Pique para los mexicanos

Por eso lo hago, mis valedores, y ojalá que alguno valore mi buena intención. Lo hago por prevenir a los que se niegan a asumir y siempre delegan; para que la nueva desilusión no me los vaya a acabar de desbarrancar en el desaliento. Porque es el destino del que no asume su propia responsabilidad, que delega ya sea en los políticos y sus promesas siempre embusteras, en los Onésimos y Norbertos que desde el Mercedes Benz (blanco, naturalmente) predican resignación ante el clamor del fregadaje, o en los once alquilones del clásico pasecito a la red que, con sus trotes por las canchas futboleras, mantienen en la Perra Brava nacional el desfalleciente sentido de una vida gris, plana, que transcurre a ras de pavimento. Para ellos completo aquí la glosa del editorial gráfico que, dividido en seis cuadros, publicó Palomo una vez que «nuestros muchachos» fueron descalificados del «México 86», torneo futbolero internacional para el cual, de logotipo, se eligió al Pique. Sí, un chile de este tamaño, miren, al que la agencia de publicidad vistió con el uniforme tricolor. ¡Y a golear! ¡Sí se puede! ¡Vamos México..!

El primer cuadro de la caricatura lo glosé ayer, y fue el del Pique, mexicanito que, de acuerdo al mentiroso lugar común, dormita sentado a dos nalgas, los lomos recargados en el pitayo y el gorro alón cubriéndole el rostro. En su sueño, según me lo han manipulado los alquilones del cinescopio, ya con sus uñas araña la Jules Rimet. A qué le tiras cuando sueñas mexicano…

Cuadro 2o. Lástima: frente a los alemanes «fallamos» el penal decisivo. De súbito, el estremecimiento: en los sueños color de rosa (rosa mexicano) de Juancho Pueblo, el globito de colores (verde, blanco, etc.), estalló en el aire de junio. La Esperanza Verde quedó fuera del Mundial. Pasmado de espanto, el Pique se ha quedado atónito, y sus sueños onanistas se le torna pesadilla De su vida, de repente, desaparece la chica chiquitibún, y con ella las Perras Bravas alucinadas, multitudinarias, efervorizadas, y con con ellas los alaridos de triunfo. Lástima no se generaron los dólares que se esperaba, pero sí semejantes montones de basura tricolor y ese reguero de botellas vacías. En el sueño del Pique Juancho Pueblo, solo y su alma como siempre ha estado, pela los ojos, el azoro en los de apipizca ¿Y lo que los merolicronistas me le prometieron a gritos y sombrerazos..?

Cuadro 3o. Todo he terminado. En la pesadilla el Pique se ha quedado en monigote grotesco, desencantado y más pobre que antes del «México 86«. ¿Y los aullidos de triunfo de los merolicronistas? ¿Y aquel estentóreo: «¡goool- de México!? Pa su…

Cuadro 4o. Ave María. No lo miren, disimulen el espectáculo indecoroso. Es que el Pique ha perdido camiseta y botines, balón y calzones. Todo, menos el honor. El «México 68″ me lo dejó encueradito, y sudando de bochorno se cubre sus muy pocas vergüenzas con el gorro alón. Qué facha: en pelotas, como cualquier panzón de los 400 pueblos...

Quinto 5o. En el Goloso de Santa �rsula se lucen los chamorros que sí saben jugar, que sí tienen temple a la hora de los penales. Acá, afuera, Juancho Pueblo a pagar la factura del «México 68«: más pobreza más desempleo, mayor aumento de la canasta básica, de la depresión, de la opresión, de la represión de las protestas populares. México.

Cuadro final: Terminó el sueño guajiro y hay que despertar a la realidad. Y la realidad que mira enfrente hace al Pique pelar tamaños tomates, como chispándose de las cuencas, unos tomates que rebrillan, redondos, entre el ala del gorro y la bastilla del sarape. ¡Los puros ojillos, que rebrillan de frustración, desencanto, temor, espanto ante la realidad que ha de enfrentar después del «México 86» que, le juraron los merolicronistas, iba a ser de gloria para él, pobre Pique como Adán después de la caída encuerado! Y cómo no, si tras del fementido espejismo de ilusorios triunfos y galas y honras y benéficos que en trovas, baladas, romanzas, odas (no odas, loas) le cantaron los alquilones del espectáculo… el Pique se ha quedado sin balón, sin botines, sin rostro, sin brazos ni piernas, sin nada más que lo que ha sido y lo que le queda al mexicano: ¡puro chilacate! ¡Sin más! Mis valedores…

Al final de cada torneo futbolero o político, ¿para nosotros cuál ha sido el marcador? ¿Y con tanta goliza no aprendemos la lección de la Historia? ¿A seguir delegando en los manipuladores? Al final de las galas retóricas, ¿qué viene quedando a las masas, si no un Pique de este tamaño, grande y gordo y encoroso? ¿Pero qué otro destino aguardar al que que en esos delega? Un Pique al que la realidad objetiva despojó de uniforme, botines y gorro alón para que nos quede sólo un chile ancho, pasilla, cuaresmeño o pimiento morrón Ah, esas compulsivas ganas de creer en otros porque no se tiene fe en si mismo. ¿Y goool de «México«! Sí, autogol (Conste.)

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