Si su madre hubiese abortado

A la espera del final de la trifulca que se escenifica a esta horas en el jacalón de San Lázaro para luego opinar al respecto, remato aquí el tema del aborto clandestino que se practica diariamente en nuestro país, un problema tanto o más abrojudo que el de ciertos políticos a cuyas madres, lástima, no les dio por abortar. Exacto, sí, como ese o esos en el o los que están ustedes pensando (¿en un chaparrito, peloncito, etc.? ¿En esos fementidos que a la ley de sus puras criadillas y contra la voluntad de todo un paisanaje nos encaramaron hasta Los Pinos?) En fin. El aborto clandestino y la estridente protesta de Norbertos, Limones providas y Onésimos. El testimonio del especialista:

En México, coexisten dos países, uno ficticio y otro real. La contradicción entre estos dos niveles es descomunal. ¿Su consecuencia? El predominio de la mentira que, a su vez, es una de las causas de la corrupción y la inmoralidad públicas. El problema del aborto es un claro ejemplo de esta simulación. Las prohibiciones contra el aborto prolongan y fortifican el país irreal, el país de las frases frente al país real, el país de los hechos. «Esta es una de las razones que nos hacen pensar que la legislación que condena la práctica del aborto debe suprimirse».

Y que aquí las mujeres abortan, pero queremos creer que no lo hacen; el Estado cree que castigar el aborto y por ello quiere creer que no existe. El número de juzgados y sentenciados por este delito es casi imperceptible frente a los millones de abortos desde que están en vigor las leyes actuales. La sociedad mexicana cierra los ojos ante el aborto mientras lo practica a escondidas, y el fenómeno sigue en aumento por la actitud puritana del Estado de mantener una norma legal impracticable. «El Estado debe ser imparcial, reconocer que el aborto no es un delito; aceptar que cae en la jurisdicción de la moral que individual y que la decisión atañe a la pareja, esencialmente a la mujer».

Así como el Estado no puede obligar a las mujeres a confesarse, comulgar o practicar cualquier otro rito, tampoco debe convertir un problema de moralidad Intima, como el aborto, en un delito».

Y que el aborto es una arma de dos filos con connotaciones muy negativas: asesinato, crimen, pecado, homicidio, libertinaje, destrucción, egoísmo. «Puras razones morales para ignorar las de tipo social y económico (…) Quienes se oponen al aborto, siempre en función de sus intereses de clase y de posición ideológica, son los partidos políticos y profesionales de la clase media, organizaciones patronales, eclesiásticas y religiosas y caciques regionales (…) Ello propicia una monstruosa demanda de abortos, un mercado negro e ilegal practicado por mercaderes (…) Pero el aborto es un problema de derechos humanos, algo que debe decidir fundamentalmente la mujer. Ni la iglesia ni el Estado pueden disponer de él».

Y que no es, como se afirma, un problema de jóvenes, de solteras o de relaciones extra-conyugales u ocasionales. Que el aborto es practicado con más frecuencia por mujeres casadas, católicas, con hijos. Y es que según esa iglesia tradicional el producto de la fecundación es una persona humana desde el momento mismo de la concepción. Interrumpir el embarazo es atentar contra leyes divinas. Pero aun dentro de la misma iglesia se expresan alternativas a tal tesis, «de representantes eclesiásticos que tratan de ser congruentes con el marco social, ideológico y científico que están viviendo». Y es necesario lograr que la moral individual involucrada en un acto de aborto inducido no se vea contrariada por esquemas dogmáticas o totalizadores, sobre todo cuando no van de acuerdo a la realidad. Los analistas:

«Muchos representantes de la iglesia católica, que tienen un frente hipócrita de aparentes principios morales, abstractos y metafísicos, deben darse cuenta que, al obstaculizar los caminos para un correcto tratamiento del problema del aborto inducido, con sus amarillistas campañas sacrifican a muchas mujeres mexicanas, contribuyendo a elevar el terrible nivel de mortalidad femenina por causa de abortos complicados, practicados clandestinamente, y destruyendo así valores fundamentales, como el bien común, y la dignidad y el respeto a la vida de la persona humana que tanto profesan». El veredicto de los científicos, definitivo:

Fuera de consideraciones religiosas el feto es una persona humana en potencia; interrumpir su desarrollo vital carece del valor y las consecuencias que tendría en un ser humano actualizado. La mujer que aborta voluntariamente no califica al producto de su concepción como persona y, puesto que es ella a quien primordialmente corresponde el valorarlo, Interrumpir el proceso vital del producto de la concepción, hasta su viabilidad, no es inmoral o malo». ¿El resto? A la libertad de la conciencia. (Y ya).

Un comentario en “Si su madre hubiese abortado”

  1. asi es valedor.
    los abortos clandestinos superan en mucho las estadísticas oficiales, comadronas, curanderas y comadres, recomiendan, sondas, tes de zoapatli, dosis masivas de estrógenos u ocitócicos (estímuladores de las contracciones uterinas), y mil argüendes más, para interrumpir un embarazo no deseado, fundamentalmente, valedor, por problemas económicos y en familias ya de por sí numerosas, y todas esas pobres mujeres con etiqueta de católicas, apostólicas y muy guadalupanas; esos intentos, una buena parte terminan en hospitales, en los servicios de emergencia, por abortos incompletos y cuadros de anemia aguda muy severos o toxiinfecciones por manipuleo contaminante al interior de la matriz, que inclusive llegan a la muerte, esas estadísticas no las conocemos a traves de los órganos oficiales. ¿Que nos espera ahora con ese trasnochado conservador que llega a la sría. de salud. ??

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