Mulas mansas y brutas

Con el articulista del matutino yo no estoy de acuerdo, y aquí lo reto a polemizar. Yo rechazo que estas crisis recurrentes que tanto lastiman a unas masas empobrecidas sean culpa de los economistas que «hasta donde lo permite la deficiencia de los conocimientos económicos han estudiado la cuestión de los períodos críticos sin llegar a un resultado cierto».

Lo contradigo en forma rotunda, mis valedores. Un economista de la talla de Carstens, ex-empleado del Fondo Monetario Internacional y nuevo secretario de Hacienda, conoce la forma de manejar las finanzas públicas, de modo tal que el daño que cause a las masas ha de ser resultado directo de sus conocimientos en el manejo de la economía neoliberal. Reto al editorialista a que polemice conmigo. No me importan las consecuencias. Claro, sí, valentía personal, sangre brava y colorada la mía..

Valentía personal y este otro detallito: que el editorialista publicó su texto en El Demócrata un día 14 de octubre, pero de 1915, de esto hace ya noventa y un años. ¿Para qué, entonces, resucitar sus conceptos? Para que juzguen ustedes si alguna vigencia pudiesen mantener en el México de hoy, al modo en que lo jura el Eclesiastés: «Nada hay nuevo debajo del sol». La noticia, entonces de rabiosa actualidad, en la misma plana:

Rodolfo Gaona triunfa en Puebla. El pueblo, al terminar la corrida, trataba de sacar en hombros al torero, pero éste rehuyó modestamente ese homenaje de la afición poblana…

El periodista toca un tema que pudiera fecharse hoy día. Júzguenlo:

Nuestra pobre democracia- La abstención es un delito por culpa; la comisión de fraudes en las elecciones es un delito con agravantes. Si hay que reformar, la solución no es reformar en la superficie, en las epidérmicas leyes de procedimientos, sino irnos a la médula Estamos casi privados de un verdadero Poder Legislativo; puesto que no ha podido expedir ni una sola ley de importancia ¿para qué le sirve a nuestro país el Legislativo?

La crisis económica– Ahora mismo, en nuestro país, asistimos a una crisis que los encargados de la economía debieron prever, que todos anticipamos mental o verbalmente, pero que nada hicimos por evitar. Los economistas han estudiado hasta donde lo permite la deficiencia de los conceptos económicos, la cuestión de los periodos críticos, recurrentes, sin llegar a ningún resultado cierto, positivo.

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Los héroes de la crisis.- cuando los precios se fueron aumentando, los jornales, los sueldos y las utilidades de las clases obreras y profesionales, iban a la zaga de los precios. El patrón se resistía y el trabajador se empeñaba y en medio del sacrificio se infló terriblemente el costo de la vida Las víctimas son las mismas de siempre: los obreros y los profesionales que viven de su trabajo, las clases pasivas, las clases medias y submedias. Contener o suprimir la especulación es algo heroico y digno, pero, desgraciadamente, la creación de omisiones o de cuerpos oficiales en medio de una crisis sólo contribuye a llevar la especulación hasta el propio seno del gobierno…

Deportes.- Jorge Carpentier se prepara; sostendrá una lucha con el campeón estadounidense Jack Dempsey.

Un ensayo de reconstrucción-No hay que gastar las energías inventando esquemas y elaborando millonadas de proyectos sobre el papel. Hay que hacer planes sobre la tierra La palabra reconstrucción sólo adquiere vida, consistencia y belleza cuando se une a los conceptos de acción, de progreso, de fuerza y de trabajo efectivo.

La severa crisis global.- Señores comerciantes: ustedes siguen en sus trece, sosteniendo montos inverosímiles, con perjuicio de nuestras clases populares, proletarias. El motivo de nuestras huelgas, el aumento de salarios que los obreros exigen es debido, si bien se observa a la actitud crecientemente utilitaria del comercio.

Seamos razonables, y ajustémonos a lo justo y equitativo, evitando efervescencias y trastornos que afecten la tranquilidad pública Pongamos nuestro contingente de patriotas verdaderos. Con las estrangulaciones no se consigue sino la asfixia y la muerte. En las primeras huelgas sentirán los del dinero las duras lecciones que el pueblo, arrastrado por el hambre, ha dado al comercio en pocas ocasiones. ¡Y no queremos huelgas, ni brazos que se levanten airados demandando justicia! ¡Es preferible hacer justicia antes de que se derrame el torrente de las indignaciones populares..!

Mulas. Cuarenta mansas y treinta y dos brutas. Niño perdido 82.

Tal era el México de hace 91 años. ¿Y el de hoy? (¡Carstens!)

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