El caso de Rosa y su aborto clandestino se documentan en el libro titulado Persecución legal del aborto en la Ciudad de México: un atentado al derecho a decidir, de Ana Cortés.
Y hablando del tema, mis valedores, ¿cuál es la definición del aborto? Lo puntualiza el especialista: «Aborto es la extracción o expulsión del feto -antes de que pese 500 gramos o tenga 20 semanas de gestación-; es aborto inducido, sea por razones médicas en relación con la madre o con el feto; sea por razones éticas o humanitarias (violación, incesto, trato sexual con menores o personas con deficiencia o enfermedad mental, planeación familiar, ilegitimidad, etc.); sea por razones personales (voluntad propia, etc.)».
Pero cómo, interviene el candido: ¿pues qué, acaso en un estado de derecho como existe en nuestro país se practica, contra las leyes respectivas, el aborto clandestino? Pregunta risible por obvia:
«La sociedad mexicana, durante toda la historia de su evolución, ha practicado y practica el aborto inducido ilegal, al margen, a pesar y en virtud de la legislación penal que siempre lo ha sancionado. La clandestinidad en que se realiza, debido a la prohibición legal, repercute en creciente agravamiento en distintos aspectos
de la vida comunitaria».
El cándido va de una a otra sorpresa: «El aborto lo practican mayormente mujeres casadas, con muchos hijos, católicas y en una edad promedio de 30 años. No es, como se dice, un problema de jóvenes, de solteras o de relaciones ligeras o extra-conyugales. En la ciudad de México los médicos practican sólo uno de cada 12 abortos, y las mujeres no sólo mueren por aborto, en su capacidad reproductiva, sexual y de estado general».
Es aquí donde jerarcas del alto clero católico deciden intervenir:
Emprende la Iglesia batalla jurídica contra el aborto. Afirma que ¡»La ARDF tiene una agenda planeada para destruir todos y cada uno de los valores que tienen que ver con la dignidad, la familia y el bien común»!
Admirable exhibición de celo apostólico, mis valedores, vale decir: de un doble discurso y una doble moral: por una parte, los Norbertos y Onésimos se apresuran a exorcizar y lanzar anatemas contra la ley sobre la legalización del aborto que se propone en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, pero, por otra, sabiamente se hacen los desentendidos frente a un duopolio de televisión al que tantos favores le deben, de forma tal que los jerarcas de marras en modo alguno y en ningún momento se enfrentan al verdadero problema de la sexualidad desarreglada y los abortos no deseados: la televisión. ¿O acaso instrumentan campañas para alertar a las víctimas (los televidentes) sobre los peligros que conlleva alimentar el espíritu con la pornografía y prostitución que a diario y a lo morboso expele ese albañal de tetas al aire, lenguaje procaz nalgatorios de jovencitas culiprontos que a cachonderías burdeleras encrespan genitales, provocan calenturas e incitan al destrampe sexual entre los ingenuos, o sea los televidentes? Los Norbertos y Onésimos, calla, boca Con la tele hemos topado, Sancho. A nuestra aliada ni con el pétalo de una anatema..
Ah, pero la Asamblea Legislativa del Distrito Federal no es Salinas ni Azcárraga, y entonces: rápido, a afilar los dientes contra un proyecto de legalización del aborto que se propone en la ALDF. Y yo pregunto a todos ustedes, los asiduos de la televisión: con un cinescopio que así enciende y atiza en las sangres jóvenes instintos y urgencias sexuales que aún no saben controlar, ¿escandalizarse ante la multiplicación de los embarazos, sobre todo en vientres de temprana edad? Por otra parte, ¿acaso los jerarcas del alto clero, que invocan moralidad y derecho a la vida fueron respetuosos, en los comicios electorales del pasado dos de julio, de las leyes que regulan el proceso de elección presidencial? Tartufismo y maniobra de refinada hipocresía ¿acaso el alto clero no conoce lo que en materia de abortos clandestinos en nuestro país exhibe cada día la realidad objetiva? Los datos que revela Ana Cortés en la obra citada líneas arriba
En el 2001 se registraron en México 126 mil 461 abortos en hospitales públicos y 40 mil 186 en instituciones privadas.
Como una forma de respuesta a los espeluzno del alto clero ante la posibilidad de que se legalice el aborto en nuestro país, lo revelan los analistas que han estudiado semejante fenómeno social:
Aborto clandestino. En México, coexisten dos países, uno ficticio y otro real. La contradicción entre estos dos niveles es descomunal. ¿Su consecuencia? El predominio de la mentira que, a su vez, es una de las causas de la corrupción y la inmoralidad públicas. El problema... (Ese, mañana)
asi es valedor.
los abortos clandestinos superan en mucho las estadísticas oficiales, comadronas, curanderas y comadres, recomiendan, sondas, tes de zoapatli, dosis masivas de estrógenos u ocitócicos (estímuladores de las contracciones uterinas), y mil argüendes más, para interrumpir un embarazo no deseado, fundamentalmente, valedor, por problemas económicos y en familias ya de por sí numerosas, y todas esas pobres mujeres con etiqueta de católicas, apostólicas y muy guadalupanas; esos intentos, una buena parte terminan en hospitales, en los servicios de emergencia, por abortos incompletos y cuadros de anemia aguda muy severos o toxiinfecciones por manipuleo contaminante al interior de la matriz, que inclusive llegan a la muerte, esas estadísticas no las conocemos a traves de los órganos oficiales. ¿Que nos espera ahora con ese trasnochado conservador que llega a la sría. de salud. ??
(comentario que repito en tu segunda parte por la importancia del tema)