El rastro de los perseguidos lo acabo de ubicar en Oaxaca Del perseguidor sé que llevó hasta Turquía su piel de oveja. A los herederos la Teología de la Liberación, que se inspira en el Evangelio vivo para involucrarse en las luchas populares, los reconocí en sacerdotes del bajo clero como los párrocos Jorge Villa y José Rentería, y las parroquias que en los días críticos del plantón de la Asamblea de los Pueblos de Oaxaca, la APPO, repartieron diariamente comida para varios miles de gentes. Leí hace tiempo en Reforma:
Los dos sacerdotes más afectados por las disposiciones de Roma (por el inquisidor Joseph Ratzinger) fueron en ese tiempo el brasileño Leonardo Boff y el peruano Gustavo Gutiérrez.
Boff, Gutiérrez. Apenas leído estos nombres bajé a mi biblioteca y busqué rastros de las dos víctimas de Ratzinger, el inquisidor. Y sí, entre los libros que analizan la Teología de la Liberación fui a dar con elocuentes referencias de los beneméritos del ala progresista (catequesis, acciones) de la Iglesia Católica. Mis valedores: ahora me entero de la Teología de la Liberación en su esencia y por qué el inquisidor moteja a los Hélder Cámara, Boff, Gutiérrez, Casaldáliga, Samuel Ruiz, Vera, etc., de «pseudo-teólogos». Seis, siete siglos atrás ya los hubiese quemado en la hoguera Leña verde…
Por que quede claro en algunos ese retorno a la palabra viva del Evangelio que los satanizados de Ratzinger han proclamado en nuestra América, aquí sintetizo voces, historia mensajes de la «palabra nueva»:
Que esa corriente evangélica nace después del fracaso del desarrollismo (años 50) que tantas expectativas produjera en tantos. Que es entonces cuando el subdesarrollo de los pueblos pobres, como un hecho global, aparece en su verdadera faz: como el subproducto histórico del desarrollo de otros países. «La dinámica de la economía capitalista lleva al establecimiento de un centro y una periferia, y simultáneamente genera progreso y riqueza creciente para los menos y desequilibrios sociales, tensiones políticas y pobreza para los más». Campo abonado para la nueva catequesis: «Caracterizar a Latinoamérica como un continente dominado y oprimido conduce a hablar de liberación y, sobre todo, a participar en el proceso que lleva a ella Se trata de un término que expresa una nueva postura del hombre latinoamericano».
Liberación. Surge, por un lado, el foquismo guerrillero, que a corto plazo pretende movilizar a las masas. Fracasa Dígalo, si no, la estrategia del Che Guevara, el símbolo. Se intenta, por otro lado, la tan cuestionable «vía electoral». Nada Otra opción: «Sacerdotes y religiosos, en proporción cada vez mayor, buscan participación más activa en las decisiones pastorales de la Iglesia Pero buscan, sobre todo, que ésta rompa sus solidaridades con un orden injusto y que, en una renovada fidelidad al Señor que la convoca y al Evangelio que ella predica, comprometa su suerte con la de aquéllos que sufren miseria y despojo». Categórico. «Por eso es de primera importancia separar la Iglesia del Estado, para liberarla de las ataduras temporales y de la imagen que da de su vinculación con el poder. La hará más libre de compromisos, más apta para hablar, mostrará con ello que, para realizar su misión, confía más en la fuerza del Señor que en la fuerza del poder, y podrá encontrar la única vinculación terrena que le corresponde: la comunión con los desheredados de nuestro país, sus inquietudes y sus luchas».
Pues sí, pero con mucha frecuencia tal apostolado empuja a los teólogos a la fricción, la confrontación con obispos locales y nuncios apostólicos, situación que tiende a agravarse porque «consideramos un derecho y un deber denunciar como señales del mal y del pecado la injusticia salarial, las privaciones del pan cotidiano, la explotación del pobre y de la nación, la opresión de la libertad. Un hombre nuevo y una nueva sociedad no pueden buscarse a través de vías capitalistas, porque los móviles inherentes a todo tipo de capitalismo son el lucro privado y la propiedad privada para el lucro».
Y que cuando un Sistema deja de asegurar el bien común en beneficio del interés de unos cuantos, la Iglesia no sólo debe denunciar la injusticia sino además separarse del Sistema inicuo. Obispos mexicanos:
– Nadie debe dejarse intimidar por quienes fingiendo celo por la «pureza» y la «dignidad» de la acción sacerdotal religiosa, tachan de «política» tal intervención de la Iglesia Tan falso celo suele encubrir la intención de imponer la ley del silencio cuando urge, por contras, «prestarles voz a los que sufren la injusticia, y urge desarrollar la responsabilidad social y política del pueblo de Dios, ese Dios que en la plenitud de los tiempos envía a su Hijo para que hecho carne venga a liberar a los hombres de todas las esclavitudes a que les tienen sujetos el pecado, la ignorancia el hambre, la miseria y la opresión, la injusticia y el odio» En eso… ¡Ratzinger! (Seguiré con el tema)