Nido de víboras

Adelaido Da Silva, mis valedores, mago y fakir del nordeste brasileño. Tal es el protagonista de la presente fabulilla de mi invención, que se inicia con una nota de prensa que transcribo tal cual:

Adelaido da Silva, mago y fakir brasileño, acaba de abandonar violentamente la jaula de cristal en el interior de la cual convivió durante más de cien días con dos docenas de las más venenosas víboras del mundo, en un frustrado intento por superar la marca mundial en la especialidad. Puesto de inmediato en manos de médicos especialistas que lo mantienen en observación, pudo comprobarse que Adelaido mantiene una envidiable salud, si bien su sistema nervioso se encuentra alterado, en tanto que el insomnio ha hecho presa del mago y fakir del nordeste brasileño.

De no creer las hazañas que algunos, huecos de toda obra social que les garantice «no morir del todo» en la memoria colectiva, se lanzan a acometer con tal de lograr la trascendencia. Eróstrato, por ejemplo. Pastor avecindado en Efeso, buscó esa hazaña que lo llevara a la inmortalidad, y no sólo encontró una al tamaño de su mediocridad: prender fuego al templo de Diana (Artemisa), una de las 7 maravillas del mundo antiguo. ¿Que si logró pasar a la historia? Diccionarios y enciclopedias consignan su nombre, y aun la fecha de su fechoría: el 356 antes de Cristo. Así los que nombra la nota de prensa:

«La marca mundial de convivencia con víboras venenosas continua en poder de Peter Snyman, un mueblero que la estableció en junio del año anterior, en que abandonó la jaula de cristal infestada de serpientes venenosas convertido en una verdadera piltrafa humana, con el sistema nervioso deshecho, pero feliz porque está convencido de que a partir de su hazaña no existe en el mundo un ser humano que logre abatir la marca por él impuesta, y que se encuentra debidamente registrada en el Libro de Records Guiness…

Y que para Latinoamérica, afirma el diario, es una lástima que Da Silva no lograse romper la marca mundial y entrar al libro de records, por más que no era su propósito central Y la fabulilla: casado, veintiocho años de edad, durante los meses que duró la prueba Adelaido da Silva, mago y fakir, permaneció dentro de una caja de cristal de dos por tres metros, durmiendo a ratos en una cama de clavos, sin probar alimento sólido y en la silenciosa compañía de dos docenas de serpientes venenosas. El fakir persistía en la espeluznante hazaña, desoyendo las atractivas súplicas de su ardiente Chaira (los de adjetivos, al revés):

– ¡Salte ya de esa jaula, Adelaido! -a gritos la esposa, pegada a la tapa de cristal-. ¡En Aracuju te necesitamos! ¡Antes que el oro está tu familia!

– ¡Es por ti y los meninhos que estoy aquí, hecho un ñudo ciego entre este animalero de miércoles..!

– ¡Cuál miércoles, si ya es viernes! ¡Ay, Adelaido, demuéstranos que nos amas y abandona ese nido de víboras!

�l, con voz temblorosa por la cercanía de los colmilludos: «¿Y perder este entrenamiento y la oportunidad que me ofrecen si bato el récord? De esta hazaña depende nuestro porvenir, no lo olvides.

Terco magnífico. Adelaido, mago y etcétera, seguirá conviviendo con 6 mambas negras, 6 cobras egipcias, 6 víboras «de capucha» y 6 «de los árboles», cada una de las cuales instila en una sola dentellada veneno suficiente para matar un toro, cuanto y más a un mago y fakir, así sea brasileño. A ratos vigilantes y a ratos durmiendo «a pierna suelta», los ofidios acompañan al que sueña con fama y riquezas. Chaira, entre lágrimas:

– ¿Por qué arriesgas así tu vida, Adelaido? ¿Por qué entre semejantes ofidios, Cristo del Corcovado?

Que es condición insalvable para lograr fama y fortuna Chaira, terca amadora «De tu magia comerías en Aracaju, sin necesidad de enroscarte con las de cascabel».

– ¿Comería? ¿Por qué crees que terminé en fakir? Pero en esta jaula tengo mi gran oportunidad. De oro, meninha De oro puro, calcúlale.

Las víboras, nomás mirando. Una de las «de capucha» le sacó la bífida Otra le peló los premolares. Y el rosario de los días que se desgrana día tras día, todos los idénticos, con sus noches crispadas de pesadillas, en las que seis cobras egipcias… (Afuera los asistentes, los nervios tensos, le dan aliento, y aquellas porras: «¡Sí-see-pue-de- sise- pue-de!») Chaira ya suplica ya amenaza ya gemía percibiéndose viuda, y se moría en vida Los ojillos hipnóticos, en la jaula observan al trémulo ojillo que los observa Así desgranábase la mazorca de los días, y así el olote soltó una centena de granos. De repente, en la madrugada del No. 100, válgame, quién lo creyera (Eso, este lunes.)

Un comentario en “Nido de víboras”

  1. Hola, recuerdo que allá por el año 1995 escuchaba sus programas entre semana y el Domingo también, y está fábula de Adelaido cómo me hizo reír, y es que el Sr Mojarro tiene una forma única y especial de contarlas. Recuerdo al final se refería a México y decía «perdón, Nordeste Brasileño»..

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