Pinochet y Echeverría

Vidas paralelas, desiguales muertes. Allá, en Chile, el golpista burló a la justicia con el recurso radical de la muerte. Aquí, el autor intelectual de masacres y guerras sucias burla a la justicia con el recurso de las achaques físicos, reales o imaginarios. Una noticia de miércoles pregona que algún juez ha solicitado de algún hospital que realice un examen de salud al hombre sujeto a juicio penal por «genocidio». Hoy, en Chile, los partidarios del espadón lo aclaman ante su féretro. Aquí, si ante su féretro para Echeverría no se columbran aclamaciones, el «genocida» ya tuvo en vida la alabanza de intelectuales como Benítez, Garibay, Heberto Castillo. A propósito:

Echeverría optó, calificadamente, por el camino de la democratización. Exacto, sí, Carlos Fuentes, el mismo Fuentes que como intelectual ha manifestado ante el presidente en turno el síndrome del girasol; ese Fuentes que apenas se publicaba el nombre del sucesor de Fox en Los Pinos, muy de mañana se fue a llamar a la puerta de su oficina «para invitarlo a participar en un Séptimo Foro Iberoamericano«. De ahí, un grupo de intelectuales se jaló al santito nuevo rumbo a la casa de uno de los tales, y comieron con él. A fuera, los retumbos de Oaxaca resonaban en diferentes zonas del país, UNAM incluida Algunos de ellos se pronunciaron por la solución de fuerza contra la APPO, y más tarde iban a aplaudir la toma de Oaxaca por elementos de la Federal Preventiva. Yo, entonces, relacioné Oaxaca con el ingreso de uniformados a las instalaciones de la UNAM, que los mismos que ahora se ahijaban a Calderón. La memoria histórica:

Fue a principios del 2000, cuando el Consejo General de Huelga, CGH, tenía paralizadas las actividades académicas de la UNAM. El Pres. Zedillo ordenó la entrada de uniformados a las instalaciones de la UNAM, acción que motivó reacciones diversas entre la flor y el espejo de los intelectuales. Pablo González Casanova, ex-rector de la UNAM, renunció a la dirección de un instituto de investigación de la casa de estudios. Por cuanto a Fuentes y una decena de intelectuales, el editorialista Carlos Ramírez escribió en el matutino del 13 de Febrero: «Lo peor fue que Fuentes se hizo eco del discurso difundido por Francisco Labastida como candidato presidencial del PRI de que el CGH estaba penetrado por Sendero Luminoso, del Perú, aunque luego se supo que había sido una perversidad sembrada por Labastida».

La interrogante de Fuentes: ¿Es cierto que la ruta del poder político universitario de un senderista empieza por ofrecerse a limpiar excusados, seguir de cocinero y acabar de líder ideológico intransigente? El mismo, y una decena de intelectuales, los consabidos, aprobaron el ingreso de la Policía Federal Preventiva al interior de la UNAM. En transcripción de Ramírez, las opiniones que tales intelectuales expresaron en un desplegado periodístico con fecha del tres de febrero del año 2000. Carlos Fuentes, en primer lugar. «La UNAM no es una universidad elitista, pero tampoco debe ser una universidad de lumpens o de baja clase media ofendida. Hay que liberar a todos los estudiantes que no estén perseguidos de oficio (liberar a los perseguidos…)

F. Reyes Heroles: «En el horizonte podrían estar la amnistía o el indulto. El operativo fue muy cuidado y hoy, gracias a ello, no tenemos víctimas que lamentar. La administración de la violencia legítima también puede ser profesional». H. Aguilar Camín: «La respuesta de los huelguistas condujo a la violencia que se temía y a la entrada de la fuerza pública que quería evitarse. Pero Zedillo no es ni podría ser un presidente autoritario como Díaz Ordaz». Jorge G. Castañeda: «A pesar de los sustos que pueden generar zafarranchos en la UNAM, nuevos brotes de violencia en el sureste mexicano o en Guerrero y Oaxaca, o de los persistentes incrementos de las tasas de interés de EU, hoy día el favorito para triunfar en las elecciones presidenciales del 2 de julio, sigue siendo el candidato del PRI, Francisco Labastida.

Carlos Monsiváis: «Me importó el plebiscito por compartir el fastidio ante una huelga tan prolongada y por esto también participé en un manifiesto de intelectuales, guiado por una certeza: es mejor dialogar en la universidad abierta y evitar así la represión (sic.) Sin modificar los derechos del CGH, que respetamos (resic) Bueno, la idea era, por decir lo menos, descabellada, no avalaba ofensiva alguna del régimen de Zedillo. Si se quiere, y elijo muy destacadamente mi caso, fue un aval para certificar la estupidez de mi reacción política en ese momento».

Elena Poniatowska: «Bueno, yo no lo sabia. Sí firmé el desplegado, pero fue porque en ese momento creí que era lo mejor, estaba todo tan empatado…»

Carlos Ramírez: «El razonamiento de esos intelectuales se acomodaba en la festividad modernizadora de los intelectuales cooptados por el Pronasol salinista, desde Aguilar Camín hasta Monsiváis». (Lóbrego)

2 opiniones en “Pinochet y Echeverría”

  1. Mi estimado valedor. Me has dejado muy pensativo.

    No queda más que concluir que para evitar la descepción, uno debe buscar la propia impecabilidad y ya. Buscamos constantemente figuras para admirarlas, sólo para que se vengan a romper al darnos cuenta de sus improperios. Ã?sta busqueda, sin embargo, no es más que un reflejo de nuestra costumbre de delegar en vez de asumir: Queremos que otros sean nuestro ejemplo; no hay más que ser ejemplo propio. Usar nuestras carencias y logors como referencia en búsqueda de la impecabilidad…

    ¡Gracias por tu tiempo y esfuerzo!

  2. De Aguilar Camín, Castañeda y el plagiador Fuentes qué más se puede esperar. No obstante, a mucha gente parecerá contradictorio que un intelectual de la talla de Monsiváis -cliché de pensador de izquierda- haya avalado el uso de la fuerza en el caso de la UNAM. Lo cierto es que aquella ocasión no fue la primera vez ni a última; hace poco también se unió a otro grupo de «intelectuales» para avalar el pasado proceso electoral.
    Así es el Sr. Monchis: sofista (sólo el sabe que quiere decir), acomodaticio, protagónico e hipócrita; si no fuera suficiente, cada vez que puede figurar como un «abajofirmante» no duda en hacerlo. ¿Quieren más? Le acaban de dar el Premio Juan Rulfo de la FIL de Guadalajara. Mi estimado Valedor: ¿cuántos premios le han dado este año?. Lo felicito.

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