Creo…

Yo sí creo, mis valedores, que en este país vivimos en un estado de derecho y que la instancia suprema es nuestra Caite Magna, de la que se derivan todas las leyes secundarias que en México se cumplen y se hacen cumplir en su letra y espíritu. Creo, por lo mismo, que el de Vicente Fox fue el sexenio del «cambio», tal como lo prometió durante su campaña presidencial, esa que a tantos millones llevó a entregarle su «voto útil». Creo con firmeza que Vicente Fox, modelo de honradez, fue implacable ante la corrupción y juzgó a los saqueadores, y los hizo encerrar en el penal de La Palma, donde purgan sus delitos y crímenes. Todo conforme a la ley. Cumplida su misión él ha tornado a su rancho en paz de conciencia, sin deuda alguna con los mexicanos. El «juicio implacable de la Historia», que evocó antes de soltar la banda presidencial (era medianoche) va a absolverlo. Porque ni realizó mejoras a San Cristóbal ni se agenció La Estancia, ni existen sospechas de prestanombres con El Tamarindillo), a la orilla del mar…

Yo no creo, a propósito de Fox, que su Marta, después de haber despachado medicinas en la farmacia veterinaria de Celaya, Gto., por un bandazo de la fortuna haya dormido cenicienta para amanecer «primera dama», y a lo nueva rica (vale decir a lo arribista, a lo ventajista valida de la ocasión) se haya tirado al lujo, el derroche, la ostentación, el protagonismo y el demencial despilfarro, todo a costillas de los dineros de todos nosotros, que se destinaban al beneficio de nosotros todos. Yo no creo que su «Vamos México», haya sido utilizado como parapeto para enriquecerse. ¿La lotería Nacional? Yo sí creo que nunca aportó diez centavos al teletón particular de la «primera dama». Vayase enhorabuena la susodicha a seguir con su entrañable negocio celayense de vomitivos para chuchos y supositorios para caballos, pacientes suyos que la están esperando con los brazos abiertos…

Por cuanto a los hijos de Marta: yo estoy seguro que ni el gordo Manolo ni el tío, que nunca me ha caído gordo, ni Fernando ni el primo lejano. Ninguno. De ellos, nada malo qué decir. A lo largo del sexenio del papá político, que eso es lo único que de político se le conoció a Fox, ninguno de ellos cayó en la tentación del tráfico de influencias, como tampoco Hildebrando, sangre azul y yunquera, sangre la misma del ultraderechista que nos impuso Washington, y de ello por qué culpar a Fox…

Item más: yo sí creo que el proceso electoral del pasado dos de julio fue limpio, terso y estrictamente apegado a la ley, y que fueron los votos los que determinaron que al final de la contienda triunfara uno chaparrito, jetoncito, etc., nunca mediocre, siempre carismático. Todo un estadista.

Estadista, sí, o no hubiese escogido para la Procuraduría GraL de h Repúbica a uno de la alzada de Medina Mora. ¿O qué? No fue este policía el que nos libró de la plaga del narcotráfico? Más allá de las 8 mil 200 ejecuciones que se perpetraron en el sexenio, con Merina en el Cisen. Seguridad Pública y la Federal Preventiva, ¿queda algún rastro del narcotráfico y la inseguridad en el territorio..?

Pero sobre todo, mis valedores: yo estoy convencido de que el nuevo sexenio enfila por la ruta del diálogo, el humanismo y la sensibilidad política y social Ahí está, para certificarlo, el nuevo sec. de Gobernación, político de cepa cuya estrategia política es el acuerdo siempre, nunca la intolerancia, nunca la represión. Pancho Acuña tiene como norma la ley, y nunca nadie, hasta hoy, lo ha llevado a violentarla. ¿Su fama de torturador? Bueno, sí, pero yo creo que sus razones son válidas:

– Es que hay algunos que no entienden con palabras…

Y qué decir de la credibilidad que en la cartera de Hacienda me inspira Agustín Carstens que, según lo abultado de su currículo, va a poner término a un modelo político, económico, financiero y cultural inicuo: el neoliberalismo. Carstens, en consonancia con su trayectoria de economista y patriota, va a cortar de cuajo con el modelo neoliberal que, desde el mediocre De la Madrid hasta Fox, ha venido castigando a los núcleos más vulnerables del país. Qué de esperanzas me afloran a la pura evocación de un Carstens que, comisionado del Monetario Internacional para venir a romper el espinazo al Neoliberalismo depredador, se hace cargo de nuestros dineros públicos. Carstens, creo en ti…

Creo. Lo afirmo y firmo para constancia. Porque, mis valedores, yo soy (z)sacatón por naturaleza, y vivo y sobrevivo del periodismo, oficio en México el más peligroso del mundo, sólo después de Iraq. Por eso creo lo que antes dije, luego de que la noticia del matutino me chicotea en plena cara:

México, segundo lugar en crímenes contra periodistas. Que sus asesinos serán castigados, prometen las autoridades… ¿Será? Pudiera ser, aunque… (Yo sí creo.)

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