y celestial caricia – cuando Jesús agonizó en el huerto…

Suspiré, dije entre mí, y me brotó del ánima del alma: «Señor, después de bombazos, incendios, decapitados y Ye Gon, que de tarde en tarde se vaya la energía
eléctrica». (Amen.)

Qué ansias, qué ansias…

Vida, nada me debes; vida estamos en paz. Esto querría recitarle, Martha, de haber confianza entre nos, porque algo tengo que agradecerle: muchos volvemos a la armonía tras de la crispación que nos provocó su delirio de suceder al marido en el cargo. Tantos, ante la aberrante situación, clamábamos, alarmados: «¿Qué diablos ocurre con la pareja? ¿Dinastía real..?»

Por fin calmó sus ansias de novillera, un alivio para los tendidos de sol. Bien sé qué complejos y represiones del ente humano son irrefrenables: el sentido de la propia insignificancia y el hambre compensatoria del protagonismo, de afianzarse a los tres pelos de la fortuna y pepenar fama, dinero, poder; de echarse encima cada día y todo el día toda la luz de todas las candilejas: radio, periódicos, TV, revistas frivolas de papel couché. La gloria, el nirvana para quien, como usted, nunca ha sido, nunca fue, nunca va a poder ser, que bien lo afirma la Biblia «Nadie puede elevar a su estatura un codo».

¿Que las masas le hubiesen dado su voto? Sí. A su marido, señora, se lo otorgaron. Por desdicha, las masas son huérfanas de cultura política, y como niños se van con el sonsonete de las promesas, y venga más tarde la desilusión. ¿O no es orfandad habérselo dado al marido de usted sin sopesar sus cualidades como posible estadista, político, gobernante? No se percataron de que su marido, Martha, no es un político ni nunca lo ha sido, sino un empresario, vale decir un enemigo histórico de la clase social que votó por quien más tarde, lógico, no gobernó para los votantes sino para los empresarios. Ah, si las masas se interesaran por la cultura política una décima parte de lo que les apasionan el clásico pasecito a la red y las aventuras púbicas de públicas aventureras, pantaletas en vivo y a todo hedor...

A su marido, señora, una alianza de fuerzas logreras y ventajistas lo trepó hasta la cresta, para que él desde arriba traicionara a sus aliados de ocasión y defraudara a los gobernados, algo mil veces peor. Su obra acusa que de estadista no tiene un pelo, ni aun de político regular, sino de lo que siempre ha sido, un gerente de aguas negras, cervezas, botanas y similares. Un amago de político que hubiese en él, y aun de hombre de vergüenza, le hubiese impedido a tiempo continuar esa farsa (trágica farsa porque afectó a millones) que la pareja exhibió hace tiempo: «yo te lego el gobierno, cariñito azucarado, y te las cuido (las espaldas) porque tienes (tenemos) mucha cola que te pisen».

A mí, al verla a usted desatada, se me fruncía (el ánimo): ¿pues qué, ni el empresario ni su Martha la más leve pizca de recato, decoro, vergüenza, autocrítica, dignidad? ¿Habrá en la pareja salud mental, que tan poco le importa la salud pública? En su tiempo el marido, complaciente, se justificaba: «Un enorme sector de paisanos muestra su preferencia por mi señora…»

Y en gran acercamiento permitía que la tele se las mostrara a las masas. Como una Galilea de esas, una Sabrína más, una Chapoya cualquiera: que mostrase sus aspiraciones, sus ansias de figurar, las intimidades de su vida de recámara adentro. El no se engañaba, señora: a las masas el cinescopio me las tiene aturdidas, manipuladas; un picaro con audacia las haría votar por la Niurka o cualquiera otra aventurera de esas. Las masas se van a la propaganda, al falso carisma, al relumbrón. Las masas, señora, precisan de ídolos, no de estadistas. Quienes hubiesen votado por usted son los mismos que votaron por el marido empresario, y ahí el naufragio, las ruinas, México.

Selló su boca, señora. El peligro quedó conjurado. Renuncia a su pretensión delirante una mujer sin méritos, experiencia, preparación, aptitudes; una ama de casa que de vil chiripazo llegó hasta el palacio de gobierno y, signo de la mediocridad, con la altura se mareó, perdió la dimensión y se despeñó en el boato, la exhibición, el derroche, el rastacuerismo vil. Pero de ahí a la aberración de pretenderse gobernante…

¿O qué, doña Martha? Si fuese su esposo piloto aviador, ¿estaría usted capacitada para sucederlo en los controles de vuelo y tomar a su cargo el destino de los pasajeros? Ellos, ¿quedar a merced de una ama de casa sin otro curriculo que el suyo propio, y este o aquel programita asistencial, teletonero, magnificado (intereses bastardos) por una industria del periodismo que exhibe a la matrona entregando al chamaco una bolsa de colaciones? Su marido, señora, solía decirlo: ‘Le gusta ayudar a la gente y la va a seguir ayudando».
Qué desfachatez. Un gobierno de «caridades», que no de justicia, ¿es como para alardear? Los recursos de sus «caridades» ante las cámaras de TV, ¿salían del propio bolsillo? Ahora que el marido tuvo que abandonar el poder, ¿qué margen de maniobra tendrá usted para sus «caridades»? Vamos, Martha

En fin. Dejó su chifladura de heredar la silla de Nayarit que dejó vacante su esposo, el empresario Antonio Echevarría El y usted ya no andan haciendo el ridículo como la Marta esperpéntica con el tonto de San Cristóbal, de amarga memoria para las masas. (Uf…)

Paso sin ver

– Grotesco, su mundo. ¿Cómo podrán vivir esos salvajes tan a la zaga de nuestra civilización? ¡Todavía son monógamos, o casi; todavía acostumbran cubrirse el cuerpo con trapos y, ¿me creerán ustedes?, su cultura culinaria aún no descubre la exquisitez del platillo de carne humana! Patético, ¿no?

En semicírculo, bajo el ramaje y a la orilla del mar, los nativos, pupilas abiertas de par en par, gesticulan ante los horrores que de las tierras exóticas les narra el recién regresado al solar, esta islilla extraviada, puntito que se confunde con una travesura de mosca en el mapamundi. (Tetas colgantes, la anciana le apronta en hojas aromáticas esos trozos de carne de rosado color…)

Caprichos del sino, mis valedores: ese de cuerpo desnudo y pelleja acharolada acaba de visitar nuestro mundo libre y democrático, y ahora retorna a su isleta. Los lugareños acosan a preguntas al Marco Polo nativo que ahora, belfos salpicados de briznas de carne (rosado color), les trata de explicar el horror de las plagas que azotan a un mundo miserable que se localiza a años luz de este paraíso bendito rodeado de tiburones por todas partes…

– Y qué plagas: radio, cine, televisión, internet y guerras, y crímenes, y neoliberalismo y pobreza, corrupción y violación de mujeres, de niñas, de niños, de leyes, de todo. Esos salvajes ponen su destino en una fementida deidad, superchería enajenante a la que, sin conocerla, le rinde culto fetichista y se viven mendigándole dones que como pedigüeños nunca conseguirán: justicia, igualdad, seguridad. En su nombre los brujos todo les prometen, pero nunca nada les cumplen En su primitivismo, los nativos la alimentan no como debe ser, con corazones sangrantes como nosotros a nuestros dioses, sino, ¿lo creerán? con dinero; montones, que al engaño de la fementida deidad los malvados brujos, con la mano del IFE, arrancan a unas masas empobrecidas.

– ¿Y cómo se llama tan perversa deidad?

– Democracia la nombran. Yo el único prodigio le conocí: que en su nombre los picaros empobrezcan aún más a los fregados y aún más enriquezcan a los que tienen más. Un solo rito de igualdad, rito grotesco, les conocí a tales bárbaros, que las masas practican en sus muladares y en alardosas mansiones los victimarios. (Abiertas, redondas, platos de peltre las pupilas nativas.)

– En parejas o en grupos, esos salvajes practican cierta orgía espeluznante: se plantan ante una mesa (sin viandas), y de la mañana a la noche y desde la noche hasta el amanecer, a enajenarse en su rito vudú. Bien puede sobre sus testas restallar la centella, y el cielo desflorarse en relámpagos y estallar la tormenta. Puede aullar en la calle la sirena de los bomberos y llegarles la lumbre a los aparejos. Ellos, en trance..

– Salvajes inmundos -se horroriza el de las horadaciones (belfos, orejas, nariz) adornadas con huesos de pescado-. «¡Bárbaros!»

– Una extraña palabreja vomita este entre dientes, y como en clave responde el otro, y alguno mira a los otros como extraviado, y suspira o rechina los dientes. Y sus semblantes: rabia, angustia, desesperación, que se trenzan con accesos de una felicidad maligna, enfermiza; y de repente el bandazo a una ansiedad mal contenida. Así horas y horas.

Que de hablar, a monosílabos; que los rostros reflejan la desaforada alegría y los impulsos homicidas; que a lo disimulado se atisban unos a otros como sospechando todos de todos, y alguno, de súbito, el triunfo. «Furiosos se advierten y al borde de las lágrimas, o serios, herméticos, enigmáticos. Qué agonía en este rostro, qué aire de triunfo en aquél, y de sentenciado al patíbulo en el otro. Y es que del rito dependen ruina o riqueza Suicidio, tal vez.

– Pues sí, pero el rito satánico, ¿cómo le llaman?

– Juego le llaman, irónico; juego de cartas. Apuestas. Las autorizó un hombrecito atacado de «sospechocismo» (un Creel que para sus nefastas medidas de gobierno se justifica: «Yo estaba en el limbo»), y acarrera carretadas de billetes a las arcas de un pobre rico lamedor de sus heridas: Hank Rhon. Dinero de las almas candidas; de los pobres de espíritu, qué les parece.

Silencio. Estupor. «Pero lo trágico: ¿ven este papel? Periódico le nombran. Noticias. Agosto. La instalación de casinos atraerá a 1.5 millones de turistas y 8,600 millones de ganancias. ¡Ya legalizaron el juego y para allá van los casinos, esos burdeles del rito satánico de la baraja, y ahora sí: a ese desdichado y democrático mundo más droga y violencia, más prostitución, y alcahuetaje de proxenetas, aún más inseguridad y lavado de dinero, y el enriquecimiento de unos pocos aprovechados contra el empobrecimiento de hordas de aturdidos. Envilecimiento global. ¿No es aquel un mundo de bárbaros». El nativo calló…

Todos, la reflexión Yo, frente a la metástasis de los desplumaderos, paso sin ver. Y que el tahúr Hank Rhon siga lamiéndoselas. Ah, Creel. (Ah, México.)

Lula primero, Dios después…

Yo soy un desempleado brasileño, si, pero tengo más fe en Lula que en el propio Dios…

Tal clamaba a finales del 2002 un ciudadano carioca, S. Amaral, cuando la estrella de Lula Da Silva refulgía sobre toda la extensión de la tierra amazónica, y cinco años más tarde vale la interrogante: ¿seguirá enhiesta e incólume la fe de Amaral en el nuevo sol brasileño? De ser así, ¿no habrá perdido la memoria histórica? Porque los que precedieron a Lula como candidato presidencial también lo tupieron a promesas, ¿y..? Ahora resulta que como trabajador, Amaral acusa la desgracia de ser desempleado, y como católico la de ser un blasfemo. Que más fe en Lula que en el propio… (Dios.)

A estas alturas, mis valedores, con Lula de visita en esta su casa, ¿ya se habrá derrumbado la fe del esperanzado en su mesías, como acá en nuestro México se volvió lodo biológico toda la fe de los 17 millones de cabezas calientes que un histórico 2 de julio del 2000 se lo dieron al Lula guanajua, su voto «útil», y más tarde se concretaron a lamentarse y a lamentársela? Amaral, mis valedores, ¿qué diría de Lula a estas horas, si se lo hubiesen impuesto como Calderón a nosotros, a la pura ley de la Casa Blanca, los ovarios de Fox y los hovos de Marta y Gordillo..?

Acostumbrado a irradiar emociones por doquier, Lula buscaba abrazarse con la multitud, que lo ovacionaba en estado de éxtasis…

Lula, en Brasil. Fox en México, hermanos de leche (de la mala leche de sus demagogos). Como si lo estuviera viendo, que eso mismo sucedió por acá:

«En la explanada todo era fiesta banderas, fotos de Lula, más como una estrella de rock que como presidente. Un centenar de militantes le cerró el paso, querían tocar al Hombre nuevo. La multitud lo ovacionaba en estado de éxtasis (…) Al grupo que lo esperó toda la noche, Lula los saludó. En su estilo. La lluvia anunciada, como para limpiar una historia de desigualdades (mira, mira); la historia acababa de escribir una nueva página, la más esperanzadora de todas en este continente, que ayer comenzó a mirarse a sí mismo (¡!). La fiesta continuó toda la noche. Para entonces Lula y el pueblo seguían mirándose de frente». Las masas ingenuas: «Hoy, 18 de junio, Lula más popular que nunca!» Y el candido: «¡El pueblo asume el poder..!» Válgame

De éxtasis, clamó a lo aspaventero el cabeza caliente en el matutino. Un éxtasis que fue hermano, ¿lo recuerdan ustedes? del éxtasis mexicano en aquella macabra noche de julio del año 2000. ¿Se acuerdan de la nocturna parafernalia al pie del Ángel que fue de la Independencia? ¿Y? ¿Qué quedó del fervor que en tales cándidos que nunca faltan y siempre salen sobrando logró provocar el segundo marido de Marta, ese mismo con el que la susodicha va a casarse toda de blanco hasta los pies vestida, y en el mero altar mayor de la catedral metropolitana, en misa mayor y de tres oficiantes, con Norberto Rivera a la cabeza, milagros del oro y el poder? Ay, qué ansias, qué ansias, como acaba de exclamar la madre de varios presuntos sinvergüenzas. Ya se le queman a la ex- de Bribiesca. ¡Vamos, México!

Pero en fin, que tras el delirio de los alboroteros y la psicosis colectiva, ¿qué fue lo que vino quedando, aparte del basural al pie del Angel de la Independencia? Ya asesinado -fue un ajuste de cuentas- el vendaval de esperanzas irracionales que provocó en millones de Amaral tricolores a los que atacó la furiosa compulsión de creer en que el nuevo mesías iba a traerles un «cambio» que es sólo tarea de todos nosotros, el paisanaje, ¿qué memorable quedó del quelitón de la Marta, que no sea el surrealismo tropical y el esperpento? Siete por ciento de crecimiento anual, un millón 300 mil empleos anuales, combate a la pobreza de las y los, etc. Palabras, palabras, puras condenadas palabras, que dijera Hamlet. Flatos y diarrea de saliva. Saliva y no más. Pura saliva El comentarista se refirió al delirio colectivo que provocó el arribo de Lula al palacio de gobierno:

«Su toma de. poder ha generado un entusiasmo en Brasil similar o superior al que produjo la asunción de Fox en México. Pero así como la Presidencia de Fox ha generado decepción después de un corto período en las cabalas de Los Pinos, es muy probable que lo mismo ocurra con Lula en un par de años». Años, engaños y desengaños más tarde, habría que preguntársele a S. Amaral. En fin. Y a todo esto, ¿cuáles fueron las promesas de campaña de Fox (del Pan de Azúcar) al filo del éxtasis, del orgasmo politiquero? Las habré de enumerar un día de estos. En tanto, mis valedores, lo advierte la Historia:

Decepción, muro final del callejón sin salida para los Amaral cándidos. Decepción y desánimo, y vuelta una vez más a la esperanza inútil con los Lula de siempre; con los eternos Fox; con los odiosos impuestos. Brasil. (México.)

Prostitución

En materia de derechos humanos es decepcionante el trabajo de Felipe Calderón. En su gobierno continúan detenciones arbitrarias, tortura, uso excesivo de la fuerza violaciones y procedimientos judiciales sin garantía. La impunidad es el componente mas arraigados en los casos de abuso…

Tal acusa Amnistía internacional en reciente documento que titula «Estado de los Derechos Humanos en el Mundo». Mis valedores…

No sólo maestros y militantes de la APPO, en Oaxaca, pueden señalar al gobierno como violador de las garantías individuales. También, y con más razón, los grupos marginados de la comunidad: indígenas, discapacitados, personas en pobreza extrema o con religión o preferencia sexual distinta. Están también, por supuesto, las y los trabajadores del comercio sexual, tema al que me referí ayer, cuando inicié el desglose de los siete pilares de la prostitución, según documento que me hacen llegar los interesados. Aquí, el segundo pilar y subsiguientes:

En México, la imposición de las representantes elegidas y seleccionadas desde el poder político o por parte de los dueños o encargados de los lugares donde se ejerce el trabajo sexual; son llamadas madrotas. Ellas fungen como capataces o jefas de personal, una especie de líderes sindicales al servicio de sus compañeras de oficio. Las «madrotas» son las personas con quienes trabajadoras y trabajadores sexuales se inscriben o debían inscribirse; son las administradoras de las calles donde se ejerce el sexo comercial, y tienen el derecho de repartir lugares en la calle para más tarde lucrar con las trabajadoras sexuales que allí ejercen. Fueron ellas las que en ocasiones se abrieron paso a sangre y fuego, casi siempre con el respaldo de una red de tratantes de personas para que ejerzan el sexo comercial; en otras, las menos, han sido elegidas por sus compañeras para la defensa de sus intereses comunes. Son el último eslabón de la explotación económica, sexual y psicológica de trabajadoras y trabajadores sexuales.

Mazatlán, Sin., 6 de ag. Para no pagar el permiso por ofrecer sexoservicio, centros, casas de masaje, bares u hoteles ven la posibilidad de cancelarlo, por la temporada baja, que no torna rentable dicho servicio…

Y sigue la denuncia de algunos involucrados en el comercio sexual del D.F. «La decisión de retirarse o no del trabajo sexual, sólo deber ser incumbencia de la persona involucrada, sin mediar presiones de tipo alguno, y menos aún de funcionarios públicos. Aquí el proteccionismo coadyuvó con las prácticas existentes de explotación sexual».
Y que en el segundo pilar del lenocinio se ubica la obligatoriedad de realizarse periódicamente exámenes de salud, a pesar de las convenciones internacionales que los prohiben, y que tienen el carácter de ley suprema de la nación, pese a las disposiciones de la Ley General de Salud, la Ley Federal contra la discriminación, la Horma Oficial Mexicana y las Recomendaciones de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos en México.

En ocasiones, el servicio es gratuito; en otras más tiene el mismo costo que para las demás personas, y algunas más representan un costo excesivo. Los funcionarios públicos encargados de establecer las políticas públicas o los legisladores ven a la trabajadora sexual como el vector que transmite enfermedades, generalmente sin evidencia científica. Generalmente se utiliza la «madrota», a la representante, encargado o propietario del lugar donde se ocupan las personas dedicadas al sexo comercial, como intermediarios para «recabar» la documentación que pruebe la participación del o la trabajadora en programas de salud que las autoridades delegacionales, municipales y estatales, pretenden convertir por la vía de los hechos en sistemas discriminatorias de control sanitario.

Tercer pilar: la credencialización de las y los trabajadores sexuales, que se tomó como un documento que autorizaba el ejercicio del sexo comercial. Quienes resultaban positivos al VIH-SIDA o a otras ITS, pasaban a un engranaje clandestino de prostitución, donde la extorsión y la violencia son de mayor envergadura. Hay lugares como León, Gto., donde se cobran cuotas para el resello periódico, y otras en donde la cuota no ingresa a la Tesorería.

Cuarto pilar: el empadronamiento para crear un censo, padrón o listado, sin fundamento jurídico alguno. Hoy se exigen fotocopias de credencial de elector, carné de citas y resultados de los exámenes de detección a que se haya sometido la trabajadora sexual, utilizando la mediación de «madrotas», representantes o propietarios de hoteles, pero esto no con la finalidad de «regular» la oferta del sexo comercial, sino de establecer cuántas trabajadoras hay para calcular el dinero que se les va a cobrar por permitirles trabajar. «¿Se imagina..?» (Claro que me imagino. Sigo algún día)

Los 7 pilares de la prostitución

México ha fracasado en su promesa de proteger los derechos humanos, y tiene una asignatura pendiente en su sistema de justicia, plagado de impunidad y abusos de las autoridades…

Y la tremenda requisitoria de Irene Khan, secretaria general de Amnistía Internacional, no sólo se aplica a Oaxaca, sino también a los sectores de la comunidad tradicionalmente marginados, desde indígenas y discapacitados hasta la preferencia sexual distinta y las y los trabajadores del comercio sexual. A propósito…

Como desafío a la marginación de que son objeto, un grupo de obreras sexuales proyectan dar a conocer sus experiencias de labor (testimonios e historias personales, asuntos de salud y derechos humanos, poemas y textos propios y de escritores invitados, etc.) en un periódico que da voz a quienes hasta ahora no lo han tenida el Red Light Despatch

Pues sí, pero lástima: lo anterior ocurre no en nuestro país, sino en La India. En Nueva Delhi, concretamente Aquí, mientras tanto, el trabajo sexual es catálogo donde cabe toda suerte (mala suerte) de corruptelas del policía o de las autoridades encargadas del servicio sexual, como también de las administradoras del sexo comercial. Represión, explotación, discriminación, despojo de las fuentes de trabajo sexual, «cuotas» obligatorias, amenazas de detención, riesgos con quienes solicitan los servicios, presiones de la comunidad, descrédito, en fin Todo por la falta de un marco jurídico que proporcione los correspondientes derechos laborales a quienes prestan este servicio social, y que obligue a los patrones de tal industria a cumplir con sus responsabilidades patronales. Cierto, sexenio a sexenio se promete legitimar el lenocinio a través de iniciativas de ley que como iniciativas perecen Pero nada más. Todo se queda en las promesas de siempre. Lástima

Las y los trabajadores del sexo comercial, mientras tanto, se agrupan y organizan para la mutua defensa, y entre las medidas que adoptan con tales fines está la de crear conciencia de su problemática en toda la sociedad Fue así como el pasado ll de julio la Red Mexicana de Trabajo Sexual y la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer «Elisa Martínez» salieron a la calle y celebraron el Día Nacional del Trabajo Sexual, acto con el que recuerdan a la comunidad que «tenemos memoria y no olvidamos los agravios que nuestro sector de la clase obrera padece día con día». Qué bien

Aquí la voz de quienes carecen de voz. Ellas y ellos explican a ustedes que siete son los pilares del lenocinio que detectan en el país, y así los desglosan- el primero comenzó la legitimación de los llamados «puntos de tolerancia», que eran «administrados» por las representantes o «madrotas», como en el medio las denominan, quienes todavía hoy se sienten dueñas de dichas calles que, dicen ellas, «Enrique Jackson, cuando funcionario del gobierno del DF, nos entregó de manera verbal en 1986″, con croquis y mapas que todavía hoy resguardan como documentos testamentarios.

Como el «Reglamento gubernativo de justicia cívica del DF», al igual que sus modificaciones posteriores, estipulaban como la falta administrativa ofrecer servicios sexuales, se llegaba a «arreglos con la autoridad» para que «se llevaran a un número determinado de trabajadoras o trabajadores sexuales», y así cumplir con la presión vecinal. Y todos, o casi todos, contentos.

En otras ciudades de la república existen zonas de tolerancia La política de tolerar sexo comercial surge ante la falta de un marco jurídico claro, que establezca derechos laborales y obligaciones patronales con claridad, como con el resto de oficios y profesiones, y en el caso de quienes son trabajadores o trabajadores sexuales independientes, su reconocimiento por parte de los congresos locales como trabajadores no asalariados.

Desde el establecimiento en México de la primera casa de mancebía en 1938, las autoridades proyectaron la creación de «perímetros autorizados» para el ejercicio del comercio sexual. La aplicación de la «tolerancia» nunca trajo consigo la despenalización del delito del lenocinio, quedando abierta la posibilidad de que se castigue a encargados de los lugares que se niegan a pagar las cuotas impuestas por autoridades corruptas donde las u los trabajadores sexuales se ocupan Segundo pilar: consiste en obligar a las y los trabajadores sexuales a participar en programas sociales para «reinstalarlos» en la sociedad. Un ejemplo paradigmático fue el programa de «desarrollo social» que se operó desde el Centro Comunitario Abelardo Rodríguez en el DF, donde a cambio de no asistir, se pagaban «cuotas» para que las representantes les pasaran lista de asistencia y donde, para asistir, también se pagaban derechos, al margen del mismo programa original. (Sigo mañana)

¿El aletazo de la muerte..?

Quiero decir, ¿se me estará llegando la hora? Porque de otra manera no me explico esta sensación de lejanía, de tristura, de indefinida melancolía y el traer a estas horas, a mal traer, cortado el humor y el ánimo contristado. ¿Será tal vez que, inexorable, se me echa encima un cumpleaños más? Y como me lo advirtió a tiempo Marx (Groucho): «Ese vicio de cumplir años va a acabar por llevarte a la tumba«. ¿Será? Anoche mismo, pensando en que estoy por cumplir un año más, que a la postre será un año menos, el sueño se me espantó a los calosfríos de una «saudade» y unas remembranzas que me llevaron a mis tiempos muchachos. Y aquel repentino suspirar. Haya cosa…

¿Efectos de mi inminente cumpleaños? Pudiera ser, por más que me extraña: a mí me ha dado por cumplirlos cada año y nunca, hasta ahora, se me ocurrió hacer examen de conciencia, esa especie de balance, auditoría y gran total de lo que ha sido mi vida hasta hoy, y sintomático: he vuelto a creer en milagros. Hoy que a lo imprudente me acerco a la Gran Interrogante digo entre mí: ¿cómo no creer en ellos si de pronto me descubro creyente de todo lo celestial que me troquelaron en el seminario, inmune al innoble espectáculo que escenifican esos desbozalados cuya conducta pudiera convertirme en ateo? Sí, las sotanas politiqueras de Norberto Rivera y Cía Porque en verdad os digo, carísimos: tanto daño a las masas sociales no lo ha producido ni el mismísimo fundador de los Legionarios de Cristo, el presuntamente paidófilo padre Maciel El de marras arruina, arruinó poquísimos, si lo comparamos con el alto clero politiquero de este país. Laus Deo…

Achaques de mi nueva juventud: a resultas del presunto cumpleaños ahora me dio por lavar, almidonar y planchar mi conciencia, de modo tal que comienzo por extender mi perdón a todos mis amigos y el agradecimiento a la bondad, la lealtad y la fidelidad generosa de mis enemigos.

Por cuanto a los gobernantes de mi país, tarde lo reconozca cuán equivocado estuve con Ernesto Zedillo Yo, por supuesto, no voté por él. Mi voto fue en contra, pero pesó más el voto del Innombrable a favor. Yo, a la hora de las capitulaciones, y aunque por su culpa no traigo cash en la bolsa, a Zedillo le doy mi perdón Me dejó ir un Fobaproa que ni bitoque de lavativa, pero total, con poner flojitos los músculos. La factura (del Fobaproa, no del bitoque) todavía la estoy pagando, pero un consuelo me queda: ya no será por los cincuenta años que tardarán ustedes en acabar de pagarla Carlos Salinas…

Lo perdono, al muy orejón. Nagual de Reagan y la Thatcher juntos, el pelón nos metió (¡ay, Dios!) esa bestia rabiosa del neoliberalismo, con lo que nos dio en toda la mother-nización. Ya lejos de todo, y de todo tan cerca, al De la Madrid que nos enjaretó al mother-nizador lo perdono, como perdono al que nos impuso al mediocre de las cejas alacranadas. Yo, porque las tengo más tiernas que Sasha Montenegro (las telas del corazón), con mis tiernas perdono a López Portillo, dondequiera que esté, ojalá que donde sospecho.

Momento, no alebrestarse Demagogo fue, y populista Petrolizó la economía elevó la deuda externa, propició la inflación y peor, todavía escribió Mis tiempos.

Pero yo lo perdono. Qué milagros no obrará un examen de conciencia cuando lo estremeció el aletazo de un nuevo cumpleaños, un cumpleaños para mí cada vez más viejo. Y qué hacer…

Echeverría: dañero mayor; sus políticas de corte populista empobrecieron presente y futuro del país, y peor todavía LEA fue el cerebro gris de las guerras sucias, las guerras frías y las guerras de baja intensidad que el autoritarismo instrumentó desde la década de los 50s. LEA, exterminador de las verdaderas izquierdas, a las que asesinó con la cooptación de esas sanguijuelas talamanteras y peseteras, viejos Chuchos de la «nueva izquierda«, beneficiarios de la cultura de la derrota, que hoy desmantelan el Sol Azteca.

Díaz Hordas: en el filo de una daga se anda paseando la muerte. Brigada Blanca Tlatelolco. Helicópteros. Luces de bengala Plaza de las Tres Culturas, almácigo de cadáveres. Campo Militar. Díaz Hordas. México. Zedillo, Salinas y antecesores. Yo los perdono. Con un poco que me apuren, les pido perdón…

Pero no equivocarse. No es el miedo a la muerte. Es sólo que media vida la pasé renegando de los pri-gobiernistas, execrándolos como bestias del Apocalipsis, pésimos gobernantes que, sin la más pequeñaja de las cualidades del estadista, se dedicaron a arruinar al país. Yo era el equivocado, pero no en mi rencor contra tan funestos logreros; equivocado porque creía, iluso de mí, que después de semejantes dañeros no podría encaramarse a Los Pinos uno peor. ¡Y uno peor se trepó, y peor todavía a él se le trepó Marta, y ella sobre todos nosotros, y con ella todos los hijos de su reverenda Marta! Y lo peor de lo peor, que después de ellos, para que les tapara sus sinvergüenzadas, los hijos, Marta, el 2°. marido y Washington nos embombillaron al sucesor. (¡Dios!)